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La Casa de Campo II

Relato enviado por : cubanofeliz el 17/11/2011. Lecturas: 3085

etiquetas relato La Casa de Campo II   Tríos .
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Resumen
Como lo prometido es deuda les contaré lo sucedido en nuestra segunda cita en la casa de campo.
Tal como habíamos acordado, mi esposa y su amiga, habían citado un muchacho para ese día, los cuatro compartiríamos la cama, y se avecinaba una gran clavada para todos.



Relato
La Casa de Campo II
Como lo prometido es deuda les contaré lo sucedido en nuestra segunda cita en la casa de campo.
Tal como habíamos acordado, mi esposa y su amiga, habían citado un muchacho para ese día, los cuatro compartiríamos la cama, y se avecinaba una gran clavada para todos.
Antes de llegar el joven, ellas me lo describieron muy entusiasmadas. Era un chico trigueño, de unos 1,70 m de altura, ojos claros, pelo rizado, musculoso, de labios bien rosados y nalgas redondeadas, totalmente inexperto y que no rebasaba los 15 años de edad. Imaginen lo que han de haberle coqueteado al joven para envolverlo de esa manera y convencerlo de entrar en su aventura.
Al rato sonó el timbre de la puerta y nuestra amiga fue a abrir con un excitante y morboso movimiento de caderas. Era nuestro invitado, y mi esposa rápidamente salió a su encuentro saludándolo con un beso en los labios y un ligero toque en la portañuela de su short. Me quedé sorprendido, pero más que yo estaba él al verme, no le habían dicho que yo estaría allí. Lo salude amablemente y le di la bienvenida ofreciéndole una copa de cerveza bien fría. El aceptó y enseguida ellas fueron a la habitación a cambiarse, nos quedamos solos.
Para ayudarlo a salir de su asombro le explique que yo estaba allí para disfrutar al igual que él y que íbamos a gozar de lo lindo con esas dos hembras. El me explicó que nuestra amiga lo había conocido en la escuela y que lo había invitado, pero que sentía gran temor pues nunca había estado con una mujer, y menos con dos. Le dije que lo ayudaría y que solo debía hacer todo lo que ellas y yo le indicáramos y que para no hacer el ridículo que ni se le ocurriera protestar o negarse a nuestras peticiones, por locas que estas fueran. El asintió con la cabeza, mientras terminaba su segunda copa de cerveza.
Llegaron finalmente nuestras chicas. Mi esposa vestía un hermoso juego de tanga rojo y nuestra amiga uno de color negro, ambas estaban súper buenas y calientes. Pude notar que ya en la habitación se habían calentado un poquito en nuestra ausencia.
Ambas se acercaron a nuestro invitado y lo rodearon, mi esposa por detrás y ella de frente, yo decidí esperar mientras acariciaba mi pinga. Las caricias comenzaron y veía como nuestra amiga lo besaba suavemente mientras el se dejaba hacer, le tocaba su pinga por encima del short y le acariciaba el cuello y la boca con su lengua. Por su parte mi chica se encargaba de la parte trasera y acariciaba su espalda con las manos metidas por dentro de su pulóver, bajaba hasta su cintura y tocaba sus nalgas suavemente.
Nuestra amiga se hincó de rodillas sobre un cómodo cojín y comenzó a desabotonar su short, suavemente, con delicadeza y calor en sus manos. Vi como bajaba lentamente mientras mi mujer le alzaba las manos y le quitaba definitivamente el pulóver. Ya la boca de nuestra amiga jugaba con el pingo de aquel rico joven, lo masajeaba con sus manos y bajaba y subía desde el tronco hasta la punta del rabo, de hecho era un gran rabo, bien redondeado y voluminoso, con unos cojones rosaditos y llenos de semen virginal. Yoha mamaba su espalda, y poco a poco, mientras la otra lo entretenía mamando su pinga, fue bajando hasta arrodillarse ella también en su cojín y comenzó a lamer las nalgas del chico. El volvió su cabeza y la miró pero nuestra amiga se estaba comiendo su pinga y sus cojones y de nuevo se concentró en esa mamada que estaba recibiendo. Oportunidad única para mi esposa que atrevidamente comenzó a abrirle las nalgas y a deslizar su fina lengua por los bordes interiores de ellas y de vez en vez la dejaba posar en aquel delicioso manjar que era su ano.
Esta vez su mirada fue hacia mí y con mi mano le indique que se dejara hacer, así mi mujer avanzó un poco más y logró introducir la lengua en su ano mamándolo ricamente. El estaba con las piernas flexionadas mientras la chica mamaba su pingo y mi mujer su culo. Para no hacerlo sospechar de lo que pretendíamos hacerle, ellas se levantaron al unisonó y lo condujeron a la cama mientras yo terminaba de desnudarme.
Una vez allí, mi mujer se tendió con las piernas muy abiertas y su chochita bien depilada y le dijo “ven que hoy te voy a enseñar a mamar un chocho rico”, él voló hacia ella y cayó entre sus piernas. Mi mujer le decía como hacer y con sus manos le dirigía la cabeza hacia el interior de sus labios vaginales mientras le pedía que “chupara sin parar” y eso hacía, mamaba como un loco y acariciaba las inmensas tetas de ella con gran fiereza. Nuestra amiga por su parte estaba detrás de él y le pidió que siguiera mamando pero que se colocara en cuatro patas para ella mamarle sus cojones, él obedeció rápidamente y entonces, ella y yo, pudimos observar su delicado ano, húmedo de la mamadita que mi mujer le había dado. Ella se hincó en la cama y comenzó a recorrer sus nalgas de arriba hacia abajo, deteniéndose por momentos en su culo mientras el jadeaba y decía “que rico mami, asiiiiiiiiiiiiiiiiii, mamameeeeeeeeeeeeee, asiiiiiiiiiiii y ella lo mamaba y forzaba su lengua a entrar en él delicado esfínter de nuestro amigo, pero ya la lengua no era suficiente y mientras Yohandra gritaba como una loca que se veniiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaa mi amiga comenzó a introducir uno de sus deditos en su culito, él dio un respingo pero Yoha no lo soltaba, no dejaba que se escapara ni una sola gota de su lechita caliente que ahora salía como un rio embravecido de su vagina e inundaba la boca de aquel chico. Lo soltaron, después de obligarlo a tragar aquella lechita.
Entonces cambiaron y mi amiga pasó hacia abajo y le dijo a él que quería ser clavada hasta atrás, sin piedad y que levantaría sus piernas y las pondría sobre sus tetas para que él le cogiera el crico y su culito, él asintió con gran entusiasmo, pero había una condición, debía dejar atarse con cuerdas para que ella de verdad tuviera un buen orgasmo, una vez más me miró y asentí con la cabeza. Acto seguido mi mujer y yo comenzamos a atarlo hasta que quedó firmemente amarrado de sus cuatro extremidades. La cena estaba lista para nosotros.
Nuestra amiga estaba jugando muy bien su papel al dejarse clavar por él y de inmediato nosotros, mi mujer y yo, comenzaríamos a jugar el nuestro. Yoha comenzó de nuevo a mamarle el culo y poco a poco fue introduciendo un dedito y después el otro mientras él se queja que le dolía, a lo que ella respondió “esto no es nada para lo que te va a doler papi”, siguió metiendo ahora dos deditos y él me pidió que lo ayudara, entonces subí a la cama y puse mi culo y mis cojones en la boca de mi amiga que empezó de inmediato a mamarlo, mientras mi inmensa pinga la coloqué en los labios de él, se resistió y con mi mano presione su mandíbula hasta que abrió completamente y entonces se la coloqué dentro de la boca. El no sabía qué hacer con aquel pingo en su boca y le dije que comenzara a chupar como paleta y así, tímidamente comenzó a mamármela, poco a poco, se la iba metiendo más en la boca hasta que se la colé toda y él se ahogaba con tanta morronga, pero mamaba y lo hacía bien el muy loco, yo seguía moviendo mis caderas mientras ella me mamaba los cojones y él la pinga, era una experiencia única. Por su parte ya mi mujer había conseguido dilatarle el culito y me hizo una seña para indicarme que estaba listo, pero no pude acudir de inmediato pues un potente chorro de leche salió de mi pinga inundando su boca y haciendo que se derramara por la comisura de sus labios, sin sacársela lo obligue a tragar mi leche y después a dejármela bien limpia.
Le dije que ahora me lo singaría por el culo y sus lágrimas recorrían las mejillas enrojecidas de tanto mamar. Di la vuelta y tomé posición detrás de él. Mi esposa tomó mi pinga en sus manos y la chupó para dejarla completamente limpia, esto hizo que mi erección aumentara de nuevo y mi pene estuviera a punto de explotar ante aquella escena. Ante mi estaba él, de culo, abierto y enrojecido de tanto dedo que le habían metido, lo habían masturbado y ya sobre el abdomen de nuestra amiga se veían muestras de su semen, sin dudas ella lo había pajeado rico por el culo y por la pinga al mismo tiempo mientras él me la mamaba. Sin esperar más saboreé con mi lengua su ano y se la metí hasta donde el esfínter me lo permitió. Le mamé los huevos y le acaricié la pinga mientras le decía que le iba a gustar y que después de hoy iba a ser un puto maricón, nuestro maricón. Mi mujer tomó mi pinga y la presionó contra el ensalivado culito, colocó mi enorme glande en la punta del ojete mientras yo empujaba, hasta que logré que entrara con alguna dificultad, pues sin duda era virgen. Acto seguido ella se colocó detrás de mí y empezó a mamarme el culo y a jugar con él.
Ya con la cabeza de la pinga dentro del culo le dije que se moviera, primero lentamente, para acomodárselo y después rápidamente. Así lo hizo y yo sentía como poco a poco desgarraba aquel culito, estaba bien caliente y yo lo agarraba por las caderas y se la iba metiendo hasta que logré clavarle mis 22 cm de pinga, sus ojos brillaban, y mi leche, y su saliva caían por su boca en las tetas de mi loca amiga. Estaba clavado hasta el fondo, y a ambos nos gustaba, era un culito rico, de macho, por primera vez me lo singaba y me gustaba cogerlo así, se la metía ahora más rápido, a tal punto que el gritaba meeee vengooooooooooo maricón, me vengoooooooooooooooo ayyyyyyyyyyyy queeee ricooooo, dame por el culo cojones, rompemelooooooooooooooo y yo le daba sin piedad mientras el sangraba profusamente, le cogí la pinga por debajo de los cojones, me afinqué sobre él y se la masturbe bien rico, la sentía dura en mis manos y su prepucio subía y baja por mis dedos con gran celeridad, de pronto un inmenso chorro de leche cayó sobre nuestra amiga, embarrándola completamente, él se había venido y mi pene estaba a punto de reventar en su culo hasta que al fin, después de sentir la lengua rica de mi esposa en mi ano, exploté y solté toda mi leche dentro de él, era un río de semen, sangre, fluidos y saliva. Quedé un buen rato meneándome suavemente hasta que la última gota de semen salió de mi pinga.
Mi amiga salió de debajo de él y junto con mi esposa lo limpiaron con gran amor, le mamaron de nuevo el culito y los cojones y lo desataron mientras entre los tres lo acariciábamos y calmábamos su dolor anal.
Quedamos en repetir la sesión, pero esta vez con otro culito masculino como protagonista.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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