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HISTORIA DE UNA MILF ( CON fotos)

dulces.placeres Relato enviado por : dulces.placeres el 29/01/2021. Lecturas: 25762

etiquetas relato HISTORIA DE UNA MILF ( CON fotos)   Maduras .
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Resumen
Empecé a lamer sus bolas depiladas, lo tomé con una mano y lo levanté cuan largo era, pasé entonces mi lengua desde la base hasta la punta, que rico, noté entonces que Fede abría los ojos y se encontraba con la sorpresa, me ragaló una sonrisa,


Relato




HISTORIA DE UNA MILF


Después de veinte años de matrimonio podía decir que mi vida junto a Joni era perfecta, el uno para el otro, un amor eterno, compañeros y mejores amantes.
Teníamos nuestros tiempos, nuestras charlas, nuestros proyectos y una convivencia mas propia de un noviazgo que de una pareja de años de convivencia, lo era todo para mi, y yo lo era todo para él.
Habíamos decidido de común acuerdo no traer hijos al mundo, con la idea de ser uno para el otro y crecer en nuestras carreras profesionales, así pasábamos los cincuenta años cuando todo sucedió.

En la cama éramos terribles, con un dejo de vergüenza confieso que le daba todos los gustos, lo que quisiera, lo que lo hiciera feliz, lencería, películas porno, lo dejaba que me acabara en la boca para tragarme sus jugos, el fue quien desvirgó mi trasero y todo era demasiado perfecto para ser real.
Joni tenía una estampa varonil admirable, alto, musculoso por naturaleza, de grandes manos, seguro de si mismo, era en quien me cobijaba por las noches y la persona que ante mis miedos me aseguraba que todo estaría bien si el estaba a mi lado, podría haberme tirado al vacío a su lado, sin importarme si había red.
El era sin dudas ese hombre con el que toda mujer fantasea, la muestra viviente de que existe el hombre perfecto, y saben que? si, era todo mío y no pensaba compartirlo.

Modestia aparte tengo que decir que si bien el era un bocado muy apetecible para cualquier mujer, yo también resultaba una manzana prohibida para los hombres que se quedaban boquiabiertos a mi paso.
La naturaleza había sido muy generosa conmigo, tal vez demasiado, no soy muy alta, pero me sobran curvas, soy de esa que tienen mucho de todo, muchas tetas, mucho culo, muchas caderas, así que miren por donde miren siempre resulto atractiva, yo lo se y me encanta como soy, sin complejos, desinhibida.
A pesar de eso, yo no era una cazadora, una come hombres, rechacé varias propuestas indirectas y otras directas para tener algún que otro romance clandestino, pero no, con lo que tenía en casa me alcanzaba y me sobraba.

Tal vez estaba tan enamorada, tan segura, tan ciega, que jamas vi venir el mazazo que haría añicos mi vida de cristal en un abrir y cerrar de ojos.
Joni era visitado médico, atendía varios sanatorios y hospitales de la ciudad y en su cartera de clientes tenía también algunos pueblos del interior por lo que de vez en cuando solía ausentarse un par de días, Cuando estaba en casa, a veces se ponía a trabajar con su notebook, preparaba listas de nuevos medicamentos, o leía catálogos de los mismos, o preparaba sus itinerarios, siempre tenía algo por hacer. Esa tarde el cada uno estaba en sus cosas en la mesa del comedor, nada raro, rutina, solo noté que Joni estaba muy metido en lo suyo al punto de ignorar que yo lo observaba, sus rostro mostraba una alegría muy peculiar, se le marcaba una sonrisa peligrosa y sin preguntar nada, mi instinto femenino me hizo sospechar que mas que trabajar estaba chateando con alguna mujer, pero traté de devorar mis propios fantasmas y solo no dije nada.

Tiempo después, mi esposo fue a tomar una ducha y en un descuido imperdonable dejó su equipo encendido a un costado, un regalo para una analista de sistemas como yo, lo suyo fue demasiado infantil y en un abrir y cerrar de ojos estaba rastreando todo su historial. Fue duro para mi comprobar que el mantenía conversaciones con muchas mujeres a mi espaldas, todo con demasiado morbo pornográfico, con intercambio de fotos y algún que otro video y me dolió demasiado la forma en que él tomaba la situación, a todas les decía que era la mas bonita, que su culo, que sus tetas, que su concha, que se masturbaba por ellas y le mandaba fotos de sus verga, que por cierto, era mas que pequeña, y hablaba de mi como la bruja, y un sinfín de cosas demasiado largas de detallar pero que quien me lee podrá imaginar.

Y a pesar de todo no me dolía tanto lo que el decía o lo que el hacía, al fin y al cabo era hombre y ya sabemos como son los hombres, viven calientes por detrás del primer agujero que se le cruza, y hacen cualquier cosa, se pones estúpidos, lo que realmente me dolía era el engaño, la mentira, acaso yo no era suficiente? evidentemente no, era mucho mas bonita que cualquiera de las mujeres con las que se escribía, pero a él no le bastaba.

Cuando el salió del baño y me vio frente a su equipo con lágrimas en los ojos entendió que pasaba, tuvimos nuestra primera crisis, nuestro primer desencuentro, fue una gran pelea al punto que esa noche después de toda una vida inseparables él durmió en el sofá de la cocina.
Joni me repitió hasta el hartazgo que lo suyo era solo diversión, no pasaba mas de un morbo caliente, pero nada mas, jamas me había sido infiel ni lo sería, pero hablábamos de distintas cosas, no me dolía lo que hacía, me dolía en engaño y él no notaba la diferencia. Mi marido me ofreció jugar juntos, ser parte de sus charlas calientes con extraños, potenciar entre los dos su pasatiempo pero yo estaba herida, sentía el cuchillo de la traición punzando en lo profundo de mi corazón.

El tiempo curó las heridas, pero me había quedado la cicatriz, el pasado no se borra, se asume, y sentía una necesidad de pagarle con la misma moneda, y yo jamas había imaginado lo que empezaría esa jornada, yo siempre había sido una mujer frontal, directa, sin segundas intenciones, sin golpes bajos, pero mi esposo había encendido el fósforo que terminaría en una hoguera.
En mis tiempos libres empecé a buscar por mi cuenta en internet algunos sitios de carácter sexual, sitios de citas y esas cosas, solo quería hacer lo que mi marido hacía y sentir el placer de disfrutar mis propios secretos.
Y así, empecé a escribirme con uno, con otro, unos minutos al día, luego fueron horas, y terminó siendo una adicción.

Y asumo que los halagos de los hombres me dejaban caliente, muy caliente y me excitaba calentarlos, y obviamente empezaron a pedirme fotos, mi cola, mi concha, mis tetas, y solo regalé esas fotos íntimas que en teoría nunca saldría de mi hogar, algunas que mi marido me tomaba,algunas selfies que yo le regalaba cuando estaba de viaje.
Todo se hizo una enorme bola de nieve, y mis fotos eran correspondidas con otras fotos, y era cómico notar que todos la tenían mas grande que mi amado Joni.
Una tras otra comencé a coleccionar fotos de vergas, videos de vergas, chorreando leche, y cuando me confesaban que yo era la culpable, pues, la excitación era incontenible y a solas terminaba gimiendo como una perra.
Llegaron audios, llegaron videos, llegaron los whatsapp, llegaron propuestas, y me fui relajando en ese puesto de reina donde sentía que los hombres estaban a mis pies, a veces chateaba con cinco o seis al mismo tiempo y me costaba hacerlo con todos al mismo tiempo y hasta me perdía que cosas le había contado a uno y a otro.

Y así, entre tanto hombre que iban y venían en mi vida a espaldas de mi esposo, en un simple juego de erotismo y seducción donde nunca pasaba la delgada línea, aparecería Federico en mi vida...

Federico en principio sería uno mas en mi lista de morbosos y calientes hombres, uno mas al que le pasaría mis fotos, a quien calentaría con mis palabras en un chat de whastsapp y uno más que llevaría a la cama solo en fantasías, mezclándolo con mi almohada, o los juguetes que sigilosamente guardaba.
Pero en algún punto el fue diferente, no pregunten el motivo, porque no tengo respuesta, tal vez por su forma de hablar, o de tratarme, o de seducirme, tal vez porque era enigmático, por no regalarse, por jugar con altura, tal vez solo fuera por el enorme tamaño de su pene y una irresistible curiosidad a comprobar lo que en verdad se sentiría, no se, tantas cosas, aunque muy en el fondo seguramente fuera una necesidad de hacer algo loco, descabellado y distinto una vez en mi puta vida.

Federico me decía muchas cosas bonitas, pero lo que adoraba en mi era mi condición de milf, el decía tener apenas treinta años, y si bien para mi la diferencia de edad era demasiada, el volvía una y otra vez a la carga, y no dejaría de molestarme hasta que consiguiera un "si" de mi parte.
Y ahí fui con todas mis ganas y mis ilusiones, arreglamos un par de días en pleno marzo, una semana en la que Joni estaría de viaje.
Algo curioso, yo no conocía su rostro, jamás se había mostrado como era, y era parte de lo que me gustaba de el, solo tenía en mi mente las fotos de su cuerpo y por supuesto, de su enorme verga.
Me citó en un restaurante, me dio el lugar, la hora y no mucha mas información, y eso se me hizo muy excitante.

Ese día recuerdo que estuve muy excitada, iba a ser infiel y honestamente no me remordía la conciencia, cuando Joni se despidió con un beso y sentí su coche partir sentí saltar mi corazón, el plan se cerraba y ya no habría vuelta atrás.
Me bañé temprano, me depile como de costumbre, las axilas, las ingles y recorté casi al ras mi bello púbico, me llené de cremas y lociones, me miré al espejo y me vi llamativamente bonita, llegó el turno de un nuevo y perfumado conjunto de ropa interior, con mezclas de encajes y transparencias que calcé con sumo cuidado, asegurándome que todo estuviera en su lugar.
Los tacos altos me esperaban, también la blusa blanca de profundo escote y la falda negra de lycra a media pierna que en alguna foto que le había regalado él ya conocía. Infaltables alhajas, aros, pulseras, un cinturón dorado, y el peinado acorde con un discreto maquillaje.
Caminé frente al amplio espejo observándome y tratando de ver lo que él vería, mis culos, mis tetas, mis curvas, sentí mojarme demasiado solo imaginando la situación.

Agarré un abrigo de media estación, bastante largo, tenía que disimular en el barrio lo puta que me veía, una mujer pisando los cincuenta, con la ausencia de su esposo, no sería buena imagen.
Por último pegué un sorbo grande del pico de la botella de vodka, necesitaba envalentonarme para un camino que no tendría retorno, suspiré profundo y me tiré al abismo.

Llegué tarde a la cita, siempre pretendía que el caballero esperara pero esta vez el no estaba, el mozo me acompaño a la mesa reservada y me trajo algunas cositas para engañar al estómago.
Diez minutos después me llevaría menuda sorpresa, mi primer encuentro cara a cara, un joven precioso, donde resaltaban unos enormes biceps tatuados y un pecho bronceado y depilado, contrastando nuestra brecha generacional, pero había un inconveniente, Federico no tenía treinta años, era un mocoso que dudé que fuera mayor de edad, y me sentí morir.
El, con total desfachatez me besó en la mejilla, casi en la comisura de los labios y se sentó al frente.
Le dije que era una locura, que no podía ser, entre sutiles discusiones donde el solo me adulaba y me ponía en un pedestal, diciéndome que era hermosa, perfecta, que adoraba estar con una milf y no se cuantas cosas mas, yo solo me aseguré que me mostrara su documento para comprobar que estaba por cumplir veinte años.

No podía salir de mi asombro, aunque Federico tuviera una belleza física y una juventud envidiable y me lo queria comer ahí mismo, no podía de dejar de sentirme mal por su engaño, porque al fin y al cabo, yo había llegado a ese punto por otro engaño, el de mi marido, para colmo de males, se acercó el mozo y solo tratando de ser cortés, en algún momento tiró

Madre e hijo?

Yo me quedé petrificada, pero rápidamente Fede salió al cruce, con una amplia sonrisa, apoyando su mano sobre la mía para contestar

Si! hoy es noche de cena con mamá! la mas bonita de todas la mujeres!

Y me vi forzada a sonreír, entonces agregó

Es que llegué de viaje y hacía tiempo que no nos veíamos, además, con lo bonita que es, y siendo divorciada, tal vez le consiga un novio...

A pesar de ser el primer encuentro se ligó una patada por debajo de la mesa.
Cenamos, ya estaba ahí, que podía hacer, y verdaderamente me sentía su mamá, Federico era un chico tan inmaduro como desfachatado y ciertamente contrastaba con el que me había seducido por la web.
La siguiente sorpresa llegaría después de cenar, pidió la cuenta y cuando el mozo la trajo, la puso en mis manos y dijo muy suelto de cuerpo

Mamá paga, ella nunca me deja pagar...

Tenía una sonrisa de oreja a oreja, tan amplia como la cara de culo que yo tenía en ese momento, Federico era un descarado y sin chistar saque el efectivo que llevaba encima para afrontar los gastos, aunque tenía mis tarjetas preferí ser cauta para evitar futuras preguntas de mi marido.
Salimos, tenía la intención de cortar en ese momento pero el se me pegó como un niño a mi regazo, y nuevamente me envolvió con sus palabras y sus halagos, sabía jugar sus cartas y entre nosotros, era tan atractivo, tan joven, tan viril, y sabia lo que escondía entre sus piernas que aunque no quisiera claudicaba a sus pies.
Nos subimos a mi coche, puesto que el no tenía, y me indicó un sitio para pasar un rato, yo a mi edad estaba fuera de onda así que solo le hice caso.

Estaba loca, que hacía una mujer de casi cincuenta, casada, respetada, portándose como una chiquilina caliente deseosa de verga, me enojaba conmigo misma porque me asumía como una atorranta cualquiera, una puta regalada que solo quería una buena verga, y ese bar nocturno de media noche no hizo mas que potenciar mis sentimientos.
El lugar era sombrío, bien de trampa donde todos eran desconocidos y cada quien hacía la suya, en la oscuridad podía verse un poco de todo, tipos adúlteros, prostitutas, degenerados y santas, en medio de la atmósfera cargada de humareda de cigarros.
Fede pidió unos tragos - que también tuve que pagar - y avanzó otro paso, se puso a bailar conmigo a un lado un tema meloso que sonaba en el ambiente, tuve que llevarlo porque no era bueno moviendo sus pies, y me dejé llevar.

Lo abracé por el cuello y hizo lo propio por mi cintura, apretándome de tal manera que sentí crujir mis huesos, mis labios estaban a la altura de su terso pecho y empecé a besárselo, el me recorría con sus manos, por mi espalda, me hacía desear, sus ojos bajaban a mis pechos y me susurraba una y otra vez lo buena que estaba, las hermosas tetas que tenía y lo afortunado que era mi esposo, ese mocoso me mataba poco a poco, me sentía una adolescente, una tonta, y naufragué en su cristalina mirada, nos besamos como tantas beses había imaginado, sentí su respiración y su pecho hincharse, sentí sus labios apretarse a los míos y su lengua cruzarse con la mía, sentí como sus manos en una forma grosera y descarada bajaban a mi trasero para llenárselas con mis nalgas, sin importar quien estuviera, sin importar nada. Estaba tan caliente que no me molestó que lo hiciera, por el contrario solo sentí mi sexo derretirse a mares con la idea de que nos estuvieran mirando, su enorme verga dura se refregaba insistentemente contra mi abdomen, la pasión explotó y me tenía justo en el punto de mira

Cogeme Fede, estoy caliente, cogeme toda, acá, ahora...

No tenía real conciencia del alcance de mis palabras pero noté como él las había recibido, no lo dudó, me tomó por la mano y me condujo a la parte posterior, donde estaban los baños.
Sin inmutarse, como si fuera natural, nos metimos en el de damas, algunas chicas miraron sorprendidas, fuimos al último cubicle y nos metimos como animales, ni siquiera cerró la puerta, era tan incómodo como excitante, fui sobre la pared de fondo apoyado mi espalda en la misma, el con premura soltaba su pantalón y yo levantaba mi pollera haciendo un lado mi ropa interior, era todo vertiginoso, busqué preservativos en mi cartera de mano, lo estaba sacando de su envoltorio cuando el se abalanzó como un salvaje y solo me la metió por completo arrancándome un grito.

ahhhhhhhhhh

Un quejido sordo se fue apagado en el ambiente, era enorme y como se sentía, que rica, con palabras entrecortadas por el placer trataba de decirle que tenía el preservativo entre mis dedos pero el no me escuchaba, solo embestía como un toro ciego una y otra vez, me la metía tan bien, tan dura, tan grande, tan hermosa, como describir lo que sentía en ese momento.
Fede avanzaba, sus manos se habían colado bajo mi remera para apretarme las tetas de una manera tan fuerte que me hacia doler, trataba de besarlo pero en cada empuje me hacía gritar de un dolor placentero, sintiendo como me llevaba preciosa pija y cada vez que lo hacía me recordaba al oído lo puta que era.
Sentí que mi vagina se derretía en placer, ese mocoso era explosivo y lo sentí venir, el placer supremo, se sexo se contrajo y solo empezó a llenarme de semen entre gritos y jadeos, lo abracé con fuerzas y no quise soltarlo, el corazón parecía escapar de mi pecho y las gotas de transpiración rodaban por mi rostro, mi boca estaba seca tanto jadear y mi conchita repleta de semen.

Nos separamos, le hice notar que aun tenia el preservativo entre mis dedos, desenvuelto, listo para usar, nos reímos, todo había terminado, y mientras acomodábamos nuestras ropas sentíamos la complicidad del pecado. Salimos del baño de damas como si fuera lo mas natural del mundo, y decidimos que ya no tenía sentido permanecer en ese lugar. Eran las tres de la mañana, afuera había refrescado al punto que se me marcaban lo pezones en una forma muy sugerente, aun era temprano, aun había deseo, y si tanto me había costado cruzar la raya, pues ahora tenía que valer la pena haberlo hecho. Me dijo que el vivía con su hermano mayor así que decidí que mi hogar sería el mejor lugar, subimos al coche y se escabulló en el asiento trasero por si hubiera alguna mirada indiscreta al llegar.
En un abrir y cerrar de ojos habíamos llegado y nos metíamos al dormitorio, que decir, fue demasiado sexual, demasiado excitante, estaba en la cama que compartía a diario con mi marido, si hasta me parecía sentir su presencia en el cuarto, Fede resultó ser una fiera enjaulada y me cogió sin pidad, sin parar, toda la noche, hasta agotarme, haciendo chirrear las patas de la cama, haciendo golpear una y otra vez el espaldar de la cama en la pared de fondo, haciéndome gemir como una puta con esa enorme pija que tenía.

Cuando abrí los ojos el sol quemaba por la ventana, en un primer movimiento sentí un fuerte dolor en mi bajo vientre y recordé todos los vergazos que me había comido, había abusado, miré la hora, habían pasado las dos de la tarde, demasiado tarde para almorzar, ni pensar en desayuno, miré al costado, mi amante parecía muerto a mi lado, estaba boca abajo y no pude dejar de mirar su hermosa colita, redondita, paradita, muy sexi.
Me levanté con sigilo, fui al baño a higienizarme, luego volví al cuarto con la idea de despertarlo, el seguía dormido pero había girado, y fue cuando lo vi, su enorme verga estaba dura como piedra, toda depilada, pasaba la línea de su ombligo, su glande estaba descubierto y que decir, me sentí tan puta no poder resistirlo, lo podía ver por primera vez en todo su esplendor. Fui con sigila, como una serpiente me escabullí entre sus piernas y me acomodé lo suficientemente cerca.

Empecé a lamer sus bolas depiladas, lo tomé con una mano y lo levanté cuan largo era, pasé entonces mi lengua desde la base hasta la punta, que rico, noté entonces que Fede abría los ojos y se encontraba con la sorpresa, me ragaló una sonrisa, se lo pelé bien con la mano asegurándome que su cuero quedara bien retraído, su cabeza brillaba a la luz del sol, volví a pasar la lengua desde la base, cuan largo era hasta llegar a la parte inferior de su glande, el se contrajo en placer, y volví a hacerlo, y otra vez, como si degustara una helado, las reglas estaban claras, su sexo bien duro, sosteniéndolo con mi mano inmóvil, solo pasando la lengua, sin prisa, sin pausa, lentamente, una tortura, mirando sus ojos, disfrutando su placer, él se agitaba y suspiraba, de pronto una gota traslúcida asomó de su orificio y rodó lentamente hacia abajo, yo solo seguí con mi lento juego, y su verga empezó a endurecerse más y más, Fede ya no podía mirarme a los ojos, apretaba las sábanas con sus puños, me excité al notar que ya chorreaba un líquido blanco, apreté con todas mis fuerzas la base del tronco para estrangular su uretra, para hacerlo morir en placer, ya lo tenía un lenguetazo mas, solo me aparté lo suficiente, para observar como su pija expulsaba semen, una y otra vez, largos chorros que ensuciaban todo a su paso, me quedé inmóvil sintiendo las contracciones en mi mano, que rico fue.

Federico parecía estar al borde de un paro cardíaco, me dio mucha gracia, me incorporé, fui por una de las camisas de Joni, mi marido, me la puse sin nada abajo y me fui descalza hacia la cocina, ya eran mas de las tres de la tarde, tenía hambre. Percibí que mi amante había ido al baño así que solo busqué que comer. En un punto el estaba a un par de metros solo observándome, su enorme amigo colgába flácido, abrí la heladera y divisé en la puerta una botella de leche, la tomé, lo miré y empecé a beberla del pico, dejando adrede que chorreara por mis labios, de una forma que se mojaran mis tetas y mi vientre, en segundos Fede tenía una nueva erección y me dijo

Que puta que sos, que mujer que sos, me encanta como sos, que hermosa milf por Dios!

Me tomó y me llevo reculando hasta la mesada de mármol del fondo, y honestamente ya solo jugaba con el, tenía la vagina tan adolorida que no quería mas, se lo dije, le dije que basta, que ya no podía mas, entonces el me sentó haciéndome sentir el frió en mis nalgas y me recostó hacia atrás haciéndome abrir las piernas, escupió grotescamente una de sus manos y la pasó por mi esfinter

Te voy a dejar una marca para que no te olvides de mi, y para que tu esposo note que algo sucedió en su ausencia

Me estremecí en deseo y redoble la apuesta

Si? me vas a romper el culo? mmmm!!!! dale papi, te deseo, rompémelo todo, dejamelo todo abierto, soy tu milf, tu puta, dale mocoso

Sabía como hacerle hervir la sangre a ese chico, como provocarlo con palabras, intentó meterlo de una arrancándome un grito de dolor, tuve que recriminarle, enseñarle que necesitaba tiempo para acostumbrarme y llevarlo a mi manera. Tome su verga con su mano y solo lo conduje, sentí como poco a poco me lo abría, como me ensanchaba, empezó a moverse, lo entraba por completo así que lo masturbaba lentamente, me fui perdiendo, empecé a gemir inconscientemente, a gritar, a gozar, él me daba sin parar y me decía

Que rica puta, dale, masturbate para mi, quiero ver como lo haces

Llevé una mano a mis tetas, la otra a mi clítoris y solo busqué un nuevo orgasmo, adoraba como me la daba por el culo y me sentí venir, su mirada estaba perdida en mis tetas desnudas, y eso me gustaba, el también llegaba otra vez, solo la sacó y apuntó en mis pechos, sentí en mis pezones afiebrados una nueva catarata de semen caliente y pegajoso, apreté sus biceps y rasgué su espalda con mis uñas, el pasó entonces su lengua por mis pechos llenos de leche para besarme en la boca profundamente dejándome impregnado su sabor.

Tomamos un respiro, comimos algo, era tarde y llegaba la despedida, lo hicimos nuevamente bajo la lluvia de la ducha, con nuestros cuerpos mojados y enjabonados, volvió a llenarme la concha de leche, otra vez, por última vez.

Había caído el sol y nuevamente se escabulló en el asiento trasero del coche, era la hora de la despedida, lo llevé hasta donde me pidió que lo llevara y en esos minutos nos despedimos para siempre, había sido un encuentro perfecto y no tenía sentido intentar seguir adelante, no había un futuro para nosotros, el era apenas un niño, yo una mujer adulta y casada, intentó despedirse con un beso en la boca pero no lo dejé, no era necesario, se bajó y lo vi desaparecer entre la gente. Nunca mas me escribió, yo tampoco lo hice.

Y con eso se terminaron mis días de aventuras, ya no tenía sentido, para que jugar a la ruleta rusa con el destino, todo había salido bien con Fede, Joni jamas se enteró de nada, pero si yo seguía ese camino, tarde o temprano el lo descubriría como yo lo había descubierto a el.
Sigo siendo muy feliz a su lado, la herida cerró, quedó la cicatriz, pero ya no duele...



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