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El problema de mi vecino…

Relato enviado por : narrador el 22/08/2008. Lecturas: 18718

etiquetas relato El problema de mi vecino… .
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Resumen
Mi nombre es Nicolás, soy una persona soltera, de más de cuarenta años, trabajo como oficinista de un banco, y aunque he tenido varias compañeras, desde hace tiempo decidí no echarme la soga al cuello, perdón, quise decir casarme. Aparte de que desde hace unos cuantos meses atrás, me di cuenta de que soy o mejor dicho me volví impotente. En otras palabras, no se me paraba por nada del mundo.


Relato
Lo triste del caso es que eso ya lo veía venir y no hice nada, ya había comenzado a darme cuenta de que hace algún tiempo, no se ponía tan duro como antes, y para colmo un día que me encuentro en al apartamento de una amiga mientras que nos besábamos de manera ardiente, me doy cuenta de que mi verga, nada de nada.

Pero con todo y eso fuimos a la cama, y aunque ella me abrió sus piernas de par en par, mi verga lo único que hacía era mirar vergonzosamente al piso. Esa noche tuve que aparte de ponerme mamarle el coño a mi amiga hasta el cansancio, para no quedar del todo mal, me dediqué a masturbarla, introduciendo mis dedos y casi por completo mi mano, dentro de su vagina. Después de lo cual me disculpé diciéndole, que lo más probable era, que el dolor que sentía en mi espalda, que no me dejaba hacer nada. Ella tomó como buena la escusa, y yo partí para mi apartamento bastante molesto con migo mismo, desde luego que al día siguiente fui a ver un urólogo, que después de un sin número de preguntas y exámenes, me dijo con cara de tristeza, que yo era impotente.

Después de esa infausta noticia, aunque yo me consideraba una persona, cien por ciento heterosexual. Pensé seriamente en no volver más nunca a ninguna mujer, digo íntimamente. Hace poco, a mitad de la noche, recibí una llamada de mi vecino Franco, al que conozco por casi quince años. Me pidió, que por favor, pasara por su apartamento, que se trataba de una emergencia. Al llegar el me abrió la puerta, envuelto en una toalla alrededor de la cintura, como única ropa. Bajo la tela de la toalla se podía ver que su miembro estaba completamente erecto. Cosa que de por si me llamó la atención, aparte de lo raro de la situación. Franco mi vecino, es un hombre gordo, medio calvo, bajito y con todo su cuerpo bastante velludo, en fin que no es un míster universo, que eso les quede bien claro.

Bastante nervioso y asustado me pidió que me sentase, mientras comenzó a contarme que esa noche tenía una cita con una amiga de él, para lo cual se preparó tomando de las pastillitas azules, las que de paso a mí nunca me han hecho efecto, aparte de dolor de cabeza. Pero la tipa nada que llegaba, así que la llamó por teléfono y ella muy molesta le dijo, que su marido la había llamado desde el aeropuerto, diciéndole que el vuelo fue cancelado y que regresaba a casa, razón por la cual ella no iba poder ir a su apartamento.

Yo le dije que eso no era para tanto, cuando retirando la toalla, me dijo. Es que ahora esto no se me baja, por nada del mundo, traté de masturbarme y lo único que hago es seguir y seguir sin que nada suceda. Yo me quedé boquiabierto, viendo su erecta verga, como apuntaba al techo del apartamento. No es que nunca antes hubiera visto una verga parada, pero en esos momentos sentí una enorme envidia. Por lo que tratando de controlar mí el deseo de seguir observando su erecto miembro, le pregunté a Franco que era lo que él deseaba que yo hiciera, y me dijo. Pensaba pedirte de favor, que me fueras a buscar a una puta, para que me baje esto. Pero me acordé, que en la Tv salió que la policía anoche tiro una redada, y se llevó a todas las caminadoras, y también me acordé para colmo de males que no tengo efectivo encima. Fue cuando me dijo, la verdad es que no se qué hacer.

Yo le dije que la idea de ir por una puta era muy buena, pero que yo en lo personal no conocía a ninguna, y que como él yo tampoco había cambiado el cheque de mi sueldo todavía. Por lo que si aparecía una puta, dudaba mucho que le diera un crédito hasta el día siguiente. En esos momentos a medida que fui hablando, sin darme cuenta comencé a acercarme a su persona, hasta que tomé asiento a su lado en el sofá de su sala. Franco realmente se veía bastante preocupado, pensé en decirle que fuera a la sala de emergencia, pero antes de hacerlo, me pregunté qué haría yo si me sucediera algo así, y lo último que hubiera aceptado hacer, era ir a una sala de emergencia, por lo que consideré que mejor me quedaba callado. Lo que hice pero sin despegar mi vista de su verga.

Hasta que después de varios minutos de silencio entre nosotros dos, se me ocurrió preguntarle, que sucedería si era yo quien lo masturbase. Franco aun bastante nervioso y asustado me dijo. La verdad es que no sé, pero si me haces la paja y eso ayuda a que se me baje la erección te estaré eternamente agradecido. Al escuchar su respuesta, me sentí como todo un idiota, como se me había ocurrido preguntarle eso a Franco, era como preguntarle a un niño que si quiere un dulce. Su respuesta no se hizo esperar, diciéndome con cara de sufrimiento. Coño, Nicolás hazme ese favor, por lo que tú más quieras, y te estaré eternamente agradecido.

Así que lentamente comencé a tomar su erecta verga, con mi mano derecha, y después de agarrarla lo mejor posible con mi mano, comencé a mover mi mano de arriba abajo lentamente. En ese momento yo comencé a sentir algo raro dentro de mí, ya no era esa envidia que me corroía por dentro, cuando vi su verga erecta. Me sentía muy cómodo masturbando a Franco. De algo que de inmediato también me di cuenta fue que apenas mi mano tocó su verga, su rostro cambió completamente, tornándose uno que reflejaba mayor excitación pero mucho menos miedo o temor.

A medida que yo comencé a bajar y subir y bajar mi mano derecha, a lo largo de todo su caliente tallo, Franco se mostraba, aunque excitado, mucho más tranquilo, hasta llegó a decirme con aire de más tranquilidad que. Definitivamente no es lo mismo que yo me la haga a que me la haga otra persona, la cosa era muy diferente. Al escuchar sus palabras y mientras veía fijamente la verga de mi vecino, pensé. Si eso es haciéndole una paja, como sería si se lo llego a mamar. En ese mismo instante levanté mi vista y me encontré con su mirada, fija en mi boca, como pidiéndome que se lo mamase. En ese instante me dije a mi mismo mentalmente. Bueno que más da, al fin y al cabo es por hacerle el favor.

Sin pensarlo más fui abriendo mi boca mientras lo miraba a los ojos fijamente, y a medida que mi mano continuaba subiendo y bajando por toda su verga, mi boca la fui acercando a su colorado glande. Por medio de mi lengua, comencé a sentir prácticamente toda la erección de su verga. Por uno instantes, solo me dediqué a lamer su capullo, pero ya a los pocos momentos, no pudiendo aguantar más, el deseo de tenerlo dentro de boca, mis labios comenzaron a cerrarse sobre su miembro, mientras que ambos nos manteníamos viéndonos fijamente a los ojos.

El rostro de Franco de inmediato, sufrió otro cambio significativo, a medida que con mi boca iba tragándome su caliente verga. En cosa de segundos, mi saliva corría a raudales por sobre toda su verga. Yo por mi parte comencé a sentir algo bien diferente, es decir definitivamente ya no envidiaba su erecta verga, sino que más bien la disfrutaba placenteramente a medida que continuaba mamándosela toda, completamente. Mi vecino me comento en cierto momento. Lo que es la mente de uno, ahora me siento mucho más tranquilo, a medida que me la estas mamando. Para luego continuar diciéndome ¿si eso es con una buena mamada como la que me estás dando?, ¿Cómo será si te lo llego a meter, completamente por el culo?

Sus palabras en ese instante, para mí tenían una lógica tremenda, Por lo que a medida que continué mama que mama, mis manos me fueron soltando la correa de mi pantalón. Para luego pasar a desabrocharlo y comenzar a bajar la cremallera. Los ojos de Franco no se quitaban de mi rostro, mientras que yo, intensamente continuaba mamándole su caliente y erecta verga. Luego sin dejar de hacer lo que hacía, lentamente me fui bajando los pantalones y el slip. Hasta que mi culo quedó por completo al aire, cosa que al ver Franco que yo estaba haciendo, sacó su verga de mi boca y rápidamente se colocó tras de mí.

En ciertos momentos me preguntaba a mí mismo, como era posible que estuviera a punto de que Franco me enterrase su verga y yo estuviera tan tranquilo y hasta cooperador. Lo primero que sentí, fueron sus manos que las colocó sobre mis nalgas, separándolas ligeramente. Después de eso, sentí como la cabeza de su glande, comenzaba a rozarla contra mi esfínter. Un sabroso corrientaso recorrió todo mi cuerpo, haciéndome estremecer, y eso que aun Franco no me comenzaba a clavar su verga.

Sus dedos exploraron completamente todas mis nalgas, sentía sus manos calientes contra mi piel, y como poco a poco su verga comenzaba a presionar contra mi apretado esfínter. De la misma forma comencé a sentir un tremendo dolor, era como si me estuvieran partiendo mi culo en dos. El placer se fue convirtiendo en terrible agonía, hasta que Franco terminó de enterrarme toda su verga entre mis nalgas. Por un buen rato, Franco se quedó completamente pegado a mis nalgas, y poco a poco ese tremendo dolor fue dándole paso a un raro placer, jamás sentido por mí.

A medida que Franco comenzó a moverse, sacando y metiendo lentamente su verga de manera repetida dentro de mi cuerpo, yo me quedé extasiado, pero también comencé a mover mis caderas, restregándolas contra el voluminoso y velludo cuerpo de Franco. Yo disfrutaba profundamente de su verga como de la misma manera que el disfrutaba de mi. En esos instantes me imaginaba que su verga era la mía, dura y caliente, entrándome por el culo sabrosamente. Después de estar un buen rato clavándome en esa posición, Franco me indicó al tiempo que sacaba su verga, que me acostase boca arriba en su sofá, lo que de inmediato hice sin chistar, él me tomó por los tobillos levantó y separó mis piernas, y vi como sin perder tiempo, su verga desaparecía bajo mis testículos, enterrándose nuevamente dentro de mí.

Una de las cosas que más me impresionó, fue el ver su rostro frente al mío. Con sus ojos entrecerrado, Franco continuaba dándome verga, hasta que después de un buen rato comenzó acelerar sus movimientos, y apretar mi cuerpo contra el suyo con mayor fuerza, mientras que su sudor nos empapaba a los dos, su olor a macho en celo, me tenía en la gloria. Al Franco acelerar sus movimientos, sentía que su verga me llenaba completamente, y de momento, aunque pienso que quizás fue mi imaginación, comencé a sentir como su semen llenaba toda mi tripa. Hasta que él sacó su verga de mi culo, y sin perder tiempo la llevó a mi boca. En ese momento al ver su miembro a tan pocos centímetros de mi cara, simplemente me dediqué a continuar mamando, a medida que su leche aparte de regarla dentro de mi boca, se corrió por toda mi cara.

Cuando ambos finalmente nos quedamos quietos, permanecimos sin movernos por un buen rato, hasta que él se levantó y se dirigió al baño de su apartamento, mientras que yo me encontraba tendido sobre parte de su sofá con mi culo bien abierto, y muriéndome de la vergüenza, pero extremadamente satisfecho. Cuando Franco regresó donde mí, me trajo una pequeña toalla con la que me limpié la cara. En ese instante, decidí confesarme con él, diciéndole que para mí era la primera vez que hacía eso con un hombre. Le comenté sobre mi problema de impotencia, y que mucho le agradecería que no le comentase a nadie lo sucedido. Franco me dijo, la verdad es que yo te agradezco mucho el favor que me has hecho, y ten por seguro que no se lo diré a nadie, pero mientras tanto me das otra mamada. Cosa que yo gustosamente hice.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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