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Dandole duro a Ignacia la cuñada

Relato enviado por : learcu el 06/06/2016. Lecturas: 8282

etiquetas relato Dandole duro a Ignacia la cuñada   Maduras .
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Resumen
Tenía sometida a Ignacia como una yegua salvaje, ya era mía... no me impidió que levantara sus vestimentas y bajara sus calzones, suspiraba y gemía prendada y arrebatada con lo que vendría, dejé caer mis pantalones y la acomodé en la poltrona luego abrí sus piernas llevándolas sobre mis hombros, suspiraba y gemía, estaba ardiente de deseos de ser apareada y pertenecer a este macho, deseaba probar otro macho y ponerle los cuernos a su marido.


Relato

Ignacia mujer mayor de 35 años, sin hijos y con un marido que ella dice es un opresor, deplorable marido, como macho una calamidad.

A decir verdad Ignacia por las cosas que suele decirse que sigue con él por la edad y por comodidad.

Sin responder me tumbé sobre él chupándole el cuello como una auténtica gata en celo. Las venas se marcaban a lo largo de aquel tronco como si la sangre que discurría a través de ellas quisiera explotar. Me dediqué a lamerle los huevos con fruición escuchando a mi amante chico refunfuñar y gemir encolerizado por su calentura.

Se puso cómodo entre mis piernas abriéndolas aún más y empezó a lamerme con decisión, no me dejó descansar un solo segundo y continuó sorbiendo una y otra vez cada vez más rápido. Me daba pequeños mordiscos en el clítoris aprisionándolo entre sus dientes. Tuve que morder mi labio inferior para no gritar y Vibré de emoción sintiendo aquella lengua cálida en la entrada de mi sexo. Se hizo con mi clítoris mordiéndolo, lamiéndolo, sorbiéndolo suavemente hasta empezar a introducir la punta de la lengua en el interior de mi vagina. Era una sensación realmente placentera la de sentir como iba subiendo el calor desde mi sexo hasta mi cara.
Levanté ligeramente su camiseta y sobé sus tetas por debajo del sujetador, notando sus prominentes pezones mientras mordisqueaba su cuello.
Tenía sometida a Ignacia como una yegua salvaje, ya era mía... no me impidió que levantara sus vestimentas y bajara sus calzones, suspiraba y gemía prendada y arrebatada con lo que vendría, dejé caer mis pantalones y la acomodé en la poltrona luego abrí sus piernas llevándolas sobre mis hombros, suspiraba y gemía, estaba ardiente de deseos de ser apareada y pertenecer a este macho, deseaba probar otro macho y ponerle los cuernos a su marido.
Al fin se decidió y colocándose entre mis piernas y apuntando a la entrada de mi empapado coñito fue empujando con fuerza hasta que noté cómo su grueso champiñón iba ingresando aprovechando lo dilatada que me encontraba. Mi querido chiquillo me cogió una pierna y la levantó hasta dejarla reposar sobre su hombro. Grité de dolor y de placer al sentirlo dentro de mí. Aquella era una sensación agradable y dolorosa al mismo tiempo, dentro de mí tenía aquella maza de carne y músculos la sensación más maravillosa que había sentido en toda mi vida. Tuvo que ponerse de puntillas para quedar a mi altura y así poder penetrarme con mayor facilidad.

¡Más adentro, vamos, más adentro! Te quiero dentro de mí. ¡Vamos cariño, clávamela hasta el fondo! –le incité mientras le agarraba con fuerza de las nalgas atrayéndolo hacia me clavaba y me desclavaba a cada paso con pasión creciente mientras yo aprovechaba para introducirle un dedo en su estrecho ano. Notaba mi espalda contra el frío espejo del armario mientras aquel terrible émbolo no paraba de penetrarme una y otra vez.

Cerré los ojos y mordí con fuerza su sudoroso hombro al tiempo que le clavaba con fuerza las uñas en la espalda lacerando su fina piel. Me estaba matando con su inmensa humanidad. Aquella polla era magnífica, me llenaba hasta el fondo extrayéndome los mejores placeres. Golpeaba sin descanso haciéndome sentir una catarata de lujuriosas emociones. Me corrí entres sus brazos encadenando dos orgasmos, aquel tremendo placer fue subiendo a través de mi columna vertebral hasta rebotar en mi cerebro y de ahí fue bajando hasta mi extenuado sexo. Me abrió las piernas acomodándose entre ellas para dirigir su miembro hasta la entrada de mi deseosa vagina la cual chorreaba jugos sin cesar. Finalmente apuntó comenzando a apretar con fuerza consiguiendo que mis labios vaginales fueran dilatándose permitiendo la entrada de aquel músculo atroz. Notaba su miembro palpitando dentro de mí, fue entrando con lentitud como si estuviera profanando un tesoro largamente codiciado. Me ensartó por completo pues pude comprobar cómo sus testículos golpeaban contra mis hambrientas nalgas.

Nos quedamos quietos como si quisiéramos disfrutar de aquella entrega.

Culparme mí.

Jadeaba como un auténtico animal, tanto era el placer que estaba sintiendo. Eché la cabeza hacia atrás mientras me agarraba con fuerza al borde de la cómoda notando como iba penetrando hasta invadir por completo mi afligida vagina.

¡Me matas! Me matas maldito cabrón, pero no dejes de hacerlo, exclamé mirándole a través del espejo. Mi cara desfigurada gozaba de ese miembro ensartado en mi vientre vaciando sus líquidos seminales, sabía que estaba en mis días de fecundación, pero nada me importaba, si me preñaba bien preñada estaría con ese poderoso semen.

Estos meses sigo trabajando en la panadería… ahora estas mujeres no disimulan el interés en mi miembro y cuando pueden ambas embarazadas igual me llevan a sus respectivas camas donde nos regocijamos de nuestros apareos.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:57) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:24) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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