Categorias

Relatos Eróticos

Ultimas fotos

Photo
Enviada por narrador

Photo
Enviada por ELCASUAL

Photo
Enviada por rodolfosalinas


 

Aquella vieja marica

Relato enviado por : elsablesagrado el 15/11/2011. Lecturas: 14016

etiquetas relato Aquella vieja marica   Gay .
Descargar en pdf Descarga el relato en pdf
Resumen
Me enloquecen los putitos jóvenes, pero hay algunas maricas viejas que son incomparables, como lo comprobé en cierta ocasión.


Relato
No sé por qué se me para la pija cada vez que me cruzo con un marica. En realidad me fascina culear putos, y no me importan si son pendejos o viejos, gordos o flacos, simplemente me basta con que sea bien pasivo, muy afeminado y limpio, con esos tres requisitos me alcanza y sobra para despertar mis ganas de querer meter mi verga en su culo durante un buen rato.
Qué rico es tener la verga de uno bien apretada por un upite caliente, y sentir que con cada bombeo le doy placer a mi trolo de ocasión, y que lo puedo hacer acabar así, serruchándolo por atrás.
Recuerdo con una mezcla de cariño y calentura a una de mis muchas experiencias, en la que me di un gustazo con un viejo maricón que me sacó más leche que varios pendejos.
Vivía a pocas cuadras de donde yo permanecí por espacio de algunos meses, en la ciudad de Mendoza. Todas las tardes iba a la plaza para pasear a su caniche toy y alimentar palomas, aunque en realidad se dedicaba a mirar adolescentes. En el barrio le decían “La Señora”, porque por momentos parecía una mujer, con su cara rosada, casi sin arrugas, y sus modales extremadamente afeminados y corteses.
Hasta entonces sólo me había levantado travestis y putitos, jamás nadie mayor, pero la Señora había comenzado a intrigarme. Se decía que buscaba chongos en la plaza, a quienes les pagaba para que se dejaran chupar la pija y, si daba, que lo culearan.
Me calentaba eso, que fuera tan verde, tan necesitado de sexo, aún a sus casi 70 años. Y me calentaba también su apariencia, tan extremadamente puto, menudito, con su metro sesenta y sus escasos sesenta kilos.
- Lindos muchachos, ¿no?
- ¿Disculpe?
- Que esos muchachos, son lindos chicos… bah, todos los adolescentes lo son… tan vigorosos, tan jóvenes.
- Disculpe, caballero, no sé qué quiere decir.
- Todas las tardes te observo y noto el modo en que los mirás. Te brillan los ojos recorriendo sus cuerpos, te mordés los labios, apretás las piernas…
- ¡Usted está equivocado, yo sólo…!
- Shhh… no grités, no soy policía. A mí también me gustan los pendejos, pero no los machitos, como a vos. A mí me gustan los que son bien nenas.
- Mire, señor, no sé si me está jugando una broma o…
- No te hagás el tonto que te vengo observando desde hace tiempo. Se te nota en la cara que te desvivís por llevarte pendejos a la cama para que te atiendan. A mí en cambio me gusta atender pendejos, ¿se entiende?
Al decir eso último y del modo más disimulado, le mostré el bulto que ya se me había marcado.
- Pero de vez en cuando también me da gusto atender a una marica veterana. Por eso me acerqué a vos, para ver si no querías encamarte con un hombre en vez de pendejos.
El viejo ya se había puesto por demás nervioso y miraba hacia todos lados, como deseoso de huir, pero al mismo tiempo capté que se sentía excitado por la situación. Mi bulto le indicaba que lo que le decía era en serio.
- Sabés qué me calienta? –agregué-, verte caliente a vos, ver cómo te mordés los labios y apretás las piernas pensando en lo que podría hacerte un guacho de estos. Pero si querés, vámonos ya y nos damos una linda revolcada.
- ¿Cuánto?
- ¿Cuánto qué?
- ¿Cuánto querés?
- ¿Cuántos das?
- No sé… tengo una pija curtida y está acostumbrada a estar bien dura un largo rato, no acabo al toque.
- Te doy $50.
- ¿Para qué?
- Para que me dejés chuparla.
- Mirá, hagamos lo siguiente, dejate culear sin forro y soy capaz de pagarte yo.
- ¿No querés plata?
- ¿Cómo voy a querer plata? Vos tendrías que cobrar en lugar de pagar, ¿no sabés lo mucho que tipos como yo buscan maricas de verdad como vos? Dale, decime cuánto vas a cobrarme por dejarme pasar un rato abotonado en tu upite, mamita.
Aquellas palabras, dichas en susurros, excitaron por demás al viejo marica. Me di cuenta por cómo se tragaba la saliva y el brillo en sus ojos. Fui consciente al hablarle así pues sabedor de que pagaba a taxiboys, no estaba acostumbrado a sentirse objeto de deseo y allí radicó mi avance.
- Vivo cerca –dijo tras meditarlo unos segundos.
- Hay un telo a una cuadra, si querés vamos ahí.
- No, prefiero mi casa, estaré más cómodo y vos también. Pero ahora no, dame quince minutos y te espero, ¿sí?
Tras darme la dirección se levantó, buscó a su perrito y se dispuso a marcharse.
- No me engañás, ¿verdad? ¿Vas a ir?
- Claro que voy a ir, ponete linda que me fumo un cigarrillo y te sigo.
Tenía yo cuarenta o cuarenta y un años cuando esto sucedió, y el viejo se hallaba pronto a llegar a los 70, pero el morbo que me había despertado se potenció al tenerlo cara a cara.
Se acercaba el mediodía cuando toqué el timbre de su departamento, y tuve la sensación de que la noche aún me sorprendería adentro, aunque me quedé corto, pues no sólo a la madrugada seguía adentro de la casa, sino adentro, muy adentro de él.

La puerta se abrió, dándome paso pero sin asomarse. Al entrar me di cuenta del por qué. La señora estaba producida como una auténtica femme fatal, con un baby doll negro, bajo el cual se veía una diminuta tanga al tono, medias también acordes, con ligueros, y unas sandalias de taco aguja con plumas en las puntas. Veloz y magistralmente se había pintado labios y ojos, de color rojo sangre, y había coronado su cabeza canosa con una peluca platinada. Casi casi parecía una cortesana parisina de la época de los Luises.
- Hola, bienvenido –dijo, adoptando una voz más aflautada de lo que de por sí la tenía.
- Hola, hermosa –respondí, echando llave a la puerta-. No sabés las ganas que tenía de estar a solas con vos.
Dicho eso, lo arrinconé contra la pared y le zampé un beso que lo dejó sin aliento. Mientras le comía esa boca, que sabía a menta y a rouge caro, le metí las dos manos bajo el baby doll y me manosee las nalgas, chiquitas pero más duras de lo que pensé y carnosas. Su respuesta fue inmediata. Se colgó de mis brazos y me devolvió el beso enfrentando mi lengua con la suya, enroscándola. Su respiración se hizo profunda y lo sentí temblar.
De un movimiento lo levanté en mis brazos con suma facilidad, lo que también lo emocionó.
- ¡Qué rico macho que sos, mi amor!
- Soy tu macho, putita hermosa. ¿Dónde está la cama?
- La última puerta –indicó-. ¿Qué me vas a hacer?
- Prefiero hacerte que contarte, pero basta decirte que de esta casa pienso irme sin leche.
Su boca siguió besándome la cara y el cuello, mientras caminaba con él en brazos hacia el dormitorio. Al llegar me encontré con una alcoba muy pulcra, muy ordenada, propia de una señora sola.
- Ya veo por qué en el barrio te dicen la señora, sos igual que una mina, todo limpio.
- Ah sí, yo soy así de limpita para todo.
- Pero seguro que acá sos una yegua sucia y cochina, que es como me gustan. ¡Qué rica maricona que me voy a comer!
Tras dejarla en la cama me quité los zapatos y dejé que la Señora me abriera la bragueta y me bajara los slips y los pantalones, saltando a saludarla mi verga parada, a la que de inmediato se metió en la boca para darme una senda chupada.
La separé por unos segundos, los que necesité para quitarme la ropa y, totalmente desnudo, meterme en la cama, permitiéndole que volviera a buscarme la verga con la boca. El puto se prendió a mamármela con alma y vida, mientras yo estiraba la mano para seguir manoseándole el orto y pasarle dedos por la raya. Al encontrar su agujerito me dedique a acariciárselo, notándolo suave y caliente.
Un buen rato estuvimos así, hasta que sus chupadas me llevaron a tener grandes deseos de acabar, entonces me arrodillé y tomándolo de la nuca le metí la verga hasta ahogarlo. Se dio cuenta de lo que quería, por lo que a las arcadas siguió succionando, hasta que no pude más y le largué un inmenso escupitajo de esperma que le obligue a tragar. Creo que en principio esperaba que le soltara la leche en la cara o en el pecho, pero a mí me gusta que beban de mí y no le di otra opción que dejar que el semen se le fuera garganta adentro. Cuando al final le saqué la pija, aún vibrando y dura, me miró con lágrimas en los ojos y la baba bañando su barbilla.
- ¡Hijo de puta, qué manera de volcar!
Como respuesta lo puse boca abajo, con las rodillas en el colchón y las pioneras dobladas a fin de que su cola estuviera levantada, y abriéndole los glúteos escupí tres o cuatro veces, hasta que su raya se llenó con mi saliva. Acto seguido le pasé la lengua como si lamiera dulce, y finalmente me dediqué a chuparle el ano, que encontré riquísimo.
La marica empezó a jadear como si estuviera en trance, y hasta creo que lloró de emoción cuando mi lengua se le fue metiendo en el upite. Qué rico orto que tenía ese viejo puto, riquísimo, más baboseándolo así, empujándole la saliva para sus adentros. Pobre trolo, seguramente hacía rato que no encontraba nadie que le mamara el culo, pero eso es algo que a mí me encanta hacer y le regalé más de media hora de beso negro, hasta que mi verga estuvo a punto de nuevo y me lo monté.
- Te voy a echar otra lechada en el hueco, putona hermosa, juguemos a que te quiero embarazar, yegua alzada.
Le fui hundiéndole la chota lentamente, saboreando cada milímetro de su caliente y ensalivado agujero. El viejo gimió de gusto y también de dolor. Lo último me extrañó, pues tan viejo y tan puto debía tener un hueco más que abierto, pero no, de hecho lo sentí bastante extrecho y eso me calentó más.
- Te gusta la pija, ¿no, vieja puta? Se te hace agua la boca por tener machitos que te enfiesten, ¿no? –le dije al oído, cuando se la había encajado hasta los huevos.
- ¡Sí… sí… soy una vieja verde y patética que se desvive por entregarse a un macho alzado!
- Patética no creo, porque estás muy buena, trola divina, qué culo más rico que tenés… te voy a aflojar toda la caca con mi leche.
El viejo gemía y gemía, y yo lo sacudía y lo sacudía hasta hacer crujir la cama. Perdió la peluca, la compostura, la razón… y yo le daba cada vez más y más fuerte hasta hacerlo jadear como un poseído.
- ¡Me voy… me voy… partime… cogeme… rompeme el culo… hijo de puta!
Y yo le obedecí con creces, pues me desboqué como un salvaje y le arremetí con todas las fuerzas, tanto que una pata se desprendió y la cama se inclinó, pero el viejo se aferró al respaldar y levantó más su trasero, con lo que increíblemente pude meterle como dos centímetros más de verga, cuando pensé que había logrado entrarle por completo. Aquello último pareció ser lo máximo del placer que pudo haber recibido, pues sin siquiera tener que tocarse su pito, el viejo acabó. Y acabó de tal modo que lo sentí temblar, y más todavía cuando lo abracé muy fuerte y empujando como queriendo meterle mis bolas también, dejando a mi poronga explotarle y derramando mucha, pero mucha leche, que el puto recibió con gemidos de más placer.
- ¿Me estás miando o es leche?
- Es leche, pero si querés también te largo orina –le respondí, dándole mis últimos embates.
Me relajé, pero quedándome abotonado a él, pues disfrutaba mucho sentir mi garcha apretada en culo tan caliente y suave.
- Sos una puta riquísima –le susurré, ya en posición de cucharita, mientras le besaba el cuello y las orejas.
- Y vos un machazo divino, me has embarazado con tanta leche.
- ¿Tenés algo que hacer ahora?
- Tenía turno con el médico, me estoy haciendo un chequeo.
- Cancelalo, vas mañana u otro día, porque todavía sigo con ganas. Hace mucho que no me volteaba a una marica tan rica y quiero seguir dándome el gusto.
Y mientras nos comíamos la boca seguí bombeando con suavidad, manteniendo la pija dura. Sin sacársela me fui dando vuelta hasta estar sobre él, que abrió las piernas para permitirme echarme sobre su pecho. Así fue cómo me lo seguí culeando, chupándonos las bocas mientras mis deseos me llevaron a seguir empujando una y otra vez. El pobre viejo ya no podía acabar tan rápido, pero eso no quitó que gozara igual, y así sucedió. Mis bombeos duraron unos 40 minutos en esa posición, hasta que se vino la tercera lechada de la tarde, que también le fue directo a las entrañas. Así, sin sacársela y llevado por un presentimiento, me estiré para abrir el cajón de su mesa de luz y encontré unas bolitas chinas, de esas ubicadas en fila y unidas por un cordón. Al desabrocharme se las metí todas, dejando sólo un hilito para retirarle dicho juguete erótico.
- Quiero que te quedés un rato con mi leche adentro.
- Es mucha, me siento inundada.
- Así es como quiero que te sientas. Esta noche planeo quedarme con vos, y no precisamente a dormir, y quiero que vayas juntando todo mi semen en el hueco. Ahora mi mujercita me preparará un rico café.
Sólo vestido con las medias negras y calzando sus tacos aguja, el viejo se retiró al baño, donde lavó su pito, para luego ir a la cocina para preparar la merienda. Eran las seis de la tarde, pero ya dije antes que no dejaría la casa hasta la madrugada, yéndome con la pija irritada pero satisfecha, y dejando a mi nuevo amante también pleno y con su precioso culo chorreando mi esperma.
Desde aquella ocasión nunca desaproveché la oportunidad de levantarme a una vieja pasiva.
elsablesagrado@gmail.com

Otros relatos eroticos Gay

mi padre borracho

Categoria: Gay
Abuse de mi padre borracho … ese día estábamos solos y no pude resistir ver ese cuerpo desnudo que solo pedía ser poseído .
Relato erótico enviado por super8 el 30 de June de 2010 a las 23:10:32 - Relato porno leído 297293 veces

me desvirgo mi primo

Categoria: Gay
Me desvirgó mi primo y amigo del alma
Relato erótico enviado por jorgegu el 01 de February de 2009 a las 19:00:00 - Relato porno leído 251016 veces
CON LA EXCUSA DE RODAR UNA PELICULA PORNO, ME ABRIERON EL ANO EN CANAL, AUNQUE ....... .
Relato erótico enviado por Anonymous el 04 de June de 2008 a las 00:00:00 - Relato porno leído 166077 veces

una desvirgada gay

Categoria: Gay
Entramos al cuarto y empezó todo, él me tomó por detrás y empezó a tocar mis nalgas y me susurraba cosas al oído: ¡eres una puta q aprenderá de mí!, ¡eres mi perra! Y yo se lo confirmaba le dije q seria su perra, el me volteo y quedamos frente a frente, y acercó su boca a la mía, pero mas q besarme su lengua paseaba por mi boca.
Relato erótico enviado por Putitacachonda el 29 de December de 2009 a las 23:34:17 - Relato porno leído 137564 veces

violaciones iii

Categoria: Gay
Aventuras en Paris
Jesús y Pablo marcharon a Paris para poder vender el video. Dejaron a sus tres amigos en una casa que habían alquilado en un pueblo muy pequeño en Huesca. Los dos habían quedado con Pierre, un ejecutivo muy interesado en esta clase de material.
Relato erótico enviado por mena55 el 24 de August de 2008 a las 13:55:00 - Relato porno leído 112020 veces
Si te ha gustado Aquella vieja marica vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Aquella vieja marica. elsablesagrado te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
poetadebolsilloand (4 de January de 2012 a las 14:12) dice: hola papi tengo 38 años estoy casado, pero cuando estoy a solas en casa suelo ponerme la ropa de mi mujer y me imagino a un hombre como tu abusando de mi poniendome a mamar su pija hasta hacerme tragar tu semen, para luego ser abototnado por tu poderosa pija y ser bombeado toda la noche y recibir una y otra lechada hasta quedar preñada de ti soy de Vzla, pero me gustaria montarme una pornohistoria con vos poetadebolsilloand@hotmail.com haceme tu puta personal quiero quedar bañada de leche por vos.......... haceme tu perra, estoy ansiosa de experimentar que se siente ser un maricon bien puto...

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


Registrate y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Aquella vieja marica.
Vota el relato el relato "Aquella vieja marica" o agrégalo a tus favoritos
Votos del Relato

Puntuación Promedio: 4
votos: 1

No puedes votar porque no estás registrado