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DIARIO DE UN JOVEN SALIDO (15)

Relato enviado por : xoel el 23/04/2008. Lecturas: 4417

etiquetas relato DIARIO DE UN JOVEN SALIDO  (15) .
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Resumen
Una competición de natación se convierte en una competición sexual: a mi madre se la follan todo mi equipo, entrenador incluído.


Relato
Querido diario:

Llegó el día del campeonato regional de natación. Habíamos pasado el equipo una dura semana de entrenamientos pues nuestro club tenía muchas posibilidades de alzarse con el título, y el entrenador (un prestigioso ex-olímpico) se jugaba la renovación de su contrato y así poder continar ejerciendo en nuestro país; de lo contrario tendría que retornar a su Rusia natal, donde no tenía trabajo y además lo perseguía una mafia. Durante la semana previa a la final, para garantizar nuestro buen estado de forma física, el entrenador nos había impuesto unos durísimos ejercicios, una alimentación sana, unos suplementos diéticos de caballo ... y la prohibición de pajearnos, seguramente lo que peor llevábabos unos adolestentes en plena efervescencia sexual.

Aguanté como pude la penitencia, a base de renunciar a mis revistas porno y a no entrar en las páginas calientes de internet. Así llegué, con los huevos a reventar, al día señalado. Mis padres y mi hermana irían a verme y a animar a mi equipo; yo, como debía estar con dos horas de antelación en la piscina, me fui por mi cuenta. Cogí mi equipamiento y monté en el autobús que habría de dejarme en las instalaciones deportivas.

El autobús iba repleto de gente. A duras penas logré entrar y al poco me encontraba como sardina en lata entre una mujer gorda que rondaba la cuarentena y su linda hija de unos trece años de edad. La (mala) fortuna hizo que mi cuerpo se encontrase entre ambas. La chica me daba su culo redondeado y prieto, con unos ajustadísimos jeans. La mamá oronda y sudorosa me apretaba por detrás por lo que me obligaba a rozarme con la muchacha, lo que se tradujo en la erección inmediata de mi poronga. La mamá me clavaba sus tetazas en la espalda, como disfrutando del cuerpo joven y atlético que tenía delante, y ello me obligaba a presionar cada vez más a su chiquilla. Creí volverme loco cuando el bus frenaba en seco y mi polla erecta tocaba el trasero de la chica. A ella no parecía importarle; todo lo contrario, porque facilitaba las cosas poniendo el culo en pompa para sentir mejor mi paquete. Empecé a sudar. ¡Si aquello duraba un minuto más me correría encima! Menos mal que llegó mi parada, me abrí paso hasta la puerta del colectivo y salí pitando; eso sí, tapando mi abultamiento en el chándal con la mochila del equipaje.

Pero lo más dramático estaba por venir. Fui uno de los primeros en entrar en los vestuarios y me dispuse a ponerme el bañador de competición (un ajustado slip). El problema era que con tal empalme no me entraba la verga dentro. Fui a la ducha y me mojé la polla con agua helada, a ver si bajaba la erección, pero no lo conseguí. Sabía que la única solución era hacerme un buen pajote y aliviar así la tensión acumulada por estar una semana sin meneármela. Así que me metí en uno de los retretes, me senté en la taza del inodoro y empecé a pajearme pensando en la reciente escena vivida en el autobús: la mamá magreando sus gordas tetas contra mi espalda y la nena ofreciéndome su orto perfecto para que lo rozase con mi verga ... En ésas estaba, dale que te pego, con los ojos cerrados y gozando como un animal tras una larga abstinencia, cuando de repente se abrió la puerta. ¡Con las prisas me había olvidado de echar el pestillo! Era el entrenador, que venía a hacer sus necesidades. Aún estaba boquiabierto viendo el espectáculo que le brindaba yo, fuera de control y sin posibilidad de marcha atras, cuando descargué toda mi abundante leche en fuertes ráfagas llegándole a alcarzar su camisa y pantalón, que quedaron todos pringados. Sin decir palabra, cerró la puerta y se fue.

La competición fue una tragedia para mí, de nervioso que estaba. El entreanador me miraba enojado de soslayo, sin dirigirme la palabra, y mi familia desde las gradas presenció cómo mi equipo perdía el campeonato por mi desastrosa actuación en todas las pruebas. Cuando nos retiramos al vestuario no recibí más que insultos y reproches de mis compañeros:
- ¡Por ti hemos perdido el título, cabronazo!
Fue entonces cuando el entrenador estalló en cólera:
- Hemos perdido porque este hijoputa unos minutos antes del campeonato se estaba haciendo una paja en el cuarto de baño.
Creí morirme de vergüenza. El entrenador salió del vestuario casi llorando de rabia al ver el panorama que se le avecinaba y el resto de mis compañeros maquinaron en un santiamén su venganza. Al grito de "¡Pajillero, pajillero, pajillero!", desnudo como estaba, me llevaron entre todos al inodoro y me metieron la cabeza dentro. Mientras uno me la sujetaba, otros se meaban encima y tiraban del depósito del agua para que yo tragase toda la mierda y orines que había dentro. Cuando se hartaron de la pesada broma, me metieron bajo la ducha y casi me quemo con el agua caliente. A continuación, me amordazaron con mi propio slip, me ataron las manos a la espalda, y me metieron dentro de uno de los armarios guardarropa, uno de esos lo sufientemente altos para que cupiese y pudiese ver el final de fiesta por la rejilla que tiene en la parte superior. Así estaba, sufiendo todo tipo de comentarios e insultos vejatorios, cuando alguien llamó en la puerta del vestuario. Todos mis compañeros de equipo acababan de ducharse y o bien estaban desnudos o se cubrían con una toalla.

Era mi madre la que golpeaba la puerta y preguntaba:
- Xoel, ¿estás ahí? ¿Ya has acabado de ducharte?
Al ver que era una voz femenina, Rafa, el capitán del equipo (un mocetón rubio, alto y musculoso, con fama de conquistador por su gallardía), abrió de golpe la puerta y se mostró ante mi madre completamente desnudo. Una polla grande y gorda sobresalía de su pubis rasurado; dos cojones como melones colgaban como cascabeles.
- Su hijo ya se ha ido, señora - respondió a mi madre -. Seguramente avergonzado de habernos llevado a la derrota.
Mamá no contestó, pues su mirada estaba más pendiente de la entrepierna de Rafa que de otra cosa. El y el resto de nadadores se dieron pronto cuenta que la mujer se estaba recalentando. Los que aún se cubrían su sexo con las toallas se despojaron de ellas. Pronto las vergas de todos ellos empezaron a levantarse, fruto sin duda de la rabia contenida pero sobre todo de la obligada cuarentena a que habían estado sometidos los últimos días por mor del torneo que debían ganar.
Uno de ellos se situó a la espalda de mamá y empezó a masajearle las tetas. Yo veía cómo ella se dejaba hacer; incluso se desabrochó la blusa y dejó ver su sujetador de encaje que aprisionaba dos bellos pechos duros y proporcionados. Sin mediar palabra, se arrodilló ante Rafa y empezó a chuparle la polla. Mi madre engulló todo aquel cipote sonrosado y suave hasta bien adentro, acariciándole los testículos hinchados . Al poco, media docena de robustos muchachos enarbolando sus miembros tiesos rodearon a mi mamá, que fue chupándoselos uno a uno con delectación hasta hacerlos correr uno a uno. Sólo quedaba Rafa sin eyacular. El muy bizarro quería ir más lejos. Dejó que mamá sorbiese hasta la última gota de aquellas lefadas virginales, y que aquellos jóvenes se retirasen a todo correr, cuando la cogió con sus poderosos brazos y la tendió sobre la camilla de masaje que allí había. Le sacó el sujetador, le subió la falda hasta la cintura y le retiró las bragas. Rafa introdujo su cara entre su entrepierna y empezó a lamerle la concha. Mamá gemía como una perra en celo sintiendo aquella hábil lengua en su clítoris mientras acariciaba el cabello rubio del muchacho, y se corrió varias veces. Notándola bien mojada, mi compañero se dispuso a penetrarla. Flujos vaginales empapaban los labios del coño cuando el muchacho empezó a bombearla con ímpetu.
- ¡Dame más, más, más, hijo de la gran puta! - gritaba desatada.
A punto estaba Rafa de correrse cuando entró de repente el entrenador:
- ¿Pero, qué estás haciendo, Rafa? ¿Estás loco? ¿No es la madre de Xoel?
El joven no contestó. Mamá atenazaba con sus piernas su culo para sentir bien adentro la verga, así que el entrenador dedujo que estaban follando de mútuo acuerdo. Así que se aproximó a la pareja y empezó a magrear las tetas de mi madre. Sus pezones estaban duros y renegridos como castañas. El ruso empezó a mordisquearlos y succionarlos y con su otra mano fue al encuentro de la chucha para masajerle el clítoris y aumentarle más el placer que estaba recibiendo de Rafa.

Al poco, Rafa se corrió dentro de ella. Al sentir aquellasa ráfagas de semen abundante y caliente dentro, ella se convulsionó y orgasmeó por enésima vez. El muchacho retiró la verga y borbotones de leche empezaron a salir del coño. Aún así, sin recuperarse mamá de su éxtasis, el entrenador se bajó totalmente el pantalón y los calzoncillos y le introdujo su miembro descomunal dentro. La leche de Rafa sonaba plof-plof con las embestidas del ruso. Así estuvo un buen rato, lo que aprovechó Rafa para ducharse, vestirse y desaparecer, mientras mamá exhausta gemía como una gata e imploraba más y más meneo. Su útero y vagina comprimían el pollón del entrenador para tratar de sacarle hasta la última gota de su jugo. Pero el ruso prefirió vaciarse en la boca de la mujer. Retiró su poronga del coño y se la llevó a la cara, la agarró fuerte por el cabello, y de un golpe se la metió entera hasta las mismas amígdalas. Allí dentro eyaculó hasta producirle un ahogo a mi madre por la gran cantidad de leche descargada. Sudoroso, se arrojó encima de ella, que aún saboraba la lefa de entre las comisuras de los labios, y le dijo con sorna:
- Dígale a su hijo que tiene la madre más puta del mundo.

Desde el armario metálico yo había presenciado todo. Me había corrido sin tocarme hasta tres veces con las tórridas escenas vividas. Cuando pude, me deshice de mis ataduras, me duche, me vestí, y me fui para mi casa.

XOEL


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:33) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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