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Esclava por dinero…

Relato enviado por : narrador el 18/03/2012. Lecturas: 15004

etiquetas relato Esclava por dinero…   putas .
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Resumen
En lo que llevo trabajando de puta, me ha sucedido un sinfín de cosas raras, pero como las que les voy a contar ninguna. Yo soy estudiante universitaria, pero en mi primer semestre, apenas me matriculé, mis padres se divorciaron, mi madre se fue con su novio para España y mi padre de inmediato se casó con una de sus secretarias, por lo que me quedé sin sustento alguno, prácticamente íngrima y sola. Y aunque busqué un trabajo, que me permitiera continuar con mis estudios, finalmente comencé a prostituirme, no tan solo para poder seguir estudiando, sino que también para pagar la renta, alimentarme y vestirme


Relato
Ya llevaba varios meses haciendo la calle, cuando uno de mis clientes habituales y que me pagaba muy bien me propuso que fuera su esclava sexual por un fin de semana. Es cierto que el tipo me trataba mal, perdón no es que me golpease, ni nada de eso, es que es del tipo de personas que te trata, de forma impersonal, como si una fuera una cosa.

Además a diferencia de los otros clientes, que buscaban ir a moteles discretos, el muy desgraciado me llevaba a los mejores hoteles para exhibirme, pero desde un principio me dejo bien claro, que nunca caminase a su lado, que debía mantenerme a varios pasos tras él, y que si él se detenía hablar con alguien, yo debía detenerme y no continuar caminando hasta que él lo hiciera. Lo que hacía que me sintiera avergonzada, ya que en más de una ocasión al detenerse a charlar con algún conocido de él, le decía sin ninguna vergüenza de su parte, vez a esa chica ahora me la llevo a mi habitación, para darle por el culo. Pero como me pagaba muy bien, me limitaba a mantener mi boca bien cerrada.

Acepté su oferta, y al siguiente día puntualmente pasó a recogerme, a la hora que habíamos acordado. En el trayecto de casi dos horas, apenas y me dirigió la palabra, pero al llegar al lugar a donde nos dirigíamos, sacó un buen fajo de dinero diciéndome, cuéntalo y guárdalo en tu cartera, y ya sabes que desde ahora hasta que regresemos a la ciudad eres mi esclava sexual, así que vas hacer todo lo que yo te ordene, sin negarte. ¿Estás de acuerdo? A lo que le respondí con un seco si señor, al mismo tiempo que agarraba el fajo de dinero, que tras contarlo lo guardé en mi cartera.

Apenas guardé el dinero en mi cartera me dijo, bueno ahora entras en la casa, te quitas toda la ropa, la guardas en el closet, junto con tu cartera, y completamente desnuda me esperas sentada en uno de los sillones de la sala. Yo seguí sus órdenes al pie de la letra, así que lo esperaba en sentada en uno de los sillones cuando entró acompañado de un chico como de unos 19 años, que desde que entró y se dio cuenta de mi completa desnudes, no me quitaba los ojos de encima. Mi cliente o mejor dicho mi amo, le preguntó algo y el muchacho se puso rojo como un tomate, mientras que le respondía que no. Fue cuando mi amo, sentándose en otro sillón, me llamó a su lado.


Cuando me paré a un lado de él, descaradamente frente al chico ese, mi amo me agarró las nalgas, y le preguntó al chico si le gustaría tocármelas. Este se quedó en silencio, pero con toda la cara bien roja de vergüenza, fue cuando mi amo me ordenó que le sirviera un trago a él y le trajera una cerveza a su joven acompañante. Una vez que les serví las bebidas a los dos, mi amo me dijo. Agáchate frente a mí, y ponte a mamar mi verga, ha y deja que Anselmo te vea el culo. Yo pensaba agacharme frente a mi amo, pero al decirme que le debía mostrar al culo al chico ese, prácticamente me puse de rodillas, y al inclinarme para mamar la verga de mi amo, mi culo quedó completamente descubierto ante el tal Anselmo, que por su manera de vestir y de hablar, seguramente era un peón de la finca.


Mientras yo me dediqué a mamar la verga de mi amo, él no dejaba de preguntarle al tal Anselmo, que le parecían mis nalgas, mi culo, que si le gustaría meterme su verga por el coño o por el culo, y cosas así como esas.

Fue tanta la insistencia de mi amo, que el jovencito, al poco rato se bajó los pantalones, y mientras que yo le daba una buena mamada a mi amo, Anselmo comenzó a penetrar mi coño, pero colocado tras de mí. Lo cierto es que en infinidad de ocasiones, he tenido sexo, con más de un hombre a la vez. Por lo que no se me hizo nada difícil el seguir mamando mientras Anselmo me enterraba su parada verga por mi coño. Pero en cosa de pocos minutos, Anselmo se vino. A diferencia de mi amo, que por más que yo le chupase, mamase o mordisquease su verga, continuaba sin venirse. Hasta que finalmente, y ante la asombrada mirada del chico, finalmente se vino pero derramando todo su semen sobre mi rostro.

Después de eso, me ordenó que me fuera a lavar, y que después me esperaba, fuera de la casa. Así que después de lavarme, tan desnuda como estaba salí de la casa. Fuera lo único que había era montaña, creo que la casa o el vecino más cercano quedaba como a media hora a pie. Ya afuera mi amo, me ordenó que me sentase sobre la tierra, y que tras separar mis piernas comenzara a introducirme los dedos, hasta que realmente llegase a alcanzar un orgasmo.

Si bien es cierto que ese tipo de cosas me desagradan, no me quedaba más remedio que obedecerle. Así que frente a él que se encontraba de pie, me tiré al suelo, y separando mis piernas introduje mis dedos dentro de mi coño, estuve por un largo rato autosatisfaciéndome, cuando en cierto momento al levantar la mirada, me di cuenta de que tenía un pequeño público, observando lo que yo estaba haciendo. Eran otros dos peones o campesinos, que seguramente también debían trabajar para mi amo, él les estaba diciendo algo relacionado con la finca, mientras que yo continuaba introduciendo mis dedos dentro de mi coño, ante la fija mirada de los dos recién llegados y el tal Anselmo, que los acompañaba.

El resto de la tarde lo pasé sirviéndoles a mi amo, su trago favorito, cerveza a sus tres invitados, y preparando algo de comer para ellos cuatro. Mi amo no perdía oportunidad de manosearme las nalgas, mi coño o mis tetas frente la asombrada mirada de sus invitados, y de preguntarles que les gustaría hacerme a mí. Ya los cuatro habían terminado de cenar, cuando a mi amo le dio por ponerme a trabajar, así que durante el resto de la noche, él y sus invitados hicieron conmigo lo que les dio gusto y gana. Mamé repetidas veces sus vergas, en diferentes ocasiones, me dieron por el coño y hasta por el culo, un sin número de veces, además de que mi amo, me ordenó que le diera el beso negro frente a sus tres invitados, y lo único que faltó que me hicieran, fue que se cagaran sobre mí, ya que un par de ellos hasta llegaron a orinarse sobre mí cuerpo.

Después, frente a ellos cuatro, por orden de mi amo, usando una manguera me di un buen baño, hasta esos momentos me sentía bien, es decir me habían pagado bastante bien, tanto dinero que para yo reunir una cantidad semejante, debía haber estado trabajando un mes completo, todos los días, y acostándome por lo menos con cuatro o cinco clientes diarios. Pero mientras me bañaba, si noté algo raro, los cuatro aun estaban completamente desnudos, y uno de ellos no le quitaba los ojos a la verga de mi amo, mientras que otro de los tipos, le estaba acariciando las nalgas al tal Anselmo. Al terminar de bañarme y secarme, debido a lo cansada y agotada que ya me debía ver, mi amo me ordenó que me fuera a descansar por un rato que luego él me llamaría. Aunque sin que ellos se dieran cuenta, después de que me acosté, dejé que pasara un rato, y me asomé por una de las ventanas de la casa, y vi como los cuatro, se besaban acariciaban y hasta se estaban mamando las vergas entre ellos.


Lo cierto es que no me sorprendí, al ver a los cuatro haciendo todo eso, y como realmente estaba muy cansada, rápidamente me quedé dormida. Hasta que a eso de las tres o cuatro de la madrugada, mi amo, que estaba algo bebido, me despertó, diciéndome. Ven acompáñame, que deseo que hagas algo. Sumisamente me levanté, y como estaba durmiendo completamente desnuda, únicamente cubierta por una cobija, al salir fuera sentí algo de frio, al salir de la casa, me di cuenta de que sus invitados ya no estaban presentes, lo que en parte fue un alivio para mí.

Yo estaba por preguntarle que deseaba que hiciera, cuando lo escuché que llamaba a un perro, la verdad todavía en esos instantes no me pasaba por la cabeza, que era lo que mi amo deseaba que yo hiciera. Fue cuando sin decirme nada, me colocó una correa de perro, al cuello y me ordenó que me tirase al suelo sobre la grama, como si estuviera gateando. Yo le obedecí ciegamente, es decir me tiré al sobre la grama y me puse a gatear, a su alrededor, ya que con la correa y la cadena que me había puesto, me guiaba. Cuando me ordenó detenerme, el perro ya estaba a nuestro lado, y fue cuando lo escuché decirme. Esclava ahora eres una perra, y sin más ni más agarró al perro y dirigió su hocico entre mis nalgas y mis muslos. Apenas pasaron unos cuantos segundos, cuando sentí la lengua de ese perro, lamiendo mis muslos y coño.

Pensé en protestar, pero él bien me lo había dicho, yo era su esclava, y por orden de él me había convertido en perra. Así que únicamente pensé en todo el dinero que me había ganado, a medida que el tremendo perrazo continuaba lamiendo mi coño. A diferencia de lo que me hizo mi amo y sus tres amiguitos, cada vez que sentía la lengua de ese animal pasando por sobre mi coño, mi cuerpo se estremecía, en mi vida había pensado en llegar a tener sexo con un perro, aunque bastante cosas he escuchado en la calle, desde que me dedico a puta, para poder seguir estudiando. Ya estaba yo realmente excitada, quizás sería por lo morbosa de la situación, cuando el perrazo se trepó sobre mí, sujetándome con sus patas delanteras a la altura de mis costillas.
Casi de inmediato sentí como su miembro puntiagudo y rosado, comenzó a penetrar mi depilado coño.

En cosa de segundos el perro ya me mantenía bien ensartada en su verga, la que sin pausa alguna continuaba introduciendo y sacando de mi cuerpo. En mi vida había sentido algo semejante, ya que cuando estaba disfrutando de lo que ese perro tan sabrosamente me estaba haciendo, sentí como mi coño comenzó a llenarse y a disfrutar más todavía de lo que me estaban haciendo mi amo y su perro. Ya que al poco rato, mi amo que aun se encontraba completamente desnudo, colocó su verga frente a mi cara, y no hay que ser muy inteligente para entender que era lo que él deseaba que yo hiciera.

A medida que su perro continuaba bombeándome con fuerza, y arrancándome profundos gemidos de placer, como nunca antes nadie me los había producido. Yo entre gemido y gemido chupaba con fuerza la verga de mi amo, hasta que finalmente se volvió a venir dentro de mi boca, tragándome en gran parte toda su leche. Mi amo se quedó tirado sobre la grama viendo como su perro disfrutaba de mi, y yo del perro. Hasta que sentí como toda mi vulva, se inundaba con su semen, fue cuando me acordé de algo que había escuchado, que los perros se quedan abotonados por un largo rato, hasta que su miembro se desinflama. Casi de inmediato sentí que el animal se había bajado, pero sin poder separarse de mi cuerpo, por un largo rato, ambos quedamos culo con culo, hasta que finalmente se pudo retirar, pero de inmediato volvió a meter su hocico entre mis piernas y se dedicó a lamer mi coño.

Yo quedé completa y realmente agotada, al día siguiente, me desperté aun tirada sobre la grama. Mi amo me ordenó que me bañase, ya que como bien él dijo apestaba a perra. El resto del día aunque continué andando desnuda, mi amo al parecer, se encontraba algo agotado, por lo que pasó el resto del día durmiendo. Por curiosidad me dediqué a caminar así desnuda por los alrededores, ya estaba por regresar a la casa, cuando me encontré al mismo perro, que al verme, se me acercó moviendo su cola insistentemente, y olisqueando mi coño con su gran hocico. Al principio me recosté sobre un tronco y dejé que el perro me volviera a dar una buena lamida de coño. Pero al poco rato de estar disfrutando de su sabrosa lengua, me volví a convertir en su perra. Me puse en cuatro patas, y deje gustosamente que me volviera a montar.

Después de que terminamos y esperamos a que nos pudiéramos separa, volví a darme otro buen baño, y al regresar a la casa, mi amo me ordenó que me vistiera que era hora de regresar a la ciudad. En el trayecto de regreso, no nos dijimos una sola palabra pero al siguiente viernes, puntualmente volvió a pasar por mí, ahora espero que me vuelva a invitar algún fin de semana, para que vuelva a ser su esclava, claro que no le voy a decir que prácticamente lo haría de gratis, si me asegura que me voy a volver a convertir en la perra de su perro.

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