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Buen Despertar

Relato enviado por : Insanity el 29/05/2013. Lecturas: 4632

etiquetas relato Buen Despertar   Oral .
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Resumen
Una chica despierta y no puede evitar despertar a su compañero


Relato
Despierto de repente, sobresaltada. Enfoco la mirada y reconozco una lámpara. Su tenue luz ilumina lo suficiente. Él duerme, mi reloj marca las cuatro.

Me acerco a él. Se ve tierno durmiendo, parece incluso más joven sin la fuerza de su carácter. Solo se ha puesto los pantalones y se ha tendido sobre las cobijas, seguro para no despertarme. Sus músculos bien formados llaman mi atención. Su pecho sube y baja lentamente, al compás de su respiración. Me acerco a él y recorro sus músculos. Son firmes, sin rastro de grasa. ¡Perfectos! Como una Escultura de Miguel Ángel, a cualquier compañía de Modelaje le gustaría tenerlo en su nomina. Alto, guapo, bien formado... estético, no exagerado.

-Hermoso- musito casi en silencio.

Mis dedos delinean su torso. De vez en cuando observo su rostro, atenta a sus movimientos, no me gustaría despertarlo. Lentamente delineo su abdomen, su pantalón me detiene. Su rostro y su respiración siguen impasibles. Me excito al pensar en retirarle el pantalón, recordando lo que hay debajo. Lentamente, sin perturbarlo, me acuesto a su lado, recojo mi cabello y recargo mi cabeza en su pecho. Escucho su respirar, suena como una bolsa de cartón inflándose, pero más grave. Como el aire pesado agitando las ramas de un árbol. Desde ese ángulo puedo ver, con cada expiración, como su pantalón se despega de su abdomen, como invitándome. Volteo a verlo, continúa dormido. Regreso a mi posición, y lentamente, apenas rozándolo, voy acercando mi mano. Lentamente llego a esa ligera abertura que queda al salir el aire. Contengo la respiración, mi corazón late fuertemente, veo su torso subir y bajar tranquilamente. Juntando valor meto las puntas de mis dedos, que pronto son aprisionados por su abdomen y su prenda. Su respiración sigue a su ritmo. Y tan pronto quedan liberados mis dedos los introduzco un poco más. Creo que debí desabrocharle el pantalón antes, pero no quiero retroceder. Lentamente, al ritmo que sus pulmones dictan, mi mano entra por completo en su pantalón. Entrar bajo sus calzoncillos va a ser más difícil, para empezar ya pase el elástico. Con la punta de los dedos busco la hendidura lateral, todos los bóxer la traen. Pero... Él no usa bóxer. Extiendo mis dedos hacia los lados, mi meñique toca su piel. Un fuerte suspiro me hace retroceder. ¡Tonta! Él sigue dormido y por el miedo de ser descubierta he perdido todo avance. Acaricio su abdomen, intentando recobrar el valor. Pero no todo está perdido, de qué sirve la experiencia si no aprendes de ella. Ya sé que tengo que hacer. Lentamente, con una sola mano desabotono su pantalón, continuo con su cremallera. La prenda sigue en su posición, solo ya no está ajustada. Contengo la respiración antes de volver a tocarlo, lentamente dejo que sea su pecho el que entre en contacto con mi mano.

Después de un rato, ya segura de que duerme profundamente, vuelvo a bajar de nuevo mi mano, acariciando su abdomen al ritmo de su respiración. Mi corazón se acelera con cada centímetro que estoy más cerca. De nuevo llego a su pantalón, mi mano se introduce sin problema. Su abdomen continúa a su ritmo normal. ¡Houston tenemos un problema! El elástico no se separa de su piel. Reuniendo valor, con las uñas en contacto de su piel, avanzo, intentando separarlo poco a poco, al ritmo de su respiración. Él continúa durmiendo y yo tengo mis dedos bajo su prenda interior, jugando con la mata de vello que ahí se aloja. Observo su rostro, tranquilo e impasible, con más confianza sigo avanzando, hasta meter por completo mis dedos, hasta aprisionar lo que he buscado. Con toda mi mano bajo su trusa, rodeo con el índice y el pulgar, la base de su pene. Mientras que con mis otros tres dedos me apodero de sus testículos. Da un profundo suspiro, y doblando su brazo izquierdo recarga la cabeza en él. También encoge las piernas y las vuelve a estirar, dejando semi-flexionada la izquierda. ¿Por qué no fue la derecha? Su pierna ahora me estorba. Su respiración sigue imperturbable. Y ya con sus partes entre mis dedos, comienzo a jugar con ellas. Su miembro laxo y sin vida se siente curioso, dócil entres mis dedos, al igual que sus testículos. Lentamente retiro la piel que cubre el glande, y con la yema de los dedos recorro esa delicada parte suya. El frenillo, la orilla, La salida de la uretra. La pielecilla regresa a su posición, quitándome un momento el placer de jugar. Vuelvo a retirar la pielecilla y coloco la punta de mi anular en su punta, y sin soltar la pielecilla comienzo a acariciarlo de la base a la punta. Poco a poco siento como mi juguete va tomando volumen.

Por curiosidad volteo a verlo ¡Me está mirando! Un escalofrió me recorre entera, al intentar retirar mi mano, la suya me detiene. Su otro brazo me rodea pegándome más a él y lentamente se mete bajo mi ropa, acariciando mi cintura. Al mismo tiempo su mano izquierda retira las únicas prendas que viste, hasta donde el largo de su brazo le permite. Avergonzada de haber sido descubierta, escondo mi rostro en su pecho, y nuevamente intento retirar mi mano. Él vuelve a impedírmelo tomando mi muñeca, y tomando mis dedos reinicia el movimiento sobre su falo. Lentamente su virilidad toma fuerza entre mis dedos, y siguiendo yo sola el ritmo, el suelta mi mano.

Lo miro a los ojos y él me sonríe y me aprieta más a él. Beso su pecho y recuesto de nuevo sobre él. Con curiosidad observo el trabajo que mi mano está realizando, y besando su piel lentamente me voy acercando a su vientre. Llego a su ombligo y meto mi lengua en él, lentamente lo recorro por dentro y por fuera. Después lo beso y busco su mirada, él asiente con los ojos y moja sus labios. Vuelvo a besar su ombligo antes de recargar mi oreja en él. Sin fuerza pero ya con todo su volumen, su virilidad se desliza entre mis dedos, y lentamente mojo su punta con mi lengua. Para después poco a poco conducirla dentro de mi boca, mientras mi lengua y mis dientes juegan con ella. Pronto mi boca y mi mano siguen el mismo ritmo en dirección inversa.

Siento su mano derecha acariciar mi espalda, mientras la izquierda de vez en cuando hace su aparición para retirar el cabello de mi rostro y de su falo húmedo. Él cual cada vez está más firme y lentamente, aunque no quiera, se va enderezando, escapándose de mis labios. Me coloco boca abajo, a la altura de su cadera, apoyándome en los codos, continuo con mi placer oral. La posición de mis brazos impide que mis manos continúen ayudándome. Su mano que antes seducía mi espalda ahora solo acaricia mi hombro, mientras él continúa retirando el cabello de mi rostro, esta vez para observar el espectáculo que antes mi cabeza cubría. Pronto siento como con ambas manos reúne y retiene mi cabello sobre mi nuca, sin ejercer presión alguna sobre ella. Continúo subiendo y bajando, con tanto placer como el yo le provoco, con la certeza de que me está observando. Tímidamente él comienza a mover sus caderas, aumentando la profundidad de la felación. Ante esta respuesta yo también amplio mi propio movimiento.

-Lo siento- me dice mientras me recupero de un ataque de tos.

Una arcada lo ha provocado y niego con la cabeza mientras continúo tosiendo. Él ha detenido por completo sus movimientos, acomodo mi cabello del lado de sus piernas, para que tenga una panorámica completa, y lentamente reinicio mis movimientos, con cuidado de no llegar de nuevo a la campanilla. Me apoyo en un solo brazo, y con la mano libre ayudo mi boca a terminar el trabajo. Besó la punta y como si comiera un helado voy introduciendo la punta mientras la acaricio con los labios. Dentro de mi boca juego un poco con mi lengua, golpeando la punta, lamiéndolo de arriba a abajo, presionándolo contra mi paladar, haciendo que juegue con el frenillo de mi lengua, ensalivando su glande por completo. Comienzo a succionar, retrocedo hasta que sale la mitad y lo meto de nuevo, sin dejar de succionar. Realizo el movimiento un par de veces, antes de sacarlo por completo. Besándolo tiernamente bajo hasta su vientre, y acomodando mi cabello, subo por el otro lado con las mismas caricias. Con la lengua recorro el glande, haciéndolo girar alrededor de mi lengua, vuelvo a meterlo en mi boca sin separar mi lengua de él, y vuelvo a sacarlo mientras succiono. Vuelvo a recorrer su virilidad de arriba a abajo, dando pequeños mordiscos por donde pasa mi lengua, para después con mis labios curar la piel lacerada.

Llego a su entrepierna. Mirándolo a los ojos atrapo con mis dientes sus testículos, con mi lengua juego con ellos, sin demasiado fervor para que no se escapen de mis dientes. Sus gestos me incitan a continuar. Con mis labios envuelvo lo que mis dientes han atrapado, y lentamente los dejo salir de su oscura prisión, manteniendo la presión suficiente sobre su piel. Cuando el segundo esta por escapar, succiono, devolviéndolo a la oscuridad, y vuelvo a alejarme animándolo a salir, pero apenas lo dejo tomar aire cuando vuelvo a succionarlo. Los gemidos comienzan a salir de su garganta, ya no es su pesada y agitada respiración, son sonidos guturales los que ahora salen de su garganta. Repito la operación, con el otro testículo, pero ahora es mi lengua la que se encarga de atraerlo a la húmeda oscuridad de mi boca. Ahora es mi lengua la que se encarga de torturarlo. Juego con él, lo aprieto contra mi paladar, lo aprisiono bajo mi lengua, lo impulso a uno u otro lado contra los barrotes de calcio que forman su prisión. Sus piernas dan un pequeño salto, lo libero asustada de haberlo lastimado.

Busco su mirada y encuentro sus ojos cerrados, entregado al placer que mis caricias le provocan. Con mayor confianza pero aun mirándolo a la cara, vuelvo a besar y lamer sus bolas. No abre los ojos, pero sus gestos y gemidos son fantásticos. Con pequeños mordiscos regreso a su falo. Concentrándome en la parte del musculo que sobresale voy subiendo dando delicados pero firmes mordiscos, mientras la punta de mi lengua va dibujando círculos sobre su piel. Llego a su glande y continúo con la caricia, rodeándolo con mis dientes, lo meto y saco de mi boca, mientras mi lengua realiza círculos alrededor de la punta. Sus piernas vuelven a saltar. Abro más la boca e introduzco un poco. Con mi lengua lo empujo a todos lados, presionándolo contra el paladar, empujándolo contra la parte interna de mis mejillas. Subo y bajo sin despegar mi lengua de su musculo de placer. Con la boca más abierta meto la mayor cantidad posible. Lo rodeo con mis labios y lo apoyo sobre mi lengua. Y lentamente comienzo a subir y bajar, aumentando paulatinamente la velocidad. Dejando que se deslice por mi lengua y labios al entrar y succionando al salir.

Pronto siento su manos sobre mi cabeza, de inmediato me retiro. Abre los ojos y me observa. Me acerco de nuevo a él, tomo sus manos y las coloco al lado de su cadera, apoyándome en ellas, y sin dejar de mirarlo a los ojos, lentamente vuelvo a engullir su falo, continuando con las caricias que sus manos interrumpieron. Cierro mis ojos y me concentro en el deleite de mis caricias, intentando memorizar su textura y forma, a través del tacto dentro de mi boca. Siento a sus manos resistirse a su arresto, pero no pienso dejar que arruinen mi momento. Su virilidad empieza a palpitar cada vez con mayor frecuencia, mientras entra y sale de mi boca. Un grito gutural me indica que he alcanzado mi objetivo. Y mientras yo mojo mis pantis, él llena mi boca de su simiente.

Siento como sale y se estrella contra mi lengua. Sin moverme succiono con fuerza, deslizando ese liquido por mi lengua y después por mi garganta. Él se encarga en renovar lo que ya he ingerido. Su falo deja de palpitar, y con ayuda de mi mano, me aseguro de que todo lo que ha salido de sus testículos quede alojado en mi boca. Paladeo lo poco que no he tragado, deleitándome de ese sabor acidulado. Lo miro a los ojos y termino de tragármelo todo, antes de darle de nuevo un beso en la punta de su pene.

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