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DIARIO DE UN JOVEN SALIDO (19)

Relato enviado por : xoel el 12/01/2009. Lecturas: 3855

etiquetas relato DIARIO DE UN JOVEN SALIDO  (19) .
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Resumen
La puta vieja debió revivir con aquella incursión mía en su dilatada figa todos los orgasmos de su juventud perdida. El caso es que desde aquel día me trataba con mimo y no hacía más que insinuarse para que repitiese tan placentera experiencia. Pero yo no estaba por la labor ...





Relato
CONCHA VIEJA, PLACER NUEVO (FINAL)

Querido diario:

Hoy le comuniqué a Marcos que abandonaba el trabajo. Por supuesto no le comenté que se debía al acoso de doña Pura, que no dejaba de tocarme la entrepierna y el culo cuando yo estaba pintando las paredes subido a una escala. La verdad es que meterle el antebrazo hasta el codo mientras ella se hacía la dormida y bombearle en las entrañas me había producido mucho morbo, pero pensar en tener que meter mi polla dentro de su destendida vagina me daba cierta repugnancia. No tenía que ver con la concha de otra mujer madura, mi mamá, cuando me la follé en el swinger (capítulo 12): coños veteranos sí, pero dentro de un orden.

Marcos se puso como una fiera por mi abandono, pero no tuvo más remedio que sustituirme. Así que durante unos días dio descanso a mi tía Sandra, que tuvo que conformarse durante el día con dildo "mandingo", y el mulato se vistió el buzo y se fue a currar a casa de la vieja millonaria.
No tardaron en desatarse los apetitos lascivos de la anciana, que adivinaba que debajo del mono de trabajo del cubano había una soberbia poronga. Y así fue como se le ocurrió a doña Pura ofrecerle a Marcos que se diese una buena ducha tras la jornada de trabajo. Bien se preocupó la vieja momia de inutilizar el pestillo de cuarto de baño para que la puerta no pudise cerrarse desde dentro. De esta manera, la doña espiaba diariamente por la ranura de la puerta entreabierta y se podía complacer con la visión del gigantón moreno completamente desnudo y de su pollón de 30 centímetros sobre dos huevos como melones. La vieja creía enloquecer desee su escondite y se llevaba la mano a la entrepierna apretándose con fuerza la pelvis hasta mearse de puro gusto. Y así uno y otro día, porque la mujer cada vez le daba más trabajo a Marcos para retenerlo en casa y disfrutar de su hermosa presencia casi animal. Una tarde, tras la tarea, mientras el negro se duchaba, la anciana fue a por todas.

Doña Pura se desnudó por completo y se tumbó sobre su cama. Cuando supuso que Marcos ya habría concluido su baño, le llamo desde su dormitorio:
- Marcos, venga aquí, por favor.
Al poco llegó el mulato, semivestido, al cuarto de la mujer. A punto estuvo de retroceder ante el espectáculo que se mostraba ante él, pero doña Pura le espetó muy melosa:

- Muchacho, seguramente usted estará en España sin papeles. Yo soy una mujer con muchas influencias y puedo arreglarle su situación ...
La vieja se abrió de piernas y mostró un chocho rasurado, entreabierto y correoso.

Marcos se hizo inmediatamente cargo de la situación. Aquellas tetas secas como pellejos y aquella cajeta relajada debieron ser en tiempos pasados lo más espléndido de una bella mujer ardiente y ahora decrépita. Le vino a la cabeza la imagen de su abuela mulata en La Habana, cuando se introducía desnuda en su cama de niño y lo acariciaba hasta tocarle la pijita y hacerlo correrse de gusto. Su abuelita lo había iniciado en la masturbación a temprana edad y él se lo había agradecido en el alma pues no todo el mundo tiene tan buena maestra de pajas.

Marcos no lo dudó un momento. Ya no era la documentación que necesitaba sino el placer que le daba aquella patética visión de un cuerpo acabado pero vicioso. Se despojó del boxer que llevaba y se subió a la cama metiéndole toda la verga en la boca desdentada . A punto estuvo la mujer de vomitar pues la pirola le atravesó las amígdalas y él no cesaba en la embestida. Una mano se la llevó a la concha y empezó a masajearla; suavemente primero, con ímpetu después, hasta comprobar que empezaba a lubricarse y el clítoiris se ponía erecto. Con la otra mano le magreaba sin piedad los senos hasta casi hacérselos sangrar. Cuando doña Pura tomó respiración, sólo supo exclamar:
- Dame más fuerte, hijoputa.
La reacción de Marcos no se hizo esperar. Con la chota negra golpeó con fuerza la cara de la mujer hasta enrojecérsela, y cuando le superaba el dolor, le metía los dos cojones en la boca para producirle ahogamiento. No tardó en introducir su mano ensalivada en la dilatada vagina de la anciana, y una vez dentro la cerró en puño para reventarle lo que le quedaba de ovarios. La pobre mujer gritaba como una perra pero no de dolor, sino de placer, reclamando más y más. El sudor de Marcos le empapaba su cuerpo atlético y brillaba como el bronce del esfuerzo y de la excitación, cuando doña Pura masculló en su éxtasis sexual:
- Méteme esa polla de caballo, negro de mierda. Seguro que eres hijo de esclavos que odias a tu ama blanca.

La expresión de la vieja molestó sobremanera a Marcos, y a punto estuvo de abofetearla de ira, pero se contuvo y decidió penetrarla hasta reventarla, demostrándole lo que es una verdadera chota negra.


Aquella tarde, mi padre había quedado en recoger a Marcos en casa de doña Pura para luego irse de copas. Viendo que éste se retrasaba, optó por subir al piso. Golpeó la puerta entreabierta pero nadie respondió, así que la empujó y entró en la casa. Por los gritos y quejidos que salían de una habitación, papá dedujo que allí había gente. Hacia allí se dirigió.

El moreno tumbado en la cama había puesto a doña Pura de espaldas sobre él y la estaba penetrando con su mástil hasta los mismos cojones. La vieja gritaba como una posesa sintiendo aquella verga en sus entrañas y parecía desfallecer de placer. No tardó mi padre en excitarse ante tal espectáculo y, ni corto ni perezoso, que desnudó por completo, y se acopló a la pareja. Los folladores fueron incapaces de pronunciar palabra cuando lo vieron acercarse con su buena polla dura y babeante. Marcos tumbó hacia él con más fuerza a doña Pura por lo que mi padre pudo ver como aquel coño viejo era capaz de soportar aquella descomunal verga negra ... y algo más.

Así fue como papá se tumbó sobre la anciana y metió su cipote también dentro de la concha, de manera que doña Pura se vio con el orificio vaginal a tope y apretado como ella nunca había soñado. Los dos hombres acompasaron el ritmo y el bombeo fue frenético, sintiendo como los dos miembros juntos se apretaban dentro. La vieja orgasmeó varias veces pero fue al sentir dentro la ráfaga de semen del negro cuando emitió un pavoroso alarido, torció los ojos y cayó muerta. Había sido tanto el placer que experimentó con aquella sensación de litros de leche caliente en lo más íntimo de su ser que su corazón no soportó el clímax y se paró. Con unas embestidas más, papá también se corrió dentro.

Pronto se dieron cuenta los dos hombres de que se había creado una embarazosa situación. Con el orgasmo, la vieja había tenido una contracción uterina y las dos pollas habían quedado prisioneras dentro. Cuando intentaban sacarlas era imposible: el dolor y la tenaza vaginal se lo impedía. Con tantos vaivenes e intentonas las vergas de los hombres no acababan de ponerse fláccidas; todo lo contrario, cada vez se ponían más grandes y duras. Sin mediar palabra, ambos iniciaron de nuevo el bombeo, acompasaron el ritmo y volvieron a eyacular dentro del cuerpo inerte de la vieja entre grandes espasmos. La lefada empezó a salir de la almeja y a deslizarse entre los muslos de la doña que se balanceaba como una muñeca de trapo, mientras empapaba las pelotas de los dos hombres. Poco a poco los penes fueron perdiendo la erección. Marcos y mi padre se incorporaron, se tomaron una buena ducha y luego recompusieron el cuerpo de doña Pura, limpiándole bien todos los restos de lefada. Y así, como dormidita, la dejaron en cama y se fueron.

Al día siguiente Marcos acudió con normalidad al domicilio de la anciana para proseguir su trabajo. Al llegar al piso se encontró a los familiares de doña Pura, que lloraban su muerte.
- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó Marcos como si nada.
- Que nuestra tía ha muerto de un infarto al corazón. Así lo ha certificado el médico.- le contestó un sobrino.
Otra sobrina continuó:
- Pero no ha sufrido nada la pobrecita. ¡Si viera usted la cara de felicidad que tenía el cadáver!


XOEL
www.richardanton21@yahoo.es





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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:55) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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