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Como terminé siendo la amante de mi viejo vecino

Relato enviado por : narrador el 17/07/2013. Lecturas: 35647

etiquetas relato Como terminé siendo la amante de mi viejo vecino   Amor filial .
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Resumen
Desde hace un año y medio aproximadamente, mi esposo Ricardo, y yo nos mudamos a las afueras de la ciudad, en una zona entre sub urbana y agrícola. De hecho nuestra casa es la última de las retiradas parcelas que hay en ese lugar y colindamos con los terrenos de Don Gregorio, un viejo campesino, que tiene su ranchón cerca de nosotros.


Relato
El condenado viejo, cada vez que yo salgo a tomar el sol en biquinis, no hay día que no se planté en la cerca de alambre de púas, a ligarme. Yo al principio me sentía indignada, e incomoda por eso, pero poco a poco como que me acostumbre, a su presencia y en alguna que otra ocasión hasta conversaba con él.

En cierta ocasión como mi trabajo lo realizo en casa, por medio de la computadora, cada vez que tengo el tiempo me dedico también un poco a la agricultura, la cosa fue que entre arreglar el terreno y sembrar una que otra planta, me embarré toda, por lo que decidí que en lugar de entrar así toda embarrada a casa, darme una baño en el patio con la manguera y con ella retirar todo el barró de mi cuerpo.

Además como no vi el tractor del viejo ligón de don Gregorio, por lo que supuse que no se encontraba en su casa. Así que pensando que nadie me llegaría a ver desnuda, me quité los pequeños pantalones cortos que estaba usando y la camiseta. Agarré la manguera y con ella comencé a darme un buen baño en medio del patio. Justo cuando me encontraba sentada en un pequeño taburete de madera, con mis ojos cerrados, y con mis piernas bien abiertas, y con el pistero de la manguera apuntando directamente a mi coño, disfrutando de ese sabroso chorro de agua, que mojaba con fuerza todo mi coño. Escuché la voz del viejo Gregorio diciéndome de manera descarada. Vecina si quieres te prestó mi manguera para que goce de verdad.

Yo al escuchar su voz sentí una rabia tremenda, pero más que todo estaba indignada, molesta conmigo misma por no haberme dado cuenta de que el condenado viejo si estaba en su casa, ligándome como de costumbre. Pero en lugar de tratar inútilmente de ocultar mi desnudez, como ya había terminado de quitarme todo el barro que tenía sobre mi cuerpo. Me puse de pie, y caminé directo hacía él, al fin y al cabo ya en otras ocasiones me había visto prácticamente casi desnuda cuando decido tomar un baño de sol.

En ese instante actué como si nada, lo saludé, y fue cuando él me comentó que estaba ahumando carne de cerdo, que si yo deseaba una pieza, nada más nos teníamos que poner de acuerdo cuando y donde él me la daba. Claro que al mismo tiempo que me fue diciendo eso, se agarró de manera descarada, el bulto que tenía bajo el pantalón.

Yo haciéndome la pendeja le dije que podíamos hacer un trueque, y cambio de la pieza de carne de cerdo, yo agarrándome las tetas, le dije. Que le podía dar un buen par de naranjas, o mejor aún, y dándole la espalda mientras me retiraba caminando seductoramente, agarrándome yo misma mis nalgas, le seguí diciendo, o quizás prefiera algo de carne blanca.

Yo seguí caminando despreocupadamente moviendo mis caderas de la manera más seductora que pude, en dirección a mi casa, y cuando el viejo Gregorio, trató de pasar por encima de la cerca, pensando que lo había invitado a que se acostase conmigo, solté a nuestro perro, que desde siempre le ha tenido mala voluntad al viejo. El viejo se llevó un gran susto, desde luego.

Pero al siguiente día, me di cuenta de que en uno de los aleros del ranchón de Don Gregorio, tenía colgadas varias piezas de carne ahumada, en ese momento si me aseguré de que el viejo no se encontraba en su casa, y rápidamente pasé por debajo de la cerca, escogí una de las piernas que había estado ahumando y me la llevé conmigo.

Ya en la noche escuché a Ricardo mi esposo hablando con Gregorio, pensé que de seguro el viejo, le iría con el cuento, a mi esposo de que yo le había robado una pieza de carne. Pero no fue así, más bien por lo que Gregorio dijo, daba la impresión de que nos las había regalado, lo que me extraño mucho. Pero decidí no romperme la cabeza por eso.

En los siguientes días Gregorio se portó de lo más cortes y caballeroso conmigo, tanto así que pensé que se había olvidado de la travesura del perro, y la de la pierna ahumada. Por lo que cuando una de mis gallinas la vi que se metía en un viejo fogón de leña que Gregorio tiene en su terreno, no dudé en decirle a él, que en algún momento iría a ver si mi gallina había hecho nido dentro de ese horno de leña. Don Gregorio me respondió que cuando quisiera, y tras decir eso se metió a su ranchón.

En esos momentos como había estado trabajando frente a mi computadora, y por lo general únicamente me pongo una bata casera sin más nada abajo, y hasta pensé en cambiarme de ropa, pero pensando que debía seguir revisando informes más tarde, decidí ir tal y como estaba. Por lo que pasé por debajo de la cerca, y al llegar frente al horno de leña, me asomé y en efecto mi gallina se había echado dentro del horno. Claramente vi un sin número de huevos, por lo que traté de agarrarlos, introduciendo uno de mis brazos por la boca del horno, pero por más que me esforcé no pude agarrarlos.

Así que no sé cómo se me ocurrió, meter parte de mi cuerpo. Por lo que colocándome de lado, metí primero un brazo, luego mi cabeza, y para finalizar el otro brazo, y así de lado pude meter el resto de mi cuerpo hasta mi cintura. Ya con medio cuerpo dentro del horno de leña, cometí el error de reposar mi cuerpo sobre mi vientre, y si me fue bien fácil agarrar todos los huevos. Pero al hacer eso quedé prácticamente encajada en la estrecha boca del horno.

Inútilmente traté de zafarme, y hasta pensé en ponerme a gritar pidiendo ayuda. Pero para colmo de males de golpe comenzó a llover. Cuando de momento sentí que alguien me había levantado la parte trasera de mi bata, dejando gran parte de mis nalgas y mi coño al aire. No hizo falta de que me dijera nada, supe que se trataba de Don Gregorio, como estaba atrapada, y conociendo al viejo sin vergüenza, supe de inmediato que se iba a aprovechar de la situación.

De manera delicada, sin decirme nada, comenzó a pasar sus gruesas manos por sobre mis nalgas, y a pesar de la fuerte lluvia que caía sobre nosotros, no se detuvo. Sin mucho esfuerzo separó mis piernas, mientras que yo mentalmente me decía, déjalo que te joda, pero una vez que te salgas de aquí lo acusas de violación. Viejo cabrón, aprovechado, hijo de la gran puta. Pero a medida que mentalmente yo decía todas esas cosas, una de sus callosas manos comenzó acariciar mi vulva, sus dedos hábilmente apretaban mi clítoris, y de momento que sentí su boca y lengua lamiendo mi coño.

Yo al principio me sentí usada, pero a medida que su boca, lengua, y hasta con sus dientes, me fue proporcionado ese rico placer, yo dejé de estar pensando estupideces, y a medida que él continuaba mama que mama todo mi coño, yo comencé a gemir de placer, no podía creer lo mucho que me estaba gustando, lo que el condenado viejo sucio me estaba haciendo. En unos instantes pensé en Ricardo mi esposo, pero el placer y la satisfacción que Gregorio me proporcionaba en esos momentos era tan grande que de inmediato olvidé a mi marido.

Su lengua lo mismo se enterraba dentro de mi mojado coño, como dentro de mi culo. Al grado que yo comencé como pude a mover mis caderas, las restregaba con fuerza contra su rostro, al tiempo que prácticamente le supliqué que me enterrase su verga.

Gregorio retiró su cara de entre mis nalgas y coño, y sin dejar de acariciar mi coño con una de sus manos, pienso que debió haberse quitado su ropa con la otra. Ya que cuando comencé a sentir que su sabrosa verga se fue abriendo paso dentro de mi coño, también me di cuenta de que de seguro estaba casi tan desnudo como lo estaba yo. Las gruesas y fuertes manos del viejo Gregorio, me apretaban contra su cuerpo una y otra vez, haciéndome sentir la mujer más feliz del mundo, Por un largo y buen rato, Gregorio me hizo sentir la mujer más deseada del mundo.

Y a medida que su verga entraba y salía de mi coño, uno de sus gruesos dedos se enterró dentro de mi culo. En mi vida nadie me había tocado de esa manera, ni tan siquiera mi esposo, que en infinidad de ocasiones me lo había pedido, y yo por miedo al dolor me había negado. Por lo que me imaginé, que en cosa de pocos segundos sentiría la gruesa verga del viejo Gregorio enterrándomela por el culo. Y en efecto así fue.

Aunque la verdad es que siempre sentí que me dolió, a medida que él me fue enterrando su gruesa verga dentro de mi esfínter, comencé a disfrutar de un extraño placer, mescla de dolor y satisfacción como nunca antes lo había sentido. Yo con la mitad de mi cuerpo dentro del horno de leña no dejaba de gritar pidiendo que me diera más y más duro, moviendo mis caderas, restregándolas con fuerza contra su cuerpo, hasta que él me ordenó que me torciera, y en menos de lo que canta un gallo, de un buen jalón Gregorio sin sacar su verga de mi culo, sacó el resto de mi cuerpo del horno de leña.

Los dos nos caímos sobre la tierra, al tiempo que la lluvia continuaba cayendo sobre nosotros, una de sus manos se enterró dentro de mi coño, haciéndome sentir un placer tremendo, a medida que sus dedos hurgaban dentro de mi vulva, su verga no dejaba de entrar y salir de mi apretado culito. Yo perdí la cuenta del sin número de orgasmos que Gregorio me hizo disfrutar, por lo que cuando sacó su verga de mi culo, y la colocó frente a mi boca, pienso que de manera automática, yo seguí mamándosela, hasta que finalmente se corrió casi dentro de mi propia garganta.

Por un buen rato tanto Gregorio como yo nos quedamos recostados sobre la tierra, embarrados, y con la fuerte lluvia cayendo sobre nuestros cuerpos desnudos. Finalmente el se puso de pie, y me ayudó a pararme, nos vimos directamente a los ojos, y tal como nos encontrábamos nos besamos de manera ardiente.

Desde luego que el pobre de Ricardo ignora todo lo sucedido, actualmente el viejo Gregorio y yo somos amantes. Y lo mejor de todo es que me acabo de dar cuenta de que estoy embarazada, y seguramente es de él. Ya que el pobre de Ricardo en ocasiones llega tan cansado a casa que ni caso me hace.

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Comentarios enviados para este relato
delicius (22 de August de 2013 a las 09:04) dice: suerte del viejo tiene al estar llenando tu culito de leche

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:57) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

darkfriend@ (18 de July de 2013 a las 18:45) dice: Que rico relto nos proporcionaste chiquita aun me imagino esa escena, pero cuentanos mas de tu relacion con el vecino de prferencia con fotos por que tambien quiero hacerte mia. si se puede claro, hasle el amor a tu vecino en la paja mientras tu marido esta en casa eso te calentra mas.


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