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EDIPITO

Relato enviado por: Anonymous el 3/9/2015. Lecturas: 2813
Etiquetas:   Confesiones
Relato completo
..."Ya me anda de la chis". Dijo mi mamá a la señora. Y a nosotros: "No vayan a voltear". Y se alzó el amplio vestido circular bajándose las lisas bragas, para expedir por entre los lindos y regios muslos un susurro para mí muy conocido, pues al bañarnos ella y yo, la había visto sentadita en el retrete varias veces..."Una madre que es hermosa y exuberante puede despertar en los hombres bajas pasiones al punto de con su cuerpo obsesionar a su propio hijo, quien puede quedar castrado física o mentalmente, fijado ante la bella juventud y desnudez de su madre por el resto de sus perversos y libidinosos días".

Yo todavía recuerdo como en turbios sueños el nacimiento de mis negros deseos y mis celos filiales, cuando a la edad de "6" años un amigo y yo salimos de la escuela con mi opulente y atractiva madre y la abuela de mi amigo una señora sexagenaria, cuando de repente mi mami que contaba 27 (super) años se le antojó hacer una necesidad privada.

"Las primeras sombras de la noche invadían la calzada, no pasaban traseúntes y el tránsito de carros era casi nulo, había árboles frondosos como había casas y ventanas enfrente".

"Ya me anda de la chis". Dijo mi mamá a la señora. Y a nosotros: "No vayan a voltear". Y se alzó el amplio vestido circular bajándose las lisas bragas y sentándose a horcajadas, para expedir por entre los preciosos y regios muslos un susurro para mí muy conocido, pues al bañarnos ella y yo, la había visto sentadita en el retrete varias veces, y hasta me había meado en la misma taza, a la hora que ella me hacía un huequito, para dejarme orinar tras de sus descomunales nalgas; en unión a ella. Pero mi amigo de infancia ahí junto hizo que me sintiera molesto y muy celoso.

¡Ya! Dijo: "Y nosotros que la veíamos de reojo a un metro de distancia... volteamos a verla de inmediato al instante que ella se subió la pantaleta (talla 38) de nylon claro, y se bajó acomodándose el largo vestido circular estampado".

Por otro tiempo de plenitud y felicidad edípica, el mismo amigo y yo solíamos jugar horas y a los "13" años púberes también despertábamos ante nuestra inquieta y curiosa adolescencia.

Ella (MQMC) ya tenía 34 curvilíneos años con un bello rostro de póster y un cuerpazo como para hacer un calendario: de bonitos ojos oscuros, insinuantes, persuasivos y que lanzaban atrevidas y coquetas miradas.

Una tarde mi amigo y yo la hallamos semi desnuda, saliendo del baño por el pasillo con una toalla blanca y húmeda envuelta en el tupido y tardeado pelo, nada más vistiendo una pantaleta blanca y lisa, nosotros la seguimos muy a pesar mío pero por más que quise contener al otro íbamos a dos o tres pasos de distancia, de aquel espectáculo tan tentador y ondulante, luego que empezó a subir por los escalones de la escalera nosotros seguimos sin despegar nuestros ojos de ella, de las chulas y gruesas y torneadas piernas, por la tersa y acanelada espalda quebrada, así como por entre las sutiles playas de las hermosas bahías de sus posaderas llenas y traslúcidas entre "la espuma" del nylon (38) de la blanca prenda íntima.

Entramos a su recámara en seguida cuando ella se compuso un brasier (34-B) también blanco cubriendo sus frutos con pezones de cacao, y viéndonos sexy y tiernamente a los ojos se sentó frente al tocador con atenta mesura, para pronta desprenderse de la toalla y peinar la vorágine de los cabellos oscuros.

Yo podía entrar a su cuarto cuando yo quería, y le pasaba del cajón algún calzón de tono claro o le ayudaba a sujetarse el sostén o el liguero; pero desde ese día no volví a invitar a mi amigo aunque mis celos filiales fueron creciendo, pues mi ex amigo e inquilinos y vecinos la siguieron espiando vestida o desvestida en paños menores o en completamente en cueros, porque era muy generosa y "compartía" todo lo que tenía, ya que nunca cerraba las cortinas de las ventanas de su aposento.

"Las mujeres feas tratan de ocultar su fealdad, pero las mujeres bellas aunque quieran ocultar su belleza no pueden cubrirla ni estando vestidas, y mucho menos mundanamente exhibiéndose en pura fina piel tal como las vistió la sensualísima y erótica naturaleza"