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En manos del placer

Relato enviado por : cubanofeliz el 15/11/2011. Lecturas: 2963

etiquetas relato En manos del placer   Tríos .
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Resumen
Al amanecer recogimos nuestras pertenencias y partimos hacia Guanahacabibes. Nos hospedaríamos en un lugar turístico llamado Los Tumbos, en el extremo más occidental de Cuba. El viaje era largo y a medio camino, ya cerca de una comunidad llamada Maspoton, nuestro auto se pinchó un neumático que tuve que cambiar, ya casi era de noche y aún nos faltaba mucho camino por recorrer así que decidimos buscar alguna casa de alquiler en la zona para hospedarnos. Preguntando llegamos a una humilde casita de campo que un campesino de la zona nos había recomendado. Tocamos a la puerta, ya casi era de noche, y nos abrió una hermosa muchacha de pelo rizado, ojos verdes, penetrantes como los de los felinos y piel color canela, de labios gruesos y bien formados, vestida con un atuendo muy sensual que dejaba ver sus bellas piernas y sus caderas bien delineadas por la mano de un pintor. Ante aquella majestuosidad mi esposa enmudeció, se quedó sin palabras, solo la observaba.. La saludé amablemente y le pedí que por favor nos hospedara esa noche para al otro día continuar camino. Ella nos invitó a pasar y nos sentamos mientras juntaba sus piernas con pudor y colocaba sus manos sobre las rodillas.


Relato
En manos del placer
Al amanecer recogimos nuestras pertenencias y partimos hacia Guanahacabibes. Nos hospedaríamos en un lugar turístico llamado Los Tumbos, en el extremo más occidental de Cuba. El viaje era largo y a medio camino, ya cerca de una comunidad llamada Maspoton, nuestro auto se pinchó un neumático que tuve que cambiar, ya casi era de noche y aún nos faltaba mucho camino por recorrer así que decidimos buscar alguna casa de alquiler en la zona para hospedarnos. Preguntando llegamos a una humilde casita de campo que un campesino de la zona nos había recomendado. Tocamos a la puerta, ya casi era de noche, y nos abrió una hermosa muchacha de pelo rizado, ojos verdes, penetrantes como los de los felinos y piel color canela, de labios gruesos y bien formados, vestida con un atuendo muy sensual que dejaba ver sus bellas piernas y sus caderas bien delineadas por la mano de un pintor. Ante aquella majestuosidad mi esposa enmudeció, se quedó sin palabras, solo la observaba.. La saludé amablemente y le pedí que por favor nos hospedara esa noche para al otro día continuar camino. Ella nos invitó a pasar y nos sentamos mientras juntaba sus piernas con pudor y colocaba sus manos sobre las rodillas.
Nos dijo que le daba pena pero que estaba sola con su hermano menor y le daba miedo, le expresamos que le pagaríamos muy bien la noche y además, se avecinaba una gran tormenta de la cual ya se escuchaban los fuertes truenos y el relampagueo incesante. Comenzó a llover y nos percatamos que le temía a los truenos. Este conjunto de cosas hizo que accediera y nos brindó el cuarto de su hermano, mientras ellos compartirían el de ella esa noche.
Ubicamos nuestras cosas en el segundo cuarto que se separaba del primero solo por una cortina, nos dimos un baño y al rato nos sentamos a conversar mientras la muchacha cocinaba nuestra cena. Allí, de pie, mi esposa y yo la pudimos observar de espaldas mientras se inclinaba a tomar algunos ingredientes. Tenía un cuerpo realmente hermoso, parecía tener unos 20 años y sus caderas eran bellas, su piel canela y sus ojos eran hermosos. En voz baja comentábamos como sería ponerla a mamar y observar esa mirada mientras lamia nuestros sexos. En eso estábamos cuando se entreabrió la puerta de la casa y entró un joven, de unos 19 años de edad, también de piel color canela y los mismos ojos verdes de gato, ambos nos quedamos atónitos y Claudia, que es el nombre de la chica, nos presentó a su hermano Damián. El joven estaba empapado de lluvia y tembloroso, de inmediato fui a la habitación y traje una botella de ron para que se calentara un poco, servimos cuatro vasos y comenzamos a beber y a conversar animadamente. Al cabo de unos minutos pude observar como Damián no podía separar sus ojos de mi bella esposa y ella que no era nada tonta ya se había percatado y comenzaba a provocarlo levantando uno de sus muslos, dejando entrever sus piernas debajo de una minifalda muy provocativa. Pusimos algo de música y continuamos bebiendo hasta que la botella de ron se terminó. Decidimos cenar y dejar dos botellas de vino para acompañar la misma. La cena transcurrió entre risas y miradas provocativas de Damián a mi chica, mientras yo observaba que Claudia estaba como atontada por la bebida, sin embargo continuaba bebiendo y sus ojos lucían como esmeraldas en la noche. Las dos botellas se agotaron rápidamente y nuestro último recurso era una botella de Tequila que nos habían regalado.
La abrimos, servimos los vasos y brindamos, este fue el comienzo del fin. Claudia y Damián evidentemente no estaban acostumbrados a beber y menos hacer mezclas de ese tipo por lo que Damián fue el primero en caer, junto con Claudia lo llevamos a su cuarto y lo acostamos en la cama, sudaba copiosamente y le dije a Claudia que por que no le quitaba la ropa para que se refrescara a lo que ella mecánicamente asintió. Lo desnudamos casi completamente dejándolo solo en calzoncillos. Al salir del cuarto Claudia y yo tropezamos, ella se agarró de mi con fuerza y pude sentir su cuerpo cerca del mío, hasta el aliento alcohólico de sus labios, nos miramos y nos separamos llegando uno detrás del otro a la sala de la casa. Mi esposa seguía bebiendo Tequila y le pidió a Claudia si podía quitarse algo de ropa pues había mucho calor, a lo que ella asintió con la cabeza.
Mi esposa se despojó de su minifalda y su blusa quedándose solo en sostén y una tanga minúscula, su cuerpo brillaba debajo de la luz de la sala. Se acercó a la puerta y la abrió mientras observaba una impenetrable oscuridad y una fuerte lluvia que caía sin parar, salió al portal y en unos segundos estaba debajo de la lluvia, refrescando su cuerpo. Al verla Claudia le dijo que se iba a enfermar y se reía por la locura de mi esposa mientras bebía más Tequila y yo la observaba de perfil, sus nalgas, sus senos imponentes.
Mi esposa entró y se abrazó a nosotros, empapándonos de lluvia a ambos, después de soltarnos nos besó a mí en la boca y a Claudia muy cerca de sus labios, ella bajó la cabeza sin decir nada y dijo que iría a buscar una toalla. Mi mujer me guiñó un ojo y me susurró: ya es nuestra. Entramos a la casa y ya Claudia venía con una toalla para mi esposa, la cual le pidió que por favor la secara, mientras yo observaba desde una silla disfrutando mi trago. Claudia se acercó y tomó el pelo de mi chica en sus manos secándolo con suavidad mientras yo veía a trasluz su tanga ya que estaba empapada de lluvia, gracias a la brillante estrategia de mi esposa su culo se definía muy bien y su raja anal lucia impresionante.
Sécame el cuerpo – le pidió mi esposa - y Claudia comenzó por la espalda mientras yo veía como se deleitaba con la piel de mi chica. Al llegar a la cintura se detuvo, por pudor, y mi esposa tomó su mano con firmeza y le dijo –continúa- a lo que ella no pudo resistirse y se inclinó un poco para secar las nalgas y los muslos de mi mujer que me miraba por sobre su hombro con picardía. Mi mujer separó sus piernas y le dijo –aquí por favor, sécame- Claudia se sonrojó y me miró con pena, pero le hice un ademán que continuara y así lo hizo.
La toalla en manos de Claudia se deslizaba ahora entre las piernas de mi esposa, cerca de su chochita, rozándola, estaba muy caliente, respiraba agitadamente, aquello era algo nuevo para ella y se estaba excitando también. Mi esposa se soltó el sostén y se volteo de frente, sin dejarla pensar tomó las manos de Claudia y las llevó a sus tetas para que las secara, dándole vueltas a cada una y deteniéndose en los pezones, mi esposa sostenía las manos de Claudia que ya no tenían dueño y ahora bajaban por su abdomen hasta llegar a rodear su cintura, ambas estaban muy cerca una de la otra y podían sentir su respiración agitada. Me levanté de la silla y me coloqué detrás de mi mujer, bajándole la tanga suavemente, mientras por el frente ella conducía hábilmente las manos de Claudia hacia su chocho, estaba empapado de flujos. Mi esposa estaba muy caliente y cuando la toalla tocó su vagina explotó de placer, su orgasmo fue notable y allí de pie, se chorreo todas las piernas mientras balbuceaba a Claudia que la secara. La toalla había caído al piso. Mi mujer estaba completamente desnuda y ahora conducía las manos de Claudia hacia su vagina. Claudia sintió un calor nunca antes experimentado que subía por su columna vertebral y hacia separar sus piernas y endurecer sus pezones, un fuego intenso la abrazaba y ahora sentía en sus manos aquellos labios vaginales que se entrelazaban con sus dedos. Mi mujer la atrajo hacia sí y posó sus labios en los de ella, juntaron sus lenguas y se fundieron en un beso interminable, los dedos de Claudia jugaban con la vagina de mi esposa, entraban y salían suavemente, sin forzar nada, y ella la abrazaba, la acariciaba sin poder desprenderse de aquella cálida boca, tragaban sus salivas sin parar.
Esta vez, ya desnudo, di la vuelta por detrás de Claudia. Su vestido tenía un zipper a la espalda que fui deslizando hasta el final, ella me sentía y no hacía nada para evitarlo. Sus hombros fue lo primero que vi desnudos, su piel canela ante mis ojos, mientras ambas se acariciaban los pezones y se besaban alternativamente, deslicé el mismo hacia abajo y seguí sin parar en sus caderas, me llevé hasta la tanga, no quería que nada se interpusiera ente nosotros, estaba totalmente desnuda ante mí.
Era una diosa salida del Olimpo aquella chica, sus caderas eran anchas, su cintura estrecha y sus nalgas empinadas y separadas por una raja que parecía el cauce de un río caudaloso, me acerqué y besé su piel, me deslicé hacia su cintura mientras mi esposa hacia lo mismo por delante, ambos llegamos juntos a la meta, ella a su vagina y yo a su culo.
Abrí sus nalgas, separé sus piernas con mis manos y entonces pude descubrir su bello orificio anal, comencé a meter mi lengua en su ano, a dilatarlo suavemente, sentía el sabor agradable de su culo, masajeaba sus nalgas mientras mi esposa abría su chochito, lamia su clítoris, le decía que rico clítoris mi amor, como me gusta asiiiiiiiiiiii y le metía la lengua entre su vagina, sus dedos penetraban su hirviente chocho, sentí necesidad de penetrarla y mis dedos se juntaron con los de mi mujer en su interior y era puro fuego vaginal, estaba empapada y gemía de locura, se extasiaba con aquella paja y mamada que le estábamos dando en el crico, apretaba la cabeza de mi mujer contra su pelvis y enredaba sus manos en su cabello tirando de él con fuerza, mi esposa gritaba y le metía tres dedos en la vagina y le pellizcaba los pezones hasta que por fin Claudia no soportó más y lanzó un grito de placer aayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy que ricoooooooooooooooooo me vengoooooooooooooooooooo y se chorreo toda en los dedos de mi mujer la cual lanzó su boca a la vagina de ella y no dejó escapar nada de semen de su querida Claudia.
Por mi parte estaba que reventaba de la calentura, mi pinga estaba enrojecida y sus venas se querían reventar de tanto flujo sanguíneo, continuaba acariciando a Claudia mientras mi mujer se tumbó en un sofá con las piernas abiertas, pusimos a Claudia en cuatro patas y comenzó a comerse la chochita de mi esposa que esta vez estaba de nuevo en la gloria. Me acerque por detrás y puse mi pinga en su vagina, la agarré por las caderas y empecé a metérsela hasta el fondo, fue muy fácil pues estaba muy empapada de la venida anterior y mis cojones chocaban contra los gordos labios vaginales de su chochita, así estaba templándomela rico cuando mi mujer me dijo que le diera por el culo a Claudia, ésta rezongó un poco pero no tenía escape, después sabríamos que nunca le habían dado por el culo. Separé sus nalgas grandes y morenitas, observé su lindo ano color rosa y vi como sus estrías estaban muy unidas, imaginé que sería virgen por el culo y me fui acercando como un felino a su presa, estaba bien húmedo por lo que el primer dedo entro con facilidad, ella se movió un poco y ya el segundo dedo la puso un poco preocupada, pero mi mujer no le daba respiro con aquella chocha en su boca. Acerqué mi pinga lentamente, escupí sobre mi glande y lo acerque al orificio deseado, empujé y con cierta dificultad entró ayyyyyyyyyyyyy, coñooooooooooo, nooooooooooooo, por favor noooooooooo, pero ya era imposible parar y le disparé todo mi misil por su culito, su esfínter cedió lamentándose profundamente, ella gemía y sus lagrimas brotaban mientras mi mujer la consolaba con besos de lengua muy calientes, comenzamos el mete y saca y mi esposa la iba guiando de cómo hacer hasta que en unos minutos su culo bailaba una samba delante de mí, la cogía por las nalgas, halaba su cabello, mordía su espalda y la clavaba con mi mástil hasta el fondo, estábamos a punto de venirnos cuando escuchamos una voz entrecortada que llamaba a Claudia, era su hermano Damián desde el cuarto que la necesitaba. Lentamente fuimos bajando revoluciones a aquella templada y ella se sacó la pinga del culo mientras mi mujer reposaba de la mamada que acababa de recibir, yo estaba insatisfecho por la interrupción y un deseo inesperado, una idea loca se me ocurrió de repente, le hice una seña a mi esposa y avanzamos hacia el cuarto de Damián y cuál no sería nuestra sorpresa al verlo acostado, casi desnudo y con una gran erección que quería reventar su calzoncillo, mi mujer quedó fascinada ante aquella vista y Claudia no sabía qué hacer en aquel momento. Me acerqué a ella y la besé nuevamente en los labios, acaricié sus pezones inclinándome y mordiéndolos suavemente, en unos segundos Claudia estaba de nuevo en las nubes y ya no se acordaba de Damián, al igual que yo, pero había alguien que si lo deseaba, era mi mujer. Se acercó lentamente a la cama y bajó con cuidado su calzoncillo, aparecía la pinga de Damián como un faro en la noche y mi mujer se inclinó hasta tocar con sus labios su glande, estaba muy erecto, masajeo sus huevos con calma y separó su entrepierna, se colocó entre ellas en cuatro patas y comenzó una rica mamada a Damián mientras Claudia y yo singábamos en un butacón mirando la escena y el hermoso culo de mi esposa en cuatro patas. Así estuvo un rato hasta que se puso a horcajadas sobre él joven y empezó a bajar lentamente hasta sentir como el capullo del chico rozaba su vagina, iba resbalando y en pocos segundos la pinga de Damián, dura como un poste, estaba en el interior de la vagina de mi mujer que ya comenzaba un suave meneíto encima de aquel tronco magnifico. Ella no quería despertarlo pero su furia estaba incontrolada y en unos segundos se vino encima de Damián que ya ronroneaba por la excitación sin reaccionar aun por el efecto de la bebida.
Mi esposa descendió lentamente y de nuevo entre las piernas de Damián mamó sus propios fluidos vitales y limpió con su lengua los cojones del chico, pero su perineo y su ano estaban muy húmedos y al percatarse, sin pensarlo, deslizó uno de sus dedos hacia el culito de él. Este dedo entró con cierta dificultad y el joven se movía ya en la cama, estaba siendo estimulado analmente y con la otra mano mi mujer lo pajeaba hábilmente, hasta que por fin despertó, irguiendo su cabeza en la cama y mirando atontado la escena.
Al verlo Claudia se separó de mi y fue a tranquilizarlo mientras metía sus manos en el cabello del chico, mi esposa tomó una de las manos de Claudia y la llevó al vello púbico del joven -algo que ésta intento rechazar- pero de nuevo mi esposa la tomó firmemente de la mano y le dijo –mastúrbalo- Claudia comenzó con cierta timidez mientras mi esposa seguía ensalivando el culo del chico y esta vez fueron dos dedos los que le metió lentamente hasta que volteó la cabeza y me pidió que le alcanzara el maletín de sus juguetes, ya sabía lo que iba a suceder allí. Le di su maletín y sacó un pomo de lubricante que untó abundantemente en un consolador enorme mientras Claudia pajeaba a su hermano, me acerqué a la cama y ayudé a mi mujer a separarle las piernas a Damián poniéndolas casi en su pecho con lo cual el culo estaba en pompa para ella. Usó de nuevo el lubricante, esta vez en su ano y se colocó el arnés de frente a él, acercó la punta y comenzó la penetración, primero lentamente y después más rápido hasta que finalmente lo tuvo todo empalado. La pinga de Damián quería reventar de la paja que su hermana le hacía y despertó ante aquel trozo de goma en su culo virgen, se retorció un poco, se quejaba, gemía y mi mujer más le daba por el culo asiiiiiii de ricoooooooo, entonces Claudia lo selló con una buena mamada de lengua, soltando la pinga que mi mujer agarró rápidamente y se subió encima de la boca de Damián para que este mamara el rico chocho de su hermana.
Así estaban los tres mientras yo me pajeaba mirando aquella escena cuando de pronto mi esposa me dice -ven tu para que lo cojas- y de veras me sorprendió, pero me tomó de la mano, se arrodilló y me la mamó por unos minutos hasta que estaba al reventar. Me acercó a él lentamente y ella misma me untó lubricante en mi pinga, la tomó en sus manos y la acercó al ojete de Damián que ya estaba enrojecido y dilatado, él se estaba comiendo el coño de su hermana y yo me iba a coger su culito, lo penetré suave y mi mujer me dijo –dale duro coñooooooooooo- singatelo rico y así hice, sentía sus pliegues ceder, el calor de su culo era diferente, apretaba mi pinga con firmeza y yo me aferraba a sus caderas y entraba más adentro en sus entrañas, lo estaba poseyendo, era mío, mi pinga daba latidos en su interior y mis cojones estallaban de calor acumulado, era la tercera vez que la metía en un hueco esa noche y aun no me había venido, así estaba yo cuando mi mujer decidió clavar a Claudia por el culo con el mismo consolador que había usado con Damián, recuerden que Claudia estaba sobre la boca de Damián y mi mujer, usando un cinto de este último, la ató a la pared por lo que Claudia quedó estirada y con los brazos en alto lo cual ella aprovechó para colocar un consolador fijo en su culo que a su vez apoyaba sobre el pecho de Damián. Mientras esto sucedía Damián se comía la chocha de su hermana Claudia. Ella estaba atada al techo y clavada por el culo con un consolador enorme de mi mujer, y yo me estaba singando aquel joven como nunca había hecho, mientras mi mujer era la única libre del grupo y estaba a su antojo. Se dirigió hacia su maleta y buscó una cuerda con la cual ató mis manos a la cintura de Claudia lo cual impedía que me pudiera zafar y cambiar de posición, solo podía mover mi cintura y seguir dándole pinga por el culo a Damián.
En esa posición estaba cuando sentí sus manos en mi cintura, por detrás y ya sospeché lo que iba a suceder. Al momento sentí una frescura y humedad en mi culo, era el lubricante que estaba siendo untado por mi mujer en mi culito virgen y casi por gusto le pregunté ¿qué vas a hacer? y con una sonrisa me dijo ¿no te lo imaginas?
Sin esperar más me empujó hacia delante y quedé con el culo en pompa, sentí su dedo entrar en mi culo sin piedad, ayyyyyy, que sensación tan extraña el ser cogido así hasta que un segundo dedo entró junto con el primero y sentía como se movían de forma circular en mi culo, entraban y salían dejándome una sensación de vacío al salir, pero casi de inmediato sentí los gritos de placer de Claudia que se había venido en la boca de Damián y casi lo ahogaba de tanta leche jajajajajajaj estaba bien rica esa hembra y entonces Damián explotó en una venida que sentía yo desde afuera al ver la leche correr.
Como yo estaba inclinado podía oler su semen y eso me excitaba aun más entonces decidí lamer sus huevos y disfrutar de su semen por primera vez, pasé mi lengua y recogí cuanto pude hasta degustarlo todo en mi boca mientras sentía un objeto grande y duro entrar por mi culo, era mi esposa que ya estaba montando sobre él, me estaba cogiendo con un gran pingo y se aferraba a mis caderas y me mordía la espalda, me golpeaba las nalgas y me decía muévete cojones asiiiiiii ricoooooooooooooo singaoooooooo muévete que me vengo coñooooooooooo asiiiiiii papiiiiiiiiiiiiiii dameeeee tu culitoooooooooooo, y esos gritos, aquel semen, el culo de Claudia delante de mí y aquella pinga en mi culo hicieron que por fin mi leche saliera disparada llenando hasta el último lugar del culito de Damián, hervía del calor contenido, como magma del centro de la tierra recién salido, era un orgasmo descomunal para los cuatro y el culo roto de Damián recibía mi semen con glotonería, lo tragaba todo hasta que poco a poco sentía como los rugidos de mi mujer detrás de mi indicaban que se había venido bestialmente, su cuerpo ahora caía sobre el mío y este a su vez sobre Claudia y Damián.
Ha sido un excelente orgasmo y esos chicos nos regalaron una noche de lujuria de incalculable valor. También mi esposa pudo disfrutar de mi virginidad y clavar mi culito. Después de asearnos todos juntos nos fuimos a dormir, abrazados, en una sola cama, y al amanecer nos despedimos de ellos para continuar viaje hacia Guanahacabibes donde nos esperan nuevas y excitantes aventuras.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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