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DE MARUJA A PUTA

coronelwinston Relato enviado por : coronelwinston el 08/11/2009. Lecturas: 5729

etiquetas relato DE MARUJA A PUTA   Confesiones .
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Resumen
Cansa de hacer la comida a mi marido, lavar su ropa, planchar y demás, me he convertido en puta.


Relato
DE MARUJA A PUTA


Vivo en un 5º piso. Enfrente de mí vivía una pareja que había llegado al bloque hacía apenas seis meses. La forma de ser que tenían ambos, ella y el, ya les había granjeado las simpatías de todos los vecinos. No se si estaban casados o no. Ni me importaba. Sólo sé que vivían juntos. Yo estoy casada desde hace 5 años. Tengo 29 años. Mi marido 34. Esta pareja de enfrente de mi casa, andarían por los 35 de el y los 30 de ella. Al menos eso creía.

Mi marido y Javi se hicieron buenos amigos. Salían a la terraza y charlaban apoyados sobre la barandilla. Cristina, su pareja, era muy sociable. Siempre se estaba riendo. No sabíamos nada de su vida. Eran muy reservados en eso. Mi marido les invitó hace unas semanas a nuestra casa a tomar algo y ellos aceptaron gustosos. No revelaron nada de su pasado ni de su futuro. Sólo su presente. Y ni eso. Pues no nos enteramos ni en que trabajaba el ni de que se ocupaba ella.

Cuando estuvieron en nuestra casa observé con cierto agrado como Javier me complacía con sus miradas y hasta diría que flirteaba conmigo veladamente. Supuse que eran imaginaciones mías y no le di más importancia.

Hace unas semanas, en el mercado, oí una conversación que me dejo pensativa. Dos mujeres hablaban de mis vecinos. Decían que ella se dedicaba a la prostitución y que era mala persona. De el decían que se las entendía con una vecina de otro bloque. No di crédito y se lo conté a mi marido, que sin perder tiempo llamó a Javier y a Cristina a nuestra casa y les refirió lo que yo le había contado que había escuchado en el mercado.

Ellos se rieron todo cuanto quisieron. Nos dijeron que el no tenía líos con ninguna vecina de otro portal, pues llevaban seis meses en el barrio y no conocían a nadie, exceptuando a los vecinos de nuestro bloque y a nosotros. Y Cristina, de prostitucion nada de nada, pues estaba todo el día en casa y por las noches también según corroboraba Javier. Nos reímos y dijimos que estábamos rodeados de cotillos por todos sitios.

Hace unos días, llamé en casa de mi vecina Cristina y ella me abrió la puerta. Me quedé paralizada. Me tomó del brazo y me hizo pasar cerrando la puerta. Llevaba un body negro puesto y unas medias por toda ropa. Al entrar, me explicó que estaba trabajando. Pensé que era una puta y que se dedicaba a la prostitucion. Las mujeres del mercado tenían razón. Ellos nos habían mentido. Como buena maruja lo di por hecho.

Pero no, no estaba trabajando como puta. Estaba trabajando a través de Internet. Me enseñó todo. Me explicó que se vestía así y a través de la Webcam, chateaba con gente, generalmente hombres y jóvenes, y eso le reportaba un buen dinero al mes. Hablábamos de unos 2400 euros cada mes. Preguntándola si Javier sabía algo de eso, me dijo que si. Que el estaba al corriente de lo que hacia. Y que no le importaba. Es más, que había sido idea suya. Me quedé paralizada. Ella misma se encargó de hacerme una demostración allí mismo. Un hombre se puso en contacto con ella y chatearon un buen rato. Luego hablaron a través del micrófono. El la decía cosas obscenas y ella respondía de igual forma. Me violentó mucho aquello, pero también me interesó. La hice más y más preguntas y ella contestaba a todas con naturalidad. E incluso llegó a decirme que alguna vez se había tenido que desnudar para que los sujetos la vieran. Pasé casi toda la mañana con ella en la casa. No hice ni la comida. Quedamos en que no diría nada a mi marido y que al día siguiente iría a su casa otro rato para verla trabajar.

Mi marido se enfadó conmigo porque no había hecho comida. Preparé unos huevos fritos y así saldamos la comida de los cojones, pues mi mente ya estaba puesta única y exclusivamente en lo que acababa de descubrir de mi vecina Cristina.

Al día siguiente volví a su casa y ella me hizo pasar. Estuve tres horas en su casa. La vi actuar ante la cámara y pude comprobar con que facilidad la gente se dejaba el dinero chateando con ella. En esas tres horas, unos 200 euros. No estaba mal. Eso significaba vestidos, zapatos, collares, y todo un sin fin de extras. Ahí empecé a cavilar.

Le dije a mi marido que quería un ordenador. El me lo compró no sin poner pegas. Pusimos Internet. Una tarifa plana. Trasteaba con el ordenador todos los días. E incluso entré en la página de Cristina. Mis 50 euros me costaron. Vi dinero, mucho dinero. Me vi con abrigo nuevo, joyas, zapatos y esas cosas que las mujeres añoramos cuando no andamos bien económicamente. Pero no me atrevía. Y no me atrevía a solicitar ayuda de Cristina, tal vez ella se lo dijera a Javier y este a mi marido y ya teníamos el lío. Yo sería una puta para el. Pero el destino juega malas pasadas.

Estaba con Cristina en su casa y se presentó Javier de imprevisto. Ella estaba como siempre, con el body y las medias. Javier se sorprendió de verme a allí y así lo hizo saber. Le dijimos que había ido a por algo a su casa y que inevitablemente me había enterado de lo que pasaba. Parece que no le dio mucha importancia al tema. Eso si, me pidió discreción. Le dije que no había problema, no diría nada, ni a mi marido ni a nadie. Ahí quedó todo.

Después de que pasaron dos días de aquello, me encontraba en mi casa sóla. Estaba en mi habitación desnuda. Me estaba poniendo un body y unas medias. El body no me quedaba bien, pues yo había adelgazado. Probé un conjunto de sujetador, medias y liguero. Me miraba al espejo cuando una figura reflejada en el me sorprendió por lo inesperado e increíble que parecía.

Pensé que era imaginación pura y dura. Que me lo estaba imaginando. Aquello era imposible. Me miraba al espejo y ya me veía ganándonos un buen dinero chateando con la gente. Tendría que ir al banco y abrir una cuenta sin que mi marido lo supiera. No di importancia a la figura tras de mi y que se reflejaba en el espejo. Era imposible. No podía ser. Era una jugarreta de mi mente. ¿O realmente era real? Enseguida lo supe.

Javier puso una mano encima de mi hombro y casi me desmayo. No podía ser, pero era. Allí estaba Javier, con su traje gris, a mi espalda, tocando mi hombro y diciéndome que no me asustase.

-Pero…como…como…y por donde has entrado….sin hacer ruido.Como…Dije balbuceando palabras.
-Con estas llaves, dijo exhibiendo un llavero en su mano, y a tu segunda pregunta, por la puerta.

Mi marido había entregado nuestra llave a Cristina en respuesta al gesto de ellos de entregarnos la suya, por si estábamos ausentes algún día y pasaba algo en alguna de las dos casas. Mi marido ni se podía imaginar que Javier tomara la llave y entrara en nuestra casa como en la suya propia. Con mis manos cubrí mis pechos ocultos tras mi sujetador y el sonrió llevándose un dedo a los labios en señal de que guardara silencio. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y perdí el control sobre mi mente. En serio lo perdí. Me tranquilizó y me senté en la cama y el se sentó a mi lado. Allí me explicó que Cristina no estaba en su casa y que se había imaginado que estaba en la mía enseñándome lo de la página de Internet, pues él sabia que yo había mostrado interés y que Cristina le había dicho que estaba segura que me gustaría hacer lo que ella hacía. No daba crédito a lo que escuchaba. Había optado por tomar la llave de mi casa y sorprendernos. Pero me había sorprendido a mí. En mi casa, en mi habitación y casi desnuda. No podía imaginar si mi marido entraba por la puerta lo que podía pasar. Se lo dije.

-No te preocupes, tu marido no vendrá hasta esta noche. Me dijo Javier muy seguro.

Tomó el móvil en la mano y marcó el número de teléfono de mi marido. Con no sé bien que excusa, consiguió hablar con el. Le dijo que en ese momento estaba en mi casa, que había bajado a ver si estaba Cristina conmigo, y le pidió alguna herramienta que necesitaba. Luego me pasó el teléfono a mí. Efectivamente me confirmó lo que Javier ya sabía. No vendría hasta la noche. Estaba en Toledo por motivos de su trabajo. Lo que yo ignoraba era que estaba con Cristina. Javier no lo ignoraba, pero yo no lo sabía. Me había pillado en fuera de juego aquella historia.


Todo se desarrolló con rapidez. Me tomó por la barbilla y me dijo que le besara. Yo estaba como atontada por el impacto de la situación. Se acercó a mi boca y me besó. Yo no respondía a nada. Estaba ausente. Pero el me volvió a la realidad. Sus besos fueron haciendo que volviera del mundo en el que me encontraba. No tardó en tocar mis piernas, mis muslos, mis medias, mi culo. Daba órdenes. Yo seguía fuera de lugar pese a estar en mi casa. Me sorprendí a mi misma dejándome hacer. Luego Javier habló.

-Quiero follar contigo. Me dijo muy tranquilamente. Cristina y tu marido están en Toledo. Se han liado. Si no me crees, mira, dijo sacando un Dvd de su traje. Lo puso en el video y lo que vi me derribó encima de la cama.

Cristina y mi marido follando a pelo en la casa de Cristina. En la cama de ellos. De Javier y de Cristina.

-¿Desde cuando pasa esto? Pregunté aturdida.
-Desde hace un mes. Dijo el muy tranquilamente.
-¿Y cómo lo has descubierto?
-No me fío de Cristina. Su trabajo…..me da mala espina. Hace cinco meses instalé en mi habitación una mini cámara. Sospechaba que me podía engañar. Entra mucho dinero en casa. Y he descubierto esta grabación.
-¡Que hijo de puta! Y Cristina……que golfa. No me esperaba esto de ellos.
-Debes saber que tu marido chateaba mucho con ella desde su trabajo. Así debieron hacerse “amigos”.
-¡Que hijo de puta y a mí poniéndome pegas para comprarme el ordenador por la falta de dinero!
-Si. Así es. Ahora…..tú y yo les vamos a pagar de igual forma. Si estás de acuerdo….

Me tiró encima de la cama y se abalanzó sobre mí. Quizás fueron unos minutos en los que estuve ausente, no lo sé. Cuando noté su dedo dentro de mi coño, volví a la realidad. Mis bragas yacían rotas sobre una esquina de la cama. Mi sujetador fue arrancado literalmente de mis pechos. Me tomó por el pelo y arrodillándose encima de la cama, atrajo mi cabeza a su polla. La felación fue larga. A medida que iba chupando aquella barra, más me iba gustando. Ciertamente me apliqué en lamer lo mejor que sabía. La violencia con la que se estaba empleando Javier me gustaba cada vez más y me excitaba como nunca antes me había excitado. Y luego me folló. Y me dejé. Y gocé. Y quise repetir. Y repetimos. Pero con más calma.

Sobre el sillón de nuestro salón, me apliqué en enderezar nuevamente aquel vigoroso miembro. Mi boca iba y venía por toda la longitud de aquella polla. Su glande era una seta amoratada por la congestión de sangre congregada. Me descubrí masturbándome mientras lamía con ahínco. Javier me animaba llamándome puta sin cesar. Daba instrucciones de cómo quería que lamiera su verga. Me humillaba diciéndome que su mujer lo hacía mejor, que mi marido estaría encantado con las mamadas de ella. Eso provocaba en mí una excitación inusual. Se levantó del sillón y me puso a cuatro patas. La palma de su mano se centro en impregnarse de mi flujo. Mi ano no fue obstáculo para que insertara su dedo dentro a la vez que me decía “¿Te gusta esto zorra? ¿Te gusta? ¿A que tu marido no te hace estas cosas?” Y en verdad no me las hacía. Cuando le pareció bien, me puso en pie y me abrazó. Su verga apoyada en mi vientre me rogaba que la diera cabida en mi sexo. Alcé mis piernas hasta sus caderas ayudada por sus manos que me sujetaban con fuerza por las nalgas, y rodeando su cintura con mis piernas, sentí como se incustraba de nuevo dentro de mí. Después de aplicarse en hacerme gozar, y hasta que sus fuerzas le permitieron sostenerme en vilo, me dejó en el suelo. Me colocó de espaldas a el e inclinó mi cuerpo hacia delante. Apoyé mis manos en el brazo del sillón a la vez que separaba mis piernas. Noté su polla dura y caliente, aún mojada de mi flujo, apoyada en el surco de mis nalgas. Ayudado con su mano descendió por la raja de mi culo hasta llegar a mi ano. Allí, con más tiento que efectividad, arrimó su glande y fue empujando lentamente hasta adentrarse una cuarta parte de su longitud. Una vez se hubo alojado hasta la mitad, comenzó a sondear lentamente a la vez que con su mano derecha presionaba sobre mi clítoris. No tardó en sacarla. Roja, irritada, pero dura. Unos movimientos con su mano y las salvas se alojaron en mi espalda. Luego la depositó entre mis glúteos para darla el reposo merecido a la vez que yo me corría.

El CD que me había enseñado, se mantenía dentro del reproductor. Fue su propina. Cuando se hubo marchado descubrí 150 euros sobre la mesa del comedor. Me había pagado como a una puta cualquiera. Cristina volvió de Toledo. Mi marido también. Luego colgué el polvo de el con Cristina en Internet. No dije nada.

Javier no me volvió a visitar. Se han ido del bloque. Después de la discusión que mantuvieron era lo mejor para todos. La gente los señalaba al verlos. Yo lo lamenté, pues guardaba con un buen regusto el recuerdo de aquél polvo que me echó.

Antes de ayer llamé mi marido. Le dije que había descubierto una página “guarra”, que viniera a verla. El acudió como siempre que le llamaba para ver una pagina “guarra”. Pinché un icono que conocía bien y le miré a la cara. Se puso lívido. Las imágenes que descubrió le dejaron hecho polvo. En ellas se veía como follaba con Cristina en su cama. Yo había colgado el video en internet nada más dejar la vivienda mis vecinos. Trató de darme excusas, de pedirme perdón, de rogarme que no lo abandonara. Me dijo que había sido un error, que sucedió sólo una vez. Callé lo que sabía del día de Toledo. Le tranquilicé, le dije que no pasaba nada, que conocía bien a Cristina y que estaba segura que ella se las había ingeniado para provocar aquella situación. Le expliqué que en lo que a mí concernía, aquél asunto estaba olvidado, pues no en vano ellos se habían marchado del barrio. Y el me creyó, aunque con reservas. Me encargué de demostrarle en ese mismo instante que todo iba bien entre nosotros. Le convencí. Era necesario para mi plan. Después de correrle dos veces, el también se convenció.

Esta mañana he recibido la llamada de un tal Ricardo. Naturalmente le he citado en mi casa. Ha acudido presto. Mi tarifa son 150 euros un polvo. Ha sido mi primer polvo como puta. El tal Ricardo gastaba unas medidas que ya las quisiera mi marido para el. Después de follarme como ha querido me ha pagado los 150 y me ha dejado 10 de propina. Empiezo bien. Esta tarde viene otro fulano a visitarme. Otros 150. Y a gozar como una perra.

Estoy tan emocionada que me he decido a escribir esta experiencia en internet para que todos ustedes la compartan. El gilipollas de mi marido no sabe nada. Trabaja doce horas. Menos cuando va a Toledo o a algún que otro lugar. Me he propuesto ganar mucho dinero y follar con todos los hombres que pueda. Como sé que esto no va a poder durar mucho así, ya estoy pensando como hacerlo para separarme del gilipollas. Con mi coño y una buena cuenta en el banco, mis 29 años me van a proporcionar grandes momentos.

Yo era una mujer de la casa. Una maruja cualquiera. Mercado, compras, comida, lavadora, plancha etc.etc. Ahora he encontrado un gran trabajo. Ser puta.

Aceptado de buen grado mi nueva ocupación, sólo me queda una cosa, mandarle a la mierda. Y es que amigos y amigas, donde las dan las toman. Pero a veces nos invitan al postre también. Sin pedirlo.




Coronelwinston

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Comentarios enviados para este relato
Narrador (9 de November de 2009 a las 13:37) dice: En medio de todo, fue una venganza...Pero a ella, le permitió en contrar su verdadera vocación, ya fuera con Javi o con cualquier otro, eventualmente a ella le saldría lo de puta. Muy buena.....

chantajista (8 de November de 2009 a las 20:24) dice: jajajaja..tremendas sorpresas que da la vida, pero que bien por la protagonista, descubrio su lado de puta, excelente historia como siempre mi amigo, gracias por enviarla

CoolVella (19 de November de 2009 a las 20:29) dice: Como viene siendo habitual, mi más sincera felicitación Coronel... Siempre enfoques claros, sencillos... que se hacen querer...

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

lachicaromy (10 de November de 2009 a las 19:28) dice: Dicen que la mujer en casa.....con una pata quebrada. En este caso no sirve, pues sin salir de casa actuaba. Un beso Coronel.


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