El juego

El sol asomándose en el horizonte daba inicio a un nuevo día y con ello a la melodía que brinda el cantar de los pájaros. Los rayos del sol comenzaban a iluminar las grandes casas de ladrillo de aquel coqueto barrio residencial de calles angostas y arboladas.
En estos barrios la ley parecía ser de casas con un jardín muy bien cuidado en su frente y un amplio patio cubierto en el fondo. En unas de estas casas vive Cristian, un joven como muchos otros que en épocas de verano debaten sus vidas entre salir con amigos y dormir. Lo que sigue es el relato de lo que le sucedió aquel día, o al menos, es como él lo recuerda.
Todo sucedió en época de vacaciones de verano, ese año estaba haciendo un calor insoportable y la piscina del patio seguía sin poder usarse. Antes de continuar debo decirles que la casa en la que vivía estaba rodeada por paredes de más de dos metros de alto, cubiertas hacia el interior por árboles y arbustos coloridos. El patio era completamente una alfombra de verde césped con una pequeña piscina en el centro.
Eran las 9 de la mañana y aun permanecía recostado en la cama, mi mente debatía entre seguir durmiendo o levantarme a limpiar la pileta para poder disfrutarla esa tarde. En un momento de inconciencia me levante apresuradamente, lo mejor sería atacar el problema y resolverlo de inmediato. Tal vez por primera vez estaba haciendo algo de lo que trato de enseñarme mi padre.. lo que podes hacer hoy no lo dejes para mañana.
Al levantarme puse algo de música y me asome a la ventana que daba al patio para observar al objeto que me daría batalla ese día. Cuando pensaba que todo se definiría entre esa piscina y yo en un duelo final, veo que aparece ella. Esa mañana realmente se veía hermosa caminando descalza por el césped, lo que más resaltaba de su cuerpo eran sus piernas largas y delgadas, al igual que su fina cintura. Vestía un top rojo arriba, de esos que dejan el ombligo a la vista y abajo tenía un bikini también rojo.
Como cada vez que la veía, no quería perderme detalle de cada uno de sus movimientos. Ella sin saber que la observaba, extiende una manta blanca sobre el césped y se recuesta boca abajo a leer. La atracción que me genera hace que quiera bajar rápidamente hacia el patio, como si fuera un imán y yo un trozo de metal.
Caminé hacia donde estaba recostada y observe que el bikini era más diminuto de lo que me pareció desde la ventana. Su pelo parecía un poco más claro iluminado por el sol, lo llevaba sujeto formando una larga colita. Me senté en una de las reposeras del patio y cometí el exceso de mirarla demasiado, ella interrumpió su lectura y levantó la mirada hacia mí.
-Qué?.. Me dice
-Que de qué?
-Dale que queres?
-Nada porque iba a querer algo. De que es el libro?
-Es una novela
-Pero de qué trata?
-Y léelo! Los libros no muerden, me dice volviendo a su lectura
-Mmmm no se …yo por las dudas no me arriesgo
-jajaja que pavo. Igual siempre queda mirar la película para vagos como vos
Me recuesto en la reposera para descansar un rato pero no puedo evitar volver a mirarla. Se veía tan radiante, creo que esa sería la palabra justa para describirla. Admiré absorto su piel blanca resaltada por la crema bronceadora, su ombligo perfecto. En un momento se levanta, me dice algo y vuelve a sentarse en posición de yoga con las piernas cruzadas. En esa nueva postura, podía notar los pezones que se marcaban contra la tela. Baje la mirada hacia su entrepierna y noto como se marcan los labios de su vagina en el bikini. Escucho que vuelve a hablarme y la miro a la cara:
-Me estas escuchando?
-Si escucho si, le dije
-Con los ojos escuchas vos. Con vos no se puede hablar
En ese momento sentí rabia, sonaba tan engreída, tan vanidosa. Como si yo la mirara y acosara todo el tiempo, bueno…. Un poco de razón tenía.., pero igual me molestaba. Me levante y fui a la cocina a buscar un refresco bien helado, en parte también quería alejarme de ella. Al rato veo que entra y ni me mira, caminaba con la nariz parada como una princesa. …Pero quien se cree que es?, pensé, si esto seguía así sería nuestra enésima pelea. La idea no me disgustaba teníamos una relación de amor odio continua.
Ella dejo el libro sobre la mesa y comenzó a leer permaneciendo de pie. La veo inclinarse hacia adelante apoyando los brazos en la mesa, juega con un pie acariciándose el otro. Luego de un rato se dirige a la heladera, se agacha sin flexionar las rodillas y busca algo en el cajón de abajo exponiéndome su culo. El bikini le deja la mitad de las nalgas a la vista y al agacharse se le mete aún más en la raja.
Tardaba más de lo normal agachada y meneaba el culo como invitándome a que la mire. Entonces se me ocurrió, si todo iba a terminar en una pelea al menos quería algo. Me dirijo hacia ella y le pego un fuerte palmazo en el culo. Por lo estruendoso del golpe, inmediatamente me di cuenta que me excedí con la fuerza. Ella pegó un grito y dio un saltito, dio media vuelta y como pude le sujete las manos. Estaba furiosa
-sos un desgraciado pendejo de mierda
-jajaja.. mi risa se convirtió en arrepentimiento cuando me di cuenta que realmente le dolió
Ella quiso golpearme pero la sujete de las manos, poco a poco se fue calmando aunque aún me miraba con furia y trataba de soltarse
-Perdón lo hice sin pensar
-Sos un tarado pendejo, ni te da la cabeza para pensar
Nose como soltó una de sus manos pero me dio un cachetazo que resonó por toda la cocina
Solo le solté el brazo y di un paso hacia atrás, la mire con furia.. esto no iba a quedar así, pensé. Di un paso hacia ella, creo que mi cara cambio y se dibujó en mi expresión una sonrisa maliciosa. En ese momento su rostro era de sorpresa, ella intuía que algo iba a pasar. La mire fijamente levantando mi mano y mostrándole la palma
-Ni se te ocurra pendejo! Exclamo ella queriendo escapar
Trate de pegarle en la otra nalga pero se hecha hacia atrás, me sujeta las manos y grita riéndose
-Si me tocas grito… me dijo
La agarre de una mano y me coloque detrás de ella. Le agarre la otra mano abrazándola, apretándola. Ella en sus movimientos por librarse me frotaba con el culo, creo que se dio cuenta que ya la tenía dura. Su risa se fue apagando y ya casi no luchaba, yo sentía como la pija quedaba apretada por sus nalgas. La notaba nerviosa, creo que a ella también la excitaban esos juegos de forcejeo. Me senté en la silla que tenía atrás y la coloque boca abajo sobre mis piernas, ya no se resistía. Le di otra fuerte palmada en el culo y luego otra más suave. La estaba nalgueando como a una niña mala, ella solo se quejaba suavemente
-No tan fuerte bruto, que me duele
Se notaba la piel roja por las palmadas, nada que unas caricias no calmen. Una persona ajena pensaría que le estoy manoseando el culo de una manera obscena. En ese momento se escuchó una voz gruesa y que denota autoridad:
-Qué están haciendo?
Debo ser yo el que responda, de alguna manera fui el que inicio todo -Nada.. Solo estábamos jugando.
-jugando? No están grandecitos para andar jugando así?
No era la primera vez que usaban la palabra juego para describir lo que hacían, tal vez de esta manera todo resultaba menos pecaminoso