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Invitar a un amigo a casa no es nada bueno ( CON fotos)

Gus20XXX Relato enviado por : Gus20XXX el 28/10/2015. Lecturas: 19561

etiquetas relato Invitar a un amigo a casa no es nada bueno ( CON fotos)   Infidelidades .
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Resumen
Un reencuentro con un amigo y una infeliz situación de salud confluyen y originan que se de un vuelco a mi historia conyugal y que compruebe que cuando la pasión contenida se desborda, no existe control posible y la marea te arrastra a situaciones insospechadas. Esta es la historia de uno de mis mejores amigos. Totalmente real y con capítulos aún inconclusos....


Relato
Desde hace algún tiempo, y a raíz de la operación a la próstata que me hicieron, resultó casi imposible sostener el ritmo sexual que solía tener con mi mujer. Es cierto que le llevo 10 años de diferencia, pero hasta hace un tiempo atrás teníamos una afición descomunal por el sexo, que bajó estrepitosamente con mi problema. A pesar de ello siempre nos hemos demostrado afecto y de vez en cuando dábamos rienda suelta a algo más que besos y abrazos (generalmente sexo oral y un poco de manoseo mutuo). Pero aun así no era suficiente para mantener viva la llama, por esta razón nuestro matrimonio había caído en picada y básicamente la costumbre nos mantenía juntos pues nuestros hijos estaban lejos. La mayor estudiando en el extranjero y el menor casado meses atrás y viviendo aparte.

Un día estaba comprando unas cosas en el supermercado, cuando siento un silbido característico. Al girar me doy con la gratísima sorpresa de ver a mi mejor amigo de la infancia, Mauro, que había vuelto hace poco a Perú, según me dijo, luego de años radicando en Venezuela. El cambio físico era notorio pues eran casi 40 años que no lo veía. Con escaso cabello, una barriga prominente pero de buen porte y sobre todo con la mirada y sonrisa que recordaba de cuando éramos niños. Un gran abrazo para empezar y una invitación de mi parte a almorzar dieron inicio a ese gran día. Llamé a mi mujer y le dije que iba a llevar a un amigo. Como siempre le hablé de él, también le produjo gran emoción el querer conocerlo y así pues nos iba a preparar un rico almuerzo.

Mauro me contó en el camino su vida en Venezuela y cómo la reciente crisis lo obligó a dejar todo y regresar a Perú. Sus hijos estaban estudiando en España y su exmujer, madre de sus hijos, se quedó en Venezuela pues toda su familia está allá. Ya no tenían nada pero se llevaban bien. Algo le conté también de mis cosas, y así, en entretenida conversación llegamos a mi casa. Entramos por la cochera y luego de felicitarme por lo grande y bonita de la propiedad llegamos a la sala. Ahí nos recibió mi mujer, Elena, quien se esmeró por darle una buena atención a nuestro invitado.

Mientras platicábamos de todo un poco pude percibir que Mauro miraba constantemente a mi mujer. Es cierto también que ella es hermosa y a sus 45 años parece tranquilamente que tuviera 10 menos. Sus tetas firmes y sobre todo su gran trasero, son sus mayores atributos. Al usar una licra en ese momento sin duda dejó turbado a mi amigo y eso era hasta entendible. Lo que sí me fue indiferente, en ese momento, fue cómo la impresionó él a ella. Al menos en ese instante no lo había percibido, pero el tiempo dejó claras las cosas más adelante.

Ese día la pasamos genial, conversamos, contamos anécdotas y nos reímos a carcajadas más de una vez. Volví a percibir miradas entre ellos pero no le di importancia pues me concentré en preparar unos tragos. Así fue pasando el día y llegó las 8 de la noche. Mi mujer le preguntó hasta dónde tenía que irse y él le dijo que estaba en un hotel al otro extremo de la ciudad pero que nos habíamos encontrado porque vino a esta zona a tramitar unos papeles. Ella me miró y me dijo que podríamos darle alguno de los cuartos de huéspedes por un tiempo, hasta que encuentre algún trabajo. Me pareció una excelente idea y a pesar de la negativa de Mauro (por no incomodar), logramos convencerlo. Lo llevé entonces a su hotel para que recoja sus cosas y esa misma noche se instaló en mi casa. La más feliz era mi mujer, y a los pocos días supe la razón.

Días previos a la llegada de Mauro instalé unas cámaras en algunos lugares de la casa pues a unos vecinos los habían robado y prácticamente habían hecho una “mudanza” con sus cosas. Es así que decido encender las cámaras y más tranquilo me voy a acostar. Como al día siguiente era lunes tuve que salir temprano para el trabajo y olvidé apagar las cámaras. Regresé a eso de las 7 de la tarde, encontrando a Mauro en amena conversación con Elena. Cenamos y conversamos un rato hasta cerca a las 11 de la noche, momento en que fuimos a nuestros respectivos cuartos. Ya con mi mujer a solas le pregunté qué tal le había parecido mi amigo, y me dijo que era muy amable, que la ayudó a mover unas cosas y se entretuvo arreglando el jardín. Me dio gusto eso y mientras veía televisión me fue dando sueño y me dispuse a dormir. Extrañamente ella se puso juguetona y empezó a tocarme la verga y mostrarse muy sensual. La verdad es que ganas no me faltaban pero el cansancio y el problema que tenía hicieron que me haga el desentendido, dejándola con todas las ganas.

Así fueron pasando los días hasta que un sábado, luego de un par de semanas de la llegada de Mauro, estaba bañándome y al cerrar la llave de la ducha me pareció escuchar unos ruidos. Como tenía que continuar bañándome no le di importancia y al poco rato salí del baño con dirección a mi cuarto. En el camino vi que rápidamente mi mujer pasaba de la sala a la cocina y Mauro detrás, pero como tenía que alistarme rápido para ir al trabajo, tan solo entré raudo y me vestí a toda prisa. Al salir me despedí de mi mujer y algo en su mirada me hizo notar su nerviosismo. Me despedí de Mauro, que tomaba un café al lado, y finalmente salí con dirección a la cochera. Al volver la vista vi que estaban conversando pero que se miraban de una manera “extraña”, diría que cómplice. Y algo que no había reparado en su momento: mi mujer estaba usando una faldita de infarto. Normalmente la usaba cuando estábamos solos. En fin, me fui pensativo en el auto hasta llegar al trabajo.

Ese día, por más que quise concentrarme en cosas del trabajo no se me iban los pensamientos relacionados a las “cosas extrañas” que vi en casa. Tenía una mezcla de sensaciones y dudas en mi cabeza. Me estaba haciendo un lío de imaginar cosas y en ese momento recordé las cámaras que había instalado. Estaban camufladas perfectamente y ubicadas en cada habitación de la casa, además de los pasajes, la cochera, el jardín y la azotea. Así pues, supe que debía registrar los videos.

Al llegar a casa solo lo encontré a él solo y me indicó que mi mujer hacía unos 10 minutos había ido a comprar. Como ya tenía un plan en la cabeza, fingí que estaba mal del estómago y me dirigí inmediatamente a mi cuarto a ver el contenido de las grabaciones. Tenía poco tiempo, por ello descargué todo en una memoria externa y lo guardé. Como a los 10 minutos llegó ella trayéndome un mate pues Mauro le había contado de mi malestar. Fingí querer descansar luego de tomarme una manzanilla y me “dormí”. A los 10 minutos salió ella del cuarto y no volvió hasta media hora después. Se acostó a mi lado a ver televisión y en un rato más se durmió.

Esa noche me aguanté las ganas de averiguar algo más pero al día siguiente, apenas llegué a mi oficina le indiqué a mi secretaria que solo me pase las llamadas importantes porque tenía harto trabajo. Prendí el computador y con gran ansiedad me dispuse a ver los videos. A partir de ese momento cambiaron muchas cosas en mi vida. No solo a nivel marital sino a nivel personal pues me di cuenta que en ocasiones no se puede nadar contra la corriente, sino todo lo contrario, adaptarse y disfrutar a donde te llevará el nuevo rumbo. Tenía ante mis ojos a personajes reales que parecían salidos de una película, pero todo lo que estaba ocurriendo era real. Me vi como un protagonista de la historia y las sorpresas se iban a dar una tras otra.

La noche en que llegué con Mauro, nada fuera de lo común. A no ser por la evidente atracción entre mi mujer y él, que quedó más clara visto desde la cámara, pues cuando no le estaba mirando, el muy cretino le miraba descaradamente el culo a mi mujer y en otros momentos ella lo miraba de pies a cabeza sin que él lo notara. Al día siguiente sin embargo, comenzaría la parte caliente de esta historia, y vaya de qué manera.

Comúnmente mi mujer se ejercita en una “caminadora”, por las mañanas. En esta ocasión, al levantarse Mauro y salir del cuarto se encontró a mi mujer en malla y ejercitándose debidamente. No era raro que se quede viéndole las nalgas, pero lo que sí era extraño era que ella continúe su ejercicio a sabiendas que de atrás él la miraba. No sé realmente que se decían pero se notaba que conversaban muy amenamente. Hasta ahí no había algo tan raro, pero al poco rato se fueron para la cocina. Tampoco sabía qué se decían pero se reían mucho, sobre todo ella. A ratos ella lo golpeaba en los brazos mientras se reía. La confianza entre ellos iba aumentando más de la cuenta. Luego ella se fue para el cuarto a darse un baño y él se quedó en la cocina. Hasta ahí era algo entendible, pero no lo fue más cuando al salir de ducharse se vistió de una manera, más que provocativa. Una falda que a las justas le tapaba las nalgas y un top sin sostén. Me dejó boquiabierto verla así.

Como era de suponer, al llegar a la cocina causó en Mauro una revolución de hormonas. Ya no hacía nada por disimular su atracción y en cambio fue cada vez más punzante en su intención de llegar a algo con ella. Sus conversaciones eran imposibles de descifrar pero estaba claro que la pasaban muy bien. En un momento ella quiso sacar cosas de la refrigeradora y él llegar al lavadero. En ese momento pasó detrás de ella, y por lo estrecho del camino se dieron el primer roce del día. Quedó más que evidente que ella sintió muy bien su miembro pues cuando él se fue para la sala quedó mirándolo cuando se iba. Al regresar a la cocina volvió a pasar algo similar. Era cuestión de tiempo para que algo suceda, eso estaba claro.

En cierto momento de amena charla Mauro se fue para el jardín interno que está en el patio trasero y se puso a arreglar el jardín. Luego de unos minutos de cortar el césped, supongo que porque se acaloró, se quitó la camisa, quedando solo en short y mostrando el pelo en pecho del que tanto ostentaba. La manera en que ella lo miraba desde la cocina, era el preludio a lo que sucedería minutos después. Conozco a Mauro y sé que no es ningún idiota para no darse cuenta de lo que provocaba. Sin embargo entiendo también que a veces la falta de control por las situaciones que se presentan hace sobrepasar muchos límites.

Luego de haber arreglado el jardín por un par de horas, ella le preparó un refresco y se lo llevó hasta donde se encontraba. Él se tomó el refresco en un segundo y de pronto le dio un chorro de agua con la manguera que tenía al lado. No sé qué ocurrió pero de pronto se estuvieron correteando mojándose con la manguera. Es ahí que ante mis atónitos ojos se dieron un beso. Al comienzo fue un beso fugaz e inesperado, producto de la persecución y un choque casual. Pero luego se convirtió en un tórrido beso que él aprovechó muy bien para manosearla. Ella pareció recobrar la cordura y se apartó conteniendo su furia y sacando sus manos traviesas, pero él insistió y volvió a besarla apasionadamente. En esta ocasión no solamente fueron besos, Mauro tuvo la habilidad de descubrir el punto vulnerable de mi mujer: sus pezones. Al sobar sus tetas mientras la besaba hizo que se vuelva loca y ya no ponga más resistencia. Entonces la giró y restregó su pene en el trasero de ella, mientras al mismo tiempo le apretaba las tetas y jalaba sus pezones.

Me quedé estupefacto y puse pausa al video. Salí con dirección al baño y me mojé la cara unas tres veces. No podía ser que esto me esté pasando. Salí del baño y me fui al dispensador de agua. Aún no lo digería. Era una mezcla de furia, miedo, no sé. Estaba confundido. Regresé a mi oficina y ahí estaba el video, detenido y esperando que lo reanude. Luego de quedarme pensativo durante unos minutos me dije a mi mismo: si ya viste lo que ocurrió, ve hasta el final. Y así lo hice.

Mi mujer era presa fácil de los ímpetus de Mauro. El maldito le metía el dedo en la concha una y otra vez, mientras le besaba el cuello. Ella por su parte le frotaba la verga, aún dentro del short, tensándosela y excitándolo al punto de hacerlo salir de control. En un arrebato él le hizo a un lado el calzón y bajándose el short hasta las rodillas le introdujo su miembro. Debió estar empapada pues de un solo intento le entró todo. Luego empezó a empalarla contra un lavadero que tenemos en el jardín. La cara de ella, con la boca abierta y los ojos desorbitados era impresionante. Al verla así pensaba: Debe estar ansiosa de ser cogida y con toda razón. La última vez fue hace 1 año.

Estuvieron cogiendo unos 3 minutos en esa posición y de pronto se la sacó. Ella giró y lo besó, mientras le apretaba la verga y lo masturbaba con viva emoción. Había una frazada en el cordel y él la jaló y tendió en el césped, en donde se acostó y la llamó. Ella fue directamente a sentarse en su verga, no sin antes lamerle la cabeza y los huevos. No hubo pasado ni 3 minutos y de golpe se levantaron. Como si alguien hubiese llegado. Ella se acomodó el calzón y la falda, y se volvió a poner el top. Mientras Mauro a toda prisa se fue hacia el jardín, se puso el polo y espero al costado del lavadero. No sabía que ocurría pero al parecer habían tocado la puerta.

Me di el trabajo de abrir los otros videos, el de la sala para empezar, y adelantarlos hasta la misma hora. Recién ahí pude entender qué había sucedido: los que tocaron la puerta eran unos vendedores de productos de limpieza. Me entró una satisfacción increíble por el hecho de que eso les arruinó el momento. Al cabo de un minuto, sin embargo, recibí la lección por celebrar antes de tiempo.

Apenas regresó de la sala lo llamó para que vaya a la cocina. Se le notaba asustado, pensando quizás que alguien había llegado. Pero fue grande su sorpresa cuando al entrar a la cocina la encontró desnuda y de rodillas sobre la mesa, con la cabeza agachada y su enorme culo dándole la bienvenida. Ante tamaño regalo, lo primero que hizo fue pasarle la lengua por toda la concha, abriéndole las nalgas y metiendo su lengua en el ano de mi pobre mujer, que no imaginaba con quién se metía. De solo verla me puso como un fierro. Es cierto que estaban culeando a mi mujer, pero extrañamente lo estaba disfrutando.

Una vez que le llenó de saliva el culo, se colocó sobre ella, enterrando su pene furioso en la concha peluda de mi mujer. A ratos se la sacaba y volvía a meter entero, produciéndole las muecas más extravagantes y seguramente los gemidos más estridentes. Algo cansado de esa postura se bajó de la mesa y la volteó hacia él, abriéndola de piernas y metiendo nuevamente su miembro mientras le levantaba las piernas y las enroscaba en su cuello. Un rato cogiendo de esa manera y ahora la bajó de la mesa, se sentó en una silla y la hizo sentarse en él. Al comienzo de espaldas pero luego mirándolo a los ojos. Es en esta posición que tuvo su primer orgasmo. La maldita no tuvo reparos y dejó que se venga dentro.

Se quedaron así un rato, retomando el aliento y luego se fueron para mi cuarto, donde se ducharon juntos y completaron la faena con una cogida de perrito, sobre el inodoro. Esta vez se la sacó a tiempo, pero inmediatamente descargó todo en su boca, haciendo que se tome todo. Jamás, en mis 23 años de casado con ella pensé que a la puta le gustaría algo así. Siempre que me dio una mamada y estuve por venirme en su boca se salió y me amenazó que si lo hacía no volvería a cogerla. Y todo porque le daba asco. Y miren pues lo que estaba sucediendo ahora. Era su puta y en adelante Mauro la fue tratando como merecía.

Un rato más tarde almorzaron y se quedaron conversando. Cómo se dejaba manosear la muy perra. Y el muy cretino aprovechaba al máximo las ganas contenidas de mi mujer. Prácticamente cada vez que podía le metía mano, o le daba una nalgada. Y ella en vez de pararlo solo se reía o se mordía los labios. En una de las tantas veces que le tocó todo, llamaron por teléfono. Estuvo hablando por casi 10 minutos ensartada como brocheta con la verga de Mauro, y a ratos tenía que taparse la boca pues el vértigo que le imprimía Mauro la hizo venirse más de una vez. Una cogida más antes de almorzar y quedaron más que satisfechos. Almorzaron y se echaron una siesta en nuestra cama. A eso de las 6 de la tarde los despertó la alarma que puso ella y se vistieron para no crear sospechas.

Momentos antes que llegue y ya vestidos de forma decente, estuvieron todavía con besos y arrumacos, cosa que se truncó de lleno cuando llegué a la casa. Luego un comportamiento normal hasta el día siguiente, en que volvería a ver otro espectáculo similar. Mi mujer bien cogida hasta dejarla hecha trapo. Y Mauro cada vez más llevando las cosas al límite.

Al día siguiente ella tenía cita con el dentista. Salí con ella y la dejé en el camino. Evidentemente él se quedó solo y básicamente estuvo viendo televisión y haciendo ejercicio con las máquinas que tengo. Se cocinó algo rápido y se puso a curiosear en mi cuarto. Abrió mis cajones y los de mi mujer. Se complació de ver la ropa interior que tenía, aunque le daba risa cuando extendió uno de ellos y notó que era enorme. Así le gustaba a ella pues le eran cómodos. En fin, se entretuvo un rato ahí y luego se alistó y salió de la casa. Al cabo de 1 hora regresó con unas bolsas que guardó en su cuarto y se tendió a ver televisión. Cerca a las 5 de la tarde llegó Elena y empezó a buscarlo. Al llegar a su cuarto lo vio acostado y sin pérdida de tiempo se fue quitando la ropa. Le bajó en short que tenía y le dio una mamada exquisita. Estaba más cachonda que nunca a juzgar por su ansiedad.

En ese momento me llamó mi secretaria pues tenía una reunión con los gerentes y tuve que posponer lo que hacía hasta pasadas 2 horas. En toda la reunión no dejaba de pensar en los acontecimientos que se había dado. Felizmente para mí no demoró mucho la reunión y así pude regresar y continuar viendo el video.

La manera desesperada de besarse y el modo animal en que él la trataba fueron el preludio para lo que iba a suceder. El descontrol hizo que lo que empezó con besos y abrazos se convierta en la expresión salvaje del sexo. Una ola de tremendos manotazos en sus nalgas, al ritmo de una cabalgata inacabable en la que a Elena solo le faltó comerse los huevos de Mauro. Tal era la pasión que en una de esas él le retiró su miembro de la vagina para introducirlo. con algo de esfuerzo, en sus cavidades anales. Lugar que hacía 2 años que se mantenía aislada de toda intromisión y que ése día no solo se tragó 20 cm de carne, sino que transformó a mi mujer en su esclava sexual.
En adelante, cada día fue algo similar. Situaciones diversas pero todas terminaban con mi mujer ensartada por el culo, al punto que el último día, antes de analizar los videos, al llegar a casa la encontré acostada y cuando le pregunté qué pasaba me dijo que le dolía la espalda porque había pisado mal. Ahora sé cuál era la razón.

Eran ya las 8 de la noche y era hora de irme del trabajo. Había sido testigo de todo. Entonces algo extrañísimo sucedió conmigo. Debí estar furioso, con ganas de matar a esos sinvergüenzas. Pero la curiosidad y el morbo se apoderaron de mí. Quería más. Lo gozaba y no quería que se acabe. Solo había una forma: debía hacerme de la vista gorda y volverme literalmente un cornudo.

Hoy ya pasaron 3 meses desde que Mauro llegó a casa. La relación con mi mujer está mejor que nunca y es que el carácter le cambió y siempre luce feliz. Mauro resultó ser la panacea a mis problemas maritales y, aunque a ratos indigna las cosas que veo en los videos, principalmente locuras o fantasías sexuales de lo más asquerosas, debo decir que gozo con ellas.
Lo último que encontré en el celular de él, un día en el que se estaba bañando, fue una fotos que le tomó a mi mujer en distintos momentos de sus sesiones amatorias. Las pasé a mi celular y las comparto con ustedes. Pronto continuaré contando más capítulos de esta caliente historia.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:31) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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