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Con mi amiga Ileana, compañera de estudios ( CON fotos)

Arandi Relato enviado por : Arandi el 08/03/2015. Lecturas: 38586

etiquetas relato Con mi amiga Ileana, compañera de estudios ( CON fotos)   colegialas .
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Resumen
De lo que sucede cuando se dejan solas a dos chicas estudiando en casa.


Relato
Ayer fue un día especial para mí. Tuve una experiencia que no había experimentado antes y que espero volver a repetir. Había ido a casa de mi amiga Ileana pues habíamos quedado en estudiar juntas para el examen de física que se aproxima. Ambas estudiamos en la misma preparatoria.

Victoria, su mamá, tuvo que salir de compras por lo cual nos quedamos solas en la casa. Ileana, que no es nada tonta, supo aprovechar la ausencia de su madre e inmediatamente llamó a Federico, su novio, invitándolo para que acudiera a la casa.

En unos cuantos minutos Federico llegó. Tras tocar el timbre Ileana fue corriendo muy emocionada a recibirlo y lo llevó hasta el comedor donde estábamos estudiando. Ileana me lo presentó y yo lo saludé, es un chico muy guapo; ancho de espaldas; alto, delgado pero bien tonificado.

Ellos empezaron a darse de besos y a fajarse con mucho entusiasmo frente a mí así que yo, para no hacer mal tercio, decidí ir por una bebida a la cocina y así dejarlos solos un momento. A decir verdad, me di cuenta que eso daría por terminado nuestra sesión de estudios pues, a no ser que regresara Doña Victoria, estos dos no se ocuparían de otra cosa que de demostrarse su cariño.

Cuando regresé al comedor se me escapo de la boca el último trago que le había dado a mi bebida tras la sorpresa que me llevé, pues yo tenía razón. Ileana, sin ningún escrúpulo, ya le chupaba el pene a Federico quien, sentado en una silla del comedor, se le veía disfrutar muy rico lo que le hacía mi amiga. Él con una vieja cámara desechable (del hermanito de Ileana) le tomaba fotos a mi amiga, mientras ella le daba tremendos chupetones que resonaban por su intensidad. Me ganó la risa y ellos ni se inmutaron por mi presencia.

—Veo que no pierden el tiempo, chicos —les dije.

Ellos siguieron con lo que estaban y yo me acerqué a recoger mis cosas de la mesa y me dispuse a despedirme.

Sin poder contener mi curiosidad, me acerqué para ver el tamaño del pene de Federico.

—¡No manches, de verdad que no mentías sobre lo bien dotado que está tu chico! —le dije a mi amiga al ver el tamaño de lo que se estaba comiendo—. Bien, pues me voy. Nos vemos el lunes, no dejes de seguir estudiando para que me pases las respuestas Ileana.

Me dirigí a la puerta.

—¡Oye, no te vayas! —me dijo Ileana.

—Sí, espérate —coreo la voz de Federico.

Al girarme para verlos noté que Ileana, con una sonrisa pícara en su rostro, sostenía la verga de su novio.

—¿No te gustaría probarlo? —me dijo mi amiga.

—Sí, ven, aprovecha que Ileana no es envidiosa —dijo Federico muy divertido.

La verdad no pude resistir y, dejando mis libretas y libros a un lado, me hinqué y lamí aquel trozo de carne que se me ofrecía. Su sabor era salado y su textura esponjosa «¡Hmmm… era un manjar delicioso!».

No me importó que Federico también me tomara fotos, total como era una vieja cámara tendrían que ser reveladas y no creí que eso pasara.

Mientras mi amiga le bajaba el cuero, yo trataba de tragármelo por completo. Pude ver que Federico disfrutaba de mi trabajo.

Las dos jugueteamos con el falo pasándolo por nuestras bocas. A veces era ella quien se ocupaba del tallo mientras que yo le chupaba los huevos, y otras al revés. Hubo momentos que incluso nuestras bocas se tocaron. A mí me dio vergüenza pero a Ileana creo que no. El caso es que dejamos aquel pene súper mojado, escurriendo de nuestra saliva.

Federico se incorporó con clara intención de penetrar a mi amiga y yo me hice a un lado. Pensé que era buen momento para, ahora sí, dejarlos solos; eso era cosa de dos. Además temía que en cualquier momento regresara Doña Victoria y nos descubriera allí. Sin embargo, Ileana me detuvo tomándome de un brazo, al mismo tiempo que le habló a su novio.

—¿Te cogerías a Yose? Anda, a ella nunca sacado un orgasmo. Yo le he dicho que tú eres bueno para eso, que a ti no te falla.

—¿De verdad nunca has disfrutado de un orgasmo? —me interrogó inmediatamente Federico.

—¡Ileana! —le grité avergonzada y en tono de reclamo a mi amiga.

La sangre se me acumuló en las mejillas por la vergüenza.

Federico, dejando a Ileana, se acercó a mí y tomándome del mentón levantó mi avergonzado rostro para que yo lo viera.

—No te sientas mal. No hay de qué avergonzarse. Vergüenza deberían sentir los chicos que no te han sabido dar una buena cogida —con cachondez me dijo.

Federico se inclinó lo suficiente como para besarme y yo lo dejé hacerlo, olvidando, incluso, la presencia de mi amiga. Cerré los ojos disfrutando de aquel húmedo y cálido beso que ese chico tan guapo me daba.

Me indicó que me inclinara sobre la mesa y que lo esperara con los ojos cerrados. El muy cabrón aprovecho y me tomó una foto en esa absurda posición.

La verdad era que sí. Como le había confesado a mi amiga, nunca ningún chico, ya fuera novio o amigo, con quien hubiese tenido sexo me había provocado un orgasmo. Ileana me decía que su novio le provocaba más de uno en cada ocasión que lo hacían y yo no le creía, pero ahora tendría la ocasión de comprobarlo.

Cuando abrí los ojos vi que mi amiga, lejos de estar celosa, nos veía con lascivia mientras que su novio, Federico, ya comenzaba a bajarme mi pantalón con todo y mis pantaletas. Así, sin desnudarme por completo, sólo dejando mi culo al descubierto, se inclinó sobre mí y con su tieso y carnudo miembro, de una estocada me empaló. El muy cabrón lo tenía tan grande que me dolió, debo decirlo, pero poco a poco comencé a disfrutar de aquel invasor que se deslizaba abriéndose paso a través de mi delicada y estrecha intimidad. Era delicioso.

Federico no dejaba de metérmelo cambiando de velocidad esporádicamente. Era notorio que aquel chico no se cansaba rápido y, a diferencia de los chicos con quien antes había cogido, no parecía buscar únicamente su propia satisfacción deseando eyacular y ya. Federico sabía proporcionar placer y eso me gustó.

Me estuvo dando por varios minutos.

Sin saber cómo, en un momento cuando él aceleró el ritmo de sus metidas, la fricción me provocó una calidez nunca antes experimentada que me hizo sentir que me elevaba a las estrellas… uffff.

—¡Lo vas a lograr…! ¡Lo vas a lograr! ¡Me voy a venir... lo vas a... aaaah! —le grité a Federico.

El clímax llegó y me elevó al infinito. Fue una sensación bien diferente, parecía como si estuviera flotando, como si mi hubiese desprendido de mi cuerpo... de mí misma. Él también se desahogó, puedo avalarlo, pues sentí su cálida y húmeda simiente bañando mis entrañas y escapándose un poco. Fue hermoso, una perfecta unión de nuestros cuerpos, una completa dicha. Me sentí tan plena como nunca antes.

Esa tarde, las dos, Ileana y yo, disfrutamos de ese muchachote indoblegable por un buen rato pues, además de durar bastante en cada cópula, Federico tenía la capacidad de recurarse muy rápidamente y casi sin cansarse.

Tanto nos perdimos en el gozo que por poco nos pilla la mamá de Ileana cuando regresó, pues nosotras aún sosteníamos relaciones con Federico en el comedor. Mientras yo le acariciaba los huevos, Ileana que estaba sentada sobre él batiéndose con movimientos circulares oyó la puerta principal abrirse y saltó inmediatamente. Esto nos brindó a penas unos segundos para salir pitadas a la alcoba de Ileana. De no haber actuado así de rápido la regañiza que nos hubiéramos llevado, pues para ese momento los tres estábamos prácticamente desnudos. Mientras nosotras nos vestíamos, Federico escapaba por la ventana pues, obviamente, Doña Victoria no podía enterarse de su presencia en la casa (la señora ni siquiera sabía que su hija ya tenía novio).

Doña Victoria nunca se enteró que en su comedor había sucedido una orgía entre su hija, Federico y yo. Jajajajaja... es uno de mis mejores recuerdos.



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Esto comenzó desde hace 3 años. Yo salgo con una chica que se llama Susan. Ella es bastante bonita (lo digo yo, y lo dicen todos), y valió la pena todo el esfuerzo que hice para conquistarla. Siempre había tenido cierta debilidad por las chicas de colegio privado, por el uniforme, me vuelve loco verlas con pollerita, camisa y corbata. Y cuando comencé a noviar con Susan, ella ya estaba ya en el último año de la secundaria. Ella es rubia, de ojos verdes y alta, un metro setenta. Lo mejor de Susan, y es lo que me enamoro, es la cara de gatita viciosa, con unos labios que ya han hecho un buen labor con su novio. Además, tiene unos pechos que entran perfectamente en mis manos, una cinturita finita y piernas bien torneadas, largas. Y su atributo más deseado por mí, su cola redondita, la cual que todavía no pude hacer que me la entregue, se niega rotundamente al sexo anal.Pasado un año ya de salir con ella, y tener sexo en todas sus variantes menos el sexo anal ya mencionado, Susan salió del colegio y ya no tuve más a mi colegiala en uniforme. Igual, ella se coloca a veces su uniforme que ya le queda chico cuando estamos solos para darme el gusto... un jueguito de novios. Pero después de un año de noviar, comencé a ir a su casa cada vez más seguido, sobretodo estos últimos meses. Sus padres me tienen ya confianza y saben que lo mío con su hija es una relación seria, Pero en estas visitas, cuando cumplía mi rol de novio visitando a su novia, había veces que Susan no estaba, y me quedaba en su casa esperándola. A veces estaba la hermana mayor de Susan, Otilia, una nena de 19 años que está muy buena... o más que buena Es algo hermosa, tiene un cuerpo infernal, con dos tetasas que son enormes)dos sandias
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Comentarios enviados para este relato
lobocaliente1 (8 de January de 2017 a las 20:04) dice: muy muy bueno este relato, me encanto

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:06) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:41) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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