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Juventud, divino tesoro (2da. parte)

Relato enviado por : rutag el 04/04/2009. Lecturas: 3756

etiquetas relato Juventud, divino tesoro (2da. parte) .
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Resumen
Mi marido me hizo enojar, y mis amigos de la disco con ayuda extra consiguieron tranquilizarme


Relato
JUVENTUD, DIVINO TESORO 2

Esa noche, después de mi experiencia en la disco, dormí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Mi habitual pastilla no llegué a tomarla. No se si fue el alcohol, el placer o la mezcla de ambos pero al otro día me sentía como si tuviera 10 años menos.
Mi hija trató de averiguar que anduve haciendo pero como inventé cosas, nada pudo sacar en claro.
A los pocos días llegó mi esposo, y mi hija se fue para reintegrarse a su trabajo. Esa noche mi marido me buscó para tener sexo y con sorpresa encontró una respuesta que no esperaba. Le hice una fellatio de campeonato y luego de varias posiciones quedó totalmente exprimido. Yo, por mi parte, lo disfruté pero como casi siempre no llegué a tener un orgasmo, a pesar de que estuvimos largo tiempo tirando.
Cuando terminamos preguntó extrañado por mi reacción. Le dije que el tiempo que estuvimos separados y la tranquilidad de las vacaciones influían seguramente en mi reacción, explicación que aceptó. Como buen macho, ni por un momento le pasó por la cabeza que mi excitación fuera producida por otro. No podía decirle que mientras estaba con él soñaba con mis dos amantes de la disco.
Al otro día salimos de compras y a poco andar, comenzó a escucharse un ruidito en el auto.
Y ahora? Qué le pasa a esta basura?, dijo mi marido ofuscado
No te preocupes que no será nada, dije tratando de calmarlo
¿ Qué sabés de mecánica?, me dijo enojado, por suerte allí hay un service dijo entrando a una agencia.
Pero ibamos de compras, dije
Mira, el auto está primero, ya tendremos tiempo de ir de compras, dijo mientras bajaba del vehículo.
Un mecánico se acercó y luego de hablar unos minutos con él volvió.
Por suerte puede revisarlo ahora, así que voy a quedarme para controlar lo que hacen. Demorará unas dos horas, así que tómate un taxi y vuelve a casa, dijo
No, yo quería ir de compras, dije enojada
Pues vete de compras, yo te busco luego, dijo y se marchó al taller.
No tomé el taxi. Me fui caminando y mirando negocios.
Al llegar a una intersección el nombre de la calle me trajo un vago recuerdo. Busqué en mi cartera y allí estaba. Un papel escrito con letra de niño con una dirección que estaba sobre esa calle, exactamente a media cuadra. Mis amigos de la disco estaban allí.
Sin pensarlo me dirigí al lugar. Era un típico albergue para jóvenes. Ni bien entré el encargado me interceptó.
Sra. , dijo, ¿ Qué desea?
Disculpe, venía a ver a mi sobrino Sergio que está en la 218. Como yo estaba en la zona, la madre me pidió que viera como estaba y si necesitaba algo, mentí poniendo mi mejor cara de tía.
No hay problemas, por el ascensor 2º piso, saliendo a la derecha, dijo el encargado y siguió haciendo otras tareas.
Tomé el ascensor y llegué al 2º piso, salí y encontré la habitación. Me paré frente a ella y golpee.
Nadie respondió. Insistí. Una voz adormilada respondió.
¿ Quién es?, dijo Sergio.
Soy yo Mónica, dije con una voz nerviosa y excitada a la vez.
Qué Mónica? Preguntó
La de la disco.
Un silencio se extendió por unos segundos. La llave giró y despeinado y dormido Sergio se asomó.
¡¡Moni!! que sorpresa, ¿ Qué haces por aquí?
Pasaba y quise venir a saludarlos, dije con inocencia.
Espera un momento y bajo contigo, dijo
Prefiero pasar un minuto, dije insinuante.
Se quedó cortado. Me miró. Su lengua recorrió sus labios resecos. Las señales no podían ser mas claras.
Dame unos segundos, dijo y cerró la puerta.
Al ratito, se abrió nuevamente.
Pasa, por favor, me dijo sonriente
Al entrar, Sergio cerró la puerta tras de mí. Al darme vuelta para saludarlo ví con sorpresa que estaba totalmente desnudo y con una erección terrible.
No es solo por vos, dijo sonriente. Siempre me despierto así.
Se acercó, me besó en la boca y luego de un rato lentamente empujó mis hombros hacia abajo, con una urgencia adolescente.
-Por favor, dijo entre beso y beso.
Espera, vine solo a saludar, dije tratando de mantener algo de respeto por mi mísma.
Moni, viniste a buscar lo único que unos muchachos como nosotros podemos darte. Si quieres saludar, saludá mi verga que espera ansiosa la oportunidad de entrar en tu cuerpo, dijo
Me separé y miŕandole a los ojos comencé a besar su cuerpo. Por dentro pensaba que era una puta miserable. Que sin preámbulos había entrado a esa habitación solo a satisfacer a un par de machos en celo, sin una pizca de romanticismo. Solo sexo. Bajé por su pecho entreteniéndome con sus pezones. Seguí por su abdomen plano, me interné en su suave vello y tropecé con su verga dura y turgente. Lamí su tallo y cuando llegué a la punta lo fui engullendo lentamente hasta el fondo.
Quedé así, arrodillada frente a mi macho y sosteniéndolo de las caderas. Sus manos tomaron mi nuca para marcar el ritmo. Sentía como mi entrepierna se mojaba por la excitación.
Unas manos acariciaron mis piernas y mis nalgas obligándome a levantarlas. Una vez erguidas una mano incursionó entre ellas y corriendo mi tanga comenzó a juguetear con mis labios y mi clitoris, introduciendome un dedo lentamente en mi vagina. Esta penetración hizo que mis piernas se separaran involuntariamente.
Cuando adopté esa posición las manos abandonaron mis piernas para proceder a levantar mi vestido, colocándolo sobre mi espalda. Una mano impaciente corrió mi tanga y una lengua humeda comenzó a recorrer mi culo
Sin dejar de chupar una de mis manos se dirigió a mi entrepierna y ayudó a la lengua que me lamía, abriéndole el camino para que llegara a mi concha.
No hacía diez minutos que había entrado a ese departamento y tenía la boca llena con una verga a punto de estallar y una boca estaba chupando mi entrepierna. Por un momento me senti la más puta de las mujeres. Y lo peor es que la idea me hizo sentir bien. Pensé en mi marido preocupado por los ruiditos de su auto y no por los ruiditos que mi boca hacía mientras succionaba este pene maravilloso y duro. Ese solo pensamiento me llevó al borde del orgasmo, el que alcancé para mi sorpresa apenas Julián, que estaba a mi espalda, dejando de chuparme me llenó de un solo empujón con 18 cms. de carne dura y caliente. El empujón levantó mis piernas del suelo y debí aferrarme a los muslos de Sergio, no sin antes tragarme su verga hasta el fondo. Quería gritar mi climax pero en esa posición era imposible. Sergio me sujetaba por las caderas en el aire y arremetía cada vez con màs fuerza. Mis piernas envolvieron sus caderas hacia atrás y Sergio me sostenía de la cabeza, para evitar que dejara de chupar.
-Moni, Moni, dijo Sergio, no sabés lo que te extrañe, y además pensé que nunca vendrías. Pensé que esa noche el alcohol te había liberado, que vos no eras así, pero hoy veo que me equivoqué. Eres toda una puta.
No podía contestar por razones evidentes. Lo que escuchaba me calentaba aún más, si eso era posible. Sentía como la verga en mi boca latía y se endurecía cada vez más. Me costaba mantener el ritmo porque mi compañero trasero bombeaba con desesperación. Entraba hasta los huevos y luego retrocedía hasta casi salir de mi. Esto a una velocidad de ensueño. Mi vagina lo apretaba como una funda.
Cuando comentamos con mi amigo lo ocurrido, su hermanito menor se volvió loco. Tiene apenas 18 añitos y es virgen. Se muere por conocerte, dijo Sergio. ¿ Te gustaría ayudarlo a desvirgarse?, me preguntó amablemente, con la respiración entrecortada por el tratamiento que le estaba dando.Mi mente se nubló. El sueño de toda mujer. Desvirgar un jovencito. Mi excitación me llevó a un nuevo climax y las contracciones de mi concha doblegaron a mi visitante.
¡Te lleno puta! ¡ Tomate mi leche! Gritó y comenzó a vaciarse dentro mío. Cada entrada hasta el fondo era acompañada por un chorro viscoso y caliente. Conté 6. Al terminar de vaciarse me depositó en el suelo.
Quedó apoyado sobre mi espalda recuperando aire. Luego de un minuto se retiró de mí.
Bueno putita, primero me vas a vaciar los huevos y después te presento a tu alumnito, dijo Sergio, tomando mi cabeza y acelerando la masturbación en mi boca.
Ya sin la otra verga adentro, pude dedicarme de lleno a satisfacerlo. Mi lengua jugueteaba con su cabeza, cuando se retiraba un poco. Después se hundía completa en mi boca, casi hasta asfixiarme.
De pronto aceleró, respiró profundo y se metió hasta que sus pelotas golpeaban en mi barbilla, y allí se vació.
Me costó trabajo tragar todo lo que me daba pero lo conseguí. Cuando se tranquilizó, se la limpié bien y luego me levanté. Su verga apenas se había ablandado. Me besó en la boca y junto a su amigo, se sentaron en una de las camas.
Vení pendejo, dijo
La puerta del baño se abrió. Un jovencito de pelo ensortijado y ojos verdes, totalmente lampiño, salió con cara de asustado. Realmente estaba más para acunarlo que para cogerlo.
Vení, le dije sensualmente, y el muchachito se acercó. Me senté en la cama y lo atraje hasta mí.
Comencé por acariciar su rostro. Era suave, sin barba, como un bebé. Bajé por su pecho lampiño, y comencé a dudar de que la idea de tener relaciones con ese infante fuera una decisión acertada. Hasta que llegué a su pantalón pijama.
El bulto que había allí debajo, no era de un niño. Era algo impresionante. Desaté su cintura, y bajé la prenda. Una verga dura y gruesa saltó de su encierro como una pantera. Era tan larga como la de su hermano, pero más gruesa y pareja en toda su extensión.
Bebé, ¿ tenés permiso para portar este cañón?, le dije mirándolo a los ojos. Se ruborizó y no contestó. Dejé caer su pantalón y acaricié sus huevos que estaban duros y distendidos. Casi no tenía pelos en su cuerpo. Un suave vello ensortijado rodeaba su pene y sus pelotas. Comencé a lamer sus huevos y fui subiendo por su verga. Lo sentí temblar. Miré su rostro. Estaba colorado de vergûenza. Sin dejar de mirarlo llegué hasta la cabeza de su verga y lentamente la introduje en mi boca.
Perdone, señora, alcanzó a decir y se corrió. Su leche abundante y caliente golpeaba en mi boca.
¡¡¡Fue demasiado pendejo, ja ja ja, se burlaban sus compañeros, no aguantaste nada!!!
Lo dejé que terminara y seguí chupando. Quería esa verga dentro mío. Luego de un par de minutos, sentí como se levantaba nuevamente y latía. Cuando estuvo a punto la solté. Me levanté, sacándome el vestido y mi tanga, y volví a sentarme en la cama, corriéndome hacia atrás, arrastrando a mi alumno de la verga.
Me apoyé en los codos y abrí las piernas.
Vení, ahora, le supliqué, despacio.
Embelesado, cayó de rodillas y se colocó sobre mí, con sus brazos apoyados uno a cada lado de mi cara.
Besame,le pedí, bajó su rostro y unió sus labios a los míos. Fui abriendo mi boca y mi lengua invadió la suya, hasta que conseguí que comenzara a responder. Mientras tanto, mis manos tomaron su verga, desnudaron su cabeza y la colocaron entre mis labios vaginales.
Ahora empujá suave, le pedí, y el novato avanzó unos centímetros, los suficientes para que la cabeza de su verga abriera mi concha.
Otro poco, dije, y en su nuevo empujón me comí la cabeza de su verga y unos centímetros del tronco.
Ahora mas, dije, pero ya no hacía falta. Mi compañero comenzó a entrar y salir sumergiéndose mas profundo en cada viaje. En cinco o seis bombeos estaba adentro hasta el pelo.
Bien bebé, ahora movete, dije rodeando sus caderas con mis piernas. Y el debutante, con los ojos nublados, comenzó a entrar y salir con un ritmo interesante. Cada entrada me llenaba por completo. Cuando salía parecía que iba a arrastrar mi vagina y darla vuelta como un guante, de lo gruesa que era.
Cuando tomo un ritmo regular, comenzó a jugar con mis pechos en su boca, excitándome de manera incontrolable.
Bebé, voy a gozar, le dije al oído y comencé un profundo orgasmo interminable, que hizo que mis piernas se soltaran de sus caderas, oportunidad que mi aprendiz de macho aprovechó para ponerlas sobre sus hombros y penetrarme mas a fondo. El dolor me hizo gritar, pero su boca selló la mía y siguió bombeando.
Espera un momento, dije, y conseguí bajar mis piernas y girar para quedar sobre él. Ahora yo manejaba la situación. O eso creía.
Mira como la mamita lo dio vuelta, comentaban los otros.
Es una perra entrenada , ja ja ja
Pobrecito lo va a dejar seco
No podemos permitirlo
Vamos a emparejar este combate desigual, dijo Julián y subiendo a la cama se paró con una pierna a cada lado de la cabeza de su hermano, y tomándome de la cabeza me llenó la boca con su verga.
Esperen que esto no está completo, dijo Sergio y subiendo a la cama se arrodilló detrás mío, comenzando a introducir sus dedos en mi culo, y cuando me quise dar cuenta, la punta de su pija estaba atravesando mi esfínter. Con la boca llena de verga no podía gritar así que solo me quedó aguantar. El muy hijo de puta, me penetró salvajemente y se quedó allí, con sus huevos contra mi cuerpo.
Que lindo sandwich de zorra que estamos saboreando, dijo Sergio, ¿Cómo anda esa mamada? Preguntó
Especial dijo Julián, ya estoy listo para darle la lechita, contestó
Y vos? le preguntó al mas joven.
No puedo más, me quiero correr.
A ver Mónica si lo ayudás que le da pena llenarte, dijo riéndose
Metí una mano por detrás de mi cuerpo y comencé a juguetear con sus pelotas que estaban más duras que la primera vez. Fue demasiado para el niño. Empujando hacia arriba como si fuera un terremoto comenzó a escupir semen de su verga como si fuera un torrente subterráneo. Cada chorro golpeaba el fondo de mi matriz. Era una sensación gloriosa.
Ahhhh, te voy a alimentar putita, suspiró Julián mientras comenzaba a escupir su leche en mi boca, la que tragué con desesperación, mientras otro orgasmo me dejaba totalmente despatarrada.
Quedamos todos agotados y caídos unos sobre otros, pero eso no era todo
Bien Mónica, me encanta como acabás pero te olvidaste de mí, dijo Sergio comenzando un mete y saca durísimo y bestial.
Basta, por favor, supliqué, no puedo más
Siempre se puede un poquito más, perra, pero ayudame y todo será mas rápido, dijo
Entendí el mensaje. Mi mano pasó entre mi piernas y comenzó a acariciar sus huevos cuando se acercaban al entrar la verga y cuando se alejaban al retirarla. Por fin se los apreté con ganas.
¡¡¡Perra, me acabaste!!!, gritó Sergio y metiéndose hasta las cachas, me llenó el culo con un polvo monumental, que acompañé con un nuevo orgasmo, mas suave pero mas agotador que los anteriores.
Salí de la habitación agotada. Cuando llegué a la planta baja, el encargado me llamó a su oficina.
Estaba sentado detrás de su escritorio.
Sra. consulté con mis libros, y no hay ninguna tía autorizada a visitar a estos jóvenes, dijo
No puede ser, mi hermana me dijo que viniera, insistí
Mire, llamaré al dueño que consultará con los padres de los jóvenes. Espere un minuto. Y tomó el teléfono.
El pánico se adueñó de mí. ¿ Cómo explicaría esta situación a los padres de los jóvenes? ¿ Y como a mi esposo?
Espere, no vale pena molestar a nadie, dije
Me imaginaba, ahora cuénteme una historia creíble, dijo el encargado mirándome con lascivia
Le conté lo ocurrido en la disco, aunque sin tantos detalles.
¿ Y qué pasó aquí hoy?, preguntó, mientras se acariciaba la entrepierna de manera soez.
No contesté. Me quedé mirándolo
Bien. Todo tiene solución. Cierra la puerta, dijo
Me levanté y cerré la puerta de su oficina.
Ahora te arrodillarás y vendrás como la perra que eres debajo de mi escritorio. Hay un amigo que quiere conocerte.
Me arrodillé y gateé hasta el escritorio. Aunque parezca mentira, la situación hizo que me mojara como si hiciera meses que no tenía sexo.
Me metí bajo el escritorio y allí la mano del encargado sostenía una verga corta pero gruesa que estaba masturbando lentamente.
Sin decir palabra me la metí en la boca y comencé a chuparla
Eso es zorrita, dale una alegría a este solterón, dijo cerrando sus ojos.
No tenía demasiado tiempo, así que aceleré mi tarea, desabroché sus pantalones y metí mi manos dentro sopesando sus huevos.
Que puta que eres, chupa, chupa, perra, decía entre dientes mientras en líquido preseminal comenzaba a fluir de la punta de su vara.
Ahh, no aguanto más, dijo poniéndose tenso y comenzó a escupir su leche. 4 chorros invadieron mi boca y luego quedó fláccida. Terminé de limpiarla y salí de debajo del escritorio.
Ahora me voy sin problemas, me imagino, dije
Vuelve cuando quieras, por favor, dijo el encargado que había quedado agotado en el sillón.


Caminaba mirando vidrieras, cuando una bocina me indicó que mi esposo había llegado. Subí al auto sin decir palabra.
Tuve suerte, le hicieron un service completo y ahora quedo hecho una seda. ¿ Se te pasó el enojo?
Que enojo? Dije con mi mejor sonrisa. No podía explicarle que yo también estaba hecha una seda y que había recibido un service más que completo. Por suerte mis nuevos amigos no vivían muy lejos de mi casa en la ciudad, así que cada tanto, podría sacarme el stress del matrimonio entrenando adolescentes. ¿ No harían Uds. lo mismo ?


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Por eso dedica 30 segundos a valorar Juventud, divino tesoro (2da. parte). rutag te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
rubenc (5 de April de 2009 a las 12:57) dice: muy buen relato, sigue asi ,es muy bueno el relato y pronto que venga el otro te felicito.gracias

mendo (4 de April de 2009 a las 19:28) dice: exelente relato sigue asi tio muy bueno esperamos el proximo numero

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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