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Celebrando mi cumpleaños…

Relato enviado por : narrador el 27/03/2014. Lecturas: 8350

etiquetas relato Celebrando mi cumpleaños…   Confesiones .
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Resumen

Celebrando mi cumpleaños…

Ya va hacer un año, que a mi esposo y a mí nos sucedió algo, que ni él, y mucho menos yo había ni tan siquiera pensado, que nos pudiera llegar a suceder.




Relato

Emilio mi esposo, ya hacia algunos cuantos años que pasó de los cincuenta, mientras que yo recién y los había cumplido. Por lo que para celebrarlo, después de que nuestras hijas, me hicieron la clásica fiesta familiar, al siguiente día, mi esposo me invitó a cenar y bailar. Yo la verdad, no me sentía con muchas ganas de continuar recordando, que había cumplido cincuenta, aunque modestia aparte, les diré que no los represento. Pero por no hacerle un desaire, a mi esposo, acepté.           

Así que después de cenar en el lujoso restaurante del hotel, al que me llevó. Me invitó al Piano Bar del Hotel, en el que por casualidades de la vida, ya que ni Emilio ni yo lo sabíamos, nos encontramos con Carlos, un conocido nuestro, que toca guitarra, y canta.

Carlos esa noche, nos cantó un sinfín de hermosas canciones viejas, lo que me impresionó fue que él se las conociera todas. A medida que la noche fue avanzando, tanto mi esposo como yo seguimos celebrando mi cumpleaños, en compañía de Carlos, que constantemente no dejaba de cantar cualquier canción que yo le solicitase.

Hasta que llegó la hora en que el Piano Bar comenzó a cerrar, por lo que ha pedido mío, Carlos aceptó la invitación que le hicimos Emilio y yo, para seguir escuchando en casa, sus lindas canciones. Lo cierto es que desde que regresamos a casa, y apenas a los pocos minutos que llegó Carlos con su guitarra, continuó cantando aquellas viejas canciones que tanto me gustan, y él interpretaba magníficamente bien.

Tanto Emilio mi esposo, como yo no dejamos de escuchar la bella voz de Carlos cantando todo aquello que le pedía yo, por ser la cumpleañera. Por su parte mi esposo, no perdía oportunidad de seguir sirviéndonos en el caso de Carlos, cerveza, mientras que yo seguí bebiendo unas ricas margaritas que mi esposo me preparó.

Fue cuando por accidente, derramé el contenido de la copa que tenía en mis manos sobre el lindo vestido de seda roja, que estaba usando esa noche. De inmediato mi esposo me propuso que me cambiase ropa, y de manera discreta, sin que Carlos se diera cuenta, me propuso que me pusiera algo más cómodo e íntimo, para luego que Carlos se marchase, continuar con la celebración nosotros solos.

Yo así lo hice, así que tras quitarme el vestido, y desnudarme completamente, me di una rápida ducha, y tras secarme me puse un freso, y revelador conjunto de dormir, semitransparente, que cualquiera sin mucho esfuerzo de su parte, prácticamente me podía ver desnuda. Cuando bajé a la sala nuevamente, como dejé de escuchar la música, pensé que Carlos se había retirado, pero al llegar a la sala encontré que él, y mi esposo charlaban amistosamente, yo estuve a punto de regresar a mi habitación a buscar mi bata de baño. Cuando a pedido de Emilio me detuve, al escucharlo decirme. Yoli no te preocupes, acuérdate que Carlos es como de la familia, además es como si tuvieras un biquini puesto. De inmediato se dirigió a Carlos, y le preguntó, dime si no es verdad que se ve hermosa así como está. Carlos desde luego sin dejar de verme, respondió que sí, y antes de que yo pudiera decir algo más, él tomo su guitarra, y continuó cantando, al tiempo que Emilio, en broma me dijo, al mismo tiempo que me entregó otra sabrosa margarita, diciéndome, ahora esta no te la eches encima.    

A medida que Carlos continuaba cantando esas lindas canciones del ayer, mi esposo no dejaba de ir deslizando sus dedos por sobre casi todo mi cuerpo, y ocasionalmente me besaba ya fuera en los labios, o por mí cuello, y orejas, cosa que él sabe de sobra que a mí me excita tremendamente.    No sé que me sucedió, que a medida que mi esposo me besaba y acariciaba de manera algo atrevida frente a nuestro amigo, a medida que yo seguía escuchando las canciones que Carlos entonaba, comencé a imaginarme  que Carlos, y yo, entre canción, y canción, nos besábamos ardientemente.

Al principio, hasta yo misma me avergoncé de pensar algo así como eso. Máxime cuando mi esposo me estaba besando, y acariciando de la manera en que lo estaba haciendo, al tiempo que Carlos continuaba cantando un sin número de bellas canciones. Pero al rato, ya no tan solo me imaginaba que Carlos, y yo nos besábamos de manera ardiente, si no que en mi mente me visualizaba manteniendo un muy íntimo encuentro con nuestro amigo, en el mismo sofá en que me encontraba con mi esposo. Yo a pesar de estar siendo besada, y acariciada por mi esposo, no podía quitarle los ojos de encima a nuestro invitado. De momento, Emilio se me quedó viendo directo a los ojos, mientras Carlos terminaba de entonar de manera única, una de esas viejas canciones de amor, que tanto me vuelven loca.          

De momento para mí, como que fue el mantener una larga pero corta conversación entre Emilio, y yo, pero sin decirnos una sola palabra. De momento Emilio, que se encontraba sentado a mi lado, se levanto del sofá en que ambos nos encontrábamos, y sin dejar de verme de esa particular manera, simplemente se retiró sin decir nada, por lo menos de manera que se le oyese, levantó su mano derecha, y diciendo adiós con la mano se despidió de Carlos, y de mí. Y apagando la luz del pasillo, subió por la escalera a nuestra habitación, mirándome antes de desaparecer,  como diciendo. Esta noche puedes hacer lo que se te antoje, querida, tienes todo mi permiso.  

De momento Carlos, que seguramente debió darse cuenta, del intercambio de miradas entre Emilio y yo, se me acercó, al tiempo que dejó sobre una de las butacas de la sala, su guitarra. De inmediato tomó el lugar donde momentos antes, se encontraba sentado mi esposo Emilio. Y tomando mis manos entre la suyas, buscó mis labios, plantándome un tremendo y ardiente beso. Al tiempo que yo, simple y sencillamente me entregué entre sus brazos. 

Sin dejar de besarme intensamente, introduciendo su cálida, lengua dentro de mi boca, sin que yo le presentase el más mínimo rechazo. Sus hábiles manos de guitarrista, comenzaron a recorrer todo mi cuerpo, por encima de la tela del transparente conjunto para dormir que yo estaba usando, pude sentir como me agarraba, y acariciaba por todas partes. Cuando de momento prácticamente me había dejado completamente desnuda, como que si yo, no hubiera querido darme cuenta de lo que sucedía. Aun, y así nos continuamos besando, de manera bien ardiente, la verdad es que estaba tan, y tan confiada en mi marido, que sabía que no nos estaba espiando, y mucho menos era capaz de llegar a interrumpirnos.

Por lo que cuando Carlos poniéndose de pie, luego que bajó la cremallera de su pantalón, soltando la correa, y abriendo el broche. Extrajo su semierecto miembro, y dirigiéndole una mirada, para luego quedarse viendo mis labios. No es que yo supiera que Carlos deseaba, que le mamase la verga. Para mí fue como darle una especie de reconocimiento, por lo lindo que había cantado. Por lo que me dediqué de manera pausada, primero a pasar ya fuera mi lengua o mis labios, por su colorado glande, el que fui besando y lamiendo poco a poco.      

Para luego de manera lenta, comencé a chupárselo. Carlos se bajó los pantalones, hasta sus rodillas, mientras que yo sin dejar de mamar su caliente miembro, lleve sus pantalones e interiores  hasta sus pies, facilitando de esa forma que se los quitase junto con sus zapatos, y medias. Así que mientras yo continuaba chupando y lamiendo todo su miembro, Carlos se despojó tanto del chaleco que llevaba puesto, como de su camisa blanca de mangas largas, quedando tan desnudo como yo me encontraba.   

En mi vida, nunca había mamado la verga a un hombre, incluyendo a mi esposo. Pero en ese momento, me pareció que era lo más apropiado que debía hacer, a quien tan lindas canciones me había cantado, y dedicado. Yo comencé a tomarle el gusto a eso de estar mamando el erecto miembro de Carlos, y reconozco que mentalmente lo comparé con el de mi esposo Emilio, saliendo mi esposo perdiendo en la comparación. De momento de manera suave, Carlos hizo que yo retirase mi boca de su viril miembro. Me ayudó a ponerme de pie, y nuevamente nos seguimos besando intensamente. Yo sentí sobre mi vientre su caliente y duro pedazo de carne. Hasta que suavemente volvimos a sentarnos sobre el sofá.

Yo la verdad es que me había tomado algunas margaritas, pero estaba bien consciente de lo que estaba haciendo, y mi mayor deseo en esos instantes era, que Carlos me hiciera suya, no es que lo amase, ni nada parecido, es más Carlos, ni tan siquiera es mi tipo. Pero la manera en que me interpretó todas esas canciones, me llegaron a lo más íntimo de mí ser.

Recostados sobre el sofá nos seguimos besando, y acariciando mutuamente, mientras que yo separé mis piernas, y casi de inmediato comencé a sentir como la caliente y dura verga de Carlos comenzó a penetrarme divinamente. Además no podía dejar de pensar que Emilio, hubiera actuado como lo hizo, retirándose a nuestro dormitorio, dejándome a solas con nuestro amigo, sabiendo de sobra que aunque yo no amaba, ni estaba interesada por Carlos, esa noche deseaba acostarme con él.

Carlos por su parte no dejó de besarme intensamente, y continuamente sentía su lengua dentro de mi boca, al tiempo que él no dejaba de meter y sacar su verga de mí lubricado coño. Sus manos me apretaban contra su cuerpo, cuando no era que recorrían toda mi piel, o sabrosamente hurgaba dentro de mi coño, o mis nalgas.

Yo no paraba de gemir intensamente, aunque de momento procuraba no hacer tanto ruido, digamos que por consideración a Emilio, pero más eran las veces que me olvidaba de hacerlo, que las que procuraba quedarme callada. Yo disfrutaba del placer que el cuerpo de Carlos me proporcionaba, gemía, y hasta me reía como si fuera una loca poseída, por algún espíritu o demonio.

Carlos, y yo cambiamos de posición en varias ocasiones, hasta que de tanto y tanto disfrutar de todo lo que él me hacía, disfruté de varios tremendos, y arrebatadores orgasmos. Al tiempo que él comenzó a venirse, dentro de mí caliente coño, mientras que yo seguía gritando de placer.

No bien ambos habíamos llegado al clímax, y aun acostados sobre el sofá, Carlos colocando una de sus manos sobre mis nalgas, me dijo. Yoli quiero darte por el culo, cosa que la verdad en ese instante como que no le encontré la gracia, por lo que lo despaché diciéndole, Carlos déjate de cosas, es más si quieres te doy otra buena mamada, y olvídate de eso. No lo dudé ni por un instante, así que agarrando su dormido miembro me lo llevé hasta mis labios. Con los que comencé a besar su colorado glande, para momentos después dedicarme a lamerlo cual si fuera un sabroso helado de vainilla. En cosa de pocos segundos, la verga de Carlos nuevamente se encontraba en la mejor disposición posible.

Por lo que yo a medida que continué mama que mama, esperaba que de un momento a otro, Carlos se viniera dentro de mi boca. Pero en lugar de eso, sacó su verga de mi boca, al tiempo que me tomó por mi cabellera, y de manera algo violenta, hizo que me acostase boca abajo sobre el mismo sofá. Fui sintiendo casi de inmediato, como su verga se fue abriendo paso dentro de mi culo, y como con sus fuerte manos, me tenían totalmente sometida. Carlos una vez que ya tenía gran parte de su verga dentro de mí. Me tomó por la cintura, y me apretó contra su cuerpo. Lo cierto es que hasta unas cuantas lagrimas se me salieron, a medida que su verga continuaba entrando por mi culo, y una de sus manos la mantenía enterrada bien adentro de mi coño, produciendo en mi una divina mezcla de placeres.

Carlos, esa loca noche hizo conmigo lo que se le antojó, abusó de mí como quiso, mientras que yo, a pesar de haber tratado de oponerme a que me diera por el culo, finalmente permití todo aquello que él quiso hacerme. Hasta que finalmente, después de ponerme a mamar su verga como por tercera vez, sentí como gran parte de su semen lo tiró sobre mi cara. Tras lo cual, él se vistió, y tras darme un beso en la mejilla, como si no hubiera sucedido nada,  se retiró agarrando su guitarra. Yo estaba en parte bien feliz, y bien contenta por todo lo que había pasado entre Carlos, y yo, Pero al mismo tiempo también estaba molesta con él, por obligarme a que lo dejase darme tan sabrosamente por el culo, por lo que después de que lo escuché arrancar su auto, tal y como me encontraba recogí mi ropa, cerré la puerta de la casa, y subí las escaleras, para dirigirme a mi ducha, y darme un buen baño de agua caliente. Quizás estuve casi más de una hora dentro de la ducha, recordando en todo momento el placer que Carlos me hizo sentir.

Al salir del baño, tal y como me encontraba me acosté junto a mi esposo, quien por lo visto dormía plácidamente. Ya en la mañana me desperté al sentir la verga de mi marido, penetrando mi coño desde atrás. Fue cuando, ya sin una sola gota de alcohol en mi mente, yo misma agarré su parado miembro, y en lugar de dejar que continuase penetrándome por el coño, sin palabra alguna le ofrecí mi culo, Desde luego que Emilio no perdió esa oportunidad que le brindé.

Pero como ya les dije de eso ya va hacer un año, y desde esa fecha, ni mi esposo, ni yo habíamos tocado el tema. Hasta que en la mañana me preguntó con cierta picardía en su mirada, que si yo deseaba salir a celebrar mi próximo y cercano cumpleaños, como la otra vez. A lo que yo gustosa, le respondí que sí. Bueno ya les diré a donde me llevó mi esposo, y lo que pudiera suceder después.

 

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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