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Humillada por tres adolescentes

Relato enviado por : mellamocris73 el 28/01/2005. Lecturas: 26860

etiquetas relato Humillada por tres adolescentes .
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Resumen
Una exitosa mujer de negocios casada con un hombre que adora se deja calentar y humillar por tres adolescentes llegando a disfrutar de su propia humillacion.


Relato
Humillada por tres adolescentes
Aquella reunión era muy importante para mi marido, a media tarde cuando habíamos salido del trabajo cargamos las maletas en el coche, nos esperaba un largo viaje por carretera, llegaríamos al día siguiente al mediodía. El viaje era muy tranquilo y pronto se nos hizo de noche, hablamos sobretodo de la reunión, lo que me hizo descubrir que mi marido estaba aun más preocupado de lo que yo pensaba.

A mi marido lo conocí en la facultad, yo fui su alumna y tan pronto lo vi entrar en el aula me enamoré de él. Era casi 9 años mayor que yo así que ahora estaba a punto de cumplir los cuarenta, lo cual le preocupaba más que aquella reunión. Un hombre súper elegante, casi siempre vestía de traje. Me encantan los hombres con mucho estilo tanto en su forma de ser como vistiendo, si yo a mi misma me exijo lo máximo en ese sentido no voy a ser menos con quien me acompañe. Siempre he sido muy presumida y no me importaba nada gastarme todo mi sueldo, que es bastante, en ropa. Es más, una amiga mía del trabajo y yo salíamos casi todos los fines de semana de compras a acabar con las tiendas, no es que presuma de ello pero sin duda es un rasgo de mi personalidad. Mi marido era prácticamente el único hombre con el que había estado, había tenido alguna que otra relación antes que la suya pero siempre muy cortas, el era el hombre de mi vida. Y yo de la suya.

No sabíamos en que hotel parar a descansar, ni siquiera en que ciudad, había salido todo muy rápido y no teníamos nada planeado así q acordamos parar cuando el estuviera cansado de conducir. Eran ya las 8.

-¿Estás cansado cariño?-le pregunté.

-No mucho, pero vi señalizada una ciudad a 15 kilómetros de aquí, sería bueno parar allí- me contestó.

Me recosté en el asiento y estuve dormitando un rato, no sabia siquiera si había logrado dormir cuando me dijo.

-¡Mira! hay un desvío para un hotel un poco antes de la ciudad,¿lo cojo?

-Como veas, respondí-.Giró hacia la derecha cogiendo el desvío y a lo lejos vi un cartel luminoso enorme que decía"Hotel".En principio no tenía muy buena pinta sería de unos 7 u 8 pisos, no es que necesitara un hotel de súper lujo pues solo íbamos a pasar la noche allí y salir rápidamente a la mañana siguiente, pero si quería que fuera limpio, soy bastante exigente con eso.

Nos atendió un recepcionista muy amable. La verdad es que el hotel no tenía mala pinta. El botones se apresuró a subirnos las maletas, no hacía mucha falta porque sólo llevábamos ropa para 2 días, nos enseñó la habitación, mi marido le dio la propina y el chico dijo:

-El restaurante está en el piso menos uno y el bar en el menos 2-, y nos deseo una feliz estancia.

Yo no aguantaba más y me metí en la ducha corriendo, estaba todo muy limpio y eso me gustó, cuando yo acabé mi marido también se duchó, nos arreglamos y decidimos bajar al restaurante a tomar una cena rápida. Comimos algo muy ligero y al acabar mi marido me preguntó:-¿quieres bajar al bar a tomar una copa?-,no era lo que más me apetecía pero aun no eran ni las once, pensé que tomar una copa tranquila estaría bien, que equivocada estaba.

Bajamos al bar y al verlo me llevé una decepción porque no era lo que yo esperaba, era muy grande, amplia. Era más bien una discoteca, estaba formada por un círculo que era la pista, y alrededor de ésta la barra y más elevado ,había que subir tres escalones, unos sofás negros enormes que formaban semicírculos cada uno alrededor de su correspondiente mesita de cristal. Afortunadamente no había casi gente y la música estaba bastante baja. Me apresuré a sentarme en uno de esos sofás, me puse en un extremo mientras mi marido pedía en la barra, crucé mis piernas y le esperé. Trajo 2 copas y vino a sentarse a mi lado, tuvo que dar toda la vuelta a la mesita porque sabía de sobra que a mi me gustaba sentarme en los bordes y me preguntó:

-¿Que te parece?-,está bien, pero creo que esto se llenará de gente dentro de muy poco, parece más bien una discoteca,¿no?-

.-Bueno si se llena mucho nos vamos y ya está-.

Eso me tranquilizó, no había mucha gente, habría como quince personas en la pista y más de la mitad de aquellos enormes sofás en los que cabrían al menos 6 personas estaban desocupados.

-Hace mucho calor- suspiró mi marido. Ya lo creo que lo hacía. Mientras se despojaba de su chaqueta sonó un móvil. Era el suyo.

-¿Si?,¿si? preguntaba, no te oigo, espera-.Tapó el móvil con su mano y me dijo:

-Espérame un rato cariño, vuelvo enseguida que aquí no oigo nada.

Le llamaban cien veces al día, muchas broncas hemos tenido ya por eso.

-Que remedio-le respondí, no me hacía ninguna gracia quedarme sola pero que otra cosa podía hacer. Además cuando el me decía "un rato" podía ser tanto 2 minutos como dos horas. Él se marchó apurado y yo me resigné a mirar a mi alrededor.

Dieron las once y aquel local dio un cambio inesperado, se bajaron las luces, subió la música y empezó a llenarse de gente

-Lo que me faltaba-,pensé. Que ingenua, no tenía ni idea de lo que me iba a ocurrir aquella noche. La gente que estaba allí eran todos adolescentes ruidosos y horteras, vestían pantalones y deportivas enormes y eran muy torpes bailando. Me daba la impresión de que con cada persona que entraba la temperatura subía un grado. Yo vestía un conjunto de traje chaqueta negro con minifalda y medias también negras, me saqué la chaqueta y la doble con cuidado dejándola en el sofá, a mi izquierda, al lado del bolso.

Saqué el tabaco del bolso y justo después de encenderlo oí una voz que me dijo:

-¿Tienes un piti?-Me quedé sorprendidísima, estaba ante mi un crío de unos 18 años vestido con ropa deportiva y una gorra, era corpulento pero tenía una cara de niño que le delataba, no me había pedido por favor ni parecía que fuera a hacerlo.

-¿Tienes un piti?-,repitió. No me apetecía en absoluto dárselo a aquel maldito niñato maleducado pero pensé que no me quedaba más remedio sabiendo que tenía la cajetilla encima de la mesa, pero me propuse darle un pequeño castigo, cuando se inclinó para cogerlo le eché todo el humo de mi cigarro en la cara y le dije:

-¿No eres un poco crío para fumar?-el chico se quedo sorprendido y se fue sin decir nada. Le seguí con la mirada y fue a junto de otros 2 chicos, uno de ellos me llamó la atención, era el más alto de los tres y vestía unos vaqueros enormes y una camiseta blanca de asas, era un buen morenazo la verdad, en alguna época pasada habría caído rendida a sus pies, apuesto a que era el más popular de su clase, el otro era normal, parecido al maleducado. Eran unos pueblerinos y horteras, además tenían pendientes y piercings en cejas, orejas y cerca de los labios, unos macarrillas de tres al cuarto. Por la cantidad de gente de esa edad y los grupillos que se formaban deduje que todo esto provenía de una excursión de fin de curso o algo semejante. Me despisté un segundo cuando escuché:

-¿Quieres que te invite a una copa?-.No me lo podía creer, el chico que también vestía ropa deportiva había decidido que era el turno de intentarlo él.

-¿No ves que ya tengo una?-le pregunté. Si, pero yo si quieres te invito a otra.

Me enfadé:-mira niño pueblerino por que no os buscáis unas niñas de vuestra edad y me dejáis en paz-.

Cuando me escuché reconozco que sonó bastante fuerte pero no estaba para bromas, estaba esperando a que mi marido volviera de una vez.

-Yo solo quería invitarte a una copa me respondió-.

-Bueno pues ya te dije que no, dejadme tranquila.

El chico se fue otra vez a junto de sus amigos que se rieron, -de que coño se estarán riendo pensé- .Al apartarse pude ver lo abarrotado que estaba aquello, la gente que hasta hacía poco bailaba lejos de mi ahora casi podía tocarla con la mano, pista y tarima estaban a tope de críos, nunca me había sentido tan fuera de sitio en mi vida. El calor volvía a invadirme.

También llevaba una blusa roja preciosa, carísima, bastante holgada que tenía además unas finas rayas negras diagonales que formaban unos rombos rojos casi imperceptibles. Era mi blusa preferida, lo malo es que era casi transparente y no era el lugar más adecuado para llevarla. Me encantaban las blusas, mucho más que las simples camisetas, tenían mucho más estilo y en mi opinión eran mucho más sexys, era fascinante cuando desabrochaba mi blusa poco a poco dejando ver mi delgado cuerpo, a mi marido eso le volvía loco y a mi me parecía muy sexy. Para colmo también llevaba un fular negro de seda, me lo desaté del cuello y lo puse encima de la mesa. Hacía tanto calor que la blusa se me pegaba al cuerpo, los cuellos blandos de ésta se me pegaban a los hombros, mi melena lisa y morena se me pegaba a la espalda y mis pechos se pegaban a la blusa por el calor, no llevaba sujetador pues me había vestido pensando en tomar una cena rápida y volver a la habitación. -Lo que me faltaba ,era justo lo que necesitaba para llamar más la atención de aquellos críos, espero que no se den cuenta- pensé. Pero no aguantaba más, desabroché un botón de mi blusita e hice una coleta con mi pelo sin saber para que la usarían aquellos animales minutos más tarde.

De golpe salió alguien de entre la multitud y me dijo:

-¿Pero tu quién te crees que eres maldita abogadilla?-.

Era el chico de la camiseta blanca, de cerca era más imponente. No le respondí.

-¿Qué quién te crees que eres?, me repitió en tono más alto.

-Ya te oí la primera vez niñato, mira, por que no me dejas en paz y te buscas una niña granjerita de tu edad, ¿eh?.

-¿Maldita puta soberbia! ¿cómo te atreves a hablarme así?-.

La cosa se me estaba yendo de las manos, empecé a tener un poco de miedo cuando me insultó pero sin embargo mi orgullo salió a relucir:

–Cómo no me dejéis en paz le diré a vuestro profe que me estáis molestando para que os castigue.

Me interrumpió diciendo:

-A mi profesora ya me la he follado como voy hacer contigo esta noche, maldita zorrita de ciudad. Los otros dos chicos se rieron.

Le di una enorme calada a mi cigarrillo, estaba un poco asustada, miré a mi alrededor, todo estaba lleno de gente pero me sentí sola y un tanto indefensa. Saqué otro cigarro e intenté distraerme y no preocuparme. Me dediqué a contemplar todos aquellos chavales de pueblo pegando gritos con aquella música que ya era ensordecedora. Pasaron los minutos y me detuve a mirar a una pareja que estaba en la pista, se besaban apasionadamente, de forma exagerada, casi no lograba verlos, ella se parecía a mi, era más alta que la media, de pelo negro y piel clara y también bastante delgada pero ella vestía como una autentica puta, con botas por encima de la rodilla y un top ajustado que dejaba ver su ombligo, él era el chico de la camiseta blanca. Me quedé un poco sorprendida pero seguí mirando, él le manoseaba el culo con mucha fuerza haciendo círculos con sus dedos, le miré a la cara y el me estaba mirando. Tenía la mirada fija en mí, mi corazón se aceleró. Apoyó la cabeza de la "pobre" chica en su hombro mientras me sacaba su gorda lengua atravesada por una bola de metal, Hacía movimientos groseros en el aire con aquella lengua, yo mantuve la mirada, no es fácil excitarme y menos con semejantes guarradas, pero no quería apartar la mirada.

Noté algo en mi brazo, pensé que sería alguien bailando pero para mi desgracia el chico que me había pedido el cigarro me había cogido ahora mi fular de seda, se lo restregaba por la cara diciendo:

-Umm que bien huele a perfume de zorrita-. Será cabrón murmuré.

Me miró de arriba abajo, le pasó el fular a su amigo y me dijo:

-¿Por qué nos provocas así maldita engreída? Mírate.

Pensé que se referiría a mi blusa transparente pero el miraba mi pierna.

-Casi puedo verte tus bragas de puta-. Me sobresalté.

Estaba totalmente descamisada por detrás y por el lado derecho, el lado que ellos podían verme. Miré mi pierna, la falda se me había escurrido hacia atrás al sentarme de tal forma que ellos podían verme la blanca piel de mi muslito que ni siquiera llegaba a ser tapado por la media que me cubría hasta la mitad del muslo, sólo estaba ligeramente tapado por la tira negra de mi liguero. Parecía una auténtica puta.-¡Que desastre!-pensé. Me apresuré a recolocarme.

-¿Pero que haces zorrita? si podemos verte tus preciosas tetitas desnudas a 10 metros.

-¡Mierda!-,intenté disimular y vi como su amigo se restregaba mi fular por dentro de sus pantalones y me mostraba orgulloso su nuevo paquete.

-¡Mira lo que hago con tu trapito!-se reía.

-Está buena nuestra zorrita ¿eh?- se decían.

Se lo sacó de la entre pierna, me lo tiró a la cara, yo lo cogí con la mano y me dijo:

-Ahora mi polla huele a ti y tu trapito huele a mi polla, huélelo puta-.

Yo había conseguido calentarlos sin querer y ellos me estaban excitando a mi. Cada insulto me golpeaba fuerte y me excitaba más que cualquier halago o piropo que hubiera dicho mi marido sobre mi cuerpo. No sabía por qué pero el hecho de que mi fular hubiera estado en contacto con la joven polla de aquel chico me excitaba un poco. Algo dentro de mi me impulsaba a llevarlo a mi nariz pero aun me quedaba autocontrol suficiente, lo doblé y lo metí en el bolso.

-¡Que zorra es! pero si lo estaba deseando decían- se giraron y se fueron a carcajada limpia.

-Me parecía increíble pero habían conseguido excitarme un poco, con la de veces que mi marido me tachó de fría si le contara esto no se lo creería, miré el fular y me reí pensando lo que había estado a punto de hacer.

Sin haber descansado mucho de mi pequeña excitación escuché:

-¿Te ha gustado?- era el chico de la camiseta.

Intenté mirarle con desprecio y no le respondí.

-Que zorra eres pero si está claro que te he puesto cachonda, tu a mi mira como me has puesto.

No me lo podía creer, mire a su entrepierna y vi una silueta enorme, no podía creer que todo aquello que abultaba bajo sus vaqueros pudiera ser su miembro. Por un momento pensé que me estaba tomando el pelo y se había metido un vaso de tubo en los calconcillos pero parecía que no era así, claramente no era así. Era enorme, gordísima.

-Apuesto a que la de tu maridito es la mitad que la mía-, no dije nada pero desde luego que en grosor no estaba del todo desencaminado. Los otros dos chicos se reían de mí, mi cara de asombro debía ser todo un poema.

-¿A que no tienes cojones a sacarla maldito niñato?- Esa no era yo pero incomprensiblemente aquellas palabras salían de mi boca. Quería ver aquello, no podía creer aquel tamaño, claramente se lo dije sabiendo que no dudaría un segundo en enseñármela.

-Ja,ja, ni lo sueñes maldita zorrita, ¿crees que voy desnudándome por ahí ante la primera putita que venga?¿ Te crees que no sabemos a que has venido? Llevas aquí sola una hora provocándonos sin parar.

La temperatura de mi cuerpo subió 10 grados, notaba la sangre corriendo por mis venas, estaba bastante caliente, llevaba toda la noche negándolo pero aquellos críos habían conseguido lo que querían ,me habían calentado y de que manera.

-Pero si puedo ver como tus pezones van a reventar tu camisa, pero mira que eres zorra.

Me miré, era increíble, parecía que la blusa no caía desde mi pecho hasta mi falda sino desde mis pezones, jamás los había visto tan erizados, mis pezoncitos rosados estaban duros como piedras mientras una gota de sudor bajaba por mi canalillo. Dios mío, mi marido me mataría si supiera lo cachonda que me habían puesto estos niñatos. Me quise tapar.

-¿Pero que haces? si nos los llevas enseñando toda la noche-.

Dejé mis brazos muertos dejando que me mirara, él me miraba las tetas, mis puntiagudos pezones y yo le dejaba, mis pechos querían escapar de mi ropa.

Cuando creía que ya se iban se acercó, puso una mano en uno de mis pechos sobre mi blusa y me susurró al oído:

-Te follaría aquí mismo si quisiera pero no te voy a dar el gusto abogadilla engreída.

No se si fue de excitación, miedo o las dos cosas pero me quedé paralizada, ni siquiera le aparté la mano, me había encendido de verdad, suspiré pero apenas cogí aire, tragué saliva y la gota más íntima de mi cuerpo abandonó mis braguitas y corrió por mis ingles rápidamente para morir en mis medias.

Miré aquel enorme paquete de nuevo, estaba fuera de mi, completamente descontrolada.

-¿Qué miras puta? Lo único que te queda por hacer aquí es ir a hacerte un dedo a tu habitación porque mi polla no la vas ni a oler. Se marcharon entre risas.

Estaba cachondísima. El hecho de que me hubieran rechazado aun me había puesto peor, ya no sabía que hacer, sólo imaginarme aquel enorme miembro entrando y saliendo de mi cuerpo hacía que los labios de mi concha quisieran escapar de mis braguitas. No lo dudé, metí mi mano entre mi blusa y mi falda y llegué a mi sexo. Estaba chorreando, junté mis piernas para darme yo misma el placer que ellos me habían negado pero me detuve,¿qué estaba haciendo? Sólo podía hacer dos cosas, mi cabeza decía que fuera a buscar a mi marido, mi coño que fuera a buscar aquellos chicos Aquello estaba a tope, decidí ir a buscar a mi marido.

Metí el tabaco en el bolso y cuando me levantaba del sofá alguien se situó detrás de mi, puso una mano en mi hombro y me sentó de nuevo, coló su otra mano desde arriba bajo mi blusa y empezó a sobarme los pechos ,no me resistí. Eché la cabeza hacia atrás sobre el respaldo y vi que era el chico que me había "perfumado" el fular, me magreaba con fuerza mis senos pero no hice nada. Alguien se sentó a mi izquierda ,se bajó un poco su pantalón deportivo y metió la mano bajo mi falda, sobre mis bragas negras, alargué mi mano izquierda y agarré su falo, disfrutaba de cada rugosidad de éste y echaba su joven piel de atrás a delante, la velocidad dependía de cómo me acariciaba el coño.

-Por debajo, cabrón -,susurré, pegó un tirón increíble, dudé si había roto mis braguitas. Metió dos dedos que habrían camino a lo largo de mi chochito de arriba abajo.

-¡Joder como está la muy puta! exclamó.

A pesar de la música podía oír el ruido de mis íntimos fluidos restregados por aquellos dedos. Yo gemía de placer ,me retorcía y arqueaba la espalda. Oí un ruido a mi derecha, mi preferido estaba de pie y su enorme polla ya liberada de sus vaqueros me apuntaba amenazante. Me la metí en la boca. Casi no me cabía por su grosor pero la chupaba como una loca, gemía y chupaba. El chico de atrás mordía mi cuello mientras estrujaba mis tetas cada vez con más fuerza, tanta fuerza que por momentos levantaba mi cuerpo del sofá. Con tanto magreo, botón tras botón, se iba abriendo mi blusa, estaba prácticamente desnuda masturbando a un chico que metía sus dedos en mi mientras tenía mi boca llena por la polla de otro joven. Cerraba los ojos, aquello era el paraíso, quizás esto fuera lo que yo quería desde el principio y ahora me estaba dando cuenta, el chico de la enorme tranca era de alguna manera el que tapaba la escenita pero no me importaba nada, ni el resto de la gente ni mi marido.

Abrí los ojos por un momento y vi a mi marido abriéndose paso entre la multitud. Me sobresalté y grité.

-¡Largaos de aquí cabrones!

-¿Pero que dices ahora zorra?-, me gritaron mientras se resistían a abandonar mi cuerpo. Los aparté y ellos en seguida se dieron cuenta de lo que sucedía, había perdido de vista a mi marido mientras apuraba a vestirme. No sabía si él me había visto a mí. Me abotoné la blusa y metí las bragas en el bolso, aquel cabrón me las había arrancado. Seguía sin verle y me puse el fular para disimular aunque pronto me di cuenta que no tenía mucho sentido. Me quedé allí sentada, disimulando, con un fular que olía a polla y aire fresco enfriando mi húmeda concha.

-Siento la tardanza-,apareció de golpe. Suspiré aliviada, no sospechaba nada.

Empezó a explicarme porque había tardado tanto pero yo no le escuchaba.

-¿Me perdonas?- me dijo. Me sentí terriblemente culpable.

-Es increíble como se ha llenado esto, ¿quieres que nos vayamos?- preguntó.

-Si, si cariño, vámonos de una vez.

Cogí mi bolso, le di mi mano "virgen" e intentamos abrirnos paso entre la multitud, a cada paso que daba notaba la tremenda humedad de mis adentros, tenía que andar con las piernas separadas. Cuando estábamos a punto de conseguir salir grité:

-¡Mi chaqueta! Lo siento cariño, me la he dejado en el sofá.

-No me jodas- resopló resignado.

-Bueno, venga vamos -me dijo.

-No-, respondí. ¿Pero que estaba diciendo?,mi marido no sospechaba nada, era el momento perfecto para irme, sin embargo no quería. Algo en mi interior no quería que aquello se acabara, quería follar, que me follaran mejor dicho, y no precisamente que lo hiciera mi marido.-Yo sola llegaré en seguida, espérame en la habitación.

-¿Seguro?-,me replicó.

-Si, seguro -.

Me giré rápidamente en busca de mi chaqueta deseando con todas mis fuerzas que estuviera custodiada por aquellos adolescentes. Cuando hube andado unos pocos metros alguien me agarró, era el alto, mi preferido.

-¿Buscas esto o es que vienes a por más?-Le dio mi chaqueta al niño de la gorra y me besó violentamente. Me agarró del culo y me impulsó hacia arriba, yo salté y lo rodee con mis piernas. No recuerdo prácticamente nada de cómo llegamos a su habitación, todo eran carcajadas e insultos que a mi me encendían aún más. Entramos y me tiraron en una cama. Era una habitación bastante pequeña sin embargo tenía tres camas juntas, habían puesto plástico rojo en las lámparas lo que le daba un aspecto más lúgubre y para colmo apestaba a porro, pero no me importaba.

-¡Vaya puta nos hemos traído!- se reían. Se desnudaron rápidamente y sus tres jóvenes miembros me apuntaban, estaba muy cachonda.

-¡Insultadme!- les dije. Se rieron.

-Si ya te dije yo que esta era más puta que ninguna, mírala.

-Esta abogadilla de ciudad va a recibir su merecido,¿te acuerdas lo chula que era hace una hora?

-Que vista tan maravillosa, aquellos falos apuntaban al techo, no pensé nunca que pudiera una polla apuntar tan hacia arriba. Los tres eran bastante guapos con esa luz tenue y estaban en forma, delgados pero marcados, sin ni un solo pelo en sus jóvenes y tersos cuerpos. No aguanté más, me levanté de la cama, me dirigí a mi preferido, me agarré los pechos y le dije:

-¡Cómeme las tetas por favor!-,por supuesto se volvieron a reír.

-Que puta eres, ahora verás.

Pasó sus manos violentamente por mi cuello, por el pecho, me descamisó de mi faldita lentamente, puso sus manos a la altura de mi abdomen y me abrió la blusa de un zarpazo, como un animal. Varios botoncitos negros de mi blusa saltaron por el aire y rebotaron haciendo ruidito contra el suelo, grité y mis pechos se dispararon hacia delante.

-Joder que buena está mi putita abogada- dijo mientras me estrujaba las tetas, me las mordía, yo gritaba de dolor y placer mientras intentaba agarrar su enorme falo pero el echándose hacia atrás lo impedía. Alguien se puso detrás de mi, bajó mi falda de un tirón hasta mis tobillos y empezó a sobarme el culo, pronto pasó del culo a mi coñito que acariciaba esta vez con delicadeza, y decía:

-La zorrita esta no tiene ni un pelo en el coño-,se sorprendieron y volvieron a proferirme insultos.

-¡Follazme cabrones! ¡ follazme ya por favor!,no aguantaba más.

El tercer chico que todavía no había entrado en escena me agarró y me tiró en la cama, tan fuerte que llegué hasta la cama del medio Caí abierta de piernas, con la blusa rota ,el liguero, un fular que apestaba a polla y las medias, como una auténtica puta.

Todo lo que yo había despreciado toda mi vida ahora lo estaba haciendo, me había convertido en la chica más fácil del mundo. Estaba completamente entregada a esos críos, podrían hacer conmigo lo que quisieran, yo había sido mala con ellos y ahora yo me merecía su castigo, lo deseaba. Estaban los tres de pie al borde de la cama cuando uno dijo:

-Ven aquí zorra y chupanosla a los tres-, fui a cuatro patas sobre la cama hacia ellos como una auténtica perrita sumisa, estaba dispuesta a obedecer a todo. Me paré ante el primer miembro y me lo metí en la boca sin usar siquiera las manos, quería dejar la polla de mi preferido para el final.

-Ahh, dios como la come esta puta- gritaba.

Lo hacía con mucho empeño, más que nunca, no creo que le hubiera hecho a mi marido más de 10 felaciones en mi vida, el me lo pedía pero yo me negaba diciéndole que me parecía asqueroso y vulgar, era increíble en que me había convertido de repente. El otro chico que se parecía a éste se coloco de rodillas detrás de mi.-por fin-, pensé mientras seguía mamándosela al otro crío.

La espera era interminable pero cuando ya noté la punta en mi coño era lo mejor del mundo Me la metía poco a poco, el placer era inmenso, indescriptible, en seguida me la metió entera, sus embestidas eran lentas cuando dijo:

-¡Eh, mirad! si hasta trae por donde agarrar-, y empezó a follarme mientras tiraba del fular casi ahogándome. Me era casi imposible seguir con aquel miembro en la boca pero estaba tan cachonda que quería polla, cuantas más mejor. Intenté alargar la mano al culo del chico que me estaba follando para que fuera aun mas rápido, lo entendió al instante y sus embestidas eran tan violentas que me lanzaban contra la polla del otro chico haciendo que me llegara hasta la garganta. Conseguí sacarla de mi boca por un momento y grité:



-¡Ahh, sigue cabrón, quiero oír tus huevos chocando contra mí!



El otro chico me la metió de nuevo en la boca.



-¡Ahh, ahh!- intentaba gritar yo pero casi no podía por tener mi boca ocupada, lo que provocaba en ellos más carcajadas. No podía más, me estaba corriendo sin soltar aquella polla de mi boca, el orgasmo era interminable, el más largo de mi vida, pensaba que no se acabaría nunca cuando multitud de chorros ardiendo invadieron mi cuerpo, el chico de atrás se estaba corriendo como una bestia y tensó tanto el fular que lo arrancó de cuajo del cuello, casi lloro del dolor

-Oh, dios, como me la he follado, ¡jodete maldita puta, jodete!-,me gritaba.

Antes de que me pudiera recuperar el chico de delante empezó a gemir como un loco y a retorcerse, yo sabía perfectamente lo que venía, me agarró fuerte la cabeza y cuatro o cinco disparos de su leche llenaron mi boca, por supuesto yo nunca había tragado el semen de nadie y esta vez lo intente pero no pude, chorros caían de mi mentón a la cama.

-Me he corrido sin que ni siquiera me tocara, nuestra abogada es increíble.-decía mientras recogía el semen de mis labios y me lo volvía a meter en la boca

-Límpiamela bien cabrona- se reía.

Caí desplomada, levanté la mirada y vi a mi preferido que se acercaba con su miembro medio excitado, me senté en la cama.

-Fóllame por favor-,susurré.

-¡Serás zorra! ¿pero no te llegó ya?

-Fóllame por favor-, repetí.

Carcajadas y jaleos invadieron la habitación.

Se tumbó en la cama, mi súplica había hecho mella en su asta pero yo quería poseerla en su plenitud, a eso había ido, a que me follaran aquellos macarras y a meterme por fin aquello dentro de mi, quería saber si cabría todo en mi coñito estrecho, así que metí mi lengua en su ingle despegando sus huevos de las piernas de un lametazo.

-Ahh, susurró, agarré con una mano sus bolas mientras con la otra notaba como se le iba poniendo dura la polla, no sabía si era yo misma o la corrida de aquel cabrón pero gotas de algo salían de mi coño, el no aguantaba más, yo tampoco, me la metí en la boca. Notaba con la lengua aquella vena enorme que cruzaba su miembro de arriba abajo. La mamaba como una loca. Observé varios cuerpos a mi alrededor.

-Que puta nos hemos traído, fijaos como mama.

Esas palabras no hacían más que desear aun más ser penetrada, poseída, follada.

-Ésta seguro que es de estas putas de lujo a domicilio, y seguro que su maridito no sabe nada, oye nos tienes que dar tu número-, se reían mientras azotaban mi culo haciéndolo arder, pero yo no soltaba aquella maravilla.

-Ah, para, para-, me dijo .Me aparté, aquello era increíble, jamás había tenido nada tan duro en mis manos

-¡Súbete y cabalga esto maldita puta de lujo!

-Al fin-, pensé.

Me puse encima del dándole la espalda como a mí más me gustaba, apoyé las rodillas en la cama. Me la metí lentamente, las paredes de mi interior se derretían, cuando aún no me había metido la mitad me agarró de las caderas y me la clavó hasta el fondo.

-¡Ahhhhh, ahh me rompes, me rompes!-le grité.

-¿No era esto lo que querías jodida puta? ¡pues toma!-,

Me apoyé en los otros chicos que me rodeaban y me sobaban las tetas para no desmayarme, afortunadamente empezó a meterla y sacarla poco a poco, yo gritaba a cada centímetro, cerraba los ojos, el placer me consumía, noté movimientos a mi alrededor y sentí algo en mi cara, abrí los ojos y los miembros de los dos chicos me golpeaban en la cara, mientras subía y bajaba de aquel enorme falo alternaba a chuparles la polla a los otros dos, primero uno , otro, uno, otro ...

Mientras lo hacía les miraba a los ojos

-¿Os gusta como os la estoy mamando niños?- les decía más lujuriosa que nunca.

Ellos solo gemían.

El hecho de pensar en como me estaban follando aquellos críos, de cómo entraba y salía aquella polla de mi, en el placer que les estaba dando con mi coño y con mi boca hacía que sólo con pensarlo fuera capaz de tener otro orgasmo.

Mi preferido aumentó la rapidez de sus embestidas agarrándome por las caderas.

-¡Toma, toma, zorrita!-, gritaba mientras sufría unos increíbles espasmos. Yo no aguanté más y me volví a correr como una guarra chillando como si me estuvieran matando:

-¡Ahhhh, ahhh me corro, me corro, no pares cabrón, no pares!

Me inundó de tal manera que un montón de líquido espeso bajaba desde mis adentros por su miembro llegando a la cama .El salió de mi y me desplomé de placer.

-¿Qué haces? ¿Crees que hemos acabado contigo?

Los chicos me incorporaron, me pusieron de rodillas y uno empezó a follarme la boca. No me caía porque el me agarraba de la cabeza, se corrió en mi boca, esta vez me lo tragué todo. Mientras casi buscaba a ciegas el miembro del otro chico para hacer lo mismo escuché:

-Es la hora del baño putita-.Se estaba pajeando a escasos centímetros de mi cara, no se muy por que pero no dije nada, simplemente cerré los ojos y abrí la boca.

-¡Ahh, ahh ahí va!-, gritó.

Chorros de su corrida caían con fuerza en mi boca, mi cara, mis tetas, mi blusa, mis medias... De nuevo me desplomé boca abajo. El muy cabrón se había corrido en mi cuerpo y en mi ropa cara, me habían humillado aquellos estúpidos críos follándome a su antojo mi coñito y mi boca, no lo podía creer pero cada vez que me tocaban, que se corrían, que me insultaban el corazón se salía de mi cuerpo pidiendo más y más sexo. No me consideraba una chica estrecha pero poco menos, no creí que el sexo pudiera llegar a esos límites pero aquello no era sólo sexo. Yo quería más a pesar de tener mi chochito irritado. Semejante humillación me estaba volviendo loca, quería ser poseída toda la noche por aquellos cabrones.

Me quedé tirada unos minutos cuando escuché.

-Ya veréis que recuerdo más bonito nos vamos a llevar de nuestra puta de lujo.

El chico alto había puesto una cámara de video encima de la mesa apuntando a la cama.

Los otros dos se acercaron a verla, mi preferido se dirigió a la parte de debajo de la cama, me agarró fuerte de mis zapatitos negros de tacón y me arrastró hacia él.

-¿Creías que habíamos acabado contigo? ¿Crees que has tenido suficiente?

Me levantó, me puso de rodillas en la cama de espaldas a él y volvió a morderme el cuello a sobarme las tetas, tiraba de mis pezones como si me los quisiera arrancar. Uno de los chicos se puso debajo de mi boca arriba y con su verga de nuevo en acción

-Fóllatela,-oí desde atrás mientras me tiraba contra el chico de abajo.

Me la clavó de un solo golpe, yo tenía las manos sobre su pecho y el me follaba con unas embestidas potentes mientras me agarraba por el liguero arrancándome varias pinzas que lo unían a mis medias, el otro chico se acercó a mi y me metió la verga en la boca.

-Come, puta

-¡Te voy a romper!-, gritaba el chico de abajo mientras me embestía y sus huevos chocaban contra mi.

-¡Fóllame, fóllame!

-¡Viólame!-,le gritaba.

Saliva cayó en mi culo.

-Noo, noo grité.



-¿Creías que te ibas a marchar de aquí sin despedirte?



-Noo por favor-, intentaba decir, pero era inútil, lo sabía ,estaba sentenciada, me iba a sodomizar.



Era imposible que metiera su enorme polla en mi culito virgen, me lo iba a destrozar. Metió su lengua en mi culo mientras los otros me la clavaban, después un dedo, luego otro, hasta tres, estaba tan aterrorizada como excitada, me agarró del pelo y metió la punta.

-Ohh,¡no por dios! gritaba.

El no me hacía caso, en unos segundos me la había clavado entera, el dolor era enorme pero pensar en que tres jóvenes pollas atravesaban mi cuerpo me excitaba tanto que no sentía casi dolor. Todo eran gemidos, gruñidos y lamentos en aquella cama.

El chico de atrás me cabalgaba tirándome de la coleta, el de abajo destrozaba mi chocho irritado, me movían de arriba abajo y se reían pero yo estaba en la gloria e intentaba levantar la mirada y ver como disfrutaba el niño que recibía mi mamada.

Al cabo de unos minutos todos se habían corrido dentro de mi, yo no pude evitar volver a correrme y volver a gritar como una posesa.

Sus cuerpos me abandonaron y me tumbé en la cama mientras notaba como el semen de aquellos adolescentes caía de mi boca, de mi coño, de mi culo.

-Lo siento puta, gracias por tus servicios pero ahora si nos disculpas queremos ver un vídeo.

Alguien me agarró del pelo violentamente, me sacó de la habitación y me tiró contra la pared del pasillo, luego me tiraron el bolso, la falda y el fular a la cara y sin decirme nada la puerta se cerró de un portazo, se abrió de nuevo y me tiraron la chaqueta.

Se oyeron gritos de triunfo y victoria tras la puerta.

Allí me quedé yo tirada en aquel pasillo semidesnuda, bañada en semen, oliendo a sexo ,con mi blusita destrozada, mi liguero nuevo colgando de mis medias rasgadas y mi fular de seda partido por la mitad. Aquellos mocosos me habían humillado y yo les había dejado hacer con mi cuerpo lo que habían querido, pero decidí quedarme allí unos segundos recordando el inmenso placer que me habían dado, como me habían calentado y utilizado, me quedé allí disfrutando de mi propia humillación antes de pensar en que absurda historia le contaría a mi marido.
 

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

morboso sadico (1 de August de 2009 a las 00:47) dice: MUy buen relato, que reafirma mi teoria,todas las casadas son putas arrastradas para quien sabe descubrirlas


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