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Fotógrafos del Sexo

Relato enviado por : cubanofeliz el 13/11/2011. Lecturas: 5408

etiquetas relato Fotógrafos del Sexo   Tríos .
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Resumen
Soy fotógrafo, y como tal observo los detalles más relevantes de las personas que me rodean. Eso me permitió darme cuenta que mi esposa es una chica especial y posee muchos atractivos sexuales que aún son desconocidos para ella.
Conversando un día me comentó que deseaba mucho tomarse unas fotos bien eróticas pero que le daba pena saber que otras personas pudieran verlas y conocer su sexo y partes más intimas, le respondí que eso era normal y que tenía unos senos preciosos, una vagina pequeña, bien diseñada, y un ojo de culo exquisito de color morado y bien depilado. Esto pareció convencerla y en medio de esta conversación, donde ya notaba el brillo de sus ojos y la humedad de sus labios, tocaron a la puerta.



Relato
Fotógrafos del sexo
Soy fotógrafo, y como tal observo los detalles más relevantes de las personas que me rodean. Eso me permitió darme cuenta que mi esposa es una chica especial y posee muchos atractivos sexuales que aún son desconocidos para ella.
Conversando un día me comentó que deseaba mucho tomarse unas fotos bien eróticas pero que le daba pena saber que otras personas pudieran verlas y conocer su sexo y partes más intimas, le respondí que eso era normal y que tenía unos senos preciosos, una vagina pequeña, bien diseñada, y un ojo de culo exquisito de color morado y bien depilado. Esto pareció convencerla y en medio de esta conversación, donde ya notaba el brillo de sus ojos y la humedad de sus labios, tocaron a la puerta.
Era una muchacha muy hermosa, trigueña, de pelo lacio, bien largo, casi caía en sus nalgas. Sus ojos eran claros y se destacaban sus labios gruesos y sus cejas bien negras y tupiditas. Sus pechos lucían fenomenales y su blusa sugería unos pezones bien grandes y redondos. Traía una minifalda y su pulóver, bien corto, no llegaba a cubrir su abdomen, del cual se veían claramente sus vellos bien negros que descendían desde el ombligo y sugerían una vagina bien velludita. Sus piernas eran perfectas y dejaban ver una abundante vellosidad que calentaba hasta al más frío de los muertos.
Mi esposa y yo nos quedamos perplejos y solo pude invitarla a pasar sin poder evitar que en mis ojos se reflejara ese deseo de desnudarla con la mirada. Ella recibió ese impacto desde dos posiciones diferentes, pues los ojos de mi esposa no reflejaban otra cosa. Sus miradas se cruzaron, y en un momento se fulminaron una a la otra, en un segundo de calor que después se vería realizado en un fuego volcánico de pasión y lujuria.
Ella se sentó en una butaca frente a nosotros y mientras me explicaba con gran dulzura que necesitaba tomarse unas fotos bien bonitas, mi esposa, la miraba perpleja, sus ojos no se apartaban de sus pezones y bajaban a sus piernas sin pudor de ningún tipo. Yo estaba sorprendido de su actitud y tan caliente que si me levantaba la muchacha se daría cuenta que mi pinga estaba inmensa y tan dura como el mástil de un velero. Fue entonces que mi esposa tomó la iniciativa y comenzó a conversar con ella y a preguntarle cosas de su vida personal, que tipo de fotos quería y esas cosas. Ella nos explicó que deseaba unas fotos artísticas pero que al mismo tiempo le daba pena. Mi esposa se levantó como impulsada por un muelle y enseguida regresó con el catálogo de fotos y le comentó que en la PC había mejores opciones. Me levanté y las dejé escogiendo sus fotos, no sin antes observar como la muchacha había levantado una de sus piernas, y sus muslos se veían al detalle, perfectos y excitantes.
Al rato regresé y ya ambas se habían puesto de acuerdo, notaba a mi esposa muy embullada, y ella misma le dijo: no tengas pena que nosotros somos profesionales y yo te voy a ayudar, esto me sorprendió aún más. La muchacha quería irse y regresar más tarde con algo de ropa, pero mi esposa insistió en que ella le prestaría ropa nueva y bonita. La invitó a pasar al estudio y con una de sus manos la rodeó por la cintura. Ambas fueron a nuestra habitación.
Al rato me dicen que ya están listas y vienen muy sonrientes, sin dudas entre ambas hay afinidad. La invité a pasar al estudio y mi esposa le sugirió que se sentará en una banqueta y empinara su culito. Ella lo hizo y pudimos disfrutar de sus piernas. Mientras la miraba, mi esposa se acercó, sin poder contenerse, y comenzó a arreglar su minifalda, que de hecho no necesitaba arreglos, era su justificación para sentir su piel. La acomodó, la tomó por la cintura y soltó su pelo negro sobre su espalda, subió un poco su mini y entonces pude ver sus piernas velluditas. Mi pinga se puso a mil, ya no cabía en el pantalón, estaba ansiosa por salir.
Tomé esa imagen y la cámara temblaba en mi mano. La siguiente foto era con un calientico y mi esposa fue a buscarlo mientras ella, sin mirarme de frente, sentía gran pena, le dije que eso era normal y me acerque a ella y le arreglé el cabello y su pulóver. Ya estaba de vuelta mi esposa con un juego de calientico negro que era una dulzura y contrastaba muy bien con la piel blanca y tersa de la muchacha.
Vamos a cambiarte, le dijo mi esposa, que yo te ayudo y sin darle tiempo a responder se acercó a ella y le puso un dedo en la boca diciéndole, déjame hacer, la muchacha no dijo nada, lo cual era un sí de aprobación.
Sin dejarla pensar comenzó a desnudarla delante de mí. Con gran destreza bajo suavemente el zipper de su mini y la dejó caer poco a poco, le dijo que levantara los brazos y le subió el pulóver, quedando al desnudo. Ella no traía sostenedor y sus pechos estaban ahora al descubierto, eran duros y bien lindos, con unos pezones grandes y formaditos. Mi esposa, bajó suavemente sus manos por su piel y llegó a su tanga roja que estaba metida en su culito. Pude ver como sus dedos se colaron entre el elástico de la tanga y las caderas de la muchacha bajándosela suavemente.
En un minuto mi esposa la había desnudado delante de mí, sus ojos brillaban y su respiración estaba agitada. La muchacha estaba apenada y me daba su espalda, pude vacilar su lindo culo, su cintura perfecta, el pelo que caía sobre ella, sus nalgas eran velluditas y muy bien dibujadas. Mi esposa le dijo que separara sus piernas, le colocó el juego de calientico y yo tomé la foto en una pose especial, en cuatro patas.
Aquella situación no aguantaba más, y le dije a mi esposa que se pusiera un jueguito de calientico ella para que ayudara a la muchacha, y se relajara un poquito. Enseguida vino con su juego y le pidió que la ayudara. Ella lo hizo, comenzó a desnudarla con suavidad sacándole el ajustador y rozando los pechos con su mano, eso hizo que mi esposa girara de espaldas y le pidiera que la desnudara completamente. Mientras esto sucedía yo me había desnudado y me acerqué por detrás, la tomé por la cintura y me pegué a ella. Reaccionó suavemente y comprendí que no había nada más que hablar.
Mis manos rodearon su cuerpo y rápidamente decidí explorar aquello que me resultaba más excitante, su vagina. Metí mis manos en ella y sus pendejos rodeaban mis dedos, sentí el calor de su pubis y su vagina húmeda. Cuando intenté meter mi dedo reculó hacia mí y me dijo que aún no, era virgen, mi esposa que estaba dejándose manosear muy rico, volteó su cabeza y me miró con gran lujuria, ya sabía lo que estaba pensando.
Mi esposa, ahora de frente a ella comenzó a acariciar su cuerpo mientras metía su dulce lengua en su boca, masajeaba sus pezones, tocaba sus nalgas, sus dedos se metieron de nuevo entre su piel y el elástico haciendo descender suavemente aquel calientico. Yo me masturbaba mientras las observaba.
Se arrodilló y separó las piernas de la chica. Comenzó entonces a lamer su pubis, yo veía como sus pendejos cubrían la boquita de mi chica y esta mamaba sin cesar aquellos labios vaginales ocultos, vi como acariciaba sus nalgas por detrás y sus dedos comenzaron a meterse en su interior, separó sus nalgas y comenzó a jugar con su ano. La muchacha tenía la cabeza de ella en sus manos y la apretaba contra su vagina como si quisiera metérsela dentro mientras sus labios se entreabrían y sus ojos se cerraban del placer que Yohandra le estaba dando.
Mi esposa, levantándose, la tomó de la mano y la llevó a nuestra cama. Pude observar entonces la cadencia de su cintura al caminar, el movimiento de sus nalgas y la caída de su pelo sobre el culo. Le pedimos que se pusiera en cuatro patas, y mientras mi mujer se colocaba detrás de ella, yo le comencé a dar de mamar. La chica abrió su boca y le coloqué la pinga en ella, mientras ella chupaba yo iba y venía al paraíso. Sus labios recorrían mis cojones y mamaba muy bien, chupaba la cabeza de la pinga con gran deseo y excitación, su pelo caía sobre mi pinga y poco a poco fui metiéndole más rabo en su boca, hasta que topé con su garganta, se la estaba tragando muy bien, mi leche estaba a punto de salir y deseaba clavarla en cuatro patas, pero detrás de ella tenía a mi esposa que ahora si se estaba dando banquete con sus labios vaginales bien abiertos, rosaditos y bien velluditos. Mamaba como una loca y ya su lengua estaba en el interior de su vagina, la tenía loca y sus dedos jugaban con su culito. Después de mamarla un buen rato se irguió y comenzó a penetrarla suavemente con sus dedos mientras me miraba fijamente con tremenda cara de puta, de lesbiana enferma, y sus dedos comenzaron a clavarla, pero se encontró con un himen sin romper y le dijo “te voy abrir esa crica zorra y mi marido te va a partir el culo”, ella no pudo responder pues mi pinga no la dejaba y Yoha no pudo más y la clavó hasta atrás, primero un dedo, después dos y seguidamente tres. Ella gemía de placer y mis manos no la dejaban soltar la pinga mientras me mamaba, mi esposa ya la había partido y me dijo “mira como sangra esta puta”, está al venirse la muy singona y le mamó el crico de nuevo, y le dije, mójale bien el culito mami. Mi chica es experta en mamar culo y a mí me pone loquito, imagínense a esta loca que nunca le han mamado el culo. Metió su lengüita fina en el interior de su esfínter y le dije “ni se te ocurra clavarla que ese culo es mío” y la muy lesbiana de mi mujer me dijo “pues apúrate por qué si no se lo voy a romper”.
Saqué mi pinga de su boca y di la vuelta colocándome detrás de ella mientras mi mujer ponía su vagina en la boca de ella, tomaba su cabeza entre sus manos y la ponía a mamar crica de lo más rico. Vi como mi mujer abría bien sus piernas y le decía “mámame el culo puta” y sentía el chasquido de su saliva en el culo de mi putica, también le mamaba el crico a mi mujer y mi lesbianita gemía y gritaba de placer con aquellos labios ricos chupando en su interior.
Por mi parte, ya detrás de ella, y viendo aquel culo tan húmedo que mi mujer había preparado para mí sólo quedaba una opción “resingarselo” y eso hice. Primero se lo mamé un poquito y con mi boca recogí la saliva de mi hembra y le metí bien adentro mi lengua caliente y gorda. Acariciaba con mis manos sus nalgas bien dibujadas y mi mujer gemía entre su boca. Coloque mi cuerpo entre sus piernas y con mi pinga inmensa y húmeda fui acercándome. Ella ni remotamente imaginaba lo que le esperaba, pero primero quise terminar lo que mi esposa había empezado, y coloqué mi pinga en su vagina. Mi esposa la había partido, pero levemente, se lo metí poco a poco y comenzó a gemir de dolor y placer mientras mi esposa no la dejaba respirar con su bollo metido hasta la garganta, estaba a punto de venirse y gozaba como una loca. Se la metí hasta el final, temblaba de placer y su vagina acariciaba mi pinga, estaba tan caliente que mis cojones hervían, ella cayó sobre sus rodillas, vi como su criquita sangraba, la continúe metiendo, esta vez más fuerte, terminando de romper su ya dañado himen. Los fluidos vaginales brotaban de su interior junto con la saliva de mi loquita y mi abundante leche.
Así, estuve un rato dándole pinga por la crica y ella mamando el bollo de mi mujer. Pero mis deseos de darle por el culo eran insoportables, se la saque, la tomé por las nalgas de nuevo, la puse en cuatro patas. Esta vez no se iba a escapar.
Puse mi glande en su culito y comencé a penetrarla, ella soltó el crico de mi mujer y comenzó a gritar y recular, mientras más reculaba, más pinga le entraba a su culito virgen, pero ella la cogió por el pelo y le dijo “Mama aquí puta, mama esta crica ayyyyyyyyyyyy que rico, mámamela” sin parar y le golpeaba la cara, ella comenzó a llorar y mi mujer no dejaba de ponerle la crica en su boca y obligarla a seguir mamando. Ya no podía parar, aquellos gritos me tenían muy excitado y le mandé el resto de la pinga por el culo, ella se detuvo un momento y sentí como su ano se tragaba mi tranca, la obligué a menearse y ya con mi tronco dentro estaba clavada hasta la caña. Poco a poco comenzó a moverse y yo empecé a meterla y sacarla muy rico, su culo estaba bien apretado y peludito, podía ver su esfínter sangrar y sus pendejitos llenarse de sangre y semen, mi pinga comenzaba a lubricar y poco a poco fue más fácil. Le di pinga por el culo y gritaba como una perra mientras la clavaba, ayyyyyyyyyyyy me pidió que se la sacara y que mi mujer la cogiera por detrás, eso hice. Esta vez me acosté con la pinga en alto y ella se subió encima de mí y comenzó a subir y bajar, yo mamaba sus pezones y acariciaba su clítoris peludito. Yoha la empujó hacia delante y quedó clavada sobre mí pero con el culo al aire, de frente a la lesbiana de mi mujer que enseguida alcanzó con su mano su consolador y lo puso en aquel sangrante y dañado culo.
Sin piedad de ningún tipo se lo metió mientras ella subía y bajaba por mi pinga, fue una clavada espléndida, la muchacha y nosotros ya no soportábamos más esa tortura de no venirnos. Ella gemía y me decía “me vengo” y la puta de mi mujer le decía “échasela perra, échasela a mi marido, singatelo cojones, clávalo puta” y ella subía y bajaba mientras mi mujer la perforaba con su consolador y al mismo tiempo se masturbaba fuertemente con sus dedos. Ya no pudimos más y ella y yo explotamos en un deslechar inmenso, sentía su leche y sangre bajar por sus muslos y empapar mis cojones mientras mi mujer se venía como una loca detrás de ella, en su culo, clavada hasta la mierda. Cayó sobre ella, desplomada de la gran venida que se había dado y después de unos minutos la levantó suavemente y le besó sus labios mientras le tocaba sus pezones rosaditos. Ella le devolvió un beso muy cálido y con su mano acariciaba mi pinga.
Los tres fuimos juntos al baño a asearnos y de nuevo nos acariciamos mutuamente y allí acordamos una nueva cita donde la muchacha quería disfrutar del culito de mi esposa, que aun no se lo había dado, y que parecía una excelente golosina.
Esa será nuestra próxima historia y les contaré como mi esposa rica se dejó clavar su culito, por una putica, y su marido.

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Si te ha gustado Fotógrafos del Sexo vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Fotógrafos del Sexo. cubanofeliz te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:19) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

cuaima (14 de November de 2011 a las 04:00) dice: q rico relato digno de una buena paja


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