La amiga de mi hija

El timbre no dejaba de sonar, yo que estaba durmiendo, tanto era el sonido que me despertó.
Miro la hora, en el reloj de pared marcaba las ocho de la noche, En verdad no sabía las horas que dormía vestido en el sillón, Como Al llegar a casa no estaban ni mi esposa ni mi hija, me puse frente al televisor, lo encendí, se ve que así me quede planchado.
Por la insistencia y la hora, primero pensé que eran ellas, pero luego dije pero ellas tienen llaves y allí me preocupé.
Cuando vi por la mirilla, de la puerta. Era Camila, la mejor amiga de Laura, mi hija. Abrí rápidamente preocupadísimo
Ella se encargó de tranquilizarme, diciéndome que al decirle que venía Laura, redijo que estarían en hora y media, que viniera que seguro estaba yo.
Camila era como de la familia, era Frecuente su presencia en la casa, desde el periodo de la primaría escolar, ahora estaban finalizando la secundaría, al entrar, me dio un beso, fue directamente hacia la planta alta, donde estaban los dormitorios, a esperar Laura.
Fui al baño a orinar y Volví a acomodarme en el sillón, para mirar algo en la tele al rato de estar buscando que ver Escucho la voz de Camila llamando, pidiéndome, que por favor podía subir
Acudí rápidamente. Cuando entré a la habitación de Laura, Camila estaba parada frente al espejo, se había quitado la ropa, permaneciendo en tanga y corpiño y estaba de espaldas a la puerta.
Me sorprendió, su desparpajo para presentarse de esa manera, algo que nunca había sucedido pero no me incito desde el punto de vista sexual, la conocía desde niñita, había pasado mucho tiempo con nosotros e incluso había, hasta compartido, vacaciones… La gran confianza que existía entre nosotros, aún no había alcanzado para minimizar aquella situación.
Al darse vuelta, y ver mi cara rápidamente corrigió, y dijo “No tengas miedo” lo hizo sonriendo con extrema picardía agrego “me acosan dos problemas graves y vos me podes dar una mano”
Me senté en el borde de la cama de Laura Trate de mantener la calma y algo de serenidad.
“¿Qué te pasa?” pregunté “Mi novio, dice que estoy gorda y no quiere que me ponga esto” aseguró levantando un diminuto vestido negro que me mostraba en la mano mientras se dirigía hacia mí.
La miraba en silencio hasta que se detuvo a medio metro de la cama, repregunta con voz incitante “¿Te parezco gorda?”
Fue el momento, sentí una algo distinto y mi cerebro, comenzó a maquinar, comencé a mirarla como mujer en realidad estaba muy bien proporcionada y de ninguna manera estaba gorda. Camila, descalza como estaba, mediría un metro sesenta. Al estar tan cerca, pude ver a través de la tela transparente del corpiño, el diámetro de sus oscuros pezones de cada teta, redonditas y se mantenían erguidas.
Descendí con la mirada, repase su vientre chato que se movía agitado por la respiración al llegar con la vista a su tanga, de la misma tela que sus sostenes también, dejaban ver que su sexo estaba depilado, No obstante de haberme mostrado el paisaje delantero, giró ofreciéndome la espalda volvió con la pregunta ¿Te parece que yo estoy gorda? Sin dejar de observar el hilito de su tanguita perderse en la rayita que separa las dos nalgas, redonditas, y casi un perfectas, ya algo excitado, conteste “ Claro que no, para nada” ella “Bueno, él, me dice que soy una culona y que, con este vestido tan ajustado, voy a parecer una putita”.
Para conformarla de alguna manera diciendo vos debes tener tu personalidad, pienso es que si vos queres usar ese vestido, ponetelo, le guste o no, a los demás” Sin tiempo a reaccionar, Camila saltó hasta abrazarme dijo Te quiero , sos un ídolo” repetía varias veces.
Su reacción, tan intempestiva como natural, me dejó sin aire. Instintivamente la abracé, pero mis manos tomaron contacto con un cuerpo casi desnudo y el perfume que emanaba de su cabello rubio inundó mis neuronas de forma letal. Traté de poner la mente en blanco, pero ella volvió a golpear cuando estampó en mi rostro un beso húmedo y sonoro.
Aquella situación empezó a preocuparme. Pensé, qué dirían Laura y mi esposa si entraban en aquel momento, pero más me preocupó darme cuenta que podía tener una erección. Sentí mucha vergüenza por la naturalidad del comportamiento de Camila, lo cual indicaba, que cualquier reacción de mi parte, podría parecerle abominable.
no pude evitar que a erección iniciada se incentivara Sentí crecer la pija lentamente y traté de irme. Camila volvió a sorprenderme, cuando dijo “Perdóname, a veces me olvido que ya no soy una nenita” mirándome desde abajo con mucha picardía simulando vergüenza, dije “No entiendo, Camila” tras esto continuó apoyando su mano derecha en mi sexo casi duro.
En ese momento por mi mente cruzaron innumerables, cuestiones, luego, casi de inmediato, un sudor frío, que afloraba en mi frente Mientras tanto Camila, siempre con la mano de mi paquete , comenzó a moverla lentamente con movimientos circulares, al tiempo que sonreía y me derretía con sus ojos celestes.
No pude evitar todo lo que vino después. La osadía de Camila al extremo, no me dejó lugar para escapar, de lo que, más tarde supe, estuvo totalmente planeado.
Sin darme tiempo a reaccionar, Camila estampo, en mi boca un beso intenso, con la iniciativa en todo momento. Su boca era dulce, su lengua inquieta, entraba en mi boca entrecruzándose con la mía como pocas.
Tuve un momento, en que quise adueñarme de la situación pero no me lo permitió, y ese este momento vino la cruda confesión dijo” lo vengo planeando desde hace más de dos años”. Conteste “Es una locura” mientras baja el cierre insistió “Es mi locura y mi placer, siempre me diste todos los gustos, ¿porque no, este también?” Lentamente saco mi pene, afuera, y con su mano, lo masajeaba mientras no dejaba de besarme, luego, quito el pantalón y nos tendimos en la cama. Seguimos besándonos durante un buen rato, mientras no paró de tocarme la pija que ya estaba dura como un garrote. Se quitó la tanga y se subió encima de mi en la típica posición del sesenta y nueve. Comenzó a chuparme la verga suavemente con gran destreza y yo a lamerle el su vagina, que estaba húmedo y sabroso. Sentía sus tetas tibias rozándome en el vientre y me desesperé por darle todo el placer que quisiera. Camila se puso la verga en la boca y acarició mis huevos de manera sincronizada. Ella comenzó a tener orgasmos y sus jugos a bajar sin pausa. El clítoris de Camila creció infinitamente y lo chupé con alevosía hasta que ella dijo basta. Excitado como a una fiera no pude contener el chorro de leche que me vino en su boca y que ella tragó en su totalidad.
Por un momento se detuvo y se incorporó, giro sobre mi, y se monto puso la mano en mi garrote, lo ubico en la puertita de su conchita comenzó a subir y bajas, hasta que pegaba unos alaridos, de placer, sentí claramente su orgasmo , intenso, hasta que salio de arriba Yo permanecí tendido sobre la cama y ella parada junto a mi.
dijo “¿ pensas que soy culona?” insistió La acerqué hacia la cama y me quede mirándola un instante. La veía desde abajo y sus tetas eran perfectas. Me senté en el borde de la cama y la tome de las nalgas. Enardecido por todo lo que me produjo le conteste “ Te juro, que se idiota no sabe nada”
Muy despacio, Camila se arrodilló hasta quedar ambos a la misma altura. Mientras hacía eso me dijo “Si te digo que te amo vas a pensar que estoy loca, ¿verdad?” “Y...sí” “Pensa lo que quieras, pero con vos tengo un Edipo incurable ¿entendes?”, no quiero que esto termine nunca, menos ahora que lo conseguí”, eso me freno me tire pensando a su lado.
Volvió a besarme de apoco al rato, con desesperación y Camila se encargó de que, en pocos minutos, la pija recuperara su tamaño de palo. Esta vez, continuando con su decisión de manejar la situación, se subió nuevamente sobre mi y lentamente se incrustó la pija en la concha, frente a mi se movía tan lento que el movimiento circular de su pelvis era apenas perceptible.
Suficiente para mantener la erección de la pija. Apoyé los dedos en cada teta y las recorrí suavemente los pezones comenzaron a endurecerse. Me di cuenta que gozaba de una forma diferente y que se había aislado completamente del mundo. Estaba teniendo orgasmos de forma silenciosa. Apenas su respiración agitada y suaves gemidos daban cuenta del placer que estaba teniendo, arqueó su cuerpo un poco mas, gimió casi desesperadamente y cayó sobre mi cuerpo ,mientras su cuerpo iba y venía sobre mi pene . En el momento de acabar ambos sentí el fuego de sus entrañas correr por la verga hacia mi cuerpo y me mordió la boca hasta quedar casi desvanecida.
Nunca más, nos detuvimos y tuvimos muchos polvos como ese. Desde aquella vez pasaron cinco años. Hace dos que Camia se casó. Igual ella sigue frecuentando mi casa.
Lo nuestro no se corto, al menos una vez cada dos semanas nos encontramos en un departamento que alquilé al efecto.