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Clases muy particulares 6: Una orgía salvaje

Recaredo Rey Relato enviado por : Recaredo Rey el 09/01/2013. Lecturas: 29881

etiquetas relato Clases muy particulares 6: Una orgía salvaje   colegialas .
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Resumen
Tras muchas peripecias llegué a una cabaña con las cuatro chicas que me recogieron. Despues de pasar un buen rato fornicando con ellas llegaron sus maridos y sus hijas, que se unieron a la orgía más desenfrenada y escandalosa...


Relato
En unos minutos llegué a la cabaña de las mujeres, que estaban ansiosas de probar mi verga dentro de sus coños. Las cuatro se desnudaron y me dieron a elegir.
- Prueba el chumino que más te apetezca.
Tenían unos chochitos bastante apetitosos, dos de ellos bien depilados, otro con unos pelitos muy cuidados y otro peludito con unos labios abiertos y jugosos. Elegí a la más guapa y la que parecía más mayor, una morena de pelo largo con unos pechos grandes y firmes y unas caderas de mujer exuberante. Las otras tres nos acariciaban y besaban para ponernos más cachondos. Cuando la chica, que se llamaba Nora, tenía la vagina abierta y chorreando y yo el pene completamente erecto y segregando, una de ellas hizo de mamporrera y le enchufó mi manguera. No tardé en correrme, ya que unido a mi excitación del coito, una chica me metió los dedos por el culo, otra me dio a chupar sus pezones y la otra dirigía la fornicación con su mano mientras me chupaba la boca con avidez. Descargué una buena porción de esperma mientras Nora se retorcía de gusto y tenía un orgasmo múltiple.
Sin tiempo para que mi aparato se desinflara, otra de ellas, Mari, la que me dio a probar sus tetas, se la sacó a Nora y se la metió en su ya mojadísima vagina. Estaba bien abierta de piernas, parecía una perra en celo. Me excitaba mucho sentir tanto líquido en mi verga, y la chica de los dedos en mi culo (Mireia) seguía explorando mi orificio anal dándome un gusto escalofriante. Las otras dos se aplicaron mutuamente en una escena lésbica y se frotaron mutuamente los coños mientras se besaban restregándose las lenguas. Yo con mi mano derecha masturbaba a Mireia, con tal maestría que conseguí que orgasmara salvajemente. Esto nos excitó a Mari y a mí, que nos corrimos al unísono tras casi diez minutos de coito frenético. Las otras dos se corrieron también dando unos gritos que parecían cerdas degolladas.
Y lo malo vino a continuación. Mi verga dijo ya no puedo más y se plantó. Por más esfuerzos que hicieron las chicas que quedaban por fornicar, Mireia y Alexandra, el pene se me quedó flácido. Me masturbaron, me metieron dedos y lenguas por el ano, me decían obscenidades, me mordisqueaban por todas partes, me la chuparon una y otra vez… pero nada.
- Pues nosotras no nos vamos a quedar sin nuestro polvo, así que no queda otra -dijo Alexandra mientras sacaba algo de su bolso. Era un botecito con pastillas de viagra. Me abrieron la boca y me hicieron tragar dos de golpe. Mientras esperaban que se me pusiese dura, nos presentamos para conocernos. Después de contarles quién era y lo que me había pasado, se presentaron ellas. La mayor, Nora, tenía 48 años, estaba casada con un hombre de su misma edad y tenía una hija de 16. Mari tenía 45, casada y con dos hijas estrenando adolescencia. Mireia, de 44, estaba soltera y dispuesta a fornicar con quien fuera, y Alexandra tenía 40 y divorciada, con un hijo de 17 y una hija de 15. Me contaron que habían quedado con sus familias al día siguiente a primera hora y que ellas se habían adelantado para limpiar un poco ya que había mucho polvo, y en efecto lo había y más polvos que iba a haber… En apenas unos minutos, y ayudado por unos tocamientos extremadamente sensuales por parte de las cuatro, mi verga volvió a ponerse erecta y dura como el pedernal. Mireia se adelantó a Alexandra, se puso a cuatro patas y me pidió que se la metiera por el culo.
- ¡Quiero que me folles el culo hasta rompérmelo, destrózame con tu verga!
Tal como me pidió la penetré analmente y la cabalgué con fuerza y violencia hasta que se puso a gritar de dolor. Le rompí el culo por dentro. Pero la muy puta quería que siguiera.
- ¡No pares y córrete ahí dentro! ¡Aaaaaaaaaaahhhhhh, cómo me gusta!
Al cabo de unos minutos Mireia orgasmó y yo me corrí como un guarro dentro de su recto. Tal era la dureza y longitud de mi pene que el esperma debió de llegarle hasta el intestino. Cuando saqué mi verga, estaba cubierta de semen y de sangre del desgarro ocasionado. Las otras tres mujeres se habían calentado muchísimo con la escena y tenían sus chochos completamente mojados. Nora me pidió por favor que se la metiera a ella también pero sin limpiarla, le excitaba enormemente sentir esa polla sucia y ensangrentada dentro. Me pidió algo más:
- Quiero que cuando la tengas dentro te mees en mi culo, quiero sentir tu chorro de orina.
Así lo hice, la penetré por el orificio anal y después de fornicarla un buen rato, me detuve para miccionar en el interior de su recto. Todo ello la condujo hacia un orgasmo espectacular:
- ¡Oooooooooooohhhh, qué maravilla! Me siento la puta más puerca del mundo.
Alexandra intervino mientras sacaba mi polla del culo de Nora:
- ¡Ahora me toca a mí! ¡Estoy muy caliente! ¡Necesito algo muy fuerte para saciarme! Nora, méteme un consolador por el culo. Mireia, muérdeme fuerte los pezones, no te importe hacerme sangre. Mari, cómeme la boca. Y tú, Agustín, métemela por el coño y destrózame la vagina, y no te corras hasta que yo te diga.
Las chicas y yo obedecimos sus órdenes durante más de diez minutos. La muy puta se corrió varias veces seguidas, expulsando como una guarra líquido de su vagina. Ella me pedía más brutalidad, que le hiciera daño. Yo la fornicaba con más fuerza y le propinaba unas embestidas vaginales tremendas. Estábamos los cinco gritando salvajemente fuera de todo control. Mireia, como antes, me metía sus dedos por el culo mientras le mordía las tetas a Alexandra dejándole marcas, sobre todo en los pezones, que los tenía ensangrentados. Mari le mordía la boca y el cuello mientras le metía los dedos por el culo a Nora. Por fin, Alexandra me lo pidió:
- ¡Córrete ya, cabrón! ¡Inúndame el coño de leche! ¡Quiero sentir cómo fluye tu semen en mi vagina!
Al instante descargué una brutalidad de esperma dentro de su chocho y la muy cerda volvió a correrse gritando de forma salvaje. Las otras tres también se volvieron a correr. Tenían sus coños abiertos y chorreando líquido que fluía por sus piernas y llegaba hasta el suelo. A Nora le salía mi orina por el culo y a todas parte del semen con que las obsequié. Mireia me pidió que se la metiera en el coño, que ahí no había entrado mi verga, y como seguía completamente tiesa la forniqué un buen rato aunque sin descargar leche dentro. Luego, Mari y Alexandra me pusieron sus culos para que las sodomizara. Alternativamente las iba penetrando, mientras que Nora se hizo con un cinturón con el que castigaba duramente el trasero que iba quedando libre. Mireia se echó en un sillón y se dedicó a masturbarse contemplando la excitante escena. Todas estaban muy calientes, mojadísimas y con el pudor y la moral anulados por completo. Segregaban líquido continuamente y orinaban en el suelo como animales en vez de ir al baño. Con mis penetraciones anales se corrieron varias veces. Luego me ofrecieron sus culos Nora y Mireia, que penetré con suma facilidad. Aquella orgía desenfrenada parecía que no iba a tener fin. En un momento en que bajaron la intensidad de los gritos y jadeos, oímos que estaban llamando a la puerta. Eran las 10 de la noche y sus familias no llegaban hasta el día siguiente. Pronto salimos de duda. Alguien gritaba desde fuera:
- ¿Qué pasa ahí dentro, qué son esos gritos? Abran la puerta, soy el guarda.
El guarda forestal había escuchado el griterío. Sin pudor ninguno, Nora le abrió la puerta. El hombre, fuerte y de mediana edad, como nosotros, no daba crédito a lo que veían sus ojos: cuatro mujeres completamente desnudas, sudando y segregando líquidos por sus coños y sus culos, un hombre (yo) desnudo y con una verga de 20 cm. completamente tiesa y mojada, y el suelo lleno de orina y de restos de semen y fluidos vaginales.
- Estamos follando y pasándolo bien. ¿Quieres pasar y echar unos polvos con nosotras? A nuestro amigo Agustín parece que se le ha terminado el semen y nuestras boquitas están sedientas…
- Bueno, supongo que un rato de relax no me vendrá mal. ¿Me dais primero algo de beber, chicas?
- Claro que sí. Vete poniendo cómodo.
Adrián, que así se llamaba el guarda, se quitó toda la ropa. Tenía un paquete espectacular, con unos testículos gordos y suaves y una verga en estado de semierección grande, recta, con una cabeza gordita y apetitosa y que parecía estar acostumbrada a penetrar coños de todo tipo. Alexandra, sin que Adrián lo advirtiera, se colocó un vaso delante de su chocho y lo llenó de orina mezclada con restos de mi semen. Luego le puso unos cubitos de hielo y se lo ofreció al guarda.
- Toma, machote. Bébete este whisky mientras te hago una felación.
Alexandra cogió entre sus manos aquella verga semierecta y con tan solo unos frotamientos y unas pasaditas con la lengua aquello creció hasta ponerse casi tan grande como la mía. Luego procedió a chupársela con una lujuria tal que el chico empezó a gemir y a jadear como un cerdo. No pudo soportar más aquel placer y se corrió en la boca de su putita, que tragaba con avidez toda la leche. Nora acercó su boca y se puso a limpiar la polla de Adrián hasta no dejar ni una gota de semen. Luego le chupó a Alexandra los restos que tenía por toda la cara. El guarda se tomó su whisky y tan excitado estaba que no se dio cuenta de lo que en realidad se había bebido.
Adrián no tardó en recuperarse, y entre los dos nos pusimos a penetrar los coños de las chicas. Nos íbamos repartiendo la faena y las íbamos fornicando alternativamente: yo dejaba un chocho y lo cogía él, y mientras no disfrutaban con nuestros miembros, se metían unos consoladores. Ellas seguían corriéndose como guarras y nosotros cumplimos como buenos machos y les dimos raciones a las cuatro.
Yo, aunque la erección continuaba, estaba completamente extenuado por tan ajetreado día, así que le di la iniciativa y el bastón de mando follador a Adrián, que, sin pastilla alguna, seguía con su miembro viril erecto y activo. Yo estaba sentado en un sillón y las chicas se iban colocando sobre mi verga y se las introducían en el ano o en la vagina. De vez en cuando la chupaban y conseguían sacarme un poco de leche para sus ávidas bocas.
Poco a poco el cansancio y el sueño pudo más que la lujuria y la fornicación y ya bien entrada la madrugada fuimos cayendo rendidos, algunos más cómodos, otros en el mismo suelo, pringoso por la brutal lascivia.
Tanto era el cansancio que ninguno de los seis nos dimos cuenta de que llegaron las familias de Nora y Mari, sus maridos con sus hijas adolescentes, que para mi desgracia habían sido alumnas mía en el instituto donde trabajo. Las reconocí enseguida porque tuve unos encuentros algo íntimos con ellas y seguro que también me habían reconocido. Los gritos de Amador, el esposo de Mari, nos despertó y nos pusimos en pie:
- ¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué hacéis desnudas con estos hombres? ¿Qué es todo ese líquido que hay por el suelo?
Mari no se cortó:
- Aquí no ha pasado nada. Estábamos un poco calientes y estos hombres nos han ayudado amablemente. Hemos echado unos polvos y ya está.
Juan, el marido de Nora, también se puso nervioso:
-¡Y lo dices tan tranquila! ¿Y tú, Nora, qué tienes que decir?
- Pues lo mismo, que hemos estado follando un poco, pero ha sido por divertirnos, nada serio, no tenéis que preocuparos.
- ¡Esto es lo más grande! –exclamó Amador-. Aquí habéis estado fornicando como animales y tenéis el cuajo y la desvergüenza de decirlo delante de vuestras hijas, completamente desnudas, con ese tío con el rabo tieso y el suelo lleno de vuestras guarrerías.
Mientras tanto, las hijas de Nora y Mari no nos quitaban la vista a Adrián y a mí. Seguro que no habían visto todavía ningún hombre desnudo con la verga tan tiesa como yo la tenía. Fue entonces cuando advertí que las tres niñas habían sido mis alumnas en el instituto. Olivia, la hija mayor de Mari, me descubrió:
- El del rabo tieso es Agustín, mi profe de Lengua, me suspendió injustamente y me humilló en su despacho. Y ahora el muy cerdo se folla a nuestras madres y escandaliza a unas niñas enseñándonos sus genitales sin ninguna vergüenza.
- A mí también me humilló delante de toda la clase dejándome desnuda para que todos me ultrajaran; otro día me propuso que se la chupara para aprobarme y como me negué abusó de mí, me puso un parte y me expulsó una semana –contó Esther, la hija de Nora.
- Pues a mí me tocaba continuamente con disimulo todo lo que podía, es un pervertido. Incluso una vez intentó quitarme el pantalón para verme las braguitas –le dijo a su padre Estefanía, la más pequeña.
- ¿No os da vergüenza mostraros así delante de unas niñas? -nos preguntó con cara de asco Juan-. Ahora mismo deberíamos cortaros los huevos, cabrones. Os vamos a dar un escarmiento, sobre todo a ti, don Agustín, por haberles hecho esas cosas a nuestras hijas. Y en cuanto a vosotras, putas, ya recibiréis lo vuestro más adelante, así aprenderéis que hay que respetar a los hombres y someterse a ellos.
Antes de que nos diera tiempo a escapar de allí, Juan sacó un machete de montaña, así que no nos quedó otra que obedecer sus órdenes. Nos ataron a los dos a unos salientes de la pared, obligaron a las cuatro mujeres a sentarse y los dos maridos y las tres hijas, con unos cinturones se pusieron a infligirnos un duro castigo. Las niñas se ocuparon especialmente de mí. Nos golpeaban con saña por todo el cuerpo. El pobre Adrián gritaba del dolor por la fuerza de la flagelación. Cuando vieron que era suficiente, les pidieron a las mujeres sus juguetes sexuales. Fueron a sus habitaciones y trajeron varios consoladores y dos arneses con sendos penes artificiales de látex. Fueron las niñas las encargadas de untarnos un poco de lubricante en el ano e introducirnos los vibradores en toda su extensión. A los dos nos excitaba muchísimo lo que nos estaban haciendo, y se dieron cuenta porque Adrián estaba completamente empalmado y jadeando.
- Ahora que las tenéis bien grandes vamos a preparar unas salchichas a la brasa con huevos fritos –explicó Juan, que pasó a darles explicaciones a las niñas de lo que debían hacer. No era otra cosa que acercar unos mecheros a nuestros genitales para provocarnos quemaduras en el pene y en los testículos. Se cebaron con ellos y nos provocaron unas quemaduras considerables tras un rato interminable de dolor y gritos.
- Y ahora –explicó Amador- nuestras inocentes hijas van a darle por culo a su profesor. Ya que tantas veces ha humillado a nuestras niñas, ahora ellas lo van a hacer con él.
Las niñas pidieron permiso a sus padres para quitarse la ropa. Explicaron que tenían mucho calor y que querían disfrutar de aquello lo máximo posible. Aunque eran vírgenes, querían penetrar el culo de su profesor. A Mireia y a Alexandra le pidieron que se colocaran uno de los artilugios para encargarse del ano de Adrián. Las tres muchachitas se fueron desnudando sin pudor alguno, teniendo en cuenta su supuesta inocencia y la presencia de varios hombres contemplando sus intimidades. Aunque ya los conocía, ladeé un poco la cabeza para poder contemplar aquellos cuerpos desnudos. Estaban bastante apetitosas las tres, sobre todo las dos mayores, que además de guapas tenían unas tetas ya desarrolladas y bien levantaditas con unos pezones pequeños pero infladitos y unos chochitos bien cuidados con el vello púbico recortadito y los labios vaginales hinchaditos y ya mojados de la natural excitación por la contemplación de dos hombres desnudos y las vejaciones a las que nos estaban sometiendo. Yo ya conocía de forma más íntima de lo habitual a las tres, a cada cual más putilla. La más pequeña, Estefanía, era una adolescente muy caliente. La tenía en 1º de ESO y era ella la que continuamente me acosaba, tocándome donde podía. Una vez, casi a final de curso, se quedó la última para ir al recreo y cuando salieron todos, cerró la puerta, se me acercó y sin que pudiera evitarlo puso su mano en mi paquete.
- Profe, estoy caliente, ¿te gustaría que te chupara la picha? –me preguntó mientras me bajaba la cremallera del pantalón y me daba chupaditas por el cuello.
- Estefanía, no está bien, eres muy joven y soy tu profesor –le contesté dejándome hacer. Su mano hurgando en mi bragueta buscando liberar mi verga me producía un gusto inmenso y luchaba entre el placer de una mano femenina adolescente tocando mis genitales y el deber de un adulto responsable evitando aproximaciones sexuales prohibidas. Así que mientras mi verga crecía lentamente yo seguía recriminándola:
- Por favor, no sigas, me estás incomodando, me voy a tener que poner serio.
- Pues esto que estoy tocando con mi mano se está alegrando, y seguro que ahora se va a alegrar más -. Y con su otra mano se levantó la camiseta. Era muy jovencita y no llevaba sujetador. Sus tetas quedaron al aire delante de mis ojos. De un respingo mi verga salió afuera y la niña, sin dejarla escapar, se puso a frotarla con tal maestría que pensé que no iba a poder contener la eyaculación. Con su otra mano asió la mía y la llevó a sus pequeños pero voluptuosos senos, tiernos y apetitosos como flanes de vainilla. No pude contenerme y llevé mi otra mano a su trasero. Llevaba un pantalón muy corto que dejaba ver parte de sus glúteos. Ella se excitó bastante y se desabrochó dejando caer el pantaloncito. Sus braguitas eran preciosas, de color rosa y con encajitos. En la punta de mi pene asomaban ya gotitas de líquido seminal, señal de que el orgasmo estaba próximo. Me pareció que la cosa estaba llegando demasiado lejos. Si me corría seguramente mancharía su cuerpo y sus braguitas con mi semen y podría llegar a ser descubierto, así que haciendo un terrible esfuerzo solté mi verga de su mano y la guardé en su sitio. Le pedí que se subiera el pantalón y se fuera al recreo. Estefania se enfadó.
- Me has dejado con un picor tremendo en el coño. Ahora tendré que masturbarme en el servicio. Pero ya me vengaré de tu rechazo...
Olivia, la hermana mayor de Estefanía había terminado 3º de ESO. La niña no solo no estudiaba sino que tenía fama de ser amiga de lo ajeno. Desaparecían muchos teléfonos móviles y todos la acusaban, pero nunca se le descubrió nada. Hasta aquel día en que desaparecieron dos móviles en la misma clase. Además de profesor de Lengua soy jefe de estudios en mi instituto. La tutora de la niña, Gloria, que era su profesora de matemáticas me la trajo a mi despacho. Venía bastante alterada:
- Agustín –me dijo-, han desaparecido dos móviles y estoy segura de que ha sido Olivia. Te la he traído para registrarla entre los dos. Aquí está su mochila.
Registramos a fondo la mochila y no encontramos nada, así que pasamos a registrarla a ella. Cerramos el despacho para que nadie nos interrumpiera y le pedí que se abriera de piernas y subiera los brazos para cachearla. Pasé mis manos por sus piernas y subí hacia arriba donde palpé bien su trasero, luego el resto del cuerpo incluidas las tetas, pero no noté nada, así que le tuve que pedir que se quitara la ropa:
- Alguien te ha visto y sabemos que tienes los dos móviles, así que te voy a pedir que te desnudes para ver si los tienes escondidos. Tu profesora te registrará mientras yo me retiro para no incomodarte.
La niña se quitó todo excepto un minúsculo tanga que llevaba que la dejó casi desnuda. La verdad es que la ladronzuela estaba buenísima. A pesar de su corta edad tenía un cuerpazo de escándalo y extremadamente sensual. Aprovechando que no me veían hice unas fotos con mi móvil. Gloria me dijo entonces:
- He mirado bien toda la ropa y no tiene nada. Parece que nos hemos equivocado.
- ¡Os voy a denunciar! –nos amenazó Olivia-. Me habéis desnudado y humillado y ya veis que yo no he sido.
- Lo primero –le contesté- es que tú no vas a denunciar a nadie porque te has desnudado tú solita, lo segundo es que no tienes pruebas, y lo tercer es que todavía no hemos terminado. Quítate el tanga y ponte ahí a cuatro patas.
- De eso nada, cerdo – protestó Olivia-. Tú lo que quieres es verme los agujeros.
- Efectivamente, para comprobar si lo que has robado está ahí dentro.
- ¿No te parece que estás yendo demasiado lejos, Agustín? –me preguntó mi compañera.
- Tengo la impresión de que esta putita se los ha guardado ahí. Examínala bien, Gloria.
Y yo mismo, con un fuerte tirón le arranqué el tanguita y la puse a cuatro patas.
- ¡Me vais a pagar esta humillación, lo juro! –gritaba la niña mientras le ponía un pañuelo en la boca para que no escucharan desde fuera.
Gloria le abrió el coño con sus dedos, hurgando por dentro, y luego hizo lo mismo por el ano, metiendo dos dedos en el orificio tratando de palpar algo.
Me pareció una escena muy excitante y no pude evitar la tentación de grabarlo todo en vídeo. Gloria se dio cuenta, pero lejos de recriminarme me hizo un gesto con su mano libre para que me acercara más. Olivia no se dio cuenta, estaba como ausente por una mezcla de nerviosismo y de excitación sexual. Los dedos de Gloria metidos en su ano le estaban proporcionando un gusto descomunal. Gloria me confirmó que ya no era virgen ni por detrás ni por delante
- Esta niña no es virgen, tiene el coño y el culo bien abiertos.
- Pues entonces habrá que buscar en su interior, a ver si encontramos algo. Gloria, profundiza un poco más.
Gloria me obedeció y metió sus dedos aún más adentro. A las dos parecía gustarles mucho lo que estaba sucediendo, sobre todo a Olivia, que profería pequeños gemidos y a la que se le veía el chumino muy mojado.
- No toco nada, Agustín, me parece que nos hemos equivocado.
- De eso nada, esta putita no nos va a engañar. Déjame a mí, Gloria, voy a buscar yo ahora.
- ¿Puedo grabarlo con mi móvil?
- Claro que sí, pero no lo pongas en Internet, que se nos cae el pelo.
Olivia protestaba y oponía algo de resistencia, pero cuando notó mi mano acariciando su vulva y sus nalguitas me ofreció aún más sus agujeros para que pudiera introducir mis dedos en su interior. Con mucha maestría fui hurgando en todos sus rinconcitos vaginales, tocando hábilmente el clítoris, el punto g, el meato urinario y los labios externos e internos, hasta que se abrió completamente y pude meter por completo mi mano. La niña se retorcía de gusto, estaba teniendo un orgasmo detrás de otro, y tan mojada estaba que podía mover la mano cómodamente, hasta que toqué algo duro bien adentro, lo atrapé con cuidado y lo saqué fuera de la vagina. Era un teléfono móvil, un Samsung Galaxy II que estaba encendido y todo. Todavía quedaba otro, así que metí mis dedos en su orificio anal, le puse un poco de saliva y la fui dilatando poco a poco con mis dedos. Igual que por la vagina, sin mucho esfuerzo, aunque la niña parecía estar sufriendo, conseguí introducir completamente mi mano derecha. Notaba cómo la iba desgarrando en su interior, pero bien merecido se lo tenía, por putilla y ladronzuela. Miré a Gloria un momento y seguía grabándolo todo desde un lugar estratégico desde el que no se perdía detalle. Mientras lo hacía observé que tenía su otra mano metida dentro de sus braguitas masturbándose ante la excitante escena. Decidí profundizar más y le metí por el recto parte de mi brazo hasta casi llegar al codo. El daño y el desgarro provocado fueron descomunales, pero tuvo su fruto cuando toqué el otro móvil y lo saqué también al exterior. Era un Samsung Galaxy Ace. Olía fatal, igual que mi mano y brazo.
- Además de ladrona eres una cerda –le dije a Olivia-. Te huele el culo a mierda. Debería expulsarte del instituto un mes por lo menos, por lo sinvergüenza que eres.
- Sí que es una guarra y una delincuente. Habría que llamar a la policía y que se la llevaran a un centro de menores –opinó Gloria sin dejar de grabar.
Le quité la mordaza a la niña para ver qué decía ella.
- ¿Qué tienes que decir, zorra? ¿No te da vergüenza, tan chica y tan puta?
- Bueno, bueno, sin faltar, que usted me ha hecho de todo y no le he dicho nada.
- Putita, es que no me has dejado más remedio, si no no habría encontrado lo que robaste. Menos mal que he sido más listo que tú. Y ahora te vistes que voy a llamar a tus padres y a la policía para que vengan a por ti.
- No, por favor, haré lo que quieran, pero no se lo digan a nadie. Les juro que no volveré a hacerlo.
- ¿Qué hacemos, Gloria, llamamos a la policía o le damos nosotros mismos el castigo?
- Pues ya que está a cuatro patas y desnuda podemos darle su merecido. ¿Por qué no se la metes por el culo, Agustín? Sigo grabando todo.
- Pues deja de grabar… ¿o es que quieres que nos metamos en un lío?
Una vez cortada la grabación me bajé la cremallera del pantalón y me saqué la verga que estaba ya casi erecta y preparada para una penetración. Fue Gloria, para mi sorpresa, la que terminó de endurecer la cosa agarrándola con su mano y frotándola de arriba abajo.
- Ya está lista para penetrar, dale a esta niña por el culo para que escarmiente.
Se la introduje fácilmente por el ano, que estaba bastante dilatado después de haberle metido el brazo. La cabalgué sin piedad durante un buen rato, con fuertes embestidas que la hacían gritar de dolor, pues estaba desgarrada por dentro. No quise eyacular dentro de su recto para no dejar ninguna prueba de la penetración, dada mi condición de jefe de estudios y la suya de alumna de 3º. Cuando me venía, la saqué y fue la propia
Gloria la que la agarró para enchufarla a su boca. Solo le dio tiempo a un par de lametones antes de una brutal corrida que ella saboreó hasta la última gota antes de tragárselo todo. Para terminar le dimos unas fuertes cachetadas en las nalgas entre los dos. Fue muy divertido ponerle el culo como un tomate.
- Ahora sí puedes vestirte y largarte. Y que sea la última vez que te pillo robando, puta –le dije mientras le cogía sus tetas con mis manos y se las apretaba fuertemente.
La zorrita nos dejó el tanga de recuerdo ya que se había roto. Se puso el pantaloncito y la camiseta y se marchó diciendo:
- Algún día me vengaré de esto. Me vas a pagar esta humillación, Agustín. Acuérdate de lo que te digo, cerdo. Y se fue.
Esther, la hija de Nora, era una alumna repetidora de 3º de ESO. A sus 16 años tenía un cuerpazo de toma pan y mójame. Vestía de manera muy excitante enseñando generosamente su apetitosa anatomía. Cualquier hombre al verla desearía poder hacerla suya y echarle un buen polvo, y yo no era una excepción, pero en clase debíamos mantener las formas. Un día de junio que hacía mucho calor vino a clase con una falda muy cortita y una camiseta top muy ceñida. Siempre se sentaba en la primera fila. Ese día venía caliente… y sin bragas. Se abría de piernas para que yo le viera el coño, y se quejaba del calor que hacía subiéndose el top lo justo para que yo pudiera verle las tetas hasta los pezones. Un bolígrafo de esos gordos con varios colores se lo metía de vez en cuando en el chocho para ponerme a cien… y lo consiguió. Sin perder la calma le pedí que se acercara a mi lado, de pie junto a la pizarra.
- A ver, Esther, ¿qué te pasa? Te noto un poco excitada por el calor, ¿no?
- Es que me suda hasta el coño, profesor, deberían dejarnos ir sin ropa, por lo menos a las que estamos tan buenas como yo –me contestó mientras se tocaba lascivamente las tetas.
- Bueno, pues como aquí mando yo, te doy permiso para que te quites la ropa y así estás fresquita. Vamos.
- Sí, vaya, me voy a despelotar delante de toda la clase, para que se pajeen los cerdos de ahí detrás.
- Te has estado metiendo un boli en tu coño para masturbarte y me has enseñado tus pezones. Ahora quiero que hagas lo mismo delante de toda la clase.
- Lo que he dicho antes no era en serio, yo no me voy a despelotar porque usted lo diga.
- En ese caso tendremos que ayudarte un poco. A ver, Enrique y Alonso que sois los más fuertes, venid aquí y me sujetáis a esta putita, que vamos a conocerla más íntimamente.
Los dos alumnos más robustos sujetaron bien a Esther mientras yo le quitaba la camiseta y la minifalda. Como no llevaba ropa interior la chica se quedó completamente desnuda. Estaba riquísima, con unas tetas escandalosamente tiernas y sabrosas y un coñito depilado con un pubis hinchadito y los labios vaginales abiertos y mojados por los autotocamientos de antes.
- Ahora la vais a echar sobre la mesa –les ordené- y todo el que quiera puede acercarse a ver de cerca los agujeros de esta zorrita.
- ¿Podemos tocar? –preguntó uno de los alumnos.
- Pues ya puestos, seguro que a esta putita no le va a molestar, ¿a que no?
- Me vas a pagar esta humillación, Agustín. Se te va a caer el pelo –me amenazó Esther mientras los dos compañeros la sujetaban sobre la mesa.
- No creo que te pague nada. Tus compañeros se van a divertir contigo. Venga, id pasando los que queráis disfrutar de cerca estos agujeros tan sabrosos.
Se fueron levantando todos los alumnos, chicos y chicas por igual. Esther era una niña que caía bastante mal, siempre estaba humillando y menospreciando a los demás y no paraba de presumir de su físico calentando braguetas y algún que otro coñito lésbico. Así que a toda la clase le pareció fenomenal y divertido acercarse a la mesa donde estaba la golfilla y observar de cerca su vagina y su culo. Eran en total 15 chicos y 13 chicas los que disfrutaron como nunca en su vida. Los niños le chupaban el coño y le daban con la lengua, otros le metían sus bolígrafos por el ano. Uno incluso se atrevió a sacarse la verga y a metérsela en la vagina. Los demás se la sacaron para masturbarse ante tan tórrida escena. También casi todas las niñas se metieron los dedos para consolar sus encendidos chochitos.
- No vayas a correrte dentro –le pedí al que se la estaba follando-. Cuando veas que te viene la sacas y se lo echas fuera.
- ¿Podemos corrernos encima de ella? –me preguntó uno de los chicos.
- Claro que sí. A una puta como esta hay que darle lo que se merece –le respondí.
Poco a poco se fueron corriendo todos los chicos. Ellas también se corrían aunque no formaban jaleo. Por fin, el que se la estaba tirando se corrió también, pero no le dio tiempo o no quiso sacarla y eyaculó dentro del coño de Esther, que se puso a despotricar.
- ¿Será cerdo el tío, que se ha corrido dentro? Me las vais a pagar todos, lo juro.
Las chicas se dedicaron a meterle cosas por el recto: tizas, bolígrafos, rotuladores… todo lo que se les ocurría. Ya desmadrada la cosa, algunos y algunas se meaban encima de Esther. En poco rato casi todos estaban desnudos o semidesnudos, magreándose e incluso fornicando entre ellos. Apostaría a que para algunos fue su primera vez. Por lo menos para Alba, una de las chicas, que me ofreció su coñito descaradamente para que lo penetrara. No pude resistirme, me saqué la verga, tiesa y mojada, y la introduje en su vagina, apretadita y también mojada. Fue cuando me di cuenta de que era virgen hasta ese momento. Yo tampoco me pude contener y eyaculé dentro de aquel precioso chochito de dieciséis años. Varios chicos más penetraron analmente a Esther. Sodomizada, ultrajada, violada, humillada y meada, Esther se revolvió con fuerza y pudo zafarse de los que la sujetaban, pero no permitieron que saliera de la clase, al menos antes de acabar la orgía escolar. Otra chica, Irene, también me pidió que la desvirgara. Para mí fue todo un placer. En aquel momento de lujuria no pensaba en que eran unas adolescentes y además alumnas mías, mi verga solo buscaba placer y satisfacer aquellos chochitos tan tiernos y jugosos. Con el toque del timbre terminó la clase y todos nos apresuramos a vestirnos y limpiar como pudimos la clase de los restos de semen y de orina. A Esther también la limpiamos y la vestimos. La clase entera hizo un pacto de silencio, allí no había pasado nada, y así fue. Tras las acusaciones de Esther, se hizo una pequeña investigación que dejó a la niña como una mentirosa, tras la negación de lo que ocurrió por parte del resto de la clase.
Unos días después la mandé llamar a mi despacho y le dije:
- Esther, debido a tus malas notas voy a suspenderte mi asignatura y deberás examinarte en septiembre.
- Pero profesor –me contestó sorprendida-, si tengo de nota media un 5 y he hecho todos los trabajos del curso.
- Pero por tu comportamiento y tu acusación del otro día te la voy a bajar a un 4. A no ser que me hagas un favor…
- ¿Qué favor?
- Que me chupes la verga, me dejes eyacular en tu boca y te tragues todo mi semen.
- Es usted un cerdo, no se la pienso chupar.
- En ese caso estás suspensa, y si quieres aprobar en septiembre tienes todo el verano para pensar cómo me vas a hacer la mamada. Y ahora te voy a pedir que te quites la ropa, te han acusado de haber sustraído un móvil.
- Le juro que no he robado nada, puede registrarme si quiere pero no he sido yo.
No habían robado ningún móvil, pero quería hacerle a esta perrita lo mismo que le hice a la otra, y con esa excusa conseguí que se quedara en braguitas y sujetador.
- ¡Vamos, golfa, quítatelo todo, total ya te he visto desnuda!
La chica se desnudó por completo y le pedí que se inclinara sobre la mesa, que la iba a sodomizar.
- ¿Es necesario que me la meta por el culo?
- Por supuesto, el último móvil robado lo encontramos en el recto de tu amiga Olivia.
Acerqué mi boca a su orificio anal y le fui lamiendo con mi lengua, llenando el agujerito de saliva para que mi verga se pudiera deslizar y entrar más fácilmente. Le metí mi grueso tronco sin contemplaciones. Como no me lo quiso chupar con la boca me lo estaba chupando con el ano y me estaba ocasionando un gusto tremendo, tanto fue así que no pude controlar la eyaculación y le regué con semen todo el interior de su culito. Tal era la cantidad que se salía por el agujero para fuera. Lo recogí en mi mano y se lo acerqué a la boca para que se lo tomara.
- ¡Sí, hombre, después de haber salido de mi culo quieres que me lo trague, tú no estás bien! –respondió con indignación.
No me quedó más remedio que abrirle la boca a la fuerza, le metí mi mano con la leche y le hice chupar y tragar hasta la última gota.
- ¡Vaya, pues no está mala la leche! –exclamó relamiéndose la muy putita.
- Pues ahora sí que me la vas a chupar para limpiármela bien, zorra.
Le introduje el falo en su boquita y me la chupó de maravilla. Cuando creí que iba a tener otro orgasmo, la muy puta me pegó un tremendo bocado. Tal fue el dolor que pensé que la había arrancado. Afortunadamente solo me dejó las marcas de sus dientes y un poco de sangre.
- Eres una grandísima puta –le dije mientras me la guardaba. Esther se vistió apresuradamente y se largó corriendo de mi despacho. Le puse un parte y la expulsé una semana por agredir a un miembro de la comunidad escolar, o sea, a mi miembro viril.
Estas experiencias me sucedieron en el mes de junio. Las tres chicas se quedaron con ganas de resarcirse de todo aquello. Y allí estaban las tres, colocadas detrás de mi ano.
Y la hora de la venganza había llegado. Fue Estefanía la primera en colocarse el artilugio y con gran puntería y sin contemplaciones me embistió por detrás y me metió el pene de látex por el orificio anal. Por un lado me gustaba y excitaba, pero por otro me producía un fuerte dolor ya que lo hacía de manera muy brusca, buscando mi sufrimiento. Mireia, por su parte, metió su pene de látex en el culo de Adrián y debió ser muy placentero para él puesto que en pocos minutos tuvo una gran eyaculación. Alexandra, que había colocado su boca frente a la verga del guarda, recibió gustosa y excitada la leche que salió a borbotones y en gran cantidad. Al ver la escena las niñas se calentaron muchísimo y miraban a sus padres como pidiéndoles permiso para ir más allá aún. Amador, el esposo de Mari, se percató de la calentura de las niñas porque se les veía mojado el coño y se lo tocaban sin pudor alguno. Lo que nadie imaginaba en ese momento es lo que iba a suceder instantes después. Tanto Amador como Juan se estaban excitando con lo que veían: cuatro mujeres desnudas y calientes llenas de semen, dos de ellas vejando y violando a un hombre, y tres niñas adolescentes desnudas por completo y divirtiéndose sexualmente con otro hombre. Amador no podía dejar de mirar y admirar a la hija de Juan y Nora, y Juan no perdía de vista a las dos hijas de Amador y Mari. Los dos estaban muy excitados y poco a poco se iban aproximando a donde estábamos Adrián y yo. Después de correrse, a mi compañero de sufrimiento le estaban metiendo cosas por el culo, como salchichas, plátanos, pepinos, incluso le metieron su propio móvil. Ahora sí lo estaba pasando mal. Por suerte para él, Juan y Amador se quitaron la ropa hasta quedarse en pelotas. Ya desnudos se pusieron a restregarse con las chicas, a tocarlas, primero con disimulo y después abiertamente. No solo disfrutaban con los cuerpos de Mireia y Alejandra sino que se atrevieron a magrear sin ningún tabú a las hijas ajenas. Amador disfrutaba tocando las tetas de Esther y su ya erecto pene tocaba el pubis de la muchacha. Juan, a dos manos, no dejaba de sobar a Olivia y a Estefanía. Ambos se reprochaban mutuamente lo que hacían.
- ¡Cerdo, deja de tocarle las tetas a mi hija y cuida donde pones tu polla! –decía Juan.
- ¡Pues deja de toquetear tanto a mis niñas! ¿Crees que no me doy cuenta de tus intenciones? –protestaba a su vez Amador.
Las madres de las niñas también mostraban su desaprobación.
- ¡Apartad vuestras pezuñas de cerdos y vuestras sucias vergas de nuestras hijas! ¿No os da vergüenza restregaros de esa forma con sus cuerpos y tocarlas como cochinos depravados?
Mientras tanto, Estefanía le pasó el artilugio follador a su hermana Olivia, se lo colocó rápidamente y me metió el pene de látex en mi ano sin pensarlo dos veces. Mientras me sodomizaba me agarraba los testículos con una mano y con la otra me masturbaba con gran frenesí. El gusto que me proporcionaba era espectacular. Mis jadeos delataban que no tardaría en correrme.
- ¡Rápido, la que quiera un chupito de semen que se ponga delante de esta polla, la leche está en camino!
Alexandra se apresuró a meterse mi verga en su boca y entre el contacto de sus gruesos labios y el frotamiento de la niña el orgasmo fue inevitable y el polvo mayúsculo. El semen se escapaba de la boca de Alexandra, y la propia Estefanía lo recogía con su mano para llevarlo a su golosa boquita.
- ¡Mmmmmmm, qué rico está este semen, sabe dulce y saladito a la vez, luego quiero una ración para mí sola!
- Lo que tú quieras –asintió Esther-, pero ahora me toca a mí darle por el culo a este cabronazo.
Estefania se quitó el artilugio y se lo colocó la hija de Nora, quien tardó apenas unos segundos en meterme el pene por mi orificio anal. Lo cierto es que tenía el ano desgarrado y dolía a pesar del gusto que me proporcionaba. Estefanía se puso delante para recibir mi descarga, pero aunque chupaba magistralmente pese a su corta edad, la eyaculación no se iba a producir porque estaba seco.
- Dadme unos minutos que me pueda recuperar, por favor –les imploré pensando que fueran a cortarme la verga o algo parecido.
- Bueno –aceptó Esther-, pero yo te voy a seguir follando el culo un rato.
Y así estuvo, penetrándome analmente casi un cuarto de hora, hasta que se cansó y me sacó su pene del agujero. En ese tiempo siguieron los acercamientos lascivos de Juan y Amador hacia las chiquillas y hacia Mireia; Alexandra se divertía chupándome la verga y los testículos; Mireia, Olivia y Estefanía disfrutaban y se corrían haciéndole de todo al pobre Adrián, lo último fue meterle el palo de la fregona por el culo casi en su totalidad, los gritos de dolor eran escalofriantes; Nora y Mari estaban sentadas y mientras lo contemplaban todo no podían dejar de tocarse entre ellas y masturbarse mutuamente para correrse una vez tras otra. Ya pensaba que iban a acabar con Adrián y conmigo cuando a Juan se le ocurrió una idea.
- A ver, descansad un momento y escuchadme. Vosotras, mujeres y niñas, os habéis estado divirtiendo follando y jugando con estos dos hombres. Amador y yo estamos muy calientes y empalmados como veis. Necesitamos fornicar para eyacular y expulsar semen, y se me ha ocurrido un juego que seguro os va a encantar y excitar. Pero tenemos que participar todos, incluidas las niñas y este par de cabrones. Se trata de apuntar nuestros nombres en un papelito, como somos once, once papelitos, y luego papelitos con acciones cachondas en partes apetitosas de nuestro cuerpo. Se saca un papelito de los nombres, y esa persona tendrá que hacerle lo que indique el otro papelito a la persona que salga en la última extracción.
La idea entusiasmó a todos sin pensar en las consecuencias, pero la libido estaba por las nubes y los genitales no paraban de segregar líquido. Nos desataron a Adrián y a mí y quedamos en igualdad de condiciones que los demás, si exceptuamos que nuestros orificios anales estaban rojos y desgarrados, sobre todo el de Adrián, que tenía destrozado el recto.
Una vez terminados los preparativos con todos los nombres y las acciones y partes del cuerpo que escribimos secretamente se procedió a la primera extracción:
“Nora folla el culo de Olivia”. Entre aplausos y risas, Nora se colocó el pene de látex y se lo introdujo lentamente en el ano a la hija mayor de Amador y Mari. Era tal la excitación que tenían que no tardaron ni cinco minutos en correrse como putas. No les importó ser observadas por los demás ni a Nora follar el culo de la hija adolescente de su amiga. Después del orgasmo querían continuar, pero las cortamos.
- ¡Los demás también queremos jugar, que estamos muy calientes! –exclamó Alexandra sin dejar de masturbarse.
La segunda extracción provocó el regocijo del grupo:
“Amador chupa la verga de Juan”
Aunque se resistieron mucho acabaron por deleitarnos con una escena gay de lo más caliente. De rodillas, Amador se metió en la boca la verga de Juan, que empezó a crecer hasta ponerse firme y dura. Las chicas no paraban de masturbarse y algunas no dudaron en jugar con las pollas de Adrián y mía mientras lo hacían. Al cabo de unos minutos, Juan no pudo evitar que le viniera un chorro de semen que fue directo a la boca de Amador. Tan excitado estaba que no dudó en saborearlo y tragarlo. Rápidamente se procedió al tercer emparejamiento, que me tocó a mí:
“Agustín folla el coño de Estefanía”
- ¡Vivaaaaaaa, por fin voy a follar, y con mi profe!
Enseguida pudimos comprobar que la niña era virgen. Yo fui el primero en darme cuenta, pero tras penetrarla dejó escapar de su coño un hilito de sangre que lo confirmaba. Los padres asistían entre excitados y asombrados al estreno de su hija. Toda la escena, así como las anteriores y las posteriores fueron grabadas en alta definición para poder apreciar bien todos los detalles. La penetración la efectué desde atrás, con la chiquilla a cuatro patas como perrita en celo. Esa postura me excita pues contemplo sus agujeros al tiempo que la agarro por la cintura y le acaricio sus preciosas tetitas que penden como flanes de vainilla. Mientras la hacía mía, Juan contemplaba la escena envidioso, se notaba que deseaba estar en mi lugar. No se imaginaba que en la siguiente extracción iba a sonreírle la fortuna sexual. En aquel coñito no cabía mi verga por completo al principio, pero tras varios minutos de coito la penetración era completa, desde la punta hasta la base. La niña se corrió un par de veces dando alaridos, y al yo explosionar también orgasmaron algunos de los espectadores. La leche fluyó por el interior de Estefanía y se esparció por su vagina regando todos sus rinconcitos mi rico semen. Inmediatamente saqué mi verga de su coñito para proceder a una nueva extracción:
“Juan acaricia el culo de Estefanía”.
Algunos protestaron porque volvió a salir la menor de las hermanas, pero el juego era así. Juan, con la polla encendida, se acercó al culito de la niña y se puso a acariciarle los glúteos. Estefanía se inclinaba para que el amigo de sus padres pudiera tocar mejor. Iba dando pasadas por el orificio anal hasta que una de las veces le metió el dedo dentro, luego le introdujo otro y con la otra mano le abría el cachete para que entraran mejor. Disimuladamente le tocaba el coño a la chica e incluso le metía los dedos, que sacaba con los restos del semen que yo había vertido en su interior y luego se los ofrecía a la putita para que lamiera. Poco a poco le fue dilatando el agujero y lo que se suponía una caricia en el culo se convirtió con el beneplácito de todos en una penetración anal en toda regla con introducción de todos los dedos. La chiquilla quería probar otra cosa, y tras susurrarle algo al oído, Juan le introdujo su verga que estaba tiesa y seguro que con leche de nuevo. Pero tras un par de minutos de sodomización, protestamos porque no era penetración lo que les había tocado, sino caricias, así que fue Mireia la que sacó la verga de Juan del culito de Estefanía y se produjo un nuevo emparejamiento, también con morbo:
“Adrián folla el coño de Nora”.
Los dos se colocaron rápidamente para disfrutar de un coito desenfrenado. Juan, el marido de Nora, parecía algo molesto, sobre todo cuando penetraron el coño de su esposa, que tuvo un orgasmo detrás de otro. Para consolar a Juan por sus cuernos, Mireia se puso a hacerle una mamada que lo dejó bastante satisfecho a juzgar por los fuertes gemidos y la extraordinaria eyaculación que llegó a salpicar no solo a Mireia sino también a Olivia y a Estefanía, que no dudaron en probar el semen y relamerse de gusto. Finalmente, Adrián descargó la leche en la vagina de Nora en un polvo realmente antológico. Nora había disfrutado de una verga más grande que la de su marido que sin duda le había proporcionado un placer inimaginable. De no ser por la habilidad de Mireia para distraerlo posiblemente no lo habría soportado. A continuación nos esperaba un plato fuerte que a pesar del grado de excitación que allí había no pensamos que hubiese sido posible. La extracción nos dejó a todos mudos:
“Mari folla el coño a Olivia”.
- Bueno, hija –dijo Mari-, esto es un juego y la cuestión es pasarlo bien.
La propia Olivia ayudó a su madre a colocarse bien el pene de látex, que no tardó en introducirlo en su preciosa vagina. Las dos no tuvieron reparos en correrse como putas y de sus coños les salió un chorro de líquido que puso el suelo más pringoso de lo que estaba con tanto semen, líquido vaginal y orina. Y más pringoso se iba a poner con la siguiente prueba:
“Alexandra orina en las tetas de Mireia”
Alexandra se colocó sobre Mireia, echada boca arriba en el suelo, y de su coño salió un chorro de orina descomunal. En realidad había estado aguantando y ahora aprovechó para vaciar su vejiga sobre los pechos de su amiga. Contemplando la meada y lo a gusto que se estaba quedando, a los demás nos entró unas ganas tremendas, y por no perder el tiempo en ir al cuarto de baño, hicimos una guerra espontánea meándonos unos encima de otros. Los hombres lo teníamos más fácil, dirigimos nuestras pollas tiesas hacia las chicas y pusimos sus cuerpos llenos de orina. Pero como ellas eran más, nos echaban al suelo y desde arriba nos meaban la cara y el resto del cuerpo. Esther me pidió que meara en su boca, pues le apetecía mucho beberse mi orina.
- Creo que voy a correrme cuando me la tome –me decía metiéndose los dedos en el coño.
Cuando ya no nos quedaba ni una gota de orina comprobamos lo que habíamos hecho. Nos comportamos como unos cerdos, estaban nuestros cuerpos impregnados de orina y el suelo lleno de charcos de meadas mezclados con los restos de semen y fluidos vaginales. Sin perder más tiempo continuamos con el juego. Lo que salió fue algo escandaloso, ni a propósito:
“Amador folla a Estefanía”.
El padre tenía que follarse a su propia hija, virgen hasta hacía un rato. La orgía había llegado a unos límites tan insospechados que allí nadie veía si era su padre, su mujer o su hija, allí solo había pollas eyaculando semen y chochos abiertos y chorreando ávidos de leche de quien fuera. Amador colocó a Estefanía a cuatro patas, tal vez para no verle la cara a su hija y que ella no pudiera ver a su propio padre penetrándole el coño. Al poco de comenzar a cabalgarla, la niña no podía disimular el placer que le estaba dando su progenitor.
- ¡Ay, papi, qué polla más rica tienes, quiero que me llenes el coño de leche, por favor!
- ¡Claro que sí, hija, muévete más, que notes bien mi rabo dentro de tu chochito!
El coito fue lo más caliente y asqueroso a la vez que yo había visto en mi vida. Amador gritaba como un cerdo degollado mientras babeaba y a Estefanía le salían los chorros de la vagina hacia el suelo de tantos orgasmos múltiples como le estaba ocasionando aquella polla tan tiesa y llena de leche. Los demás entramos en una especie de clímax y no pudimos evitar contagiarnos de la locura lujuriosa e incestuosa y nos liamos todos como animales en celo. Los hombres íbamos metiendo nuestras vergas en no importa qué agujero (coño, culo o boca) y a quién pertenecía el agujero. Aguantábamos eyacular (aunque no nos quedaba mucho semen) para volver locas a las mujeres, que tenían un orgasmo detrás de otro. Yo, por ejemplo, se la metí en el culo a Nora, luego me la sacó del orificio anal de su madre Esther para llevársela a la boca y chuparla con avidez, y así bien llena de saliva la introduje en el culito de Olivia, que estaba chupándosela a su padre, y éste a su vez le estaba mordiendo los pezones a Mireia, que tenía debajo a Mari lamiéndole la almeja y bebiéndose los chorros de líquido que se le escapaban del chocho. Cuando Amador eyaculó y llenó la vagina de su hija de semen, Olivia se apresuró a pedirle a su padre:
-¡Por favor, papi, métemela a mí también! Mi coñito quiere conocer esa polla tan hermosa.
Y como continuaba con la verga tiesa, no dudó en beneficiarse
a su otra hija, metiéndole el rabo hasta el final. Los gritos de
Olivia orgasmando debían escucharse hasta en el Peloponeso.
En realidad todos estábamos gritando y corriéndonos. Esther me lamió la verga con tal maestría de puta veterana que me corrí en su cara. Luego Juan quiso probar qué se sentía follando a su propia hija y sin dejar que se quitara mi semen de los ojos, cogió a Esther, le metió la polla sin más contemplaciones y estuvieron fornicando hasta que se corrieron a la vez en una explosión espectacular.
Después de varias horas de orgía desenfrenada en la que todos follamos con todos e hicimos de todo (a Juan, a Adrián y a Amador les llené el culo de leche y mi culo recibió también leche de los tres, todos los coños y culos de las chicas se llenaron de semen de los cuatro hombres, las siete nos chuparon la polla hasta eyacular en sus bocas, cara o cuerpo, probaron nuestras lenguas en sus mojadísimas almejas y nos perforaron el ano con el pene de látex, entre ellas se dieron por culo y también se follaron por delante, y nos meamos unos encima de otros). Para terminar con tan gran guarrería nos pusimos a defecar sobre los demás hasta ponernos percudidos de mierda. Todo el suelo estaba inundado de una mezcla de semen, orina, fluidos y mierda y cuando queríamos andar nos resbalábamos y caíamos al suelo. Borrachos de lujuria y de hediondez, nos restregábamos por el suelo y nos poníamos peor. Después de más de 30 horas caímos rendidos, sin fuerzas y hambrientos (no habíamos comido en todo el día) y con mucho sueño. Allí mismo nos echamos a dormir unos sobre otros, tan pegaditos que yo por ejemplo tenía mi polla dentro del culito de Estefanía y Mireia tenía sus dedos en el interior de mi ano. No sé cuánto tiempo estuvimos durmiendo. Yo fui el primero en despertar, saqué mi polla del ano de la niña y los dedos de Mireia de mi culo, me desplacé como pude por la casa hasta llegar al cuarto de baño, me duché hasta quitarme de encima toda la guarrería, me eché un poco de colonia, me puse la ropa de Amador, cogí las llaves del coche de las chicas para irme de allí en busca de Sonia y de Laura y sus dos hijas (Silvia y Diana) y cuando ya estaba dentro del coche para irme aparecieron completamente desnudas y sucias las tres niñas (Olivia, Estefanía y Esther) que corrieron hacia el auto.
- Por favor, profesor, llévanos contigo, lo hemos pasado muy bien gracias a ti. Queremos vivir contigo y que nos folles y nos hagas toda clase de guarrerías –suplicó Esther.
- Podemos ser tus esclavas, puedes hacer con nosotras lo que quieras –propuso Estefanía.
- Y obedeceremos todas tus órdenes sin rechistar –aclaró Olivia.
Aunque olían muy mal, me agradaba la idea de tenerlas como esclavas en mi casa, seguro que a sus padres no les iba a importar porque así tenían una excusa para ir a vernos y montar una orgía familiar. Subieron las tres al coche. A Estefanía la puse a mi lado y mientras íbamos a mi casa para después reencontrarme con mis otras chicas le pedí a mi pequeña putita:
- Sácamela con cuidado que está tiesa todavía y me la chupas hasta que me corra, y luego te tragas todo el semen.
- Sí, profesor… quiero decir sí, amo.
Y así fue como volví a mi casa con mis tres esclavas putillas. Llamé a casa de Laura. Ya estaban de regreso, después de pasar muchas penalidades, pues fueron ultrajadas y violadas por aquellos tipos que las recogieron. Ahora estarían las siete chicas conmigo, a mis órdenes, Y lo primero que había que hacer era buscar al cabrón de Abelardo, el marido de Sonia y a Andrea, la puta madre de Sonia, así como a Luis, el marido de Laura que nos dejó tirados en el río.
Olivia, Estefanía y Esther se ducharon, cenamos y nos fuimos directamente a la cama. Mi polla seguía dura y enorme y aquellos coñitos estaban abiertos y mojados, así que le di de comer a aquellos conejitos golosos. Luego nos dormimos, yo con la polla en el culito de Estefanía (mmmmm, me encanta ese culito), y con mis manos en las tetas de las otras dos… y con los dedos de ambas hurgando en mi orificio anal. Como me corrí de nuevo dentro de su culito, Estefanía me dijo:
- Amo, me gusta sentir tu leche dentro de mi ano. Amo, te amo.

Continuará…

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Esto comenzó desde hace 3 años. Yo salgo con una chica que se llama Susan. Ella es bastante bonita (lo digo yo, y lo dicen todos), y valió la pena todo el esfuerzo que hice para conquistarla. Siempre había tenido cierta debilidad por las chicas de colegio privado, por el uniforme, me vuelve loco verlas con pollerita, camisa y corbata. Y cuando comencé a noviar con Susan, ella ya estaba ya en el último año de la secundaria. Ella es rubia, de ojos verdes y alta, un metro setenta. Lo mejor de Susan, y es lo que me enamoro, es la cara de gatita viciosa, con unos labios que ya han hecho un buen labor con su novio. Además, tiene unos pechos que entran perfectamente en mis manos, una cinturita finita y piernas bien torneadas, largas. Y su atributo más deseado por mí, su cola redondita, la cual que todavía no pude hacer que me la entregue, se niega rotundamente al sexo anal.Pasado un año ya de salir con ella, y tener sexo en todas sus variantes menos el sexo anal ya mencionado, Susan salió del colegio y ya no tuve más a mi colegiala en uniforme. Igual, ella se coloca a veces su uniforme que ya le queda chico cuando estamos solos para darme el gusto... un jueguito de novios. Pero después de un año de noviar, comencé a ir a su casa cada vez más seguido, sobretodo estos últimos meses. Sus padres me tienen ya confianza y saben que lo mío con su hija es una relación seria, Pero en estas visitas, cuando cumplía mi rol de novio visitando a su novia, había veces que Susan no estaba, y me quedaba en su casa esperándola. A veces estaba la hermana mayor de Susan, Otilia, una nena de 19 años que está muy buena... o más que buena Es algo hermosa, tiene un cuerpo infernal, con dos tetasas que son enormes)dos sandias
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Comentarios enviados para este relato
sandramoreno (9 de January de 2013 a las 19:58) dice: jajaja vaya mente mas pervertida has ehecho que me corra varias veces como una guarra, este relato es lo mas cachondo que he leido, lo pongo en mis favoritos. estoy deseando leer la continuacion, si no la has escrito todavia me gustaria unirme a tus putitas esclavas y imaginarme que me haces monton de guarrerias perversas un beso machote

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:44) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

Recaredo Rey (10 de January de 2013 a las 20:52) dice: Eso está hecho, guarrilla, escríbeme a reyrecaredoarrobahotmailcom y hablamos.


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