El jefe de mi esposo, inespradamente me cogió por caliente

Después de muchos tiempo sin sexo en casa a y estando caliente y ganosa, mi esposo me avisó que iríamos el viernes a una comida en su nuevo trabajo y que tenía que vestirme muy atractiva para conocer y sorprender a su jefe y dueño de la fábrica, sin muchos deseos y por el excesivo calor de la temporada, me puse una diminuta tanga para que no se marcara en el corto y ajustado vestido de tirantes que no requería sostén, mi atuendo lo remataban unas sandalias y un delgado collar haciendo juego con mis pequeños aretes. La recepción fue en el patio de la empresa, cubierto por una enorme lona, las mesas dejaban un espacio en el centro donde se improvisó una pista de baile, En la rigurosa presentación, Julián (un atractivo cincuentón y dueño de la empresa), me revisó en forma libidinosa y al darme un beso en la mejilla, discretamente hizo -Mmmmmmmm-. Nos sentó en la mesa que ya ocupaba y no cejó en mirarme y mandar disimulados besos, no me incomodé pero me estaba poniendo nerviosa y me sintiendo rara, al terminar la comida, se escuchó música bailable con lo que muchas parejas se levantaron a bailar y Julián aprovechó para decirle a mi esposo:
-Si me permites, le mostraré a tu linda esposa toda la fábrica.
Raúl, entretenido en una plática, asintió, al llegar a la puerta del complejo, un policía abrió con llave la puerta de acceso, al ver Julián mi sorpresa, preguntó al guardián:
-¿No hay nadie?
-¡No señor, nadie!
Luego tomándome del brazo y haciéndome pasar, continuó:
-Hoy no se trabaja y nadie puede estar adentro, así que no te preocupes.
Extrañada por el comentario, me indicó unas escaleras, al subirlas iba detrás de mí y pude observar que rápidamente se agachó para verme las nalgas, su descaro me comenzó a calentar, hacía mucho tiempo que no se comportaba alguien así conmigo, en un largo pasillo, con puertas a ambos lados, abrió una oficina, tomándome de la cintura me hizo pasar y dijo:
-Esta es la oficina de Raúl.
Mientras yo la inspeccionaba, me preguntó:
-¿Cuantos tiempo de casados tienen?
-¡Cuatro!
-Estás muy joven, no debes de tener más de 23 años
-¡Gracias!, es muy amable, pero tengo 25.
-¡Por favor!, háblame de tú, ¿o me ves muy viejo?
-No, no es eso, pero…
Salimos de la oficina y me fue mostrando algunas otras, pero siempre me tomaba de la cintura al caminar, bajamos y recorrimos otros tantos privados, en el último, el más grande y espaciosa, indicó que era su oficina,, me acerqué al enorme ventanal de obscuros vidrios y contemplé como se desarrollaba la fiesta en el patio, Raúl seguía en la mesa entretenido y platicando, cuando escuché casi al oído:
-De aquí se observa todo, pero desde afuera no se percibe nada.
Ya lo tenía detrás de mí, muy pegadito, por lo que dije:
-¿Ya terminamos?
-Mi amor, pero si apenas voy a empezar.
Sus manos estaban acariciando mis piernas y levantaban levemente mi vestido, agitada exclamé:
-¡No!, ¡Por favor, no!
Un brazo me rodeó mi cintura y la otra mano se perdió bajo el vestido y agarró mi hinchado conejo, sentía su endurecido bulto como se restregaba en mis nalgas y sus besos en mi cuello, me hacían temblar, aunque excitada y bien caliente pero queriéndome zafar, gemí:
-¡No!, ¡No está bien!, ¡No hagas eso!, ¡No, por favor!
Apretó más mi panochita haciéndome sentir más el restregón trasero y dijo:
-Desde que te ví te me antojaste, estás muy pero muy buena y te quiero coger.
Me soltó de la cintura y su mano buscó mis senos, los empezó a sobar y solté un leve -Ahhhhhh- por el placer, ya me habían aflojado las caricias que tanto necesitaba, cuando dijo:
-¡Tú también tienes ganas, ya tienes mojado tu coñito.
Sin decir nada, quité sus manos de mi cuerpo, me giré y fijamente lo miré, lo abracé del cuello y lo besé angustiosamente, dando a entender que no iba a oponerme a sus deseos.
Me recargó en el escritorio, bajó los tirantes del vestido por mis hombros y brotaron mis enardecidos senos, mientras los chupaba, levantó el vestido y me quitó la tanga, me recosté y subí mis piernas en el frío cristal, separó mis muslos y mientras mamaba mi acalorado coño, se quitó su ropa inferior, cuando levantó la cara embarrada de mis jugos, apuntaló su verga en mi hoyito y con leves empujones me hizo tragar la mitad, entre delicados -Ohhhh-,- Ummmm-, -Ahhhhh-, sentía que su pito me abocardaba más del lo que estaba acostumbrada con Raúl, entre mi dicha escuché:
-¿Tenias ganas de coger?
-¡Siiiii!, muchas!
-¿La quieres toda?
-¡Siiii, ya!
Con un fuerte ataque, entre un placentero -Huuuuuuu-, sus bolas pegaron en mi trasero y comenzó a dar fuertes tallones, en seguida tuve un delicioso y rico orgasmo, después de varios minutos de raspadas, me volví a correr profusamente, se zafó y preguntó:
-¿Te gusta por atrás?
No respondí, me rodé y puse los pies en el suelo, me incliné y me recargué en el escritorio, dejando mi trasero a su disposición, frente a mí quedó el ventanal y pude ver Raúl que seguía departiendo en la reunión, sin saber que a escasos 5 o 6 metros detrás del obscuro cristal, le estaban separando las nalgas a su mujercita y acomodando una dura y deliciosa verga en el culo, cerré los ojos al sentir el primer ataque, duro y feroz, con lo que Julián de una sola arremetida, hundió un buen trozo de maciza carne, me salió un fuerte -Huyyyyyyyyy-, pero ya estaba ensartada por detrás, moví mi trasero y me abrí más las nalgas, para degustar mejor el pito que me estaban enterrando, se apoyó de mis hombros y volvió a empujar, los pelos de sus bolas se entremezclaban con los de mi mojado coño, empezó a disfrutar la deliciosa cogida con los fuertes tallones que Julián me propinaba, mientras Raúl reía y se llevaba un vaso a los labios, de los míos, se empezó a escuchar:
-Así papa, así-, -que rico me estás dando-, -que sabroso me coges-.
-¿Le gusta la verga a mi putita?
-¡Sí papito, me encanta!
Mi vagina volvió a desprender líquidos en el momento en que Julián sacudiéndose, me irrigaba el culo con una pródiga cantidad de ardiente leche, se quedó quieto unos segundos, sacó la verga de mi agujero trasero y lo hundió por completo en mi coño diciendo:
-¡También le tocan mocos a esta rica panocha!
Tres o cuatro tallones y sentí como golpeaba el fondo de mi intimidad otro borbollón de deliciosa crema, me dejó agotada y jadeante, pero muy satisfecha, cuando se soltó, subiéndose los pantalones me señaló una puerta, al traspasarla, entré a su baño privado, me limpié lo más que pude ambos hoyos, cuando salí, sonrió al ver que me acomodaba el arrugado vestido y yo pregunté:
-¿De qué te ríes? ¿Y mis calzones?
-De la rica cogida que te acabo de dar y tus calzones, los voy a guardar como trofeo.
Al regresar a la mesa con mi esposo, Raúl, solamente me preguntó:
-¿Te enseño todo?
-¡Sí!, aunque tu oficina es muy austera, lo demás estuvo muy bien.
La fiesta continuó, al llegar a casa, Raúl, contento y entusiasmado, me dijo:
-Pon mi maleta y nos vamos a dormir pronto, Julián me manda a supervisar la sucursal de León el fin de semana.
El sábado me la pasé sola y aburrida en casa, pero el domingo muy temprano, sonó el teléfono y solo escuché:
-Tú maridito, se queda en León hasta el martes, en media hora llego a tu casa, te bañas y te quedas encuerada.
Era la voz de Julián, rápidamente obedecí la orden, en cuanto entró a la casa me besó tiernamente y luego exigió:
-¡Vamos a tu cama, te voy a estar cogiendo todo el día!
Lo que me hizo, lo dejo para otra ocasión.