Antonio, sigues siendo mi fantasía, mi pucha te extraña
Relato enviado por:
Anonymous
el 7/12/2009.
Lecturas:8056 Etiquetas: Fantasías
Relato completo
Mi nombre es Ángela, quiero contar a ustedes que hace muchos años tuve un novio llamado Antonio, como varias veces os he contado de él. Lo sucedido en aquél entonces, es que Antonio desapareció de mi vida dejando un vacío en mi pucha...Es que Antonio y yo siendo novios, teníamos sexo todo el tiempo, yo era apenas una jovencita de 17 años y él me llevaba por lo menos 16 años. Él trabajaba en un acreditado restaurante del DF como Chef y yo era una estudiante de Preparatoria. Nos conocimos aquella tarde de Junio a la entrada de la Basílica, llovía intensamente, llegué a refugiarme jnto a la puerta y ahí esta él, tratándo de cubrirse de la lluvia y granizada. Me pegué lo más que pude a la puerta y como a un metro de separada, en eso llegaó toda una familia y se arremolinaron para cubrirse de la lluvia como nosotros. Por ser un poco amable con los recién llegados, me corrí hasta quedar muy cerca del hombre, casi rozándole con mis piernas a las de él. En eso sigieron llegando más personas y tuvimos que reacomodarnos y yo quedé prácticamente sobre Antonio por la parte delantera, es decir, mis nalgas muy juntas a su verga y no había para dónde hacerme por aquella aglomeración que crecía cada vez.
La lluvia caía a raudales, un viento helado hacía esconder nuestras caras para librarnos del flagelo. A cada embestida del aire, yo procuraba librarme lo más posible sin pensar en que le estaba restregando las nalgas en la verga gruesa de Antonio, que ni se movía o le importaba aquello. Pero, de pronto, sentí cómo su mano me acariciaba las nalgas tan deliciosamente que no me resistí. Sus dedos auscultaban mi culo, separaban mi tanga y acariciaban el canal. Yo, caliente, separaba mis piernas para que su trabajo no se dificultase. me encanta que me toquen el culo, aprendí a dejarme manosear en el metro. Varias veces me hicieron llegar al orgasmo aquellos ágiles dedos que penetraron mi culo o mi pucha cuando me volteaba contenta para seguir sintiéndo tan agradables caricias.
Esta vez, antonio, me tenía a su disposición, por la apretujadera de la gente, no podía moverme para ningún lado y estaba a la altura de aquella verga gruesa que estilaba mecos.
Esa vergota la tenía a la altura de mis nalgas y sentía cómo se abría paso con su cabeza palpitante y lúbrica que me partía en dos. Yo hacía lo propio alzando mi culo para sentir su arribo a mi orificio. Me repegaba lo más que podía simulando que la gente me aventaba y cuando ya no pude hacer resistencia, fue cuando sentí que su dedo medio entraba en mi pucha. Mis sonidos guturales denotaban un gran placer y las gentes de mi rededor sabían lo que estaba pasando. Como pude y sin hacer gran esfuerzo me bajé la tanga a un lado y abrí mis nalgas para que la verga de Antonio entrase sin dificultad. Mi culo estaba completamente bañado de mecos, lubricante natural que ayudó para que aquella vergota me penetrase sin dificultad y llenase de leche m ano caliente que no deseaba soltar la presa y apretaba la verga con frenesí.
Pronto, la lluvia amainó y la gente comenzó a retirarse, en un momento sólo quedamos solos él y yo. Lo vi a la cara y la verdad que me gustó como pareja, para que sigiera cogiendo mi pucha. Le pregunté su nombre, Me dijo llamarse Antonio, yo me llamo Ángela le dije y me gustaría que siguieramos viéndonos.
Me dijo que le encantaría pero que era casado. Yo le dije que eso no era un impedimento ya me había dado cuenta que no estaba capado y que tenía una verga a mi entero gusto. Qudamos de vernos al día siguiente en el café que está junto al Monte de Piedad. A mis 17 años, ya tenía experiencia sobrada para mamar vergas o abrirles las piernas para sentirlas muy dentro de mí. Experimentar potentes orgasmos y sentirme bañada de mecos en la cara o en le culo.
Nos vimos al día siguiente como quedamos, yo iba con una minifalda que apenas me tapaba las nalgas: El escote de mi blusa dejaba ver más de la cuenta así que cuando llegué frente a él, noté cómo se me quedó viendo y vi que su verga comenzó a crecer y mojar su pantalón. Era evidente que le había gustado el día de ayer y al verme ahora, no pudo evitar exitarse.
Me invitó al mothel, y sin más trato le pedí que nos fuésemos, también yo tenía ganas de coger y mamar una verga como la que me cogió el día anterior y no era de buscarla, allí estaba a mi entera disposición, todo era que yo dijera las palabras mágicas y la tendría a satisfacción.
Tomamos un taxi, y entramos al mothel. Subía las escaleras cuando sentí sus dedos acariciarme el culo, las nalgas y la pucha, no podía dar paso, estaba atrancada entre sus dedos y estilando mis jugos. La pucha la sentía hinchada, quería correr para arrancarme la ropa y abrirle las piernas a esa verga gruesa que apretaba sobre su pantalón, pero él no me dejaba mover, me lamía las orejas haciendo que me pusiera chinita de la piel, me besaba el cuello, la garganta, los labios y seguía metiendo sus dedos en mi pucha haciendo que casi perdiera el equilibrio.
Al fin se decidió a dejarme entrar al cuarto, me despojó de mi ropa lentamente, lamiendo mis chichis tan sabroso que deseaba no terminase nunca de hacerlo, me besó largamente enredando su lengua en la mía, yo me abrazaba lo más fuerte y pegado para sentir su verga en mi pucha que pedía a gritos ser penetrada. Pero, él, con gran control, seguía acariciándome sin prisa, mamando aquí, mordiendo allá y apretando acá.
Qué delicia es sentir entre las nalgas semejante verga, con ansiedad apretarla con el culo e invitándole con la pucha a que me la meta de un golpe, pero él seguía paso a paso, sin apresurar nada y dándome un gran placer. En un momento me recostó en la cama, levantó y separó mis piernas, bajó su cara hasta mi pucha y con la lengua separó mis labios en busca de mi clitoris y me lo mamó haciendo que me retorciera de placer. Pronto tuve un fenomenal orgasmo y le dije: "Toño" dame más lengua... y no se hizo sordo, me volteó boca abajo, separó de nuevo mis piernas y metió su lengua en mi culo...
Nunca sentí caricia semejante, ni me imaginaba que hubiese placer tal, fue tanta y tan sabrosa esa sensación que volví a terminar en un ruidoso orgasmo y eso que mi pucha no había sentido el placer de apretar tanta verga con sus sensibles paredes. Y cuando llegó ese momento esperado, Antonio abrió mis piernas estando yo de espaldas en la cama, y estaba a punto de enterrarme esa verga cuando le pedí que no lo hiciera todavía, que me dejase darle una buena mamada y me obedeció.
Acercó aquel trozo de carne caliente, casi hirviente a mis labios y sin prisa comencé a darle besitos en el glande colorado como un gran rábano puntiagudo. el prepucio subía y bajaba lentamente con mis labios apretaditos, sentía en mi boca como escurría el líquido pre seminal y eso me calentaba mucho e invitaba a seguir mamando. Con una mano le apretaba los huevos peludos de hombre mayor y sentí sus contracciones cuando descargó en mi boca los chorros de leche disparados a velocidad que rebotaban en mi campanilla y resbalaban por mi garganta hasta bebérmelos todos y limpiar con mi lengua esa verga caliente y gorda que me hacía falta en la pucha.
Mientras reposaba y recuperaba fuerzas, quedamos tendidos en la cama viendo una película pornográfica en donde una mujer se dejaba coger por tres negros de verga descomunal. Uno de aquellos sabrosos negros, le metía la verga a la mujer por el culo, otro se la metía en la pucha y el tercero se la enterraba en la boca, pronto la mujer quedaba bañada de mecos ...
Al ver esas escenas, me sentí muy caliente y comencé a mamarle la verga a Antonio, es una verga hermosa, gorda y de buen tamaño. Está circuncidado, el glande es como un sombrero y se siente divino cuando se le mama o cuando se entierra y sale de mi pucha. Cuando ya estaba bien parada esa verga, le dije que me la metiera, quería sentirla muy adentro y sentir como sale y entra dando placer. No se hizo del rogar, Antonio se acostó boca arriba y yo me sente a horcajadas sobre de él encajando esa verga en mi pucha. Comencé a cabalgarlo y sentí como entraba hasta adentro y golpeaba mi útero. Luego, cambié el ritmo, mi pucha resbaladiza subía y bajaba por el tremendo tronco de su verga y cuando estaba a punto de salir la cabeza, la apretaba con los músculos de la pucha, haciéndo que Antonio gritase de placer.
No aguantó mucho ese tratamiento, pronto comenzó a gemir y torcer los ojos, su verga a lanzar chorros y chorros de mecos dentro de mi pucha y yo a apretarle y apretarle con la pucha para exprimirle la verga sin que le quedase una gotita. Luego, en un formidable 69 nos dimos el placer final, yo le mamaba la verga, le apreté los huevos y el dedo índice se lo metí en el culo logrando que se viniera en mi boca de nuevo.
El me lamía los labios, mosrdisqueaba mi clitoris y pasaba su lengua por mi vulva. me dio vuelta y se puso a lamer mi ano, a lame y lame hasta que nos vinimos juntitos...
De eso hace muchos años, Antonio desapareció de mi vida, supe que se casó y cuando le recuerdo, mi pucha siente inflamarse y humedecerse con el recuerdo de aquella verga de Antonio que tanto me hiso gozar... l