Después de varios años de casados, Gabriel y yo, decidimos no tener hijos. Por lo que ocasionalmente salíamos a divertirnos, con el pasar del tiempo, Gabriel se emborrachaba fácilmente, al grado que cuando salíamos, no le importaba con quien yo hablaba, o bailaba. Lo que le interesaba era seguir bebiendo.
Al principio, les confieso que me sentía muy incómoda con la situación, hasta que en una de esas salidas, un tipo algo mayor, me sacó a bailar, sin que Gabriel mostrase la menor preocupación por ello. Yo por darle celos a mi marido, dejé que aquel tipo, se propasara un poco, dejándolo que me manoseara, prácticamente frente a Gabriel, y mi marido lo que hizo fue pedir otro trago. Aquel tipo mientras bailábamos, me fue apretando con fuerza, contra su cuerpo, al punto que sentí su erecto miembro, contra mi vientre. Además comenzó a decirme, lo mucho que le gustaría que pasáramos la noche juntos, yo a todas estas lo dejé que continuase, descaradamente agarrando mis nalgas, y besándome por el cuello, mientras que Gabriel, parecía no darse cuenta de nada. Claro que como no soy de hierro, a medida que aquel tipo, continuo besándome, y manoseándome por todas partes, y al ver que a mi esposo, poco o nada le importaba lo que sucedía a su alrededor, me fui excitando. Y aunque mi idea original era darle una lección a Gabriel, por lo que frente a mi esposo, al tiempo que el tipo ese descaradamente me tenía agarrada una de mis nalgas, le dije a mi acompañante, que fuéramos a su habitación, para pasarla bien los dos solos. Pero Gabriel siguió bebiendo, sin inmutarse. Yo no podía creer, que Gabriel me hiciera eso, digo. Tratarme con tanta indiferencia, como si yo no existiera. Así que tras agarrar mi cartera salí en compañía de aquel tipo, del salón de baile del hotel, y nos dirigimos a los ascensores, aun con la remota esperanza de que Gabriel nos siguiera, pero no fue así. En serio les digo, que entrando en el ascensor pensé en decirle a ese tipo, que mejor lo dejáramos así, que no me sentía bien, dejando a mi esposo en el bar. Cuando él nuevamente me abrazó, con fuerza contra su cuerpo, y sin que yo lo esperase, me plantó un tremendo beso, mientras acariciaba todo mi cuerpo. Durante todo el trayecto, seguimos besándonos ardientemente, yo no pude, o mejor dicho, ni tan siquiera traté de rechazarlo, sentía sus manos acariciándome, y su lengua introducida dentro de mi boca. Provocándome casi de inmediato, el fuerte deseo de estar en la cama con él. En el mismo instante que la puerta del ascensor se abrió, casi me cargo entre sus brazos sin dejar de besarme intensamente, hasta su habitación. Ya dentro seguimos besándonos intensamente, y casi ni cuenta me di, de que en un abrir y cerrar de ojos, me había desnudado, y ambos nos encontrábamos en su cama, sin dejar de besarnos. Por unos segundos, pensé en Gabriel, pero entre las atrevidas caricias y ardientes besos, lo olvidé por completo. Él separó mis piernas, y comencé a sentir como su caliente y erecto miembro, fue penetrando mi vulva. En mi vida le había sido infiel a mi esposo, pero en esos momentos como que me arrepentí, de no haberlo sido antes. Ya que el placer que aquel tipo me hizo sentir, fue algo sin igual. Yo movía mis caderas, con fuerza, mientras que él continuaba de manera incansable penetrándome, una y otra vez, sin dejar de besar mi boca, o chupar mis senos. En mi vida había sentido algo semejante a eso, y cuando de momento cambiamos de posición, y nuevamente sentir como me penetraba, fue algo increíble. Así estuvimos por largo rato, cuando de repente, extrajo su miembro de mi peludo coño, y como un desesperado se dedicó a chupar los labios de mi vulva, así como sabrosamente mordisquear mi clítoris, arrancándome profundos gemidos de placer. Yo disfruté de un increíble orgasmo, en esos momentos, pero casi de inmediato me volvió a penetrar. En fin cuando finalmente él se vino, lo hizo dentro de mi boca. Cosa que jamás ni nunca, había hecho antes. Después de eso descansamos un corto rato, y fue cuando al volver a penetrarme lo hizo, por mi culo, al tiempo que con una de sus manos, me agarraba por el coño, con fuerza. Cuando finalmente volvimos a terminar, yo estaba agotada, pero increíblemente satisfecha, tanto que hasta se lo volví a mamar. Para luego darme una rápida ducha, asearme, y vestirme rápidamente. Dejando sobre su cama toda mi ropa íntima. Bajé al salón, y ahí estaba Gabriel, bien borracho. Pagué la cuenta, y decidí llamar un taxi para que nos dejase en la casa, ya que ni ganas de manejar tenía, el pobre de Gabriel, ni tan siquiera se podía mantener de pie. En parte estaba enfada con mi esposo, por lo que durante el trayecto a casa, le fui diciendo, que me había acostado con otro hombre, pero en su condición, dudo mucho que entendiera o que posteriormente recordara todas las barbaridades que le dije. Quien sí me puso atención fue el chofer, que al momento de pagarle, le pedí que me ayudase a meter a Gabriel a casa, dejándolo tirado en uno de los sillones de la sala. Y quizás en parte por lo bebida que estaba, al darme cuenta de la manera que el chofer del taxi, me miraba. Sonriéndole, simplemente me quité el vestido de licra tipo tubo, que cargaba puesto, quedando toda desnuda frente a él y mi marido, que por lo visto, ni cuenta se dio de nada. Y en el mismo sofá de la sala, dejé que el chofer del taxi, me follara a lo bestia, por el culo salvajemente me lo enterró una y otra vez, mientras que yo gemía de placer, introduciendo una de mis manos, dentro de mí coño, hasta que así disfruté de otro orgasmo, y el chofer se vino por completo dentro de mí. Al siguiente día, Gabriel no me dijo nada, tan solo preguntó, como habíamos llegado a casa. Le expliqué que como tanto él como yo habíamos bebido mucho, decidí llamar un taxi, para no manejar. Gabriel solo me comentó que bebió mucho. Desde esa fecha al presente, cada vez que mi esposo se emborracha, yo me acuesto con quien me da gusto y gana….