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El viejo lesbiano… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 28/10/2015. Lecturas: 3673

etiquetas relato El viejo lesbiano… ( CON fotos)   putas .
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Resumen
Cuando se me acercó aquel vejete, en su auto, y apresuradamente me dijo que me montase. Yo pensé, seguramente se había tomado todo el frasco de viagra, y ahora quiere aprovechar, antes de que le pase el efecto.


Relato

Pero no era eso lo que pasaba realmente, no bien yo había terminado de entrar a su auto, y el viejo comenzó a arrancar. Apareció en la esquina, la perrera de la policía, que de haberme quedado en la esquina, seguramente, me volvían a detener por estar trabajando en la calle. Despues de que arrancó, y su auto recorrió varias calles, fue cuando aquel simpatico vijecito me preguntó, ¿bueno niña, tú dime, donde te dejo ahora? Yo la verdad es que me confundí un poco, porque había pensado que lo que el viejo buscaba era pasar un rato conmigo.

Entonces me dijo, yo vi a los policías que arrestaron a varias de tus amigas, compañeras, o colegas. Y no me parece justo que hagan eso, ustedes no le hacen daño a nadie, por lo contrario, mucho que ayudan. Yo le di las gracias el viejecito, que para recompensarlo, le dije que si él pagaba el motel, yo no le cobraría nada.

Él se me quedó viendo, se sonrió, y me dijo. hay hija, tú no sabes con cuanto gusto aceptaría tu propuesta. Pero suceden dos cosas, una es que no tengo para pagar el motel, en cuyo caso te propondría que fueramos a mi piso, que es cerca de aquí. Y lo otro, y no te vayas a reir, es que resulta que yo soy un viejo lesbiano.

La verdad es que no pensaba aceptar acompañarlo a su piso, pero al escucharlo decir que era un viejo lesbiano, y a pesar de que él me advirtió que no me fuera a reir, no pude contener la risa, y disculpándome le dije. Yo he escuchado, y visto cosas raras, pero nunca había sabido de que un señor, como usted fuera lesbiano. El viejo me vio como con aire de tristesa, y mientras manejaba me dijo. Lo que me sucede hija es que a mi desde hace ya varios años, a mi no se me para, y cuando se me para es por tan poco tiempo, que ni dan ganas de usarlo. Pero se quedó callado, mientras detenía su auto frente a un pequeño edificio de dos plantas.

Yo aun no entendía lo de lesbiano, así que llena de curiosidad así se lo hice saber. Así que mientras el viejito y yo nos bajamos de su auto, y el se dirigió a la puerta, comenzó a decirme. Bueno hace años, yo tenía varices en el escroto. O sea en los testículos, y finalmente un mal día se reventaron. Y desde esa fecha como ya te dije, no se me ha vuelto a parar, por lo menos del todo. Yo sin darme cuenta, a medida que el viejo siguió hablando, yo lo fui escuchando y acompañando. Entramos al edificio, luego él cerró la puerta de la calle, mientras continuó diciéndome. Bueno lo de lesbiano es porque cuando tengo sexo como una mujer, es como si ella lo estuviera haciendo con una lesbiana. Porque como no se me para, trato de satisfacerla de la mejor manera posible. Y al decir eso, medio sacó su lengua, y se sonrió.

En ese justo momento atravesamos la puerta de su apartamento, y entramos a una amplia sala, fue cuando me di cuenta de que por curiosa, sin darme cuenta ya estaba dentro de su apartamento. Él me invitó a sentarme, al tiempo que yo le pregunté si no tomaba las pastillitas azules. A lo que me respodió que no porque para él eran muy caras. Y no podía comprarlas sin receta. Ya en esos momentos él viejo entró, supongo que a la cocina, y a los pocos minutos reapareció con un par de cervezas en la mano. Ofreciéndome una, la que me tomé gustosamente, mientras él se tomaba la otra. Quizás fue lo que él dijo, de que trata de satisfacerla de la mejor manera posible, como que me provocó acostarme con aquel viejo, aunque solo fuera por hacerle pasar un buen rato.

Así que de la manera más descarada que pude, separé mis piernas, al tiempo que abanicándome con una mano, y con la otra le mostraba mis tetas, le dije. Bueno pero si aun quiere, podemos hacer algo, si quiere. El viejecito se sonrió, y acercándose al sofá donde yo estaba sentada. Colocó sus temblorosas manos sobre mis rodillas, y sonriendo me dijo. Bueno, pero deja que antes te advierta, que la mayoría de las chicas con que me he acostado, dicen que soy único. Yo me sonreí, por el tono tan gracioso en que lo dijo.

Así que en cosa de pocos minutos, tanto él como yo estábamos completamente desnudos, y a pesar de su edad, el viejo comenzó a besarme, y sobre todo a oler profundamente, cada rincón de mi cuerpo. Yo la verdad es que comenzaba a disfrutar la manera tan particular que el vejete tenía de actuar, hasta que recostándose a mi lado, comenzó no tan solo a mamar, y acariciar mis tetas y pezones, sino que me chupaba los pezones, de una manera, que hasta esos momentos, más nadie lo había hecho así.

Luego lentamente su lengua fue recorriendo todo mi vientre, deteniéndose por unos agaraciados minutos en mi ombligo, el cual no tan solo me chupo, beso, y hasta olisqueó profundamente, sino que con sus finos y temblorosos dedos, lo acarició. Luego su lengua continuó bajando hasta llegar a mi peludo coño. Para mi es sumamente raro encontrar un cliente que disfrute el mamar mi coño, pero como ese viejo primera vez en mi vida que alguien no tan solo me mamaba los labios de mi vagina, sino que también me chupo y hasta me mordisqueó divinamente todo mi clítoris, arrancándome profundos gemidos de placer.

Al tiempo que sus dedos, los fue introduciendo dentro de mi vulva, y tocándome en uno que otro punto, me arrancaba de manera continua, placenteros gemidos. Yo estaba loca y sin idea, el condenado viejecito, con su lengua, sus temblorosos dedos, y hasta con su larga y prominente nariz, estaba haciéndome sentir única. Cuando no era que me chupaba el clítoris, me mosrdiqueba los pezones, pero de una forma, que en mi vida había sentido antes. Fue tanto el placer que el condenado viejo me produjo, que como cosa rara, hasta solté un fuerte y abundante chorro de fluidos de mi vagina. En mi vida me había sucedido algo semejante, y cuando comenzó a restregar su flácido miembro contra mi caliente vulva, pensé que me iba a volver loca, de felicidad.

Por lo general, lo más que puedo o acostumbro a estar con un cliente, es a lo sumo una media hora. Pero cuando comencé a vestirme, le di un vistazo al mi reloj, me sorprendí al ver que habíamos pasado prácticamente más de tres horas, en esos condenados juegos. Yo la verdad es que disfruté profundamente todo aquello que el viejo lesbiano me hizo con su lengua, dedos, boca, dientes, y hasta con su nariz. Lo que más me sorprendió de todo, fue que al salir de su casa, se ofreció llevarme hasta donde yo quisiera. Bueno ya era tarde, así que le pedí que me dejase frente a donde vivo. Pero lo mejor de todo fue que al abrir mi cartera, para buscar las llaves me encontré con un grueso fajo de billetes.

Lo malo de todo eso, es que no he vuelto a encontrarme con el condenado viejo, y a quien le pregunto, sobre el viejo lesbiano, se me quedan viendo como si yo estuviera loca.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:30) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

fernyred (13 de June de 2016 a las 18:54) dice: Hola tu relato es muy bueno es una historia diferente felicidades y te mando un beso.


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