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DIARIO DE UN JOVEN SALIDO (4)

Relato enviado por : XOEL el 06/10/2007. Lecturas: 4593

etiquetas relato DIARIO DE UN JOVEN SALIDO (4) .
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Resumen
En aquel verano dejé atrás mi inocencia comprobando la fuerza del erotismo entre los mayores. Si eso era lo que me aguardaba, me gustó ...


Relato
Hoy he abierto casualmente mi diario íntimo por una de sus primeras páginas, un relato escrito hace años, que leo a continuación:

EN LA PLAYA CON MAMA

Querido diario:

Esta tarde, después de comer, mi madre y yo cogimos el transporte público para dirigirnos a una de las playas próximas a la ciudad. Así lo venimos haciendo casi todos los días de verano, ya que mi padre por razón de trabajo, no puede acompañarnos.

Mamá está más hermosa que nunca. Luce un moreno precioso que resalta su agraciado y sensual rostro, y con su minifalda y su ajustada blusa pone a cien a más de uno que se apretuja a propósito contra ella en el autobús. A ella no parece importarle y con una mano sujeta la bolsa de playa y con la otra se agarra a la barra dejando ver parte de una teta por la amplia abertura de la blusa ...

Alquilamos siempre una caseta para cambiarnos y guardar nuestras pertenencias. A mí me dan mucho morbo estas casetas porque al ser de madera y estar todas juntas, están llenas de agujeritos por los que se puede espiar a los ocupantes de al lado. Siempre que puedo, cuando mi madre no me ve, pongo el ojo en uno de ellos y me recreo viendo mujeres desnudas, lo que me excita sobremanera.

En los últimos días se situaba junto a nosotros un hombre de unos treinta años, un joven atlético, yo diría que culturista, bien parecido, bronceado por el sol y con un bañador tipo slip color negro muy ajustado, que por el bulto dejaba intuir un gran pollón. Día tras día se iba aproximando más a nosotros hasta situarse tan cerca que, cuando mi madre tomaba el sol toda espatarrada, él se situaba a tan corta distancia que no le quitaba la vista de la entrepierna. Yo no perdía detalle y pude comprobar cómo le dirigía miradas lascivas a los pelitos del coño que sobresalía del bañador. El, colocado boca abajo, con las manos bajo la barbilla, se deleitaba con aquel espectáculo, apretaba la polla cotra la arena y, cuando se levantaba, iba directamente al agua para refrescarse y que le bajase la poronga que amenazaba romperle el slip.

Esta circunstancia no le pasaba desapercibida a mamá, que era consciente que levantaba pasiones (y algo más) por donde pasaba, y más de una vez vi cómo le dirigía bajo sus gafas de sol una ardiente mirada al paquete del culturista. De todas maneras, mi mayor interés estaba por aquella en jugar con los demás chicos a la orilla del mar y darme de vez en cuando un chapuzón. Mamá rara vez se movía de debajo de su sombrilla leyendo sus revistas o se tumbaba embadurnada de protector solar sobre la toalla. La alarma se me disparó cuando un día al volver de mis juegos encontré a mamá hablando tan ricamente con aquel hombre, ella con un pitillo en la mano (nada habitual en ella) y él sentado muy cerca tratando de seducirla entre miradas y sonrisitas ...

Al día siguiente aún fue más fuerte porque al regresar de mi baño me encontré al individuo extendiéndole la crema protectora sobre la espalda. Ella estaba tumbada boca abajo y él con gran parsimonia y delectación la masajeaba con el aceite hasta la misma raja del culo pues mamá llevaba biquini. Cuando me vio llegar, el hombre cesó en su refriega y se despidió de mi madre. El resto de la tarde me la pasé muy pensativo y con una rara sensación mezcla de celos, rabia y morbosidad. De noche en cama me pasé un buen rato dándole vueltas a la cabeza y viendo como mi polla permanecía dura y descubriendo un extraño regustito cuando me la apretaba ...

Los días siguientes vinieron malos y yo veía como mamá estaba supernerviosa y lamentando que no hiciese buen tiempo para ir a la playa. Al fin llegó un día algo nublado pero que mamá decidió que íbamos a la playa, aunque papá decía que era un disparate porque no hacía sol. Aquella tarde nos acercó papá en su furgoneta de trabajo, nos dejó a pie de playa y se despidió. No había mucha gente en la playa pero en su sitio habitual estaba aquel hombre. Hacía unas flexiones sobre la arena para lucir su soberbia musculatura y, como siempre, vestía aquel ajustadísimo bañador que marcaba una formidable herramienta. Alquilamos nuestra caseta y mamá extendió su toalla mientras contemplaba disimuladamente los ejercicios del atleta. De repente, mamá me dijo:
- Xoel, me apetece un helado. ¿Por qué no te acercas a la heladería y me lo compras, y traes otro para ti?
Le contesté que no me apetecía ni el helado ni ir hasta el otro extremo de la playa para comprarlos, pero tanto insistió que accedí. Cogí el dinero y me fui.

Cuando regresé, yo ya me había zampado mi helado de vainilla y el de mi madre ya estaba medio derretido (tan lejos estaba el chiringuito). Me sorprendió no encontrar a mi madre en el sitio donde la había dejado, la busqué con la mirada en el entorno, y al no verla, decidí dejarle el helado y la vuelta del dinero en nuestra caseta. Abrí la puerta con mi llave y cuando me disponía a colocar todo sobre el banco oí unos murmullos en el compartimento de al lado. Yo ya había desarrollado una incipiente curiosidad morbosa (era un pequeño voyeur en potencia) y arrimé un ojo a uno de aquellos agujeros que permitían espiarse unos a otros. Y lo primero que reconocí fue el slip del culturista, que lo tenía bajado hasta las rodillas mostrándome el culo,y una cabeza que sujetaba con las manos y que , sin duda era de una mujer que le estaba chupando la polla. El hablaba bajito y ella gemía como una gatita entre lametazo y lametazo. Hasta que él se sentó en el banco y ella lo cabalgó a horcajadas no pude ver el soberbio cuerpo desnudo de la mujer, en el que destacaba la piel blanca que no había estado expuesta al sol. Tuve que cambiar de postura y de agujero para alcanzar con la mirada el rostro de aquella mujer. El joven le chupaba las tetas, de las que sobresalían unos pezones oscuros como castañas, mientras ella saltaba rítmicamente penetrada por un soberbio pollón. Una verga gorda y venosa, con un glande colorado e hinchado fue lo que vi cuando, poniéndola de rodillas ante él, le derramó un torrente de leche sobre la cara, bañándola de semen desde los cabellos hasta las tetas, mientras ella apuraba dentro de la boca hasta la última gota del preciado líquido ... Fue entonces cuando vi el rostro de mi madre.

Salí disparado como pude, dejando incluso abierta la puerta de la caseta, me metí en el mar, me bajé el bañador y me puse a hacer el mayor pajote acuático de la historia. Cuando terminé vi exhausto por el placer y la experiencia vivida como la lefada ascendía a la superficie y quedaba flotando sobre el agua ...

XOEL

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:48) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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