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DIARIO A DOS-CAPITULO 18/30-SORPRESAS

coronelwinston Relato enviado por : coronelwinston el 05/01/2010. Lecturas: 4784

etiquetas relato DIARIO A DOS-CAPITULO 18/30-SORPRESAS   Tríos   relatos largos .
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Resumen
Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.


Relato

DIARIO A DOS

Capítulo 18 (Sorpresas)

Junio, jueves 18


Ella no sospechaba nada de lo que había ocurrido en Mula, pero el destino me tenía reservadas unas sorpresas. Pero eso yo no lo sabía en ese momento. Al fin, saqué claro que lo que había pasado en la habitación con Avi atada de pies y manos y cegada su vista, había sido por que yo lo había querido, porque encontré en Juan un colaborador extremo. ¿Pero quién era yo? ¿El que manejaba los hilos o simplemente un enfermo mental obsesivo? Esperaba que todo saliera bien de ahí en adelante. Me juré no volver a hacer semejante barbaridad sin el conocimiento de Avi. Rogué y supliqué a Dios que me diera la paz necesaria para volver a ser yo mismo. Mi personalidad se alejaba de mí y me dejaba tirado.
Mientras tanto, yo había conseguido mi trío, pero a dúo. Avi no lo había vivido. Ciertamente yo la quería de una manera ambigua, pero el tema se me iba de las manos. Que gozara con otro no me importaba lo más mínimo siempre y cuando me proporcionaran esa excitación que me drogaba. Que me anestesiaba junto con el wisky.
Esa confusión de sentimientos me hacía ver que no me importaba que otro la penetrara. Siempre que no me dejara de lado. No era de mi propiedad. Aunque ella si lo creía así. Sólo haciendo las cosas a mi manera, ella se daría cuenta y me comprendería. Pero Avi, mi pequeña Avi, ya no era la misma. Como bien me dijo “Yo tendré que decir algo de vez en cuando”. Y lo dijo.

Extracto del diario de Avi….

Traté de iniciar una conversación que amenazaba con quedarse mústia. Trataba de romper el silencio que nos embargó a las dos después de la juerga sexual que nos acabábamos de correr. Tami, un consolador y yo, acompañada de mi imaginación, fueron lo suficiente para que ambas quedáramos desnudas y nos acariciáramos.

El motivo de desnudarnos fue cosa de Tami. Ella había depilado su pubis y me lo enseñó. Se había rasurado en exceso. Apenas una hilera de vello negro señalaba al punto de su ombligo. Tami había tenido experiencias lésbicas según me contó. Mi sorpresa fue mayúscula. Me dijo que Juan era sabedor de sus andanzas y que no le importaba. Es más, le agradaba. Su recién rasurado pubis era la estrella de la conversación. De ahí que insistiera en que yo le mostrara el mío para comparar. Aún no sé cómo pero me dejé llevar y se lo enseñé. Reconozco lo persuasiva que puede llegar a ser Tami. Siempre pensé que ella y Ron harían buena pareja. El punto y la i.
Sólo tuve que levantar mi falda y bajar mi tanga para que los ojos de Tami se saciaran. Le gustó la forma de mi pubis. Tanto le gustó que no se reprimió y su mano se fue directa a tocarlo. Yo me reí ante tamaña osadía de mi amiga. Cuando retiró la mano de mi pubis fui a subir mi tanga. Tami insistió nuevamente con la mano allá dónde había estado hacía unos segundos. Pero no se limitó a tocar mi vello, esta vez dejó que sus dedos alcanzaran mi raja. Lógicamente yo me retraí ante su tacto. La miré a la cara como interrogándola, extrañada por su actitud. Tami debió pensar que yo estaba excitada al comprobar lo mojada que me encontraba, cosa muy natural en mí, y decidió que era el momento de acariciarme de otra forma. Noté como sus dedos se perdían ahondando cada vez más en mi grieta. En una inspección severa tanteando la longitud de mi raja alcanzaba el clítoris y lo friccionaba con sus dedos. Ambas estábamos de pies en su salón. Con mi tanga bajado hasta mis rodillas y sujetándome la falda en la cintura con ambas manos, notaba como esos dedos finos pugnaban por ahondar más. No dije nada. Dejé que hiciera lo que quisiera. Era mi amiga. Una buena amiga. No quise violentarla. Aparté la mirada y cerré los ojos.


Como si el pasaporte para la masturbación se hubiera sellado ante mi silencio, Tami me obligó a sentarme en el sillón. Ella se sentó mi lado y me miró a los ojos a la vez que volvía con su mano a mi sexo ardiente. Sostuvimos la mirada como en un duelo de poder. Yo fui más débil. El gesto de placer se dibujó en mi rostro y Tamira aprovechó el momento para hacer de mí lo que quiso.
Inició el asalto sacando el tanga por mis pies. Se colocó de rodillas en el suelo enfrente de mí y con sus manos sujetando mis rodillas separó mis piernas. Expuesta totalmente a su antojo, Tamira avanzó al encuentro de mi sexo y con su lengua me colmó a la vez que yo dejaba de analizar lo que estaba ocurriendo.

Envuelta en el deseo que provocaba su lengua dejé que me condujera a su habitación. Mi tanga quedó abandonado sobre el sillón del salón. Sentada en el borde de la cama dejé caer mi espalda sobre el colchón. La lengua tailandesa se posó de nuevo en mi sexo y lamió vorazmente hasta arrancarme los primeros jadeos. Enfervorizada por mi predisposición tal vez, Tamira se desnudó por completo y me quitó la falda.

Yo nunca había tenido una experiencia con otra mujer. Ni lo había imaginado. Ni tampoco lo había deseado jamás. Pero las cosas echan a rodar y a veces no hay quien las frene. Como dos colegialas descubriendo el sexo nos enfrentamos la una a la otra por ver quien acariciaba mejor el sexo enfrentado. Como si aquello no fuera todo lo placentero que deseara Tami, dio una vuelta de tuerca más y sacó del cajón de su mesilla un consolador similar al que me había regalado Ron. Pero la diferencia era sustancial. Este era tremendamente grueso, largo…..y negro. Vagamente me trajo a la cabeza la imagen del pene de Loren.
El juego se prolongó durante una hora. Creí morirme con aquello dentro y la lengua de Tami cebándose en mi clítoris. El orgasmo llegó fulminante. Me dejó sin fuerzas.

Tendidas sobre la cama y mientras Tami se masturbaba para acabar, pues estaba dura de pelar, besé sus pezones con estos labios tan carnosos que dicen que tengo.

-Esto será un secreto para nosotras dos Tami. Ellos no deben saberlo. Ni Juan ni Ron. Y ahora te contaré otro secreto….privado. Quizá te ayude a correrte como yo lo he hecho. El día que estuvimos en vuestra casa, en Murcia, Ron y yo echamos un polvo como nunca lo había echado antes.
-¿En nuestra casa? ¿Cuándo? ¿Cuándo fue eso?
-La noche del juego ese que te inventaste y que sólo tenía por objeto que nos desnudáramos. Dije. Lo pasamos de miedo, aunque acabe un poco mareada. El Champán. Ron hizo lo que quiso conmigo. Dejé que me usara a su antojo.
-¿A que te refieres? Preguntó Tami.
-A nada en particular. Quiero decir que el champán me envalentonó. Le dejé hacer lo que quiso conmigo. Me puse como loca. Me da vergüenza acordarme de aquello Tami. ¡Claro que después de esto!, pero me sentí como una puta en sus manos.
-¿Y que te hizo? ¿Lo mismo que hemos hecho ahora? Preguntó Tami
-Más o menos. Me lamió como nunca antes lo había hecho. Y luego……me folló con un ardor y una rabia digna de recordar.
-¿No te pregunto por Juan? Me preguntó Tami que ya había abandonado su sexo.
-¿En que sentido? Dije.
-¿No te preguntó que si habías visto la polla de Juan?
-Si. Si. Le dije que una vez aquí en tu casa vi una foto de cuando estuvisteis en una playa. Contesté extrañada. ¿Por qué me preguntas eso?
-¿Y no te dijo nada más acerca de la polla de mi marido?
-Bueno me dijo que imaginara cosas, para excitarse él, creo yo. ¿Por qué me haces estas preguntas?

Tami se había puesto algo tensa. Se lo noté de inmediato. Acarició mi vientre con la palma de su mano y observé que ya había dejado de masturbarse. Su rostro dibujaba nervios y gravedad.

-Tienes un cuerpo muy lindo. Me dijo Tami evadiendo mi pregunta o su respuesta.
-Muchas gracias. No deberíamos haber hecho esto. Yo no soy lesbiana.
-Lo sé Avi. Yo tampoco. ¿Pero te lo has pasado bien, no?
-Desde luego Tami. Nunca había tenido algo así con una mujer. Ni lo había imaginado.
-Nunca es tarde Avi. Dicen que todos los días al acostarnos lo hacemos sabiendo algo nuevo, algo más.
-¡Pues sí! Nunca había hecho algo parecido. Dije. Comprendo a todo el mundo, cada uno es muy libre de gozar el sexo como quiera Tami, pero yo no soy lesbiana. Me gustan los hombres. ¿Tú eres bisex?
-No mujer, ha sido una travesura. Aunque no es la primera vez que hago algo así. Debo suponer que sí soy bisexual. No sé. Tus pechos son firmes, tu piel lisa y sin estrías y tienes un aire de madurez hermoso. Me has atraído siempre. Me gustaría ser como tú físicamente. Dijo ella. Siempre te he envidiado.
-¿Aire de madurez hermoso? ¡Que cursi Tami!
-Si, quiero decir, que la madurez, hace bella a la gente. Como tú.
-Bueno un poco madura si me considero. Dije. Aunque no sé, llevo una racha…..no se yo eso de la madurez.
-¿Tan madura como para acostarte con Juan?
-¿Qué tipo de pregunta es esa Tami? ¡Tú si que estas hecha polvo! No me extraña que tengas un vibrador. ¡Qué preguntas! ¿A qué viene eso ahora? Pregunté tal vez exagerando más la sorpresa que acababa de recibir.
-La que es. Es una simple pregunta Avi. No debes molestarte conmigo. Conmigo no, tal vez con alguien, pero conmigo no. Pero respóndeme ¿Te gustaría follar con Juan?
-¡Tami, por dios! ¿Qué es lo que te pasa?
-A mí nada. Simplemente me gustaría saber si estarías dispuesta a acostarte con Juan. Estamos desnudas encima de mi cama, acabas de correrte con mi boca y esta polla, dijo señalando la verga abandonada a un lado de la cama, y ahora quiero saber si te apetece mi marido.
-¡No me lo puedo creer Tami! ¡Qué cosas se te ocurren! Una cosa es lo que hemos hecho. Hemos jugado al sexo un rato como dos tontas, pero otra cosa es lo que me estas diciendo. Ya sé que tú eres muy liberal, lo sé, pero Tami…..eres como Ron. Te revelaré una cosa. El también me ha preguntado en nuestros juegos de excitación si me gustaría que lo hiciera con tu marido.
-Contéstame. ¿Te gustaría? No digo que lo hicieras, simplemente quiero saber si te gustaría que su poderoso pene te penetrara.
-No Tami, no. No se que pretendes con esto, pero no te voy a decir nada.
-Imagina que no es mi marido, ¿Te acostarías con él?, por que él si se acostaría contigo.
-¿Qué dices? ¿Qué él se acostaría conmigo?
-Si. Me lo ha dicho.....y más cosas.
-Pero, pero ¿Cómo que te lo ha dicho? ¿A santo de qué te ha dicho eso? Dije ofuscándome notoriamente.
-De hecho, ya te ha follado y le quedó un buen sabor de…..boca.
-¿Qué...qué...que quieres decir? ¿Qué estás diciendo? Pregunté a la vez que me sentaba en la cama y la miraba alucinada.
-Si. Su polla ya ha entrado en tu cuerpo una vez. Al menos. Me dijo ante mi asombro.
-¿Te has tomado algo que me he perdido Tami? ¿Te encuentras bien?
-Me encuentro de maravilla. Y si me hubiera corrido aún estaría mejor.
-¿Y cuando he tenido su polla dentro de mi cuerpo? Pregunté con ironía suponiendo que era una broma.
-Bueno ese asunto es...........Tami se interrumpió.
-Hola, hola. ¡Si tenemos visita!, ¿Qué tal, Avi? Dijo Juan a la vez que irrumpía en la habitación de ellos.

Juan había llegado a su casa. Era su casa. Tal vez no esperaba encontrarse allí conmigo y menos de esa guisa. Pero era lo que había. Tragó saliva, carraspeó con su garganta y esbozó una pregunta.
Me puse pálida. El encanto se había esfumado. El recuerdo de la corrida que había sentido desapareció. Mi desnudez sobre su cama, con Tami a mi lado…..me dejó bloqueada. A duras penas junté mis piernas y tapé mis pechos con mis brazos.

-¿Es lo que estoy imaginando? Preguntó Juan sonriendo.
-Si. Dijo Tami sin moverse de la cama.
-¡Caray!, menuda sorpresa. Dijo Juan.
-He sido yo la que ha tenido la idea. Dijo Tami a la vez que le besaba en los labios.
-Muy bien, muy bien.....es vuestro problema, no el mío. ¿Y qué, ya habéis terminado o me marcho para que terminéis? Dijo Juan ante mi asombro.
-Estamos en un descanso. Dijo Tami. Has asustado a Avi, mírala, no reacciona. Se ha quedado hecha polvo.
-No, por favor Avi. No te preocupes, no pasa nada. Siento haber irrumpido de esta forma. Encontré esto en el sillón del salón. Dijo exhibiendo mi tanga. Supuse que Tami estaba esperándome. ¿Os traigo algo de beber?
-Si, tráenos algo. Dijo Tami. Nos hará falta.
-¿Qué? Pregunto Juan.
-Lo que quieras.

Juan regresó de inmediato con tres vasos llenos de hielo y un licor alimonado que estaba muy bueno. Yo seguía sin reaccionar. Mi cara enrojecida por completo. Mis brazos y mis piernas anudando mi cuerpo sobre la cama. No atinaba ni a tomar mis ropas para vestirme.

-¡Qué fuerte!, ¡Qué fuerte! Repetí una y otra vez.
-No te preocupes Avi. Tami ya me ha dado alguna sorpresa de estas. En realidad he venido antes de lo previsto, he cancelado una cita que tenía. Bueno yo no, ha sido el representante de telas quien lo ha hecho, y he dicho, pues hala, a casa a ver a Tamira. A ver si me hace alguna gracia. Pero he llegado tarde. Dijo Juan sonriendo y disimulando su estupor y su sorpresa por tan agradable encuentro.

Juan se sentó en la cama al lado de las dos, encendió un cigarro a la vez que nos ofreció uno a cada una. Lo tomé nerviosamente y aspiré el humo buscando una calma que no sentía. Tuve que separar mi brazo del pecho para tomar el cigarro, dejando este al descubierto. Juan lo observó. Vi como su vista se clavaba en mi pecho. Yo no ignoraba por qué. Sabía que me miraba de una manera especial. Le gustaba. Le atraía.

-¿De que hablábais? Dijo mirando nuestros cuerpos desnudos.
-De ti. Contestó Tami.
-¿De mí? Pregunto él.
-Si. De tu pene.
-¡Joder, que conversación!, de mi pene. ¿Y bien o mal? Preguntó tratándo de demostrar una serenidad que no sentía.
-Bien. La estaba contando a Avi que tu polla ya había visitado su cuerpo en una ocasión. Pero has llegado y me has interrumpido. Ahora te tocará a ti contárselo. Tendrás que explicarla cómo follaste con ella en Murcia.

Definitivamente me estaban gastando una broma. No podía ser de otra forma. Pero la vida te da sorpresas. Y a mí me esperaba una muy gorda.

Juan se puso visiblemente nervioso. Tami le puso una mano en la espalda y le dio ánimos. Lógicamente comprendí por la cara de Juan y de Tami, que algo estaba a punto de suceder. Pero no imaginaba qué. Sospechaba que algo gordo pululaba por las mentes de los dos. Tomé el vaso que Juan nos había traído y bebí un sorbo. Mis pechos quedaron a la vista de el y ya no me ocupé en cubrírmelos más. Mi preocupación era otra.

-A ver si lo entiendo bien, ¿Yo he follado con Juan en Murciaaaaa? Dije alargando la “a”, ¿O me estáis gastando una broma de mal gusto?
-Si. Respondió Tami.
-Alucinas Tami. Dije esbozando una sonrisa nerviosa.

Presentía algo malo. Algo que me iba a impactar. Sus caras demostraban la gravedad del asunto. Traté de ser lo más fría que pude. Eran mis amigos. Sé que siempre me han querido bien.

-No, no. El te ha follado. Díselo tú Juan.
-Veras Avi, Imagínate que cuando estábamos en Mula…comenzó a decir Juan hasta que le interrumpí.
-¡Ah, que me imagine! Eso esta bien. Sigue. Dije recobrándome poco a poco de la sorpresa inicial.
-Bueno pues cuando estuvisteis con nosotros en Murcia…Ron y tú......., no así no. Así no puedo..
-Cuéntale la verdad, como me la contaste a mí. Instó Tami.
-Espera...espera...que... ¿Qué es lo que me tienes que decir que tanto te cuesta? Pregunté al borde de un ataque de nervios.
-Bueno, es que Ron me amenazó si lo contaba y no sé. No me atrevo. ¡Es muy fuerte Avi! Tendrás que sacar fuerzas y perdonar…..
-¿Qué te amenazó? ¿Cuándo te amenazó? ¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa por Dios? ¡Contármelo ya o me va a dar algo! Me estoy mareando, dime que pasa. No soporto más. Últimamente me mareo cuando algo me sobrecoge. Dije recordando el mareo que sufrí en Rastros.

Juan se apoyó en el cabecero de la cama y empezó su relato.

-Cuando estuvimos en Mula, después de acostarnos los cuatro, Tami estaba un poco pasada ¿Recuerdas?...
-Si. Sigue. ¿Qué pasa?
-… después de jugar a las prendas o lo que fuera eso, y debido al calor, yo me levanté. No podía dormir. Tami ya se había dormido victima de su borrachera. Me senté en el salón a fumar y a tomarme algo. En esas entremedias, apareció Ron, desnudo. Y muy excitado. Tanto que no tuve más remedio que fijarme en ello.
-¿Y? Pregunté desencajada.
-Me dijo que iba a mear, que estaba follando contigo. Se sentó a fumar un cigarro conmigo y me preguntó por Tami. Le dije que estaba dormida. Me preguntó si habíamos follado. Le dije que no. Se extrañó de verme allí… sólo. Cuando le bajó la erección le dije que se fuera a mear, que te ibas a escapar, refiriéndome a que te ibas a dormir. Me dijo que no te escaparías de allí, que te tenía atada.
-¡No me lo puedo creer! ¡Que fuerte! Ron contando confidencias. Atiné a decir.
-Bueno el caso es que me lo dijo. Se fue a buscar champán a la cocina.
-Si. Eso me dijo a mí. Afirmé intrigada y nerviosa. Cada vez más. A cada palabra aumentaba mi nerviosismo y una tiritera comenzó a vislumbrarse en todo mi cuerpo, en especial en las manos.
-Bien, al volver, se fumó otro cigarro, y cuando se iba se giró en redondo y me preguntó si quería follar contigo. Me quedé alucinado. Como si me hubieran golpeado la cabeza. Pensé que estaba….
-¿Qué te preguntó que......?
-Si, eso me dijo. Me contó que estabas atada. Que yo te gustaba, que no habías quitado ojo a mi bulto en toda la noche cuando estuvimos jugando a las prendas y nos quedamos en slip y vosotras en bragas... Y que el sabía que tú a mi me gustabas también. Me aseguró que no sabrías nada, que estabas atada y con los ojos vendados, que no te darías cuenta de quien te follaba. Que yo no tenía que abrir la boca para nada, que el me indicaría lo que debía hacer y el momento en que debería hacerlo. Yo dudé. Pero al fin me decidí y fuimos a tu habitación. Estábamos algo borrachos Avi. Y no lo digo en mi descarga. No sé. Lo hice. Fui con él a vuestra habitación. No era consciente de lo que hacía. De verdad Avi. Allí estabas tú....... Volvió a beber.....desnuda y atada a la cama de pies y manos. Con los ojos vendados. ……

Yo estaba a punto de desmayarme.

-¡Cabrón! Exclamé.
-……El te hablaba y te decía que pensaras en mi polla, te sacaba frases como que yo te gustaba, que si estarías dispuesta a acostarte conmigo, ¡Qué se yo! Lo demás imagínatelo.
-No. No me imagino nada. Cuéntame que es lo que pasó. Dije muy excitada.
-Bueno, pues eso, yo te hacia cosas y el hablaba.
-¿Cómo que me hacías cosas y el hablaba? ¿Qué cosas?
-Cosas. Lo que se hace en estos casos. Dijo un Juan aturdido.
-Pero... ¿Qué cosas? Y ¿Quién me las hacía?
-El me dijo que te lamiera ahí abajo. Dijo señalando con la vista mi entrepierna.
-¿Y lo hiciste? Pregunté.
-Si.
-¡Joder!, ¡Joder! Juan….Tami…. ¿Que me estáis contando? Por Dios. Decirme que es una broma….
-Y te toqué los pechos siguiendo sus órdenes.
-¡Joder, no me lo puedo creer! ¿Y no me di cuenta?, ¡No me lo puedo creer! ¡Sois unos cabrones!
-Si, te besé todo el cuerpo, tus pezones, tus pechos, tus muslos....tus...,
-No hace falta que nos relates hasta el mínimo detalle Juan. Te emocionas. Replicó Tami que había permanecido en silencio y mirándome fijamente.
-¿Y también me follaste, no? Pregunté muy nerviosa y exaltada.
-Si.
-¡Joder, joder! Madre mía. ¡Ron que me has hecho! Dije llevándome las manos a la cara y escondiéndola tras ellas.
-Si, primero Ron fue el que te lo hizo. Luego el se alejó de tí. Yo le sustituí mientras el se hacia una paja y te besaba.
-O sea….no puede ser…Juan…dime que no es verdad….
-Si Avi, siento decirlo así. Pero sucedió tal como te lo cuento. La amistad me obliga a ser tan sumamente duro y sincero. No se lo iba a contar a nadie. Y menos a ti.
-Pero yo….yo……me corrí joder…. ¿Con quien? ¿Con quien lo hice?
-Conmigo. Dijo Juan muy sereno.
-O sea, ¿Qué quien se corrió dentro de mí, fuiste tú?
-Si. Ron me dijo que tomabas la píldora, que no había problema. Luego, cuando terminamos, me fui.
-¡Hijos de puta!

Me quedé gilipollas. No sabía si había escuchado algo o era mi mente que lo imaginaba. Alucinaba. Juan me estaba dando demasiados detalles. No obstante, pensé que tal vez Ron se lo hubiera contado. Trataba de ordenar las confesiones en mi mente sin resultado alguno. Todo en segundos. Por suerte Juan me sacó de aquél estado. Su voz agradable y suave me devolvió a la habitación de ellos.

-¿Qué piensas Avi? Di algo por favor. Me rogó Juan. No quería que lo supiera nadie, pero en un momento de debilidad se lo conté a Tami y entre los dos decidímos que tú debías saberlo. No podría volver a mirarte a la cara si no te lo contaba.
-Nada. No pienso nada. ¿Pero cómo te atreviste en mi propia habitación y con Tami allí?
-No Avi, eso no es así. ¿Cómo se atrevió tu marido?, sería mejor verlo así ¿No? Dijo Tami. No culpes del todo a Juan. Ambos lo hicieron mal, pero Ron fue quien provocó aquello. Ron abusó de ti….y de Juan.
-Ya. Supongo que tienes razón. Pero, y tú Juan, ¿Qué ocurrencia? ¿En qué pensabas? ¿En qué pensabais los dos? Ron. Ron. Ron. Joder. ¡Joder que fuerte! ¡Por Dios que atrevimiento! ¡Y yo sin saber nada de esto! ¡Sin darme cuenta de nada! Y….confiando en Ron.
-Estábamos todos un poco bebidillos. Eso fue. Siento que te hayas enterado pero te lo tenía que contar alguien. Tami, Ron o yo. No es justo que lo ignores. Ahora, a pesar de tu disgusto, me siento más tranquilo. Sólo te rogaría que no comentes con Ron esta historia. A el le conocemos menos que a ti. Quien de verdad nos importa eres tú. Tú eres nuestra amiga. Yo perdí la cabeza y me arrepiento de todo Avi. Espero que puedas perdonar mi atrevimiento y mi falta de sentimientos. Tami ya lo ha hecho. No tengo excusa ni justificación. Ni siquiera que había bebido. A una amiga no se le hace eso. Me ví allí sólo y Ron se presentó delante de mí, desnudo, excitado…..me dejé llevar. Comprendo tu disgusto…. ¡Qué te puedo decir!

Yo estaba conmocionada. Traté de serenarme como pude. Sin saber si había entendido y asimilado todo cuanto me había revelado Juan delante de Tami, opté por hablar. Al menos pensaría menos.

-¡Qué atrevimiento! ¡Si al menos no me hubiera engañado….no sé que pensar! Bebí otro sorbo de licor. ¡Claro, después de eso, cuando me desató, me dijo que pensara que me podías haber follado tú! Yo le llamé “salido”. No paró de hablarme de dos tíos para mí……pero eso es otra historia. Dije con amargura.
-¿Dos tíos? Preguntó Juan.
-Si. El quiere que hagamos un trío. Dice que le pone verme con otro. ¡Joder no me lo puedo creer!
-Y debe ser verdad. A juzgar por lo del otro día, parece que….no sé….le falta un punto. Dijo Juan. A mí también me dijo algo de eso. En realidad nos faltó un punto a los dos.
-Si, yo también lo creo. Bueno yo lo sé. Ciertamente noto cosas raras en Ron. Desde que empezó con esto está cambiado. Os contaré algo.

Así fue como conté con pelos y señales a mis amigos como Ron había tenido un sueño y ese sueño nos había llevado a la cama donde me encontraba sentada. Les conté todo. Sin excesivos detalles. Pero lo esencial, incluido lo de Zusko, quedó expuesto para su conocimiento. Y lo mejor fue que no me dio vergüenza hacerlo.

Tami trató de echar una mano a Ron. “Abogados de causas perdidas” pensé. Doble juego. Juan permaneció con la boca abierta mientras yo relataba nuestra historia. Tamira asentía con la cabeza de vez en cuando y miraba a Juan. Si Tami no se sorprendió mucho de lo que contaba, pues conocía a Ron y este no era especialmente santo de su devoción, Juan flipaba.


-Es un verdadero señor del sexo. ¡Hace falta valor! Me sorprende la actitud de tu marido Avi. Ya te he dicho que...
-¿Ah sí? Pregunté. ¿Un señor del sexo? Es un gilipollas, un cabrón y un hijo de puta.
-Si. Ha soportado una buena prueba. Me replicó ella. Aunque supongo, según nos cuentas, que ambos lo queríais así.
-Ron me ha violado. Le he dado mi confianza y el me ha engañado Tami. Todo estaba hablado. Y muy hablado. Llevamos muchos meses con esto. ¡Fijaros lo que os he contado! Hice lo del tipo del sex-shop por y para el. Para que lo viera. Y ahora me entero de esto….y yo confiaba en el. Creía que juntos….
-Busca la parte positiva del caso Avi. Tal vez lo que pasó en Mula sea una más de las cosas que desea experimentar Ron. Dijo Tami.
-¡Pero no conmigo Tami! De esa forma no. ¡No me he negado a nada! Le dije que haríamos un trío cuando llegara el momento. Lo haré. Lo he pensado y lo tengo claro. A mí también me gusta lo que hacemos. Bueno, me gustaba. Yo le quiero. Demasiado tal vez. Pero esto que ha hecho……no….esto no puede…
-¡Divorciarte! Exclamó Tami. ¿Acaso estás pensando eso?
-¡Ah, claro la liberal!
-No Avi. Soy liberal y puedo entender muchas cosas de las que nos has contado. Si ya lo tenías hablado….aunque es cierto que Ron….! Tal vez le pase algo!
-Algo le pasa, no lo dudo. Pero esto es muy grave, no por lo sucedido, que también lo es, si no por la forma.
-¡Si está tan loco como parece divórciate o déjale una temporada! Separaros un tiempo para pensar. Dijo Tami.
-No es para tanto. Yo también quiero hacer las cosas que hacemos. Pero te aseguro que voy a tener una conversación muy seria con el.
-Te ruego por lo que mas quieras Avi, que no le digas a Ron nada de lo que te he contado. No se que podría pasar. Me lo advirtió. Dejaríamos de ser amigos…..los cuatro. Y perder tu amistad, me dolería, nos dolería mucho. Nos conocemos desde niños. Dijo Juan.
-No. No se lo diré en atención a vosotros. Por el momento. Habrá de soportar otras pruebas antes. Tranquilo Juan, no sabrá nada. Ya que lo hizo de esa forma……me alegro que fueras tú y no un desconocido.
-¿Qué quieres decir? Preguntó Juan como el chiquillo al que anuncian que ha ganado un premio y no sabe cual es.
-Que me alegro que fueras tú y no otro quien acompañó a Ron la noche de autos. ¡Imaginaos por un momento que eso ocurre…..en un hotel y sale de la habitación a buscar a alguien…..o qué se yo dónde podría haber pasado una situación como esa! A veces pienso que está obsesionado. ¡Está loco!
-No debía habértelo contado. Dijo Juan. Pero yo no oculto nada a Tami, y esto no lo he podido callar. Me remordía la conciencia. Nosotros somos lo suficientemente liberales y estamos por encima de ciertas cosas, pero tratándose de ti….
-Oh, si. Habéis hecho bien. Ahora sé que cartas tengo que jugar. Yo quiero mucho a Ron y no me voy a separar de él por esto, pero a partir de ahora, seremos más honestos los dos. Dije con ironía.
-¿Qué quieres decir? Preguntó Tami.
-Nada, nada. Yo haré como que no se nada y vosotros lo mismo. Ahora yo haré las cosas a mi manera. ¡Se quiere excitar, pues se va a excitar de lo lindo! Yo me voy a encargar de su excitación.
-¿Puedo preguntarte algo Avi? Dijo Tami., Una pregunta muy directa, y espero una respuesta franca. Un si o un no. No más. No lo soportaría.
-Adelante Tami. Sólo espero que no me desveles algo más. Te has puesto muy solemne.

Y había motivos para ello.


- Estamos, estamos…..bueno…desnudas… ¿Quieres que estemos con Juan las dos a la vez?


Me quedé en silencio. Había escuchado bien. No había dudas. La proposición de Tami era clara como bien me dijo. Exigía una respuesta clara también. Un tiempo sin referencias me silenció. Pensé en el tan añorado trío deseado por Ron. Sonreí en mi interior. Yo sin buscarlo, lo tenía al alcance de la mano. Suspiré. Miré a Juan y después a Tami. Pregunté algo que sobraba preguntar.

-¿Haciendo sexo? ¿Un trío?
-Si. Respondió Tami. Aquí y ahora. Los tres. Yo…..yo aún no me he corrido.

Otro silencio largo. Noté cómo se me hinchaba el sexo. Hacía un buen rato que me había corrido con la boca de mi amiga. La oportunidad de sentir a Juan dentro de mí me excitó de nuevo. Nunca lo hubiera pensado. Ron tuvo la culpa de todo. Hubiéramos podido hacer un intercambio de parejas en Murcia de habernos sincerado. Ron siempre se negó a tenerlos en cuenta. Eran nuestros amigos según el.

-¿Lo que me propones es que nos acostemos con tu marido las dos?
-Exacto. No puedo andarme con rodeos. No sé. Tú sabes como soy. Clara y boba.
-Ya. Doy por sentado que tú quieres Juan….

El no respondió. No hacía falta. Estaba claro. Yo era el objeto que ellos necesitaban.

-Si. Hagámoslo. ¿Por qué no? Dije por toda respuesta. Amargamente lo digo, no me siento exclusiva de nadie. Ya no. Ron se perderá mi primer trío.

Me eché en los brazos de Juan. Este era otro Juan. No era el Juan de Rastros. Tami se unió a nuestro abrazo y entre las dos le despojamos de sus ropas. Su pene flácido nos enseñó las miserias de los hombres. Tami me acariciaba el pecho. Juan la espalda. Yo albergaba en mis manos ese pene dormido que despertaba por segundos. Me quedé en el medio de ambos. Juan se apoyó con su espalda en el cabecero de la cama. Cuando me aseguré que su verga estaba dura, me arrodillé delante de el y abracé con mis labios aquella seta arrogante. Sujeta por mi mano descendí con mi boca a sus testículos y lamí lentamente provocando los primeros jadeos de Juan. Tami se sitúo a mi lado y besaba en los labios a su marido a la vez que era lamido por mí. Juan alcanzó la raja de Tami e introdujo sus dedos en tan caliente cueva. Tami exteriorizaba sus placeres. Abriendo sus piernas, ella se situó encima de su marido. Tomó el pene en la mano y lo paseó por su grieta una y mil veces rozándose el clítoris a la vez que yo besaba la espalda de mi amiga y acariciaba sus pechos con mis manos. Me cedió el lugar. Imité sus movimientos. Con el pene en mi mano limpié mi clítoris en un ir y venir lleno de deseo. La hinchazón de su verga era patente. Clamaba por verter los líquidos de la extenuación. El grosor de su polla era excepcional. Juan me frenó sujetándome la mano. Me tomó con ambas manos por las caderas y me acercó más a su pecho. Sentada con mi raja en su vientre me besó en los labios. Nuestras salivas se mezclaron con alborozo. Sentí algo raro. Desvalida por la confesión, me emocionó ese beso de Juan.

Aquella polla que yo había tenido dentro de mi ser en Murcia se aproximó a mi coño. La mano de Tami la acercaba a la entrada. Ella misma empujó el miembro de su marido y este quedó alojado dentro de mi cuerpo. Aquella bala de fuego abrasó mis entrañas. Cabalgué lentamente para adaptar la pieza al hueco. Juan me frenaba de vez en cuando. Supuse que estaba a punto de eyacular. El seguía sentado en la cama con su espalda apoyada sobre el cabecero. Yo abrazaba su cuerpo con mis rodillas hincadas en el colchón. Mis nalgas se levantaban y caían para saciarse de la entrada del falo. La cabeza de Tami se introdujo entre los dos cuerpos y cuando no besaba a su marido en la boca, lamía mis pezones y besaba mis labios.


Saciado de sondear mi cuerpo con su verga, Juan me privó de la lanza vigorosa. Observé como su mujer era ahora el centro de atención de su cuerpo. Ella se dejó caer encima de la cama y el ofreció aquella polla a la boca que abierta esperaba para limpiarla de mis flujos. En un instinto de valentía me agaché entre las piernas de Tami y lamí su raja recién depilada. Me sorprendí de la rapidez con la que acudió el orgasmo al cuerpo de mi amiga. Se desprendió del pene de Juan y gritó poseída por el placer.

El nivel de aguante de Juan era sorprendente. El control de su eyaculación era inimitable. Saciada Tami con mi boca, Juan se giró hacia mí y me ayudó a incorporarme. Me dejó caer en la cama. A lo ancho del colchón. Se bajó de la cama y se situó cara a mí. Tomó mis pantorrillas en sus manos y separó mis piernas. De pies en el suelo, se introdujo entre mis muslos. Sujetó mis manos con las suyas y ambos las apoyamos en el colchón. Observé la imagen que ofrecía Juan. De pies, entre mis piernas con su tranca henchida y apuntando al techo de aquella habitación. Se inclinó hacia mi cuerpo y ese hermoso falo se deslizó dentro de mí por última vez. Las arremetidas acompañadas de gemidos movían mi cuerpo. Mis pechos acariciados por Tami sentían la presión de sus manos. Sin referencias de tiempo sentí como las salvas de semen golpeaban mi interior a la vez que una sacudida se apoderaba de mi cuerpo.

La presión de mis muñecas se aflojó. El cuerpo de Juan se dejó caer sobre el mío. La boca de Tami se acercó a la mía y con su lengua recogió la saliva que me había salido por la comisura de mis labios. El monstruo sexual se unió con el contácto de nuestras pieles. El calor de nuestros cuerpos se confundió.



Lentamente y mientras cambiábamos alguna palabra de agradecimiento mutuo nos fuimos vistiendo. Yo abandoné su casa. Juan me llevó hasta la mía. Vivíamos cerca los unos de los otros. Tami no quiso acompañarnos. Era muy digna, seguro que pensó. “Si Avi quiere algo de Juan y Juan quiere dárselo a sólas, no seré yo quien lo impida”. Confiaba en su hombre. No pasó nada. Nos despedimos en la puerta de mi chalet, dentro del coche, con un beso en los labios. Al terminar aquella tarde había puesto los cuernos a Ron por segunda vez en poco tiempo. Pero esta vez si fui plenamente consciente de lo que hacía. Había participado en un trío sin el. Dos mujeres para un hombre. Había tenido mi primera experiencia lésbica con mi gran amiga Tami.

Ron había regalado mi cuerpo a una persona equivocada. Tenía la lengua tan larga como su imaginación y su osadía. Ese fue el error de Ron. No lo que hizo aquella noche conmigo cuando me ató a la cama. Eso estuvo bien. Demasiado bien. Resultado incluido. Pero me engañó.

La decisión se apoderó de mí como un virus que se presenta sin avisar. No sientes nada y al momento lo sientes. Cuando me dirigía a la casa de Tami mis sentimientos hacia mi marido eran claros. Nadie podía ponerlos en duda. A la vuelta de aquella tarde, me cuestionaba todo. Ron me había engañado. Había violado mi mente y eso no lo podía permitir. Acostarme con otros estaba superado. Además me gustaba. Pero en mi fuero interno quería y había decidido hacer las cosas junto a Ron. Eso había impedido que yo volviera por el local de Zusko. El me había arrastrado a un mundo al que yo jamás pensé pertenecer. Voluntariamente me dejé llevar y guiar por el. Creía que habíamos comenzado un camino en nuestra vida. Comencé a pensar que Ron no me quería tanto como me decía, que me utilizaba para saciar sus necesidades. No podía evitar pensar que ya se había cansado de mí. Analizaba el polvo con Zusko cuando él estuvo presente viendo aquello. Tal vez en ese momento Ron dejó de verme como su mujer y su pequeña Avi. Tal vez ahí comenzó a dejar de quererme. Yo que estaba abierta a sus juegos…..y él me traicionaba de esa manera. Con mis amigos. Con Juan. En su casa y aprovechando que yo confiaba en él. Nunca se lo perdonaría. La osadía de Ron era una losa en nuestra relación. Me embargó la desconfianza, el engaño y un odio reprimido hacia mi marido por lo que me había hecho. Dejé de admirarle.

Puede que yo me equivocara al dejarme insertar en aquél juego de Ron. Puede que yo no fuera tan madura como Tami me veía e incluso yo me creía. Puede que en mi matrimonio yo hubiera puesto más. Demasiadas dudas. Sólo había algo claro en mi mente. Mi marido me había usado y yo quería usar mi cuerpo. Ya nada importaba. Un sentimiento de despreocupación se instaló en mí.


Decidí jugar con Ron. A veces no decímos las cosas con la claridad que debiéramos por no herir al otro, sólo cuando los sentimientos de traición te abordan es cuando perdemos ese celo y damos paso al dolor. Y también había decidido abrirme al sexo con descaro, a las nuevas experiencias que quería probar Ron, a no vedarme a mis caprichos, que no a los suyos. La experiencia con Tami fue interesante. Ya lo creo. Al principio yo no estaba por la labor, pero la seguridad con la que ella se manejaba hizo el resto. No me arrepiento de lo que pasó ni con ella ni con su marido. Juan sabía follar. Me folló bien. Además, me gustaba. Valoro muy mucho la actitud de Tamira. Ella permitió e incluso participó en algo difícil de digerir. Pero Tami es así. Sincera. Todo lo hace con agrado y con ganas. Y es una ferviente sirvienta del sexo. Quiere a Juan. No hay duda. Si no, no le hubiera perdonado que me follara en su casa mientras ella estaba borracha y durmiendo. Tal vez Ron piense igual que Tamira. Tal vez sean semejantes. ¡Qué se yo! Yo, mientras escribo estas líneas, sigo pensando en el polvo con Juan. Sólo fue sexo. Seguro. Aunque sentí algo especial hacia el. Pero siempre he sentido algo por ese amigo. Ron y sus locuras amenazan con volverme loca. Pero….a pesar de todo, algo tengo claro ¡Cada día siento más ganas de follar!


Continuará……


Coronelwinston




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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:25) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:58) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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