Bueno, en el fondo de mi corazón, esas son las palabras que quisiera decirle, a las hermanas y hermanos, del culto a Dios, en el que a diario participo. Lo malo es que mi esposo, aunque no participa del mismo culto, y de seguro se enteraría. Y sé muy bien, que no lo tomaría de manera agradable.
Todo comenzó por culpa de Evelio mi esposo, que constantemente me está no tan solo pidiendo sino exigiendo que lo complazca de distintas, y variadas maneras en la cama.
Cosas que al principio, siempre me negaba, pero que quizás por el tiempo que ya las llevamos haciendo, he comenzado a disfrutarlas. Aunque algunas de ellas, yo las considero bastante repulsivas.
Como el dejar que Evelio me penetre por el ano, y aunque la primera vez me dolió bastante, poco a poco le fui agarrando el truco, como dicen. Al punto que, aunque les parezca raro, lo disfruto y mucho. Otras de las cosas, que al principio me obligaba hacer, era que le mamase su miembro.
Bueno hoy por hoy si no se lo mamo, me siento como que no hemos tenido sexo realmente. Y lo mejor de todo, el que Evelio sea el que me mamé el coño, cosa que al igual que las otras, yo consideraba una bestialidad, pero cuando mi marido comenzó no tan solo a besar, sino a chupar mi vulva, mi vagina, y hasta mi clítoris. Les confieso que casi me vuelvo loca de felicidad.
Pero aun y así en ocasiones me sentía algo perturbada, por estar pensando que ante los ojos de Dios, yo estaba pecando. Y aunque en mi congregación no practicamos la confesión, un día en que yo me sentía sumamente preocupada por lo mucho que en ocasiones, yo disfruto de lo que mi marido y yo hacemos en la cama. Decidía hablar con el pastor de mi iglesia. Al fin y al cabo tiene un tremendo diploma en su oficina que lo acredita cono consejero pastoral.
Así que cuando le dije ligeramente de que se trataba, mi pastor me indicó que para no ser molestados, y poder prestarme el mejor servicio posible, nos reuniríamos en su oficina, a terminar el culto de la mañana. Bueno así lo hicimos, y antes de empezar yo hablar, el pastor elevó una oración al cielo pidiendo sabiduría y comprensión.
Bueno nos sentamos frente a frente, me tomó las manos, y luego sin soltarlas las colocó sobre mis rodillas diciéndome. Bueno hermanita, necesito que sea sumamente sincera, de lo que usted me va a decir yo no voy a realizar ningún juicio, sola y únicamente le daré uno que otro consejo, pero al final es usted quien debe tomar la decisión.
Así que comencé por decirle todo lo que mi esposo y yo hacemos en la cama, como también en la sala y en ocasiones hasta en el baño, en el comedor, y hasta en la cocina. Le hable de las ocasiones en que tenemos sexo anal, y oral. Y el pastor sin dejar de escucharme atentamente en todo momento, como bien dijo, no emitió juicio alguno. Aunque yo noté, que su manera de verme, era algo diferente.
Así continué diciéndole, detalladamente todo lo que Evelio y yo hacemos. Cuando terminé de hablar, él se me quedó viendo, y me dijo nuevamente, ya sabe hermanita, yo no la juzgo, pero es necesario que le haga unas cuantas preguntas, ya que hay áreas que la verdad me son desconocidas, y no puedo hacerme una clara idea, a menos que tú no me las explique de forma o manera más detallada.
Así que lo primero que me preguntó si yo estaba haciendo todo eso de manera obligada, y fue cuando se me escapo una corta sonrisa y le dije que no, que es más, la mayoría de las veces, yo no tan solo la disfrutaba, sino que cuando mi marido no me las solicita, yo voluntariamente se las hago.
Así continuó preguntándome, detalles, detalles que a la vez que yo se los contestaba, no sé que me sucedió que fui sintiendo un tremendo calentón, dentro de mí. Por lo que cuando el pastor me dijo, si hay algo que te incomode, no dudes en decírmelo, pero de la misma manera si hay algo que te agrade, o te haga sentir mejor, también espero que me lo digas, por raro que a ti te parezca. Y siguiendo ese consejo, en cierto momento le comenté que me sentía sumamente acalorada.
A lo que él me dijo que era de lo más natural, ya que estaba hablando de un tema sumamente caliente, pero para mi mayor comodidad y tranquilidad, si el calor era tanto, que me sintiera en la plena confianza de quitarme la ropa, que él no veía nada malo en ello.
Ya a los pocos minutos me deshice de mi vestido, y continuamos, hablando. Durante un rato, el pastor mantuvo sus manos en mis rodillas, pero al yo quitarme el vestido, y él ayudarme. Sentí sus manos recorriendo casi todo mi cuerpo. Fue en una de esas que me preguntó, que sentía yo cuando mi marido colocaba sus labios sobre mis senos, y yo le expresé que mucho placer, y al preguntarme qué tanto, me preguntó si era igual que sentir un beso, a lo que yo le respondí que francamente no sabía la diferencia.
En ese momento el pastor me dijo, si me lo permites, te puedo besar, y luego te voy a chupar uno de tus senos, para que me digas. Yo la verdad, ni tiempo de responderle tuve, ya que casi de inmediato sentí sus labios sobre los míos, y su lengua dentro de mi boca. Pero en lugar de rechazarlo, me sentía tan y tan excitada, que lo dejé que continuase, agarrándome los senos, los que luego también chupó divinamente.
AL terminar de hacer eso, yo la verdad es que no supe ni que decirle, pero el de inmediato me preguntó, y es mucha la diferencia de esos besos a cuando tu marido te besa el coño. Y creo que no había terminado de decir la palabra coño, cuando ya su boca se encontraba en contacto con mi vulva. Sentí como su lengua me lamía por todas partes, y como con toda su boca me succionaba mi clítoris, hasta que llegó el momento en que prácticamente a gritos le pedí que me penetrase.
Cosa que hicimos al poco rato, y disfruté de cómo toda su verga penetró mi peludo coño, al tiempo que yo movía mis caderas una y otra vez, hasta que finalmente los dos disfrutamos de un intenso clímax.
Bueno hoy por hoy, ya no tan solo, tengo un sexo salvaje con mi esposo, sino que también con el pastor de mi iglesia…..