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Belén, mi compañera de trabajo.

Relato enviado por : sr. yo el 14/08/2011. Lecturas: 26511

etiquetas relato Belén, mi compañera de trabajo.   Infidelidades .
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Resumen
Qué estrecho tenía el coño la muy puta.


Relato
Había entrado hacía un mes. Desde la primera vez que la vi me encantó: alta, delgada, buenas tetas, culo, no muy grande, pero bien parado, que con esos jeans ajustados se veía espléndido. Hermosa de cara, y ojos penetrantes, no tardamos en llevar una buena relación como compañeros.
Cierto día falló el sistema con el que trabajamos, así que hubo que resetear todo. Como responsable del software en la empresa tuve que ir a ver cómo funcionaba en su computadora, en su oficina. Mientras trabajaba en su máquina, hablábamos de mil cosas, mientras nos reíamos y nos hacíamos bromas. Que su novio, que su departamento, etc. De pronto entré a Internet a descargar unos complementos (que no viene al caso mencionar en el contexto de un relato erótico) y en la pantalla me apareció la opción "Restaurar la última sesión". Por distraído marqué la opción, sin pensar lo que aparecería sobre esa pantalla. En realidad, no era nada del otro mundo, pero me puso caliente a más no poder: una página de compra on-line de lencería. Mi compañera me miró divertida y me dijo:

- Es que me quiero comprar algunas prendas - como si fuera lo más natural del mundo

- Pues no tiene nada de malo, yo no he dicho nada... - le dije un poco nervioso. Ella con total soltura, me dice:

- Son lindos ¿verdad? Siempre me compró ropa íntima de esta marca. ¿Cuál te gusta?

Esa pregunta me dejó de piedra... pero no dejé que me ganara el nerviosismo y, con la misma confianza con que nos tratábamos, le dije:

- Pues habría que ver. Todas las mujeres tienen cuerpos diferentes, así que habría que ver cómo te quedan a ti - mientras reía, dando la connotación de que lo había dicho de broma.

- Ay, tontito - me dijo sonriendo, con toda la ternura del mundo - me refiero al diseño de la prenda...

- Ah, pues, siendo así me gusta ése modelo.

Me miró con la cara risueña, como si algo de lo que dije le hubiese encantado.

- Tienes muy buen gusto, corazón. Esa prenda me la compré hace un tiempo.

- ¿En serio? – le pregunté incrédulo.

- Seguro. De hecho, ahora la llevo puesta.

Yo reí. La miré a los ojos con cara de ‘no te creo’ y meneé la cabeza en señal de negación:

- Eres una mentirosa.

Ahora la que rió fue ella…

- ¡Qué! ¿No me crees?
- Habría que ver – respondí riendo.

- Ah, ¿sí? – se paró de su asiento como un resorte – Te muestro...

Mientras me decía esto, se estaba empezando a desabrochar el botón de sus jeans, sonriente, desafiante.

- Basta – le dije – lo decía en broma, nena. Aparte, no te olvides, soy hombre, y no de fierro. No me provoques, porque sino…

- ¿Sino qué, corazón? – Me miró directo a los ojos

- Sino me va a dar lo mismo que estemos en el trabajo y que tengas novio…

- Mira qué chico atrevido… ¿debería tener miedo?

- ¿Quieres ver? – la atraje a mí, me agaché rápido, levanté un poco su blusa y pasé suavemente, ante la sorpresa de ella, mi lengua sobre su vientre, entre su ombligo y ese botón que momentos antes iba a ser sacado de su lugar.

- Mmmmm… - fue lo único que ella pudo atinar a decir

- Y eso no va en broma – le respondí

- Esto tampoco – me respondió, mientras me hacía levantar, y tomándome de la cabeza pasó su lengua sobre mis labios. Mi pene reaccionó ipso facto. Creo que ni siquiera un beso podría haber producido el efecto caliente que me produjo ese lengüetazo.

- Vamos con cuidado – le dije – nos pueden sorprender… estamos en el trabajo.

- Sí, lo sé. No busqué que esto pasara, pues sólo estábamos bromeando, pero ahora estoy demasiado caliente. Me gusta cómo eres, y lo guapo que eres, y en este momento te juro que no puedo detenerme…

- ¿Y tú crees que yo sí? – le pregunté, pues estaba igual que ella, hirviendo…

Traté de avanzar hasta la puerta, para ver si venía alguien, o sino deberíamos continuar en un motel. Pero el morbo que producía estar allí, en plena jornada laboral, no sería lo mismo que estar en otra parte. Cuando avanzaba, ella se me acercó por atrás y me pasó su exquisita y húmeda lengua por detrás de mi oreja izquierda, mientras me decía con voz jadeante:

- Te deseo… deseo hacer el amor contigo…

Pero de pronto empezaron a sonar unos pasos por el pasillo, que creíamos, darían término a nuestra ‘aventurilla’. Por la puerta se asomó el dueño de la empresa:

- Belén, les dije a los demás que, como no hay sistema, podían irse a casa. Si quieres, puedes irte también, mientras Alonso (que soy yo) termina de configurar lo que falta.

- No se preocupe… – le dijo Belén – me voy a quedar a esperar que Alonso termine de arreglar todo, porque tengo muchas cosas pendientes que hacer. No me importa quedarme hasta tarde, pues no quiero que se me acumule el trabajo.

“¡Bien!”, grité para mis adentros. ¡Qué astuta era esta delicia de mujer! Quizás la calentura que tenía le aumentó el coeficiente intelectual.

- Bueno – le respondió el gran jefe – apaguen todo cuando se vayan, porque yo también me voy.

Belén y yo sólo nos miramos con cara de complicidad. La verdad es que ya casi había terminado de configurar todo, salvo por esos complementos que mencionaba al principio. Esperamos un rato, y miramos por la ventana cómo se alejaba el auto del dueño, cuando Belén se dio vuelta y me dijo:

- Será mejor que empiece ya a hacer mi ‘trabajo pendiente’ – mientras me abrazo y metió su lengua hasta el fondo de mi boca.

La calentura era tal que no había tiempo para nada más que lamernos y romper su blusa y mi camisa con furia, como un para de animales en celo. El botón de sus jeans por fin salió de su lugar para dejar ver ese exquisito tanga, idéntico al de la página de lencería que habíamos visto.

- ¿Viste que era verdad? – me dijo ardiendo…

- Pues ahora no tengo tiempo para estar haciendo ‘compras por catálogo’ – le dije, mientras la daba vuelta contra su escritorio y con rapidez hacía a un lado el tanga y con mi pene tremendamente erecto se lo mandé hasta el fondo de un solo golpe, lo que la hizo gritar de placer… tenía el coño muy estrechito que me mataba de gusto a mí también…

- Eso, eso… no pierdas el tiempo mirando modelos de tanga, mejor inviértelo dándome una buena cogida…

De pronto suena su celular…

- Maldita sea – dije - ¿quién es el imbécil que te llama justo ahora?

- Es el estúpido de mi novio – me contestó, mientras miraba la pantalla del móvil

- No le contestes, estoy inspirado… - mientras se la metía más y más fuerte…

- Aguarda – me dijo, mientras tomaba el aparato – no pares de metérmela.

Yo creí que iba a parar la llamada o apagar el celular, pero para mi sorpresa, la muy puta lo que hizo fue contestarle al cornudo…

- Hola, amor… sí, ¿cómo estás, mi vida?

Mientras hablaba, me miraba de reojo, y me hacía señas de que siguiera. Para colmo, yo escuchaba la voz del pobre estúpido al otro lado que le hacía preguntas.

La verdad es que la situación me calentaba de una manera insoportable y ya estaba a punto de correrme en ese estrecho coñito…

- Sí, amor mío - respondía ella – espero con ansias la cena de hoy con tus padres. Bueno, mi cielo, sí, te amo – y cortó.

Lo último que escuché me sobrepasó, ya no aguanté más y la iba a empezar a sacar para acabar fuera. Ella me detuvo y me dijo:

- Ni lo intentes, hijo de puta, no la saques por nada del mundo… quiero llevar toda tu leche a mi cena con mis futuros suegros – me dijo, claramente loca de excitación por conversar con su novio mientras yo la tenía cogida hasta el fondo.

Empezamos a movernos con frenesí… éramos dos bestias, dos animales enfurecidos, mientras fornicábamos como locos, mientras comencé a arrojar mi leche hasta el fondo de su útero. Ella reventó en un explosivo orgasmo que volvió sus ojos blancos y sus piernas temblorosas como poseída por una convulsión epiléptica…

- Por Dioooooosss – se derritió…

Como pudimos, nos vestimos, aún temblando. Belén me besó apasionadamente, mientras me decía que para la próxima la quería en su culito.

- Tengo que ir a casa a cambiarme esta blusa rota, animal. Yo la miraba sonriente. Pero tu semen va a quedar prisionero entre mis piernas. No sabes lo caliente que voy a estar cuando el idiota de mi novio les diga a sus papitos que se va a casar conmigo, mientras llevo la leche caliente de otro hombre dentro mío.

- Eres muy puta…

- Y puedo serlo más. Ya lo sabes: para la próxima, quiero que me rompas el culito.

Y hay que ver cómo hubo cogidas en su culo. Pero esa es otra historia.


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Si te ha gustado Belén, mi compañera de trabajo. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Belén, mi compañera de trabajo.. sr. yo te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:59) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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