Desde hacía varios días, la cañería del lavaplatos de mi cocina, estaba comenzándose a tapar. Yo le había pedido a Francisco mi esposo, en un sin número de ocasiones que comprase algún producto apropiado para destaparla, pero él siempre tenía una excusa, por la cual no lo había comprado. Hasta que finalmente, y como era de esperarse se tapó del todo. Cuando se lo dije, fue como si se lo hubiera dicho a la pared, y cuando se lo repetí, sin quitar los ojos del televisor, me dijo que llamara a un fontanero. Por lo que al día siguiente, como no preparé desayuno, fue lo primero que hice, al regresar de tomarme un café, y comerme un emparedado en la panadería. Había tantos anuncios de fontaneros, que finalmente llamé a uno que en esos momentos me recordó el apellido de un ex novio.
Cuando el fontanero llegó, resultó ser Jamal un ex novio, que tuve antes de conocer a Francisco. Apenas nos vimos nos reconocimos, aunque yo desde que me casé aumenté unos cuantos kilitos. Y él por su parte, como que se había puesto algo más robusto, y mucho más interesante. Ya que cuando salíamos, Jamal era extremadamente flaco, y en ocasiones hasta le costaba mucho trabajo cargarme. Así que de inmediato realizó la reparación, y luego que terminó, nos pusimos a charlar, de cuando éramos novios. Bueno y un recuerdo llevó a otro, hasta que de tanto hablar de las cosas que hacíamos, de momento nos pusimos a besarnos. Y bien de los besos pasamos a las caricias, y los abrazos, hasta que comencé a sentir ese intenso calor interno dentro de mí, a medida que sus dedos, suavemente comenzaron acariciar mis senos, y mi vulva, por encimas de la ropa. Fue cuando le recordé, como él en ocasiones se ponía a mamar todo mi coño, hasta hacerme chillar de placer. Y no había terminado de decírselo cuando se recostó en el piso, y haciendo que yo colocase mi coño sobre su cara, como cuando éramos novios se dedicó a mamar divinamente todo mi coño, y como en aquellos tiempos, yo comencé a gemir y chillar por todo el placer que él me proporcionaba. Pidiéndole que no se detuviera, ya que sentía como sus labios, sus dientes y hasta su lengua divinamente los restregaba contra mi clítoris a medida que yo no paraba de mover mis caderas, sobre su cara. Fue tanto el placer que me produjo Jamal en esos momentos, que disfruté de tremendo orgasmo, como hacía mucho tiempo que no disfrutaba. Yo quedé extremadamente satisfecha, pero bien deseosa de continuar, por lo que apenas pude, cuando Jamal se puso de pie, fui yo la que me agaché, y sin perder tiempo me dediqué a mamar su parada y gruesa verga, tal y como cuando éramos novios. Yo estaba tan emocionada, por lo que estaba haciendo en la cocina de mi casa, que el mismo Jamal, después de un corto rato, me pidió que me detuviera. Como aun ambos nos encontrábamos con algo de ropa encima, a medida que nos seguimos besando y acariciando, nos las fuimos quitando, el sentir sus fuertes manos por todo mi cuerpo, era algo que yo ignoraba me fuera a excitar tanto, a diferencia de cuando estoy en la cama con Frank que lo que realmente deseo, es que terminé lo más pronto posible para lavarme, y ponerme a dormir. Pero con Jamal era todo tan distinto y diferente, que sin dejar de besarnos, y ya prácticamente los dos desnudos, en la misma cocina me penetró. Yo no es que sea una fanática del sexo, pero en esos momentos mi mayor deseo era, que no se detuviera nunca. El sentir su grueso miembro penetrándome una y otra vez de manera incansable, me llenó de tanto placer, que volví a disfrutar de múltiples orgasmos. Frank desde luego que ignora todo lo sucedido, pero en estos días me preguntó, por qué razón he tenido que llamar al fontanero tantas veces, desde que destapó el lavado de la cocina. Yo con cara de esposa sacrificada, le respondí. Acuérdate que esta es una casa algo vieja, y el fontanero me dijo, que debido a eso sus cañerías se seguirán tapando, hasta que las pongamos todas nuevas…….
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