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HUMILLADA

dulces.placeres Relato enviado por : dulces.placeres el 12/12/2016. Lecturas: 4999

etiquetas relato HUMILLADA   Infidelidades .
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Resumen
Entiendo que no hay nada más humillante y doloroso que la denuncia pública, el menos eso es lo que estoy sintiendo en estos momentos…


Relato
HUMILLADA


Entiendo que no hay nada más humillante y doloroso que la denuncia pública, el menos eso es lo que estoy sintiendo en estos momentos…

Hoy, como lo hago todas las mañanas, acompaño a mi hija de catorce años al colegio religioso que asiste desde pequeña, camino distendida, me acerco y me cruzo con algunos otros padres, me inquietan algunas miradas extrañas y comentarios que hacen por lo bajo al verme, como si algo sucediera. Llegamos la esquina y doblamos como de costumbre, entonces observo que habían colocado un enorme pasa calles, con grandes letras, de acera a acera, leo y siento helarse mi sangre, no puedo creerlo, estoy rodeada por mucha gente conocida, padres y personal del colegio con quienes converso todos los días, sus miradas acusadoras se clavan sobre mí, siento mucha vergüenza, me pongo colorada, solo miro al piso sin saber que hacer…

Era una mujer bastante popular en ese establecimiento, desde que mi pequeña Sofía ingresó como alumna yo formé parte de la cooperadora escolar y en especial destaco que hacía tres años que compartía las actividades con otra madre, Roxana, una mujer muy inteligente pero muy cáustica también, de un humor irónico en extremo con la cual terminamos siendo buenas amigas.
El problema fue que también terminé siendo amiga de Mariano, su esposo, un tipo de mi edad, alto, de buen físico, cabello crespo y ojos oscuros y penetrantes, un dulce que parecía ser muy atento y colaborador, siempre sonriente. Era un tipo con el que daba gusto dialogar, de esos que cuando surgen conflictos y nadie sabe cómo arreglarlos, siempre bajan las ansiedades y encuentran la punta del ovillo.

No me pregunten como terminé enredada con él porque no sabría que responder, mi marido es un buen tipo, trabaja como un burro, siempre fue muy buen padre y mentiría si dijera que me hizo faltar algo, hasta diría que me trató como a una reina, sexo nunca me hizo faltar, en resumen, un buen hombre que no merecía que le pusiera los cuernos.
Tampoco puedo decir que Mariano me acosaba, el parecía feliz con su matrimonio, con sus hijos, no era de esos tipos de doble vida que me seguían a escondidas de su esposa tratando de sacar ventaja, además él sabía que Roxana y yo éramos amigas.
Y yo tampoco lo provoqué, ni me regalé, ni me insinué a él, al menos jamás hice nada que recuerde en forma consciente.
Menos podría decir, del lugar, entorno religioso, con fuerte conceptos sobre la familia, la educación y sobre todo la religión.
Concluyo que solo se dio, una cosa fue llevando a otra, tal vez las rutinas del día a día nos llevaran a terminar enredados, solo atracción de sexos, entre hombre y mujer…

Así fue que esa mañana luego de dejar a Sofi en el colegio, Mariano me llevó de regreso a mi domicilio, mi esposo trabajaría todo el día, lo invité a pasar solo a discutir unos temas pendientes, pero una vez adentro, las cosas cambiaron, la atracción era mutua, nuestras miradas se cruzaron y los besos comenzaron, siguiendo los consejos de una vieja amiga hice un alto y le propuse un juego, que si bien le quitaría sorpresa al encuentro me evitaría tener que pasar por situaciones desagradables, éramos desconocidos y nuestros gustos podían no ser los mismos, así que le dije:

- Esperá, te propongo un juego
- Dale hermosa, me gustan los juegos…
- Corto veinte trozos de papel, escribo cosas que estaría dispuesta a hacer contigo…
- Suena interesante…
- Pero…. solo podrás escoger tres opciones, solo tres, deberás elegir con cuidado, una vez elegido no podrás cambiar, lo tomas ó lo dejas…

El me miró sonriente y desafiante a la vez, aceptó la consigna, así que rápidamente fuimos al grano, el reía cada vez que leía mis palabras, hizo una pre selección de cinco, dubitativamente dejó dos de lado, y luego me entregó los correspondientes según lo pactado.

Le devolví la primera y le dije que me esperara y no espiara, me llevaría unos minutos, ‘disfraz’, así que elegí algo que le hacía a mi marido por lo cual el no sospecharía, fui al baño y me desnudé dejando la ropa a un lado, me enjaboné la vagina y me depilé por completo, me peiné mi negra cabellera con raya la medio, haciéndome dos colitas, una a cada lado. Me puse un sostén ajustado y un pequeño culote que mi esposo me había regalado, como soy petisa pero muy pechugona y de grandes caderas, mis pechos parecían globos y mis nalgas parecieron comerse la tela, agregué unas medias de red, blancas, ajustándolas bien arriba de mis muslos y zapatos tacos altos del mismo color. Fui a la habitación de mi dulce hija, busqué entre sus cosas y me acomodé una de sus camisas del colegio, apenas pude abrocharme los botones de la cintura, pero el contorno no me dio a la altura de mis tetas, también, como pude agregué su corbatita roja y por último su pollera azul y tableada, el tema es que en mi cuerpo de mujer cubría poco y nada…

Entonces me presenté ante el que esperaba impaciente, con las rodillas juntas y los pies separados, en una intencional chuequera y con un dedo en mi boca, simulando una niña virgen e inocente

- Señor, soy fea… me va a pegar?

Si bien el quedó impresionado con mi figura, noté que no le gustó mucho mi actitud de ‘niña tonta’, sutilmente me hizo entender que él deseaba a una mujer, no a una nena así que desistí en mi actitud y me propuso pasar a la segunda tarjeta

‘Ataduras’ era la segunda, así que improvisando con algunas ropas y pañuelos procedí a complacerlo, en casa tenemos un par de cómodas sillas para ver películas, con generosos apoya brazos, sin dudar me hizo acomodar sobre uno, casi sentada con mi espalda me levantó las piernas y junto a mis brazos los ató fuertemente e los laterales, dejándome en posición ginecológica con las piernas abiertas, indefensa y a su merced, incómoda y excitada.
Acercó su boca a la mía, sentí su aliento, pasó su lengua por mis labios, pero no llegaba a besarme, cuando yo trataba de acercarme el simplemente se retiraba, me hacía desear, repitió la operación una y otra vez, deseaba a ese hombre, mi concha latía, mis pezones se endurecían y el hecho de no poder tocarme me enloquecía.

Al fin me besó profundamente metiendo su lengua hasta mi garganta, luego bajó y se acomodó entre mis pechos, solo usando su boca se enterró entre ellos, que parecían explotar, fue buscando mis pezones, esquivando las prendas que se interponían, como una carrera de obstáculos fue esquivando la corbata, la seda de la camisa y las transparencias del sostén, sabía cómo calentarme a fuego lento, mis botoncitos deseaban ser lamidos por él, y él hacía todo lentamente, sin apuro, así fue como disfrutó mis pechos, a medias, escondidos entre las prendas, mis pezones apenas fueron liberados.

Tomó distancia, se desnudó por completo, su hermosa verga erecta quedó ante mi vista, la deseaba, entonces Mariano fue hasta mi heladera y volvió con un frasco de mérmela de ciruela, mi favorita, pero no pude evitar protestar:

- No vale! Dije tres opciones, y ya desestimaste ’Alimentos’…
- Ja! Ja! Bueno hermosa, no veo la forma en que puedas impedirlo…

Mientras pronunciaba estas palabras, sin perder tiempo enterraba su verga dura dentro del frasco de mermelada para luego sacarla y meterla en mi boca, el desgraciado me hacía calentar, estaba atada e imposibilitada, así que él era quien decidía cada movimiento haciendo la penetración profunda ó tan leve que apenas podía llegar a su pija con la puntita de mi lengua, así fui saboreando se dulce carne entregada a su voluntad, hermosa exquisita, cada tanto volvía a meterla en el frasco para seguir endulzándome. Llegó el momento en que el dulce empezaba a empalagarme y caía por la comisura de mis labios, se lo hice saber como para que cambiara de actitud, y vaya si lo hizo…

Se agachó y con sus poderosas manos tiró de la tela de mi culote hasta destrozarlo, dejando mi concha pelada y expuesta, lo noté excitarse al verme toda depilada, volvió a la mermelada, para ahora solo dejarla caer en mi concha desnuda y en mis pechos, entre la ropa que tenía puesta, para luego alternar en pasar su carne caliente y dura por mis pezones y por mi clítoris, yo había cerrado los ojos para disfrutar, me sentía toda pegajosa, al fin pareció decidirse y me la metió toda hasta el fondo, dura, grande, caliente.
Su pija entraba y salía con furia de mi interior, estaba toda lubricada, sus labios chocaban contra los míos, lo sentía agitado, nuestras lenguas se entrecruzaban, cada tanto bajaba a mis tetas a mordisquear mis dulces pezoncitos que ya no resistían mas estimulación, del interior de mi concha salían profundos orgasmos, uno tras otro, interminables, me hacía gritar, era todo tan loco…

De repente la sacó y bajó con su boca a mi sexo, se acomodó entre mis piernas y sentí su lengua recorrerme, pasando por mis labios, por mi vagina, por mi ano, por mi clítoris, me hacía vibrar, se incorporó y volvió a rozar mis pezones con su verga, luego me cogió nuevamente, y otra vez a lamerme, armó una red estratégica atacándome por todos lados con distintas variantes, por todas partes, me sorprendía a cada minuto y me encantaba, hasta que finalmente se quedó entre mis piernas, apretando con ritmo, sin prisa pero sin pausa mi clítoris, para mí era todo nuevo porque a mi esposo no le gustaba practicarme sexo oral y estaba descubriendo que me había perdido de vivir hermosos placeres, hasta que tuve un hermoso orgasmo, terrible, que me hizo gritar sin quererlo, estaba agitada, transpirada, hasta mareada, el había conseguido su objetivo…

Entonces Mariano fue nuevamente hasta la heladera al volver con un pan de manteca en la mano exigió:

- Voy por mi última tarjeta!

Sonreí complaciente aprobando lo que había prometido, ‘sexo anal’ era la última jugada, mi cola estaba lista para él quien comenzó a untarme con el frío alimento, sentía que jugaba en mi trasero forzando a dilatarse, la manteca se iba calentando y derritiendo producto de mi propia temperatura, estaba lista, Mariano se acomodó y con un mínimo esfuerzo su pija entraba en mi culo, otra vez hasta el fondo, ahora lo sentía moverse en mi otro agujero, veía en su cara su satisfacción dibujada, me encantaba verlo gozar, gozar en mi interior, tomé el control incitándolo:

- Te gusta? mmmm!!! te gusta mi mmmm!!! culito? te gusta mmmm!!! rompérmelo todo? mmmm!!! mmmm!!!, dale! Llenámelo mmmm!!! de leche….

El se acababa, de pronto sacó su pija dura y como una manguera comenzó a escupir leche con una increíble fuerza ensuciando todo a su paso, desde mis pechos hasta la concha para terminar dándome un profundo beso.
Recuperamos la calma, soltó mis ataduras, mis extremidades estaban adormecidas, las prendas de mi hija todas manchadas, mi cuerpo hecho un desastre, con mezclas agridulces de mermelada, manteca y leche, pero la experiencia había valido la pena, me llevó un tiempo limpiar todo y recuperarme.

Todo pasa por mi mente en instantes, cómo pudo enterarse? Levanto la vista y vuelvo a leer incrédula:

BRENDA ‘PUTA’ PEÑALBA
TE GUSTO DARLE EL CULO A MI MARIDO?



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