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A surfing tale Cap 1

Relato enviado por : tyler el 13/12/2010. Lecturas: 3682

etiquetas relato A surfing tale Cap 1   Gay .
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Resumen
Las olas iban y venían, en aquel caluroso día que llegaba a su declinar. El mar besando con sus refrescantes y saladas aguas las bastas extensiones de playas kilométricas habituales de surfistas y jóvenes que exhibían cuerpos morenos y esculpidos por la brisa marina ...


Relato
Las olas iban y venían, en aquel caluroso día que llegaba a su declinar. El mar besando con sus refrescantes y saladas aguas las bastas extensiones de playas kilométricas habituales de surfistas y jóvenes que exhibían cuerpos morenos y esculpidos por la brisa marina.

Sin embargo, y a pesar de que la mayoría de la gente comenzaba a irse de la playa, un joven aún continuaba subido en su tabla, mirando el horizonte, dejándose mecer por las olas, irregulares y pequeñas. Enfundado en un traje negro de neopreno, con la cuerda de la tabla atada al tobillo, tarareando una melodía de una canción que había escuchado por la radio. Era como si pidiera consejo al mar, como si en aquel lugar fuera el único sitio donde se encontraba a gusto y en paz consigo mismo. Le sonrió sin poder evitarlo a aquel potente sol de comienzos de verano, provocando un estremecer al astro rey por saberse observado por aquellos ojazos castaños, una mirada limpia y abrasadora.

Se mojó las manos en el agua y apartó el pelo oscuro y corto, cerrando los ojos y dejándose embriagar por aquel peculiar aroma. Decidió al fin irse, girando su tabla, cabalgando sobre las olas y corriendo hacia la orilla.

Se dirigió hacia un pequeño grupo de chicos que estaban reunidos cerca de las rocas, una zona donde todavía la partida del sol no había robado los últimos instantes de su luz.

Estaban sentadas en las toallas dos chicas, una rubia y la otra de pelo castaño y rizado, ésta última estaba recogiendo sus cosas y poniéndose sobre el biquini verde, un vestido corto.

Hablaban con otros dos chicos, ambos ya se habían cambiado de ropa a pesar de que sus tablas estaban posadas en las rocas, parecía que habían estado surfeando toda la tarde.

-Loren, ¿me puedes pasar la crema?-le dijo la chica de pelo castaño a su amiga.

-Si, claro.-contestó ésta ayudándola a recoger-¿Y vosotros qué, os venís?

-Pues supongo, -dijo el mas alto de los dos, de ojos verdes y pelo demasiado corto y claro- en cuanto Rhys se decida a salir del agua.

-¡Ahí viene!-exclamó el otro chico echando una mirada a la playa.

-¿Me echabais de menos?-preguntó el aludido llegando junto a sus amigos y posando la tabla mojada cerca de las otras.

-No pueden vivir sin ti, Rhys. -dijo la chica morena divertida.

-Es que la furgoneta es suya, -dijo el chico rubio- por ese le esperamos.

-Que buen amigo eres Danny, -dijo Loren sonriendo- pero eso es una mala excusa para decir que te preocupas, porque nosotras os ofrecimos llevaros.

-¡Si es que no sabe mentir!-exclamó Rhys abriéndose la cremallera del traje y quitándoselo hasta la cintura.

Las dos chicas no pudieron evitar intercambiar miradas y sonreír, parecía que a parte de agradable y majo, Rhys tenía un cuerpo impresionante, no muy musculado pero se cuidaba, ciertamente moreno debido a todo el tiempo que se pasaba en la playa, y todo ello rematado por el tatuaje del brazo y aquel colgante con motivos marinos.

-Se os va a caer la baba.-dijo el otro chico cuando Rhys y Danny se habían alejado un poco camino a los aparcamientos.

-No exageres, Andrew.-dijo Loren.

-¿Yo? ¿Exagerado?-preguntó indignado- Lo que estoy es celoso, a mi también me gustaría que unas chicas como tu y Sue, se fijaran en mí.

-¡Que dulce!-exclamó Loren dándole un beso en la mejilla y siguieron a sus amigos entre risas.


-¿Y bien?-preguntó Danny mirando para su amigo cuando llegaron hasta el coche.

-¿Y bien, qué?-preguntó él sin entender.

-Tu reflexión en el agua, -dijo Danny- si te ha servido.

-Tan solo quería relajarme un rato a solas.-dijo Rhys metiendo la tabla y buscando una toalla para secarse.

-Estás un tanto raro últimamente, -dijo su amigo sujetando él también la tabla en la baca de la furgoneta- ¿has discutido con Melissa?

-¿Qué tiene que ver Melissa en esto?-preguntó Rhys enrollándose en la toalla y quitándose el traje de surf.

-Pues no lo se, -dijo él- porque como tu no cuentas nada y te tenemos que interrogar.

-¿De qué habláis?-preguntó Andrew acercándose a ellos, las chicas se alejaban en su coche despidiéndose de ellos.

-¡De tonterías!-exclamó Rhys sonriendo a sus amigas y despidiéndose con la mano.

-¡De Melissa!-contestó Danny sin poder evitarlo.

-Cuenta, cuenta.-dijo el joven divertido.

-¿Podemos dejar ese tema?-preguntó Rhys con una nota de desesperación en la voz y poniendo los ojos en blanco.

-¿Estáis mal?-quiso saber Andrew.

-Que no estamos de ninguna manera, -dijo Rhys ya ligeramente enfadado- no somos pareja, tan solo nos acostamos de vez en cuando.

-Pero ella te propuso estar en serio, -dijo Danny- ¡vamos! Yo estaba en la fiesta cuando te lo dijo.

-Si, -corroboró Andrew- la misma fiesta donde te emborrachaste y la dejaste en evidencia liándote con aquella tía.

-¿Qué tía?-preguntó Rhys-¡No recuerdo aquella noche muy bien!

-Que suerte tienes.-dijo Andrew negando con la cabeza pero ligeramente divertido.

-Yo que tu, pediría perdón a Melissa y le daría una oportunidad, -dijo Danny tratando de ver la reacción de su amigo- parece buena chica, y está muy buena.

-Te vuelvo a repetir, que Melissa y yo no tenemos nada, -dijo Rhys ya terminando de vestirse- ella es libre de liarse con quien quiera y yo también.

-Bueno, dejemos el tema, -dijo Andrew- porque todavía vamos a terminar nosotros enfadados.

-¡Buena idea!-exclamó Rhys-¿Nos vamos?

-Pero … -intentó decir Danny.

-No, -dijo su amigo interrumpiéndole- deja el temita.

Los tres se subieron a la furgoneta, arrancaron y tomaron el desvío de la derecha, cruzando el pequeño puente y subiendo en dirección al pueblo.



* * *


Hacía un calor insoportable en el interior de aquel autocar, a pesar de que estaba comenzando a oscurecer, el aire era irrespirable.

Un joven de pelo rubio, ligeramente largo y rizado, iba sentando en el último asiento al lado de un matrimonio que le había arrinconado contra la ventana del vehículo, se había pasado todo el viaje escuchando la conversación de la pareja a pesar de llevar la música bastante alta. Ya se conocía media vida de aquellas personas, los motivos de su viaje y todo lo que les había dando tiempo a contarle en las cuatro horas del trayecto.

Llevaba un rato ligeramente adormecido, entre la consciencia y la inconsciencia, le dolían las piernas de estar sentado, le pesaba la cabeza y estaba empapado en su propio sudor. Aquello era un infierno, si no llegaba cuanto antes a su destino, le iba a dar algo.

Apartó ligeramente la cortina y echó un vistazo fuera, la imagen que llegó a sus ojos verdes como esmeraldas, los hizo refulgir con alegría, playas tranquilas, con un sereno y azulón mar, sus refrescantes aguas le tentaban en la distancia, trayendo recuerdos a su mente, recuerdos tristes en su mayoría, pero siempre quedaba el buen sabor de boca de los buenos momentos.


La gente comenzó a moverse en el autocar, ligeramente revuelva y expectante, parecía que estaban llegando a la estación, ya que muchos recogían sus cosas y se preparaban para salir lo mas rápido posible de aquel montón de metal que parecía echar humo como una tetera hirviendo por el calor condensado en su interior.

El joven hizo lo propio cuando el vehículo frenó, dedicó una sonrisa cordial al matrimonio que le había acompañado en el viaje a modo de despedida y recogió su sudadera y se volvió a calzar, ya que hacía un par de horas que se había quitado las deportivas dado el calor.

Esperó que toda la gente se fuera yendo poco a poco y al fin, él también se bajó del autocar. Cerró los ojos, respirando la ligera brisa de la noche que el mar proporciona y se estiró para hacer que sus articulaciones y músculos despertaran del letargo en el que se habían sumido.

Se acercó al maletero y recogió su bolsa, su tabla de surf enfundada en una tela a rayas y echó a andar por el estrecho camino que se abría en el paseo marítimo, sin apartar la mirada de las olas del mar, se moría de ganas por darse un baño, pero estaba cansado, era tarde y además, no tenía bañador. Bueno, si lo tenía, en la maleta, pero no iba a ponerse a buscarlo en aquel momento por una locura. Se trató de convencerse a si mismo diciéndose que una fría ducha en el hotel en el que tenía pensado hospedarse, le reconfortaría; pero a quién pretendía engañar, no era lo mismo.

Continuó caminando, sin poder dejar de mirar a la playa y se quedó ensimismado cuando comenzó a escuchar un rumor de gente hablando, de música y cuando vio sendas hogueras en la playa, junto a un chiringuito, parecía que había una fiesta.

La alegría que se desprendía de aquella música le contagió y no pudo evitar sonreír, se apoyó en la valla pintada de blanco a cierta distancia de la fiesta improvisada y tomó la decisión de darse el ansiado baño.


Echó a andar por la playa de arenas finas, la claridad era escasa y eso le relajó un poco, ya que tenía intención de meterse en el agua desnudo. Le daba cierto miedo que alguien le viera, pero el baño iba a ser rápido, no tenía intención de entretenerse demasiado.

Posó su bolsa y apoyó la tabla junto a unas rocas, echó una mirada a la tabla, tenía ganas de volver a usarla, de sentir como el mar y su ser se fusionaba en uno solo, pero aquello si que tendría que esperar a mañana.

Se volvió a quitar una vez mas las deportivas y los calcetines, en aquel lugar eran mejor las chanclas, o se acabaría quedando sin pies dado el extremo calor que llegaba a hacer durante el día en todo el pueblo.

Se bajó los tejanos y se quitó la camiseta interior de color negro. Echó un vistazo a sus boxers y miró a alrededor, negó con la cabeza divertido y se decidió a quitárselos.

El frescor marino le erizó todo el bello de su cuerpo y echó a andar hacia el mar. Las olas le lamieron los pies, refrescándolo de inmediato, continuó caminando, hasta que la pulsera de su tobillo fue cubierta por las aguas, hasta que las olas se lanzaban contra él mojando sus muslos, hasta que no lo pudo resistir y se lanzó a nadar. Sumergiéndose y jugando en el agua, se dejó mecer, apartando el pelo de la cara y mirando la luna que brillaba en el cielo salpicado de estrellas.



* * *


En el extremo opuesto del pueblo se encontraban las casas mas caras y lujosas. Una especie de urbanización que había echo del surf su forma de vida, su negocio y su deporte.

Los padres de Rhys se habían instalado en aquel pueblo, una especie de pequeña ciudad surfera, cuando él tenía apenas 6 años. Y cuando sus padres se divorciaron, él fue incapaz de dejar aquel lugar, tal vez porque el primer mes viviendo con su madre en una ciudad donde no había mas agua que la desalada que salía por la ducha, no había sido lo que él esperaba. Ahora había vuelto a aquel lugar y no lo recordaba como antes, su padre apenas pasaba tiempo en casa y cuando lo hacía, estaba siempre acompañado de aquella mujer a la que Rhys si quiera había querido conocer.

Al menos, algo de bueno tenia aquella situación, la libertad de la que disponía y el tener aquella impresionante mansión para él solo.


En aquel momento bajaba las escaleras amoquetadas todavía descalzo y poniéndose una camisa de manga corta, de color blanco y con un grabado azul en la espalda.

Corrió a abrir la puerta donde el timbre volvía a sonar una vez mas desplazando por todo el recibidor aquel sonido de campanas.

-¿Dónde te habías metido?-preguntó Andrew con desesperación entrando en la casa cuando su amigo abrió la puerta.

-Hola, Andy, yo también me alegro de verte.-contestó Rhys.

-Es que llevó ahí un rato muy largo, -dijo- y como no contestabas, temí que ya te hubieras largado sin mi a la fiesta.

-¡Claro, como es mi costumbre dejar tirada a la gente!-exclamó con ironía mientras volvía corriendo a su habitación para terminar de vestirse.

-Vamos, date prisa.-dijo el joven y se quedó retocando su peinado en el espejo de la entrada.


Rhys se puso unas chanclas, cogió su teléfono móvil y las llaves de su coche y volvió a bajar.

Fue apagando todas las luces hasta que tan solo quedó encendida la del recibidor y se quedó mirando a su amigo con cara de desconcierto.

-¿Qué pasa?-preguntó Andrew sintiéndose observado.

-¿Cuánto tiempo te has pasado peinándote esa cresta?-dijo Rhys con aire curioso y mirándole con seriedad.

-Estás muy gracioso tu esta noche; -dijo Andrew apurándole para que salieran de la casa de una vez- espero que no se te agrie el humor cuando te encuentres a Melissa en la fiesta.

-¿Melissa va a ir a la fiesta?-preguntó Rhys y salió corriendo tras el joven.

-¿Acaso lo dudabas?-dijo Andrew.

Rhys bajó la cabeza y se quedó pensativo, yendo por el camino de piedras hacia el lateral donde estaba el garaje, su coche estaba aparcado justo delante.

-¿Qué pasa?-preguntó Andrew desde el otro extremo del coche y a punto de subirse-¿Por qué esa cara?

-No, nada, -dijo él- estaba pensando.

-¿En Melissa?-quiso saber Andrew.

-¡No!-exclamó Rhys- En si he activado la alarma de la casa.

-Lo dicho, -contestó el joven con desesperación- estás muy gracioso tu esta noche.

-¿Nos vamos?-preguntó él sonriendo de forma exagerada.

Andrew negó con la cabeza resignado y se subió al monoplaza azul. La portilla comenzó a abrirse sola y el coche la atravesó, esperaron un instante a que esta volviera a cerrarse y tomaron el desvío que iba hasta la playa.



* * *


Cerca de la playa, había un pequeño restaurante con una gran terraza que contaba con unas perfectas vistas a la playa mas transitada por los surfistas. Rodeada de unas cuentas palmeras y con una decoración sutilmente marina.

Sue trabajaba allí y estaba terminando de recoger, su turno había finalizado y tenía intención de ir a bailar junto a sus amigos a la fiesta que se estaba celebrando en la playa.

-¿Qué pasa, Doris?-preguntó Sue acercándose a su jefa, la dueña del local, que estaba echando cálculos mentalmente.

-Nada cariño, -dijo ella- lo de siempre.

-¿Quieres que me quede?-dijo la chica, aunque en el fondo no tenía ganas de seguir trabajando.

-No, claro que no.-dijo la mujer- Tu turno ya ha terminado, lo que tengo que hacer es poner un cartel de una vez por todas donde diga que necesitamos un camarero.

-Es que parece que no, -dijo Sue echando un vistazo a todas las mesas llenas de gente- pero tenemos mucha clientela.

-Si, -dijo Doris- además, cuando mi hermana tenga al bebé, va a estar sin venir al restaurante varios meses; así que tengo que tomar ya la decisión y contratar a alguien mas.

-¿Y por qué llevas evitando hacerlo tanto tiempo?-quiso saber Sue.

-La mayoría de la gente de aquí, no necesitan dos trabajos, -comentó Doris- por lo que las personas que se ofrecerán como camarero, probablemente sean jóvenes, jóvenes que viven para el surf, y no tengo ganas de dejar este local en manos de un loco surfista que dejaría esto desatendido por ir a la playa.

-Tampoco exageres, -dijo Sue y comprobó que sus amigas acababan de entrar en el local- no todos son así.

-¡La inmensa mayoría!-exclamó Doris con resignación-¡Hola chicas!

-Que ambiente.-dijo Loren a modo de saludo.

-Si …-comentó la mujer y se quedó ensimismada- Anda Sue, vete con tus amigas o todavía me dará tiempo a arrepentirme por dejarte ir.

-Vamos, -dijo una chica de pelo largo, liso y negro tirando de ella- ¡que tengo ganas de ver a Rhys y os necesito a las dos a mi lado!

-Si, seguro.-dijo Sue mientras las tres chicas salían el restaurante- Lo mas seguro es que nada mas que veas a Rhys, te olvides de nosotras.

-¿Cuándo he hecho yo eso?-preguntó Melissa ofendida.

-¿Cuándo no lo has hecho?-dijo Loren dibujando una sonrisa maliciosa.

-¡Increíble!-exclamó la chica.

-Vamos Melissa, -dijo Sue- admítelo; es ver a Rhys y te pierdes. Estás loca por él.

-No, tampoco es para tanto.-contestó ella- Me gusta y nada mas.

-Estás enamorada de él.-afirmó Loren.

-Yo no creo en el amor.-dijo la joven.

-¿Y entonces por qué le propusiste ser novios?-quiso saber Loren.

-Había bebido. -contestó Melissa ligeramente ruborizada, no quería admitir lo mucho que el chico le gustaba y lo poco que él parecía interesando en considerarla algo mas que un polvo de una noche-¡No sabía lo que decía!

-No se te da bien mentir.-dijo Sue. Mientras hablaban, habían llegado hasta las escaleras del paseo marítimo que daba acceso a la playa.

-¿Y que quieres que haga, Sue?-preguntó indignada y mirándose las nuevas sandalias ya cubiertas por la arena, parecía que no le gustaba mucho la arena- Rhys no quiere nada serio conmigo y me estoy comenzando a hartar, al principio estaba bien, sin complicaciones y sin dar explicaciones, pero ahora …

-¿Y se lo has dicho a él?-preguntó Loren.

-Lo he intentando, -dijo Melissa- pero me da excusas y no quiere escucharme. Pero de esta noche no pasa, pienso dejarle claro lo que pienso y si no le parece bien, esto se terminó.

-Así se habla, -contestó Loren cogiéndola del brazo y riendo- ¡vamos a pasarlo bien!



* * *



Andrew y Rhys se bajaron del coche de éste último y fueron a buscar a Danny, que ya hacía rato que había llegado a la playa.

El joven estaba hablando con la camarera del chiringuito improvisado cuando vio a sus amigos venir a lo lejos. Se quedó mirando el peculiar peinado de Andrew y los saltos que Rhys iba pegando al son de la música.

-Se os reconoce a distancia, -dijo Danny divertido cuando sus amigos estuvieron lo suficientemente cerca como para oírle por encima del volumen de la música- ¡tengo unos amigos muy peculiares!

-Habló el tipo de las camisas hawaianas mas extravagantes que he visto en mi vida.-dijo Andrew tocándose el peinado, comprobando que el engominado no se hubiera movido ni un ápice.

-¿Qué les pasa a mis camisas?-preguntó Danny mirándose la camisa que en aquel momento llevaba puesta.

-Venga, -dijo Rhys apoyándose en los hombros de sus dos amigos- tengamos la fiesta en paz.

-Imposible. -dijo Andrew mirando a la distancia, a unas chicas que se acercaban caminando.

-¿Por qué?-quiso saber Danny-¿Qué pasa?

-El peligro se acerca con camiseta roja, pantalones cortos blancos y sandalias a juego.-dijo describiendo a una de las chicas en concreto.

-¡No!-exclamó Rhys sin poder evitarlo- No me digas que es ella.

-Si, la misma.-contestó Andrew-Y se está acercando, viene hacia aquí, imposible huir, no Rhys no lo intentes, te ha pillado.

-Hola chicos. -dijo Melissa cuando ella, Sue y Loren llegaron junto a los chicos.

-¡Buenas noches!-exclamó Danny sonriendo y ofreciéndoles si querían tomar algo.

-¿Te ibas a algún lugar, Rhys?-preguntó la joven con mirada asesina.

-¿Yo?-dijo él haciéndose el tonto- No, bueno si, a dar una vuelta.

-Pues podemos darla juntos, -sentenció Melissa- tenemos algo que hablar.

Rhys se quedó ligeramente desconcertado, intuía que clase de tema quería la chica hablar y no tenía mucho humor para ello.

-Venga, vamos.-dijo Melissa cogiéndole de la mano.

-¡Socorro!-dijo Rhys moviendo tan solo los labios y mirando a sus amigos con ojos suplicantes.

-Pobre Rhys, -dijo Andrew- no sabe la que le espera.

-Que tonto eres, -dijo Loren- si en el fondo, hacen buena pareja.

-La harían si los dos sintieran lo mismo, -dijo Danny en tono filosófico- no me miréis así chicas, yo soy el primero en alentar a Rhys para que siente la cabeza, pero ya sabéis lo cabezota que es.

-Yo no he dicho nada, -dijo Sue- a mi Melissa no me cae muy bien.

-¿Desde cuando?-preguntó Loren indignada.

-Desde siempre, -contestó la chica- es un poco arrogante.

-Si, -dijo Andrew- es guapa y todo eso, pero Sue tiene razón, es un poco tonta.

-¿Ves?-dijo Sue mirando a su amiga- No soy la única que lo piensa.

-¿Y Rhys sabe todo eso?-preguntó Loren-Porque seguro que no hace gracia que habléis así de su novia.

-No es su novia.-dijo Sue y se quedó pensativa- Todavía.

-Yo creo que en el fondo, Rhys también está loco por Melissa, sólo que le da miedo admitirlo, -comentó Loren cogiendo la copa que Danny le tendía- ¡gracias!

-No soy adivino, -dijo el chico- pero si conozco a Rhys un poco, y le conozco, no va a atarse a una chica como Melissa, por mucho que ella insista. Él va demasiado por libre y ella es muy controladora.

-Me estoy quedando de piedra, -dijo Loren- no sabía que Mel os cayese tan mal a todos.

-Es que tu la ves con buenos ojos, -dijo Sue con una tímida sonrisa- no entiendo bien por qué, pero es así. En cambio, nosotros vemos la realidad.

-Porque te quiero mucho y a ti también te veo con buenos ojos, que si no …-dijo Loren divertida.



* * *



Melissa iba caminando delante, se había descalzado y llevaba las sandalias en la mano, iba riendo y hablando con Rhys.

Él la había soltado la mano nada mas que se había alejado de la gente de la fiesta, ahora caminaban por la solitaria playa, el joven estaba ensimismado, miraba el mar, las olas ir y venir y le pareció ver a alguien en el agua; no supo bien por qué, pero a él también le entraron unas ganas locas de darse un baño y se le escapó una sonrisa divertida.

-Ves como tenía razón.-escuchó que Melissa le decía.

-¿Perdona?-preguntó Rhys reaccionando-¿Qué decías?

-Rhys, ¿me estás escuchando?-preguntó la chica y se sentó en unas rocas, posando cuidadosamente sus sandalias a su lado.

-No, la verdad es que no.-dijo él sin poder negarlo-¡Lo siento!

-Esa es una de las cosas que me gustan de mi, -dijo Melissa- siempre eres sincero. Y ésta noche, también quiero que lo seas, quiero proponerte una cosa.

-Melissa, ya hemos hablando de eso.-dijo él y su tono se volvió serio.

-¿Pero porqué no quieres ser mi novio?-insistió la joven poniendo voz mimosa- Hacemos buena pareja y no estamos tan mal cuanto estamos juntos.

-No me gusta dar explicaciones a nadie, -dijo Rhys evitando no coger la mano que ella le tendía- te deje las cosas claras cuando empezamos esta … relación que tenemos, yo no tengo novias.

-¡Pues yo no tengo amantes!-exclamó Melissa levantando la voz y poniéndose en pie.

-Pues genial, -dijo él y comenzó a alejarse- ¡tema zanjado!

-Rhys, espera.-dijo la chica tratando de detenerlo.


Justo en aquel momento, la persona que se había estado bañando, se acercaba a ellos, el lugar donde Melissa había posado sus sandalias era el mismo donde el joven tenía posada su ropa, sólo que ella no la había visto. Lo mismo sucedió con él, que no vio a los dos jóvenes hablando hasta que estuvo lo suficientemente cerca; a veces, la oscuridad jugaba aquellas mala pasadas.

-¡Ay!-exclamó Melissa cuando vio al joven aparecer, corriendo hacia ellos, se quedó petrificada mirándole ya que iba desnudo.

-¡Joder!-exclamó el chico tratando de taparse y muerto de la vergüenza- Lo siento, no sabía …, es que tengo aquí mi ropa, de verdad que lo siento …

-Tranquilo tío, -dijo Rhys sin poder dejar de reírse- ¡estas cosas pasan!

-Si tu lo dices.-contestó él poniéndose apresuradamente la ropa sin siquiera secarse antes.

Melissa se había fijado en el chico, su cara le parecía familiar y no puedo evitar preguntarle.

-Perdona, -comenzó a decir la chica- tu no eres …

-¡Seguro que no!-exclamó el joven recogiendo su maleta, su tabla e intentando irse de allí. El frescor que le había proporcionado el baño, se estaba desvaneciendo dado el índole de aquella situación.

-Que si; -insistió Melissa sin hacer caso a las demandas que Rhys le hacía para que se fueran- el surfista, este tan famoso, … ¿Rhys como se llama?

-¡Habrá tantos surfistas famosos!-exclamó él y dijo, suplicante- Mel, ¡vamos!

-¡Joel Holloway!-exclamó ella dando un saltito de alegría. El joven la miró con dureza, un escalofrío le recorrió la espalda.

-Siento haberos molestado.-dijo él de nuevo, bajando la mirada y echó a andar hacia el paseo marítimo, tenía que salir de aquel lugar cuanto antes.

-¡Tengo que contárselo a los chicos!-exclamó Melissa y dejó allí a Rhys y volviendo a la fiesta.

Rhys se quedó un tanto atontando mirando al joven alejarse, repitió el nombre que Melissa acababa de decir para sí, si aquel joven era realmente Joel Holloway, tenía que hablar con él, era uno de los mejores surfistas de todos los tiempos, a pesar de que hacía un par de años que no se le había vuelto a ver en competiciones.

El joven vio que a Joel se le había caído la sudadera y no dudó, la recogió sacudiéndole la arena y se acercó corriendo a él.

-Hey, tío.-dijo llamando su atención- Se te ha caído esto.

-Gracias.-dijo él aún ruborizado- Y una vez mas, siento haberos molestado.

-¡No es mi novia!-exclamó Rhys sin poder evitarlo.

Joel sonrió divertido y dispuesto a retomar su huída.

-Espera, -dijo el joven- ¿realmente eres él? ¿Eres Joel Holloway?

-Si.-dijo él asintiendo con la cabeza, pero parecía que no se sentía orgulloso de ello.

-Yo también surfeo, -dijo Rhys- desde luego no tan bien como tu, pero …

-No quiero parecer borde, -dijo Joel- pero yo ya no soy surfista.

-Claro que si, -dijo él con una de sus sonrisas especiales- un surfista lo es para siempre.

Joel no supo que contestarle, por un lado tenía ganas de irse, olvidar aquel incidente y echarse a dormir y descansar, pero por otro lado, había algo en el chico que le atraía, le apetecía seguir hablando con él, pero el tema del surf no era sobre lo que quería conversar, y mucho menos en aquel momento.

-Yo, esto …-trató de decir- Debería irme.

-Si, lo entiendo.-dijo Rhys- ¡Ya nos vemos!

-Si, claro.-dijo él.

-Por cierto, -gritó el joven cuando el otro ya había echado a andar- ¡Me llamo Rhys!



***

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Si te ha gustado A surfing tale Cap 1 vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar A surfing tale Cap 1. tyler te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:32) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

latino81 (13 de December de 2010 a las 20:09) dice: nada exitante .


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