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Días previos a su boda_Parte 2 ( CON fotos)

Cangreburguito Relato enviado por : Cangreburguito el 11/10/2014. Lecturas: 7856

etiquetas relato Días previos a su boda_Parte 2 ( CON fotos)   Amor filial .
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Resumen
Lorena, a un par de días de su matrimonio, no duda en ir al gimnasio para ejercitar su vigoroso cuerpo y así esté listo para la noche de bodas.


Relato
II
LORENA
Ejercitando el físico

Tras dar explicaciones a mis padres de por qué había llegado tan tarde (tuve que mentirles diciendo que me había entretenido con una vieja amiga de la prepa), caminé a mi habitación. Caminaba con cierta dificultad a decir verdad... nunca nadie me había dejado así, adolorida de tanto... bueno pues de tanto metérmela.

Nomás de recordarlo aún se me humedece la vagina. Nunca me habían cogido así. Aquél macho que se había introducido dentro de mí había sido todo un semental y, además, estaba bien guapo.
No pude dormir bien aquella noche pensando en él, su musculoso y bien constituido cuerpo, su tez negra y aquella enorme pieza descomunal que tenía por pene... había sido una experiencia muy especial, había estado deliciosa pero a la vez me sentía culpable, le había sido infiel por primera vez a Álvaro, y después de todo me iba a casar con él en tan sólo unos días. Para despejar mi mente, al día siguiente, decidí volver a mi vieja rutina de ejercicios en un gimnasio al que desde hace años no acudía.

Eso mantendría mi mente y cuerpo ocupados pero... no sé qué me pasó, parecía que lo ocurrido la noche anterior me hubiese abierto los ojos o, mejor dicho, el apetito sexual pues a cada rincón que volteaba veía a algún chico que se me antojaba. Veía a los hombres con distintos ojos.

No sé qué me estaba pasando... «¿Acaso me estaba convirtiendo en una pervertida?»
Mientras veía a alguno que otro de los chicos haciendo ejercicio; ejercitando sus bien formados bíceps, sus musculosas piernas, su marcado abdomen, o sus poderosos pechos; fantaseaba con la idea de pedirles un favor... que me hicieran el favor de cogerme.

Notando que mi entrepierna ya se humedecía notablemente (cosa que nunca me había pasado en público) decidí tomar una clase de aerobics; teniendo en cuenta que ahí habría más mujeres que hombres y así no pensaría más en el sexo; sin embargo, el instructor era un hombre. Uno atractivo, debo decir. Estaba en sus treinta, supongo por su aspecto físico. Su cuerpo se notaba bien tonificado y su musculatura muy marcada, aunque no demasiado voluminosa.

Seguí sus instrucciones al pie de la letra. Hicimos una serie de calentamientos previos, seguida por otra serie de estiramientos. El instructor se acercó a mí para ayudarme a estirar mi pierna al máximo. Mientras me ayudaba pude percibir su agradable aroma, olía riquísimo. Sus manos eran grandes y poderosas, era notable su fuerza física cuando me tomó de la cintura y de mi pierna. Yo ya fantaseaba con la idea de que, con aquellos musculosos brazos, me levantara en vilo elevándome al mismísimo cielo tan sólo para, posteriormente, dejarme caer en su dura y masculina virilidad que, a esas alturas, ya me la imaginaba gruesa, venosa y tan poderosa como sus otros musculosos miembros.

Más adelante nos pusimos a gatas y comenzamos otras flexiones y estiramientos de piernas. Fue en ese momento, mientras mi vagina ya se volvía a humedecer de tan sólo verlo, que se me ocurrió pedirle ayuda con tal de que se me acercara nuevamente. No sé cómo es que me animé a hacerlo, pues normalmente no soy tan atrevida, sin embargo, mi deseo por ese hombre era muy fuerte.

—¡Aaayyy! Me acaba de dar un calambre —le dije cuando estuvo cerca de mí.

El instructor se hincó junto a mí y tomó mi pierna para darle masaje. Con sus diestras manos sobó mis músculos desde la pantorrilla extendiéndose hasta abarcar toda mi pierna. Sentir sus firmes y ágiles dedos acariciándome fue una experiencia deliciosa.

—Es más arriba... ay, en la parte interna del muslo. —le dije al mismo tiempo que bajaba con lentitud mi pierna haciendo que mi rodilla descansara en el piso.

El instructor subió más su mano hasta la parte interna de mi muslo.

—¿Cómo te sientes? ¿Mejor? —él me dijo, mientras me daba masaje tratando de aliviar mi dolor.
Fue justo en ese momento cuando cerré ambas piernas entre sí para atenazar la mano de mi instructor entre mis muslos, casi a la altura de mi entrepierna.

Por si aquél no había entendido mi mensaje, y antes de que siquiera se atreviera a sacar su mano de mi agarre, me incliné hacia atrás y hacia adelante en varios movimientos que traté fueran de lo más sensuales, para expresar mi verdadero deseo. Al ver su cara noté que el mensaje había sido captado.

Lamentablemente el instructor sacó su mano de entre mis piernas pues de seguro temía ser descubierto por alguna de sus otras alumnas.

Al terminar la clase me le acerqué y, una vez hubieron salido las demás chicas, me atreví a besarlo. Ya no aguantaba más, lo deseaba, en verdad lo deseaba. Él trató de evadirme argumentando que si lo veían flirtear conmigo lo podían despedir del trabajo pues aquello estaba prohibidísimo. Yo que no me quería quedar así de caliente le pedí, le rogué, casi le supliqué que me cogiera.

Por fin el aceptó y me llevó al vestidor de los empleados. En aquel lugar nos escondimos en un cuartito donde guardaban los enseres de limpieza. Allí, según me dijo, no entraría nadie en ese momento.

Al estar solos, inmediatamente comencé a desnudarlo, cosa que no me costó mucho pues sólo vestía una camiseta y un short. Bajé inmediatamente hasta su sexo que ya estaba erecto y así me lo metí a la boca.

Mientras lo mamaba tomé conciencia de que esa era la primera vez que yo tomaba la iniciativa y, la verdad, me sentía plena, satisfecha de buscar y conseguir mi propio placer sin esperar a que me abordaran.

Gocé de aquel miembro esponjoso que se hacía cada vez más grande dentro de mi boca. Yo ya estaba ansiosa por meterme ese pedazo de carne en lo más profundo e íntimo de mi cuerpo, así que me levanté y, tras un breve cachondeo durante el cual aquel fornido y masculino ser me estrujó entre sus fuertes brazos, no dejando de lado mi trasero que se deleitó al ser masajeado y estrujado con notable ímpetu, le di la espalda girándome en aquel pequeño espacio con cierta dificultad.

Está de más decir que me esforcé por brindarle lo mejor de mí al ponerme de puntitas parando así mi trasero, haciendo que su hombría se clavara en medio de él. Mi antes instructor, y ahora amante, trató de bajarme mis estrechos pantalones pero estaban tan entallados a mi cuerpo, y el espacio en el que estábamos estaba tan reducido, que colmado por la ansiedad, en un ataque de desesperación, los rasgó creando así un agujero en dicha prenda por el que pretendía clavarme su hombría. Yo, tan caliente como estaba, ni reproche puse del daño en mi ropa y paré aún más el trasero como invitándolo a penetrarme al mismo tiempo que me apoyaba en el muro frente a mí.

Ya esperaba con verdaderas ansias al noble invasor cuando unos ruidos nos pusieron en alerta. Al parecer alguien había entrado a los vestidores y se acercaba al cuartito donde estábamos. Rápido arreglamos nuestras ropas lo mejor que pudimos apenas a tiempo, pues efectivamente se trataba de la señora de la limpieza que con sorpresa nos cachó en aquel lugar.

Ya ni crucé palabra con él. Dado el agujero en mi ropa me fui directa a los vestidores de las damas, dispuesta a cambiarme.

Una vez vestida salí del gimnasio llena de vergüenza. Aún a metros lejos del lugar sentía que mi rostro sonrojado me delataba, me juré no volver a hacer tal locura y el resto del día lo pasé con amigas y haciendo los últimos preparativos para mi boda.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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