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La enfermera

Relato enviado por : Anonymous el 08/06/2006. Lecturas: 6600

etiquetas relato La enfermera .
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Resumen
Soy una mujer de 33 de edad, soy enfermera y adoro mi trabajo pero a pesar de mi seriedad profesional me encanta ver los pacientes hombres desnudos, especialmente los tipos maduros mayores de 50 y los ancianos. Me vuelve loca y me encanta cuando debo lavar enfermos de esas edades o cuando me toca a mí afeitarlos abajo para alguna operación.


Relato
Soy una mujer de 33 de edad, soy enfermera y adoro mi trabajo pero a pesar de mi seriedad profesional me encanta ver los pacientes hombres desnudos, especialmente los tipos maduros mayores de 50 y los ancianos. Me vuelve loca y me encanta cuando debo lavar enfermos de esas edades o cuando me toca a mí afeitarlos abajo para alguna operación.

Hace tiempo se hospitalizo un tipo de 65 de edad, alto y robusto, como me gustan a mí, el cual debía ser operado de cálculos en el hígado. La enfermera de guardia era yo al momento y bueno, llegue a su habitación, lo salude y le dije que dentro de poco regresaría para prepararlo para la operación. El me pregunto en que cosa consistía esa preparación y yo le explique que debía rasurarle desde el abdomen hasta parte de los muslos. Cuando le dije así el hombre se puso rojo y quedo sin voz. Me pregunto si tenia que hacerlo yo o lo podía hacer el, pero yo le respondí que ese era nuestro trabajo y si se afeitaba como no debía luego los médicos se enojaban con nosotras. Trate de calmarlo diciéndole que no se preocupara, que para mi era una cosa de todos los días, que me viera como una profesional.

Al rato regrese con la afeitadora y la espuma y le pedí que se desnudara y se metiera boca arriba en la cama. El hombre se moría de la vergüenza y se quito solo la camisa del pijama pero se metió un rato para quitarse lo demás, hasta que decidió bajarse los pantalones. Apenas vi ese hombre acostado en la cama, desnudo, me excite toda. Era tan bello, alto, blanco, robusto y con un poco de barriga, peludo y con un pubis exuberante y las bolas gruesas y llenas de pelos como a mí me encantan.

Le afeite la barriga y luego, cuando llegue al pubis y toque su pene, todavía flácido pero grueso, se le comenzó a parar, hasta que se le puso duro y grande, como de 20 cm., con una cabeza redonda como un caramelo. Era para comérselo todo, pero tuve que contener las ganas porque estaba trabajando.

Cuando se le paro la verga ese hombre no sabia que hacer, yo tuve que calmarlo diciéndole que era normal, que sucedía a todos. Le afeite el pubis, la ingle, los testículos, que eran enormes y aguaditos, y parte de los muslos. Después lo limpie y le pele la verga para quitarle algunos pelos que le entraron en el glande. Durante toda es procedura esa verga no dejo de estar parada y hacia arriba, pegada de la barriga y casi le llegaba al ombligo. Fueron casi veinte minutos en los que goce viéndole y tocándole su órgano sexual pero sin poder hacer nada.

Al siguiente día después de la operación cuando entre en su habitación porque me tocaba llevarle la medicina me dijo que habían venido en la mañana dos enfermeras a lavarlo pero el se negó porque le daba vergüenza. Ellas le respondieron que por un día lo dejaban tranquilo pero que al día siguiente tenia que dejarse lavar porque los médicos no permitían pacientes sucios. Yo le dije que si el quería yo podía ocuparme de lavarlo mientras el no pudiera hacerlo, visto que ya lo había visto desnudo. El pensó por un instante y me dijo que si. Ese día lo lave en la cama. Fue tan divino lavarle su verga y sus bolas, se las enjabone, le pele la polla y se la enjuague bien. A pesar de que estaba todavía con un poco de dolores por la operación, le vino una erección fenomenal. Esta procedura de lavarlo en la cama duro tres días hasta que lo lleve a la ducha y lo lavaba un poco sentado otro poco de pie.

Una semana después me dijo que posiblemente al día siguiente le darían el alta pero que necesitaba una enfermera que viniera a su casa por lo menos por una hora y media, a lavarlo y curarlo en casa hasta que le quitaran los puntos porque vivía solo, era viudo y me propuso de trabajar para el con una buena remuneración por hora. A mi la idea me gusto porque desde que lo vi desnudo siempre llegaba a mi casa después del trabajo a consolarme con mi dedo, y de paso, había notado en el una doble intención. Le dije que si y nos pusimos de acuerdo en base a mi horario del hospital.

Cuando llegue a su casa por primera vez el me esperaba con una bata y debajo solo los calzoncillos, me dijo que no podía caminar mucho por los dolores y los puntos pero si quería beber algo que abriera el refrigerador como si estuviera en mi casa. Yo le dije que era mejor hacer mi trabajo. Me llevo a la ducha, me indico donde estaban los jabones y las toallas. Yo le dije que se quitara la bata y lo ayude a quitarse los interiores, lo desnude completamente. Que bello tener su pene delante de mí y sus bolas que sin bello pubico se veían más enormes y aguadas. Apenas quedo desnudo enseguida se le paro la verga pero era ya una costumbre que le sucediera delante de mi y no se puso rojo.

Primero le lave la espalda con cuidado para evitar de no mojarle la herida y vi sus hermosas nalgas, luego le dije que se volteara hacia mi y le pase una toalla húmeda por el pecho y con la ducha después lo lave de la cintura para abajo, por delante y por detrás. Esta vez no me puse guantes y pude tocarle y acariciarle mejor su sexo. Apenas le agarre la polla, erecta, para enjabonársela sentí una exclamación de placer. Se la enjabone con suavidad y le enjabone el escroto y se lo acaricie con mis dos manos. El con una mano trato de tocarme una teta y fue en ese momento que los dos revelamos lo que ya ambos entendíamos desde que lo lavaba en el hospital. Por la primera vez le di del tu y le dije que si quería me quitaba la camisa y así hice. Me desnude y comencé a mamarle la verga. Le di primero besitos en el glande mientras le pesaba los enormes testículos que a su vez besaba también. Después me metí toda su verga en la boca mientras le tocaba las nalgas que eran duras y redonditas.

Se lo mame con tanto deseo hasta que dio un grito y me acabo en la cara y en los labios. Me inundo toda de una leche espesa y caliente.

Desde ese día nos hicimos amantes y después que se mejoro de la operación y no hubo más necesidad de que fuera todos los días a su casa, nos vemos una o dos veces a la semana y no todo es mamadera, no echamos buenas tiradas.

En el hospital sigo gozándome con los ojos a los paciente que veo desnudos y en mi vida privada me lo gozo a el.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

raikens (18 de February de 2009 a las 00:48) dice: espero me añadas: rotreala_30@hotmail.com


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