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Don Manuel, el almacenero

señoreduardo Relato enviado por : señoreduardo el 22/05/2018. Lecturas: 5693

etiquetas relato Don Manuel, el almacenero   Gay .
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Resumen
Me excito y el corazón empieza a latirme rápido cuando mamá me manda a comprar algo al almacén de don Manuel… Es un viejo verde que me come con los ojos apenas me ve entrar…Debe tener unos sesenta años, es de estatura media, calvo y robusto sin ser gordo, con algo de panza… Don Manuel me hizo descubrir que soy gay, un putito de dieciocho años recién cumplidos, aunque no aparento más de quince o dieciséis, y siento muchas ganas de ser iniciado…


Relato
Si no hay nadie, sale de atrás del mostrador y viene hacia mí para saludarme con un beso húmedo muy cerca de la boca, que me deja temblando...
¿Me atreveré?... Ay, ojalá don Manuel avance…
¡Y avanzó!
Antes déjenme contarles que me llamo Jorge, pero todos me dicen Yoyi, soy de estatura media y delgado, de cabello castaño, espeso y con rulos, grandes ojos oscuros, nariz respingona, labios carnosos, un buen culo y lindas piernas, de rodillas finas y muslos llenos, mórbidos, bien torneados y con una suave pelusita apenas perceptible sobre la piel clara y tersa…
Por la calle no son pocos los hombres que me comen con los ojos y algunos, más audaces, hasta me dicen cosas…
Acabo de terminar la escuela preparatoria, donde debí luchar contra varios compañeros que pretendían abusarme, pero a mí los chicos de mi edad no me interesan, a mí me calientan los viejos verdes como don Manuel, que por fin me convirtió en su puta…
Una tarde fui mandado por mamá y en el local no había nadie… Él entonces rodeó el mostrador y vino hacia mí más audaz que nunca… Me abrazó, me besó en la boca para después soltarme y cerrar la puerta y empezó a bajar la persiana mientras yo temblaba de pies a cabeza…
-¿Como te llamás, precioso?...
-Jorge, don Manuel… -dije mientras me costaba respirar de tan caliente que estaba…
Volvió a rodearme la cintura con sus brazos, me apretó contra él y sentí su pija que empezaba a ponerse dura contra mis muslos…
-Sos muy lindo, querido, y a mí me gustan mucho los chicos lindos…
-Ay, don Manuel… -mumuré mientras sentía arder mis mejillas…
-Vení…
-¿Adónde, don Manuel?...
-Atrás, a la trastienda…
-Pero, ¿para…para qué, don Manuel?... –pregunté haciéndome el tonto…
-Para que gocemos… ¿O creés que no me doy cuenta de que sos putito?...
-Ay, no don Manuel, no sé, me da… me da miedo…
-Tranquilo, nene, tranquilo, sé buen chico…
Y lo fui, me dejé llevar a la trastienda y mi excitación aumentó cuando vi la cama de una plaza hacia la cual me llevó don Manuel…
-Parate en la cama y desnúdate, nene…
-No sé, don Manuel…
-Vamos, obedéceme, ¿o voy a tener que castigarte?…
-¡¿Castigarme?!...
-Sí, darte unos buenos chirlos en la cola…
La amenaza me dio miedo y me excitó al mismo tiempo, don Manuel empezaba a dominarme y eso me gustó y me hizo descubrir mi condición de sumiso… Me encanta que me manden… Sí, eso soy, un putito sumiso… más de una vez me había dado yo mismo palmadas en las nalgas y la sensación me encantó… Sumisamente subí a la cama y empecé a desvestirme mientras don Manuel se tocaba la entrepierna y me miraba con ojos desorbitados…
Por fin quedé sin nada, con los brazos a los costados y erizado de pies a cabeza…
-Qué cuerpo increíble tenés… Qué piernas… Parecen las piernas de una chica… Y sos lampiño, no hará falta que te haga depilar… Ahora date vuelta, mostrame el culo…
-Ay, don Manuel, qué vergüenza…
-¡Obedecé!… -me exigió con tono imperativo…
-Y obedecí, cada vez más excitado por esa dominación que me imponía…
-¿Qué me… qué me va a hacer don Manuel?... pregunté retóricamente, porque estaba claro lo que me haría…
-Te voy a dar pija, eso es lo que te voy a hacer…
-Ahora no, don Manuel… -dije agitado por las ganas… Tengo que comprar y volver a casa… Mamá se va a asustar si tardo y capaz que viene…
Él aceptó mis razones de mala gana y le dije: -Escuche, don Manuel, papá trabaja y no está en toda la tarde y mamá va los viernes a jugar a las cartas con amigas… Se va a eso de las cuatro y no vuelve hasta las ocho, ocho y media… Mañana es viernes, don Manuel… Tengamos paciencia… Ahora déjeme ir, por favor…
Bueno, está bien, vestite y andate, pero mañana te quiero acá apenas se vaya tu madre, ¿oíste, nena puta?
-Sí, pero… pero no me diga así… no soy eso… -protesté mientras me vestía tratando inútilmente de resistirme al intenso morbo que ese viejo me provocaba…
Él emitió una risita perversa y dijo: -Vos sos lo que se me antoje que seas, si se me antoja que seas una nena puta, sos una nena puta y si quiero que seas una perra en celo, sos una perra en celo, ¿entendido?...
La tensión era tanta que los ojos se me llenaron de lágrimas, el viejo sátiro se dio cuenta y dijo con tono burlón: -Ay, llora la marica…
-Por favor, don Manuel… Por favor… -supliqué entre sollozos…
-Me calienta que llores, nena puta, y a partir de ahora, en mis manos ya no vas a ser Jorge, vas a ser Jorgelina…
-No… ¡noooo!...
Pero el viejo me impuso su perversión y soy Jorgelina… Mis intentos por librarme de ese viejo degenerado fueron inútiles… Soy Jorgelina, una nena puta propiedad de don Manuel, el almacenero…
Pasaron muy lentas las horas hasta el día siguiente, hasta el momento en que mamá se fue a jugar a las cartas con sus amigas…
Una vez solo yo salí poco menos que corriendo al almacén de don Manuel, ese viejo verde que iba a abusar de mí…
No había nadie en el local y don Manuel me saludó con un beso en los labios…
-Abrí la boca, putita… -me ordenó y le obedecí… Entonces sentí su lengua invasora en esgrima desigual con la mía, ¡tan inexperta!...
El viejo tenía preparado un pequeño cartel que puso en la persiana y después la bajó por completo…
Volvió a mí, me tomó de un brazo y me arrastró a la trastienda mientras yo temblaba de pis a cabeza…
Como la vez anterior tuve que subir a la cama y una vez ahí me ordenó:
-Ponete en pelotas, putita… -Y le obedecí… Me fui sacando la ropa con manos temblorosas, primero la remera, después las zapatillas, el jean y por último, tras una vacilación, el slip rojo mientras el viejo almacenero bufaba…
(continuará)






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