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La niña preciosa de la universidad 5

Relato enviado por : charly_bo el 26/10/2011. Lecturas: 9736

etiquetas relato La niña preciosa de la universidad 5   Estudiantes .
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Resumen
...-“Lourdes, ahora sí es hora de irme. Hemos llegado demasiado lejos y no es justo por tu hermana”.-Le dije.
-“Está bien, pero antes de irte poséeme una vez más por última vez”.-Me dijo.
Ahí empezamos a besarnos, caímos en la cama y nos rodamos en ella. Caímos al suelo, que felizmente era alfombrado y ahí, quité a Lourdes de nuevo la bata y yo alcancé una nueva erección que utilicé para penetrarla una vez más por la vagina...



Relato
En mi último relato conté la “aventura” sexual que tuve con Lourdes, la hermana de mi enamorada Stefany. Es algo de lo que no me siento orgulloso; más bien me tuvo con sentimientos de culpa por mucho tiempo; ya que, como dije antes, me estaba enamorando profundamente de Stefany, mucho más luego de haberla iniciado en la vida sexual al tomar su virginidad.
Luego de esa noche, en la que en la casa de Stefany, aprovechando el viaje de ella con sus papás y su hermano menor, tuve sexo con su hermana, incluso llegando a desvirgarle el culo, ella (Lourdes, su hermana), no me dejaba de llamar al celular para pedirme que nos viéramos con el pretexto de hablar. Yo, lo único que hacía era negarme y recordarle que había jurado por su familia entera y por lo más sagrado, que no le diría a nadie lo que hicimos.
Honestamente, amigos que leen, dentro de mí me empecé a obsesionar por Lourdes, me soñaba que iba a su casa, la despojaba de la ropa y la poseía en toda forma y por “todo lado”. Me sentía re-mal y con remordimientos por Stefany.
Lourdes seguía llamando, enviando sms’s con mensajes provocativos como este:
“Fuiste el macho que me tomó en todas las formas que se pueden tomar a una hembra. Ahora necesito de nuevo sentirme tuya…”
Era para enloquecer. Lourdes sí estaba obsesionada y quería que de cualquier modo nos volvamos a ver y volvamos a dar rienda suelta a nuestros impulsos. Yo le decía que no me importaba en lo mínimo lo que hicimos, que no tenía intenciones de hacerlo de nuevo con ella y cosas así. Sin embargo Lourdes insistía e insistía en encontrarse conmigo.
Por mientras Stefany y yo hablábamos todos los días, no dejaba de recordarle que la extrañaba y que me hacía falta. Ella me decía que me amaba y que estaba feliz por volverme a ver pronto. Alguna noche me llamó y me dijo cosas picantes, como que la imagine en piyamas, que no llevaba ropa interior y que estaba lista para recibirme dentro de ella como la primera vez. Yo le seguía la corriente y le decía que no había noche sin que fantasee volver a tener su cuerpo y poderle expresar mis sentimientos fundiéndonos en placer.
De esa manera fantaseaba con mi amada Stefany, pero de nuevo se me venía a la mente la imagen de Lourdes con las piernas abiertas penetrada por mi erección. Los gemidos que dio cuando le “rompí” el culo; y de nuevo venían ideas a mi cabeza.
Me ponía a pensar en que si ya pasó una vez, podía decirle a Lourdes que lo hagamos para ya no hacerlo más; comprometiéndonos a olvidar el asunto.
Cosas así venían a mi mente. Mi obsesión aumentó cuando al revisar el bolsillo de la chamarra que me puse esa noche, encontré la tanga de Lourdes. Pues sí, como conté en el anterior relato, al salirme de su casa, casi huyendo, tomé la tanga de Lourdes que dejó en el living, luego de que se la quitó para que le meta mi pija, y para posteriormente limpiármela con la misma tanga de sus fluidos mezclados con mi semen.
Cuando la encontré no pude evitar olerla; olía a su excitación, olía a fluidos vaginales, pero también olía en parte al semen que le metí y empezó a salir de su vagina.
Esa tanga me tenía loco, me traía la imagen de Lourdes en todas las formas que la tuve, me la traía vestida solamente con ella y con el brassier, no podía contenerme, me masturbé más de una vez con la tanga, simulando que penetraba su rica concha.
Hasta que pasó, yo mismo había cavado mi tumba. Lourdes me llamó un día antes de que volvieran sus papás, su hermano y Stefany; me llamó para exigirme que le devuelva su tanga, porque era suya y le gustaba ponérsela; argumentando que no era correcto que yo, siendo el enamorado de su hermana, la tenga.
Lo único que precisé hacer, fue decirle que le devolvería la tanga, en un lugar público y que de ninguna manera iría a su casa donde se encontraría sola.
Lourdes aceptó y quedamos en vernos en una plaza pública, alas 3 de la tarde; ya que era sábado y no trabajaba ella.
Sentí una ansiedad tremenda por la idea de volverme a reunir con Lourdes, no sabía siquiera qué cara le pondría.
Pero bueno, nos encontramos.
-“Hola cuñadito”.-Me saludó Lourdes, haciéndose a la “normal”.
-“Cuñada, ¿cómo estás?”.-Correspondí el sarcasmo.
-“Bien, gracias”.-Respondió con una sonrisa.
La verdad estaba bueeeeeeeeeeeeeena; Lourdes se puso una blusa escotada, con un jeans negro apretó que le resaltaban sus senos y culo; el cabello lo tenía suelto, unas zapatillas de tacos, gafas y una cartera que combinaba con su ropa. Se la veía realmente divina.
-“Aquí está lo que te pertenece”.-Le dije, acercándole en una bolsa su tanga lavada.
-“Gracias, es una de mis favoritas, perdona por insistir”.-Me dijo con su sonrisa en los labios.
-“No te preocupes. Más bien perdóname tú por tomarla sin tu permiso”.-Le dije.
-“De seguro tuviste tus razones y algún provecho sacarías de tenerla estos días”.-Me dijo en un tono de astuta.
Dentro de mí, sabía que tenía que irme rápido y evitar el seguir cerca de ella. Pero también algo me acercaba a ella; no se si porque se parece a mi Stefany o porque realmente la deseaba tener de nuevo.
-“Sentémonos aquí”.-Lourdes me dijo, acercándose a una banca del parque.
-“Mira. Todos saben de lo mío con tu hermana, y no se vería bien que nos vean juntos”.-Le dije.
-“¿Qué tiene de malo? Sólo conversaremos. Si alguien nos ve, le decimos a Stefany que nos encontramos y charlamos un momento”.-Me dijo con total tranquilidad.
En fin, nos sentamos en la banca, y el solo hecho de tenerla cerca, me ponía muy nervioso.
Traté de hablarle de cualquier tema, incluso de política para evitar conversaciones que nos lleven a “mayores”. Pero finalmente surgió de sus labios lo que tenía que surgir:
-“Mira, si te insistí tanto en vernos, fue para decirte viéndote a los ojos, que no hubo un día ni una noche, desde esa, en mi casa. Que no haya dejado de pensar en ti, en lo rico que la pasamos, en lo maravilloso que sentí y gocé con tu virilidad. Todo, absolutamente todo lo que pasó contigo, me ha marcado y siento que no podré dejarte fácilmente.
Lo se, se que está Stefany en tu corazón, pero como te digo, no concibo la idea de no poder seguir gozando como me enseñaste a gozar tú”.-Me dijo sincerándose.
Dentro de mí surgieron sentimientos, pensaba en salir corriendo; pues Lourdes no me alcanzaría; pero también pensaba en decirle todo lo que tenía dentro por ella. Hasta que:
-“Lourdes, quiero que sepas….”
-“No, no. No digas nada. Si no quieres volverme a ver o si sólo me dirigirás la palabra por aparentar con mi hermana lo entenderé”.-Me interrumpió Lourdes.
Entonces, no me pude reprimir y le dije:
-“No es eso Lourdes. Quiero que sepas que yo también, desde esa noche, no he podido dejar de pensar en ti. No he podido dejar de desearte, de necesitarte, de anhelar tenerte llegando al éxtasis con mis embestidas. No he dejado de recordar el placer que sentí al penetrarte, no he podido. Y ¿sabes una cosa?, me siento perro por tu hermana, Stefany es el amor de mi vida, pero tú, tú me enloqueciste de placer y siento que tampoco puedo ni quiero dejarte sin tenerte aunque sea una vez más”.
En eso Lourdes miró a todo lado, y pues yo no me había percatado pero estábamos algo escondidos en ese parque, y me empezó a besar. Yo al principio quise contenerla pero ya no pude y le correspondí apasionadamente.
-“Mira, hagámoslo una vez más. Que sea nuestro recuerdo y nuestro pacto que debemos cumplir por mi hermana. ¿Qué dices?”.-Me propuso Lourdes.
-“Está bien y que conste que será la última vez por respeto a Stefany”.-Le contesté, empezando a sentir excitación con la sola idea de poseerla de nuevo.
Nos levantamos prudentemente y nos encaminamos como dos amigos más hacia la calle donde tomamos un taxi que nos lleve a su casa.
Una vez que lo abordamos nos empezamos a besar y hasta a hacer algunos “toqueteos” morbosos, pues yo le agarraba las tetas y ella de rato en rato ponía su mano en mi cremallera para sentir mi pene duro. Obviamente que nos controlábamos para no distraer al chofer, el cual me dijo una vez que bajamos y le tenía que pagar:
-“Que suertudo amigo. Que hembrota que tienes”.-Y luego aceleró.
La verdad no me molestó el atrevimiento del taxista, tenía razón, era privilegiado y estaba volviendo a la casa donde ya había enloquecido de placer con Lourdes. Pese a que también era la casa de mi amada Stefany.
Entramos y empezamos a besarnos. De pronto se me ocurrió la idea de proponerle a Lourdes hacerlo en todo lugar y en toda posición.
Ella, como es lógico, aceptó. Y lo primero que se me vino a la mente fue llevarla a la cocina para hacerlo como había visto en una película.
Entramos y seguíamos con los besos, de a poco le desabotoné la blusa y un brassier café se divisó sosteniendo esos ricos melones. De una pasé mis manos por detrás y se lo desabroché.
Se lo suspendí y sus lindos pezones rosados surgieron de nuevo a mis ojos. No perdí más tiempo y se los empecé a chupar. Ahí recordé la frase que le decía a Stefany cuando quería chupar sus tetas: “Quiero mi leche”. Y pues se me salió con Lourdes,
-“Si mi vida, toma tu leche, láctame todo lo que quieras”.-Me respondió, más bien sin sorprenderse.
La hice apoyar al mesón de la cocina, chupándole y masajeándole las tetas, al tiempo que mi pene se puso firme y sin quitarme el pantalón, se lo presionaba contra el suyo, a la altura de su deliciosa conchita.
Subí de chuparle las tetas a besarle el cuello. Mis manos desabrocharon su pantalón y empecé a bajárselo. Costó un poco por lo apretó que era, pero logré bajarle lo suficiente para tener acceso a su vagina. Metí mis dedos y empecé a estimular su clítoris.
Lourdes se mojó rápidamente y estaba disfrutando mis caricias combinadas con mis masajes a sus tetas. De pronto ella desabrochó mi pantalón y bajando mi bóxer, liberó mi vara rígida. La empezó a acariciar con su mano provocándome gozo.
Yo le bajé más el pantalón hasta que cayó. Ella sacándose los zapatos se lo terminó de quitar, quedando con la tanga. Yo hice lo propio, me bajé el pantalón y el bóxer, quedando con una polera nomás encima, que pronto Lourdes me ayudó a sacar.
Ahí, le empecé a hacer a un lado la parte delantera de la tanga y con mi glande jugueteaba en la entrada de su rica conchita. Lourdes estaba enloqueciendo.
-“Amor, no sigas. Métemela de una vez, ¿quieres?”.-Me dijo.
-“Ahora que recuerdo dijiste que te vendría la regla”.-Le argumenté.
-“Si, creo que es mañana o pasado. Te lo juro. Puedes gozar dentro de mí sin problema”.-Respondió como música para mis oídos.
Ahí cumplí la fantasía de la película, hice sentar a Lourdes sobre el mesón luego de quitarle la tanga y dejar libre su concha y como quedó a la altura exacta de mi pene, la penetré así, sentada y yo parado.
Mmmmmmmmmmmmmmmm, que rica pose. Era el extremo del morbo tener a Lourdes frente a mí, nos mirábamos las caras mientras le me tía y sacaba la pija. Su respiración aceleraba. Le tomaba las tetas con ambas manos, se las chupaba y ¡oh, sorpresa!, fue alucinante ver que podía llevarle los pezones a la boca. Sí, como lo leen, sus tetas eran lo suficientemente grandes, para permitir que sus pezones lleguen a sus labios.
Fue excitante ver, cómo ella misma se chupaba los pezones; luego de hacerlo, tome su teta con las dos manos y me la levé a la boca, donde sentí la saliva de Lourdes en todo su pezón.
Seguí con el “mete y saca” sin descansar, Lourdes terminó como dos veces en esa pose. Yo, antes de tener el orgasmo, la bajé del mesón. Así desnudos la hice acostar en la mesa de su cocina, quitando un frutero que estaba al medio, y subiéndome correspondí a la invitación que Lourdes me hacía con las piernas abiertas. Le fui con todo utilizando mi lengua y labios para estimular su concha. Le pasé la lengua por sus labios mayores, por cada centímetro; luego por sus labios menores, que separé y dejaron ver su erecto clítoris. No perdí más tiempo y de lo chupé y lamí.
Lourdes enloquecía del placer, más de una vez me tomó del cabello de mi nuca y me lastimó, pero yo continuaba, hasta que:
-“Ven, haremos el 69 quiero chupar tu pija mientras me comes mi huequito”.-Dijo con la voz entrecortada, Lourdes.
No perdí más tiempo, y aunque era algo incómodo por lo duro de la mesa, me acomodé dejando mi pene erecto a la altura exacta de su boca. Mientras con mi boca arremetía en su concha.
Lourdes me empezó a chupar con maestría la pija; yo también le acariciaba el clítoris hasta enloquecerla. Así estuvimos un buen rato. Lourdes tuvo como dos orgasmos más, hasta que el mío se acercaba.
-“Lourdes, ya no sigas, voy a eyacular en tu boca….”.-Le dije agitadísimo por el placer.
Lourdes, dejó de chupármela, hasta que perdí la sensación de orgasmo.
-“¿Mi amor, qué quieres hacerme para soltar tu rica leche?”.-Me dijo con tono de excitación.
-“Ven”.-Le dije.
La tomé de la mano y así desnudos como estábamos, nos fuimos a su sala.
Ahí, le hice sentar en el sillón y le dije:
-“Quiero hacerme una paja completa en tus ricas tetas”.
-“¿Cómo?. No te comprendo”.-Respondió.
Sin decirle nada más, acomodé mi pene semierecto entre sus tetas, y evitando que me lo agarre con las manos; presioné sus ricos melones y empecé a frotar en medio de ellos.
Recién Lourdes comprendió que quería hacerme una paja rusa en sus ricas tetas.
Luego fue ella quien apretó sus tetas alrededor de mi pija, y las movía de arriba abajo al ritmo que yo empujaba.
Mmmmmmmmmmmm, otra sensación riquísima, veía como mi pija se enduraba en pleno con la masajeada entre esas monumentales tetas, el éxtasis se apoderaba de mí.
Decidí no detenerme y tener un orgasmo completo con la paja rusa. Y así fue, pese a que Lourdes notó en mi expresión y agitación que iba a terminar, no hizo nada, ni se movió hasta que descargué en sus tetas. Un chorro llegó a su cuello, y el último ella lo recibió en su boca.
Que riquísimo se sintió la paja en esas tetas tan ricas.
-“Eres un toro. Tú si que lechéas harto. ¿No?. La que le espera a mi hermanita”.-Dijo Lourdes.
Luego se fue al baño a lavarse el semen que le había echado encima. Recogimos nuestra ropa y nos fuimos a su recámara. Ni bien entramos, me vino a la cabeza la imagen en la que la poseía y le rompía el culo.
-“Malvado, seguro te estás acordando lo que me hiciste. ¿No?. Me dolió mucho”.-Dijo ella.
-“Si, pero me dijiste que también lo disfrutaste”.-Le respondí.
-“Pues tienes razón. Eso me enloqueció al punto de olvidar que eres el enamorado de mi hermana y te pida que lo hagamos por lo menos una vez más”.
-“¿Quieres decir que quieres que te lo haga de nuevo por…”.-Le dije y le señalé el culo.
-“Mmmmmmmm, tal vez. Pero va depender de hasta dónde aguantes ahora”.-Dijo en un tono de provocación con una sonrisa sensual.
No le contesté nada. Simplemente nos acostamos en la cama y nos tapamos con el cubre camas. Ella se acercó y pretendió que la abrace.
-“Lourdes, no te acerques tanto. Recuerda, soy enamorado de Stefany y….”
Antes que le termine de decir, ella me puso el borde del dedo índice en señal de silenciarme, en los labios:
-“Shhh. Este día es de los dos; no existe ni mi hermana, ni nadie. Eres mi amante por este día, para no volverlo a ser. Es nuestro trato”.-Me dijo.
La verdad, volví a recordar a Stefany, pero Lourdes estaba linda también y la abracé, le hice apoyar la cabeza en mi pecho y así nos quedamos hasta dormirnos.
Luego de una hora más o menos, de dormirnos abrazados. Sentí que Lourdes se levantó y salió de la habitación. La verdad, no tenía idea de a dónde se dirigía.
Regresó a los 15 minutos con la charola de la primera noche. Con tazas, tée, café y galletas.
-“Mi amor, hora del té, no podemos hacer trabajo físico sin reponer energías”.-Me dijo.
Reconozco que una sensación extraña recorrió mi ser. Ver ese detalle de Lourdes me hizo pensar en que de repente era con ella con quien debía estar, que Stefany era muy niña aún.
La mente se me distorsionó. Sin embargo disfruté del momento, compartí el té con Lourdes, reímos como antes. Al terminar nuestras tazas, ella se volvió a acostar a mi lado y empezamos el “segundo round”.
Nos besamos de nuevo. Lourdes se sacó la bata de baño que se había puesto para ir a servir el té y otra vez, la tenía ahí desnudita y linda.
Yo me mantuve desnudo bajo el cubre cama. Lourdes me destapó y empezó a “trabajar mi pene”. Me lo acarició y empezó a chupar, hasta que se puso firme.
-“Mi amor, déjamelo a mí, no hagas nada”.-Me dijo.
Una vez que lo tenía duro, ella se puso de cuclillas y despacio se penetró la vagina con él hasta tenerlo todo adentro.
De ahí empezó un “sube y baja”, acompañado de movimientos de sus caderas en círculos, adelante y atrás.
La verdad, estaba rico, pero ella disfrutaba mucho más, ya que yo sentía que ella terminaba casi seguido.
De pronto, en lo que me “cabalgaba” el pene, puse mis manos en su redondeado culo y la tomé de las nalgas. Luego, con mis pulgares, le acaricié el ano y pues ella no dijo nada, continuó con su “sube y baja”. Terminó una vez más y se detuvo, con voz bien agitada me dijo:
-“He conseguido un lubricante de agua en la farmacia. Me dijeron que es bueno para el sexo anal”.
De pronto sacó de su cajón un lubricante y me lo dio.
-“Tienes que untártelo en el pene y ponérmelo por donde lo vas a meter”.-Me dijo.
De pronto se puso en posición de “perrito”, y yo procedí a lubricar mi pija y su ano como me lo dijo. Una vez que lubriqué bien, empecé a intentar introducir mi pene en su culo.
La verdad, ayudó mucho el lubricante, porque despacito iba deslizándose mi vara, mientras Lourdes empuñaba con fuerza su almohada.
Por fin pude metérselo todo, y empecé a frotar.
Mmmmmmmmm, estaba rico, mejor que la primera vez que apretaba mucho. Parece que Lourdes se mentalizó en que sentiría placer al ser penetrada por el culo, y no puso resistencia.
Lourdes tuvo como dos orgasmos, pues a la par que la penetraba por el culo, se acariciaba el clítoris y las tetas; de manera que lo estaba disfrutando más y más.
-“Eso mi amor, lléname el culo de lecha caliente, llénamelo. Siente a una mujer de verdad, con una niña no sentirías esto…”.-Me dijo.
Me sorprendió mucho que haga alusión a su hermana. Parecía que ya estaba viendo en ella a una rival, y eso no me estaba agradando.
De pronto, lo inevitable, no pude más y le descargué el semen en el culo. Lourdes me dijo luego que sintió las contracciones de mi pene, en su ano y que eso la encendió para tener otro orgasmo.
-“Este estuvo intenso, casi me matas”.-Le dije, acostándome en la cama.
Lourdes trajo un trapo y me limpió la pija. Luego de un rato de descanso:
-“Amor, creo que mejor te duchas y te lo lavas bien. Recuerda donde me lo metiste. Además si quieres de nuevo sentir mi (ahí se señaló la concha), debes hacerlo”.-Me dijo.
Me levanté y me fui al baño. Encendí la ducha y me quité el sudor a tiempo que me lavé bien la pija que había metido en el culo de Lourdes.
Regresé. Nos acostamos con ella en la cama de nuevo; prendimos la televisión y pusimos un canal de música, aprovechando su conexión a televisión por cable.
En medio que veíamos televisión, sonó mi celular, era Stefany.
-“Responde a mi hermana, no la hagas esperar”.-Dijo Lourdes con sarcasmo.
-“Hola”.-Respondí.
-“Mi amooooooooooooooooor. Te cuento que mañana partimos. Unas tías nos han atajado. ¿No te enojas verdad?”.-Dijo Stefany por teléfono.
-“No, no mi vida. Un día más no le hace. Igual ya nos veremos pasado mañana”.-Contesté en afán de calmar mis nervios.
-“Te oigo raro. ¿Qué estás haciendo?, ¿dónde estás?”.-Dijo Stefany, sospechando.
Yo sabía que si le decía que estaba en mi casa, me iba a decir que me llamaría al teléfono fijo o que le comunique con mi madre o alguien que esté ahí, de manera que tuve que inventarme rápido.
-“Estoy donde Eduardo. Este loco se descargó unos videos buenísimos; pero ya me voy”.-Le respondí.
-“Ya mi vida, pero no te vayas a ir muy tarde”.-Me dijo.
-“No corazón mío, ya me iré en un rato más”.-Le dije.
-“Ya amorcito. Recuerda que te amo, ¿ok? Ahora tú dime si me amas”.-Me dijo Stefany para despedida.
-“Stefany, muñeca, sabes que también te amo”.-Le dije.
En esos momentos me dio temor de que Stefany mencione el hecho de haberme dado su virginidad. Pues Lourdes estaba oyendo todo.
Felizmente me colgó.
-“Lourdes, ahora sí es hora de irme. Hemos llegado demasiado lejos y no es justo por tu hermana”.-Le dije.
-“Está bien, pero antes de irte poséeme una vez más por última vez”.-Me dijo.
Ahí empezamos a besarnos, caímos en la cama y nos rodamos en ella. Caímos al suelo, que felizmente era alfombrado y ahí, quité a Lourdes de nuevo la bata y yo alcancé una nueva erección que utilicé para penetrarla una vez más por la vagina.
Honestamente, les cuento que se lo hice con bronca, como con ganas de vengarme por obligarme a traicionar a su hermana. Le embestí fuertemente, hasta le hice gritar, pues en una de esas mi pene entró con fuerza y chocó con el fondo de su vagina. Sin embargo no disminuí el ritmo y se lo seguí metiendo con fuerza,
-“Basta, me lastimas”.-Me dijo Lourdes queriendo llorar.
Pero no paré hasta eyacular…
-“Siente mi semen hirviente perra, porque no lo volverás a tener”.- Le dije a tiempo de vaciar lo que me quedaba de semen, pues en los dos anteriores “polvos” me quedé casi “sin reservas”.
Terminé de eyacular y me acosté en un costado de la cama.
Me fijé y vi a Lourdes llorando.
Recién entré en razón y me di cuenta que no debí ofenderla ni lastimarle. Ella tuvo el detalle de servirme un té y ser complaciente. Pero la ira de traicionar a mi amada Stefany me dominó y solo pude decirle a Lourdes, a tiempo que me vestía luego de limpiarme el pene en el trapo:
-“Lo siento Lourdes. Espero que entiendas que amo a Stefany y es con ella con quien quiero estar. Lo que hicimos fue rico, pero mi corazón es de tu hermana. Lo siento por ofenderte”.
-“Tienes razón, me comporté como una perfecta perra. Pero quiero que también comprendas que me tienes loca y que muero de envidia por Stefany. Cuando la hagas mujer y sienta tu virilidad la tendrás más loca por ti de lo que está”.-Me dijo Lourdes.
-“Sabes. Eres una mujer lindísima y hasta mejor que Stefany. Encontrarás hombres mejores que yo y vivirás momentos aún más intensos. Ahora por favor déjame ser feliz con tu hermana y olvida lo que pasó como juraste”.-Le dije, ya terminando de vestirme.
Me acerqué, hice el amague de darle un beso en la boca y sólo se lo di en la frente.
-“Hasta pronto cuñadita”.-Le dije y me salí.
Lourdes gritó mi nombre y quiso salir a alcanzarme, pero ¿qué creen?. Bajé corriendo las gradas y me salí rápido como la anterior vez.
Esa noche ya no me llamó ni me mandó mensajes Lourdes. Al día siguiente partió Stefany y llegó al otro día. Esa semana que nos quedaba de vacación de la universidad, iba a ser muuuuuuuuy larga; pues Stefany llegó con los “deseos acumulados” de volver a sentirse mía y yo, pese a que lo hice varias veces con su hermana, deseaba entregarme al placer pero sintiendo amor; el amor que le tenía a mi Stefany, pese a haber sido brutamente débil.
Muy dentro de mí sabía que Lourdes no se daría por vencida fácilmente, que de seguro me deseaba aún. Y, ¿ saben qué?. Pese a que ya estaba mi Stefany para deleitarme de placer; aún sentía el deseo de sentir el “sabor aparte” que tenía el cuerpo de la hermana de “la niña preciosa de la universidad”.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:36) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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