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Alicia 06

Relato enviado por : ivloguer el 16/04/2013. Lecturas: 3490

etiquetas relato Alicia 06   Jovenes .
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Resumen
Por la mañana mi señora se levantó para ir al trabajo, creo que con un humor mejor que otros días ya que no me dejó continuar un ratito de sueño como acostumbraba, se dedicó a despertarme con la mamadera en la boca


Relato
Alicia 06

Por la mañana mi señora se levantó para ir al trabajo, creo que con un humor mejor que otros días ya que no me dejó continuar un ratito de sueño como acostumbraba, se dedicó a despertarme con la mamadera en la boca, logrando que llegue al tamaño adecuado con sus artes felatorias. Parece que intuía mi predilección por las zonas posteriores ya que se había arrodillado en sentido inverso, como preanunciando un 69, pero yo me dediqué solamente a apreciar esas nalgas enfundadas en un minúsculo pantie mientras volvía del viaje onírico.
Recordó su prisa por marchar y se vistió rápidamente desapareciendo por la puerta, pero antes me dedicó una sonrisa que encerraba algunos significados.

Era algo temprano para que se levantase Alicia, faltaba un rato largo para la hora del cole por lo que luego de una fugaz lavada me encaminé al cuarto de mi pequeña. Realmente no era un cuarto, era un pedacito de cielo ya que allí estaba durmiendo un ángel , era una divinidad tapadita con suaves sábanas. Solamente apreciaba el contorno de su cuerpito dibujado por las cobijas sobresaliendo una cabecita que remataba con la cabellera imposible. Creo que lo imposible era no perder allí los dedos, acariciar esa carita y subir la mano lentamente para enredarse en esos cabellos. Me limité a besar suavemente esos labiecitos, a observar cómo su respiración indicaba la vuelta de su conciencia al mundo sensible.
Por imperceptibles que fuesen mis movimientos llevaban inexorablemente a abrir sus ojitos; al percibir que no había la luz acostumbrada en el amanecer sus mirada se llenó con algo de angustia, tal vez pensaba que me había levantado de noche para visitarla y podría aparecer la progenitora. Con suaves palabras la puse al tanto de la situación, que estábamos sólos, solamente que yo no me aguantaba la espera de que apareciese por la puerta de la cocina buscando su desayuno.

Las palabras tranquilizadoras obraron mágicamente, sus bracitos se dispararon alrededor de mi cuello y apretaba hasta casi quitarme la respiración, quise aguantar un instante así, no me importaba morir entre aquellos brazos. Hubiese sido la forma más idílica para partir de este mundo, pero la realidad predominó por lo que mis brazos también la rodearon levantándola un poquito.
Creo que la mutua efusividad obedecía a las restricciones del día anterior, era una catarsis para las calladas situaciones que habíamos pasado. Eso que fueron pocas horas comparadas al resto de mi vida algo fría; fría porque antes no estaba su nombre anidando mi corazón y transmitiendo la tibieza de las hechiceras letras "ALICIA".
Me dijo despacito que quería ir al baño, pero que le daba algo de miedito la penumbra, quería que la acompañe. Estas palabras casi susurradas dispararon mis resortes ocultos suponiendo que no estuviesen ya todos activados, era una excusa hasta en nuestros momentos de intimidad, era mantener las apariencias aún cuando ambos sabíamos perfectamente lo que estábamos viviendo.

La alcé en brazos como si fuese una bebita, esta vez le podía tocar las piernitas con la total confianza que nos otorgaba la soledad, su holgado camisón de dormir me permitía llegar a las zonas más recónditas, pero el consabido magnetismo de su colita llevaba mi mano por esas zonas.
En el trayecto no sacaba los brazos de mi cuello, parecía que se sentía mejor protegida de ese modo y yo estaba cada vez más enternecido con aquella criatura. Llegamos al baño y la senté en el inodoro bajándole la bombachita en el camino. Pensaba que era el final del ritual y ya me disponía a dejarla solita cuando su mirada me indicó otro proceder, al cesar el sonido de líquido cayendo le pregunté si quería lavarse su cosita pero antes de que emitiese respuesta le tomé los tobillos y la dejé en una posición donde podría limpiar la zona con mi boca. Esta vez habían otros sabores mezclados allí, pero todos celestiales, por lo que me dediqué a trocar todo lo que hubiese por mi saliva. Sus manitas apretando mi cabello parecían indicar que tan mal no lo hacía, pero no quería disparar su sistema nervioso hacia el abismo, realmente deseaba que estuviese en un clima de excitación y búsqueda de nuevas sensaciones.

Cuando su vaginita quedó reluciente, aunque mojadita por mis secreciones salivales, le acomodé la ropita y se puso a lavar la cara en la pileta. Algo alta creo, ya que debía empinarse un poco para llegar bien y eso levantaba su camisoncito por la parte de atrás, dejaba al descubierto esa bombachita blanca cuyos cambiantes dibujitos estaba comenzando a memorizar. Era un espectáculo demasiado candente para dejarme sentado en el inodoro, debía adorar un poco ese traserito y mis manos no se hicieron esperar, fueron más rápidas que el pensamiento y se abalanzaron sobre esas piernas tensadas, los dedos querían darle un poco de tiempo a los ojos para disfrutar con esas redondeces antes de aprisionar las carnecitas que gritaban para que las agarre.
Al terminar quedaba un poco de dentífrico en su mejilla que le quité con mis besos, no podía dejar que una toalla pasase sobre esa tersura, debían ser mis labios los que quitasen todo residuo, y así alzada la llevé a la cocina para preparar un desayuno. En el camino podía aspirar su cuellito, esos efluvios que superaban a los emanados por el café que estaba listo y esperando. No pudimos tomar el refrigerio en sillas separadas, era lógico que estuviese en mi falda mientras le metía una tostada en la boca como si fuese una bebita. Una mano tomaba la taza, pero la otra no se podía detener, debía recorrer toda esa anatomía con la desesperación que daban 24 horas de represión, de sufrir al solamente chocar las miradas aunque eso hasta ruido producía, eran mágicas las miradas cuando nos debíamos contener, creo que hasta tenían un sentido táctil ya que podía recorrer su cuerpito con la vista y sentir sus contornos.

Mis incursiones le producían pequeñas risas que dejaban escapar trocitos de tostada por los bordes, realmente parecían invitaciones para que mi boca se lanzase con desesperación a tomar aquel alimento, alimento bendecido al estar previamente dentro de su boquita. Al final prevaleció la tiranía del reloj que indicaba ponerse su uniforme y salir al cole, fuimos de la mano a su cuarto y mientras la esperaba sentado en la cama me regaló el espectáculo de verla quitar lentamente ese camisón agachándose más de lo necesario para resaltar su colita, luego con movimientos sensuales colocarse aquella segunda piel llamada uniforme. Así de la mano nos dispusimos a consumir los metros que separaban destinos, era un caminar pausado, sincronizado, eso que sus pasitos eran bastante cortos comparados con las zancadas que caracterizaban mi desplazar cotidiano. Esa sincronía se manifestaba en todos los niveles, llegamos a tener una compenetración o forma de complementarnos que parecía fruto de ensayos, nuestras manos estaban más calmas ahora, los mensajes transmitidos eran de calidez y aceptación, nada de dudas o nervios.

El beso de despedida debía ser el convencional, pero nuestros subconscientes nos traicionaron y casi fundimos nuestras bocas, apenas pudimos disimular y le dí palmaditas en la cabeza como indicando a una nena que se porte bien.
El trayecto de retorno me encontró con los pasos acelerados, no es que tuviese prisa pero creía que en la oficina me sentiría mejor. Casi fue así, estaba sentado ante el tablero pero con mis pensamientos navegando lejos de allí, necesitaba sentir algo entre los dedos que no fuese precisamente aquellos instrumentos de dibujo, hasta que una luz me indicó que una prenda suya sería el fetiche perfecto.

Mis pies llevaron solitos al resto del cuerpo que parecía ausente, ante la puerta de un cuarto ahora vacío tuve algunas dudas sobre profanar los aposentos de la reina sin su presencia, pero mis manos ya estaban abriendo la cajonera de su ropita antes de que tomase decisión alguna. Pasaba la palma sobre esas bombachitas dobladas prolijamente, realmente eran más de las que imaginaba, variados adornos y hasta colores que derrumbaban mi suposición de que eran todas blancas. Recreando la vista y tacto en aquellas prendas que tapaban los encantos de mi Alicia, me decidí por una que parecía antigua, tal vez desechada por tanto uso, pero con la seguridad de que era la tela que mayor tiempo estuvo acariciando su piel. Un impulso automático, desconocido hasta entonces ya que jamás había tenido inclinaciones fetichistas, llevaron la prenda cariñosamente estrujada hasta mis fosas nasales, moría por aspirar aquellos recuerdos de su anatomía, y aunque olía a suaves productos de limpieza me pareció embriagador. Era una fragancia que traía el recuerdo de tener a la personita rellenando aquel algodón, era un elemento que no podría permanecer en otro sitio que no fuese mi bolsillo.

Creo que el bolsillo era un sitio lejano ya que la prenda fue a parar sobre el mismo tablero, fue una decoración que transformaba los fríos dibujos en algo apetecible, algo que facilitaba estar allí, algo que aceleraba las agujas mientras descontaban minutos para volver a verla. Ese minutero ya indicaba que el retorno estaba cerca, me dediqué a disponer la mesa con el nuevo juguete en el bolsillo, cada ratito lo debía tomar y pasar por la cara, era una forma de invocar su recuerdo y aplacar mis ansias de abrazarla.
Su regreso fue apoteósico, parecía que hacía tiempo no nos veíamos, tal vez para compensar el moderado recibimiento del día anterior la alcé abrazándola fuerte y quitándole la respiración con mis besos. Era demasiado hermoso tenerla aupada, no podía concebir una forma de almorzar que no fuese con ella encima de mis piernas, la piel imponía una barrera al impulso que deseaba incrementar esa cercanía, cercanía absoluta ya que nuestros huesos no se podrían tocar.

En la mañana algo calurosa solamente me vestía con un pantaloncillo corto, flojo y cómodo, la camisa la debía llevar abierta para dar aire a un pecho lleno de amor.
Dije amor ? , debería ser la definición, una forma de justificar las locuras que estaba haciendo, la forma en que estaba cayendo a los pies de mi Alicia.
El vestidito de su uniforme no fue problema para alzarlo un poco y así poder sentir su piel sobre mi piel. Hablábamos de mil cosas mientras nuestras miradas cruzaban su conversación privada, conversación que sabía de sensaciones, de urgencias y de esperas. También sabían del concepto "prohibido", del concepto "malo", pero todas esas definiciones carecían de sentido cuando nuestros mundos se unían en perfecta conjunción.

La comida pasaba por nuestras gargantas previo sentirle un sabor diferente, casi siempre comíamos juntos pero esta vez "juntos" era aun más próximo, era sentirse un ser único en la dualidad. Al terminar los últimos bocados era mutua la pereza por levantar la mesa, era inconcebible desprendernos de los brazos del otro, solamente giramos un poco las posiciones para poder enfrentar bien los rostros. Las manos pedían un viaje a la pileta pero se tuvieron que conformar con visitar una servilleta, los deditos de ella fueron cuidadosamente limpiados por mi boca, cada uñita, cada recoveco, quedando solamente algo de saliva que secaba rápidamente al aire. Luego mis manos se dedicaron al acostumbrado paseo, nuevamente reconociendo ese cuerpito que ya estaba grabado a fuego en la memoria, cada curvita era un sendero conocido pero a su vez una novedad a explorar. Nuestras bocas se buscaban devorándonos con fruición y no pude evitar que mi bulto creciese debajo de su colita, quería acariciar aquella zona pero a la vez quería sentir el miembro allí, aún me ardía el bolsillo con la prenda escondida y tuve que sacarla explicándole que la había tomado por extrañarla demasiado, que necesitaba un pedacito suyo para acompañar mis horas de vacío.

Pensaba que tal vez su reacción fuese de rechazo, de incomprensión, pero todo lo contrario. Parece que mi confesión le abría puertas para expresar cosas que manejábamos en forma tácita. Me contó que también le producían sensaciones lindas el notar que mis ojos devoraban su bombachita, su colita, que últimamente la movía y destacaba para enloquecerme. El hecho de convertir en palabras las situaciones que vivíamos en silencio me impulsaron a contarle que hace mucho tiempo me fascinaba verla agacharse, observarla en posiciones donde se vislumbraba la blanca tela, donde se adivinaban carnes palpitantes esperando una boca que las devore.
Estas palabras aún no siendo soeces llevaban una carga erótica increíble, hacían que mis dedos aumentasen la presión en aquellas zonas donde sabía que serían efectivos, y con una vocecita casi inaudible me dijo que quería sentir en su piel descubierta aquella protuberancia ya conocida que la acosaba por debajo.

Creo que era otro momento de aquellos que marcan historia, que son un hito al precipitar acontecimientos nuevos hasta entonces. La bajé un poco mientras me quitaba el pantaloncito y ella de espaldas parecía tener un poco de vergüenza para mirar aquella gigante espada que la amenazaba por detrás, supongo que sería un reconocimiento de que estábamos entrando en otros niveles, que el punto de retorno ya estaba difuso. Se alzó la pollerita con las manos, como demostrando que las tenía ocupadas y no podría bajarse la bombachita, claro que inmediatamente le ayudé en la tarea previo recorrer con los dedos aquellos dibujos infantiles. El bajarle suavemente la prenda tan similar a la que dormía en mi bolsillo, el descubrir aquellas nalguitas y saberlas ofrecidas al sacrificio, incrementaban mi tamaño llegando a medidas impensadas. Lentamente la senté nuevamente sobre mi piel ahora descubierta, sobre la espada que debía doblarse para aceptar al inquilino que traía una ranura a medida para alojarlo. Con suaves movimientos de cadera acomodaba las posiciones y sentía como algo se amoldaba con suavidad entre sus cachetes.

En ese modo de sentarnos no quedaba más remedio de que mis manos aterrizasen en su vaginita y en sus inexistentes pechos, de que describiesen piruetas que hacían erizar sus pelitos de la nuca, pelitos que recorría con mi boca para sentir el perfume detrás de su orejita, creo que esa zona la tenía sensible ya que incrementaba sus movimientos para que mi animal rozase sus partes íntimas y las yemas paseadoras elevasen el ritmo que la hacía delirar. Fue demasiado para mi chiquita, se sacudió en espasmos cada vez más visibles, sin esa mesura que demostraba antes, sin ese ocultar a la mujer que llevaba creciendo dentro. Realmente reconocía que había logrado un orgasmo con todas las letras, sin pretender solamente sensaciones infantiles.
Hasta al recuperarse demostraba una cierta preocupación de haber gozado solita, de no haber correspondido a las urgencias que seguramente me estarían acosando. Era maravilloso el observar cómo reconocía que éramos una pareja, que nos debíamos mutuo placer, aunque ella no estaba muy segura del modo de proporcionarlo.

Le fui explicando suavemente que en una pareja convencional el miembro se introduciría por la vagina y ambos tendrían un clímax, pero que la partecita de ella era demasiado pequeña para algo así, que nuestros encuentros entre amorosos y sexuales deberían ajustarse a las limitaciones físicas. Recordó mi obsesión por su colita y la forma casi normal en que le metía un dedo por su anito, la sensación placentera que le producía la intrusión por su parte oculta, y pensé que sería posible depositar mi esencia en aquel traserito sin llegar a lastimar nada.
Nuestras miradas suplieron explicaciones innecesarias y partió rauda hacia la habitación, volviendo con una crema de manos y el eterno camisón que había reemplazado al uniforme. Fue a sentarse al sillón, y sus piernitas algo entreabiertas demostraban que había perdido la bombachita por el camino, un temblor en las piernas casi me paraliza en el lugar, estaba consciente de que mi Alicia sostenía un pote de crema y que ella sabía muy bien para qué lo trajo.

Parecía un novio iniciándose en la vida, me acerqué con cautelas que lucían tontas para tomarla entre mis brazos y entregarle todo mi corazón en ese beso que sonaba eterno, luego con tranquilidad se dió vuelta, arrodillada en el sillón y con su cabecita algo baja, mis manos casi se sacudían de la emoción al levantar aquella ropa dejando al descubierto su colita desnuda. Mi despierta humanidad firmemente desplegada a noventa grados, palpitaba por entrar allí. Claro que no podría, pero mis dedos se precipitaron en el pote de crema para luego acercarse al hoyito marrón que parecía latir en su impaciencia.
Fui describiendo lentos círculos para relajar la zona, aveces pasando varios dedos por entremedio de esas montañitas deliciosas, sintiendo ese surco que recién había conocido otras carnes, con otro dedo aveces acariciaba su parte delantera pero la misión era ese centro chiquito, ese vórtice protegido por una exclusa que pedía ser abierta. El dedo al final se abrió paso dentro de esa infinitud arrancando un suspiro a mi nenita que esperaba expectante la intrusión, con la otra mano masajeaba un poco mi pulgar gigante que pugnaba por reemplazar al que llevaba uña, él ofrecía un orificio babeante que podría humedecer mejor la zona, pero debía conformarse con mi mano libre que le movía parsimoniosamente la piel arriba y abajo.

Estaba acercándome a la explosión final cuando me incorporo un poquito para retirar el dedo de aquella caverna deliciosa y pasar la punta del gigante por toda la zona, lentamente para no ocasionar un desenlace prematuro. A mi Alicia le fascinaba la nueva sensación, le ocasionaban temblores sentir una punta blanda alojarse en su puertita posterior, como pidiendo permiso para entrar pero sabiendo que no sería posible, cuando el invasor paseaba por sus labios vaginales, o más precisamente lo serían en un futuro.
La tensión se hizo inaguantable y comencé a expulsar cantidades en la toda la colita de mi nena, en cada parte de su canal posterior, creo que un poquito entró por su hoyito ya que en la desesperación ejercí algo de presión allí.

Caímos abrazados en una forma en que solamente dos enamorados pueden, la entrega había sido total, hasta habíamos exteriorizado en palabras algunas cosas, nuestras manos ahora con mayor calma, con mayor ternura paseaban lentamente por el cuerpo del otro, lentamente hasta ya no diferenciar si estábamos en un sueño, si la realidad de un ángel en mis brazos era parte de ese viaje onírico.

(continuará)

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:48) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

Manpara (17 de April de 2013 a las 02:36) dice: Mmmmmm,no me imagino que opinan otros lectores del relato.ojalá se atrevan a comentar.

yukoo (14 de September de 2013 a las 02:46) dice: Los relatos han mantenido una progresion en el acercamiento mutuo, explorandose, dejandose de tapujos y con plena conciencia de que los dos gustan de experimentar sensaciones. Claro esta la diferencia en edad y experiencia, pero eso no parece ser un empedimento en este camino sin retorno y sobretodo que ella esta avida de conocer y sentir tanto su cuerpo como el cuerpo del hombre y aprender como se acoplan entre ellos.


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