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LA NOCHEVIEJA Y EL JUEGO DE SALON

coronelwinston Relato enviado por : coronelwinston el 12/05/2009. Lecturas: 13224

etiquetas relato LA NOCHEVIEJA Y EL JUEGO DE SALON .
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Resumen
Nos juntamos en mi casa con un matrimonio amigo para celebrar la nochevieja 2008 y el año nuevo 2009. Despues de las campanadas de fin de año, jugamos a un juego de mesa. SEXYLANDIA. La partida empezó bien...... pero nunca terminó.


Relato
LA NOCHEVIEJA Y EL JUEGO

Como suele pasar en estas noches, las gentes nos dejamos llevar por la alegría desbordada de un nuevo año y los deseos de felicidad para todas las personas que nos rodean.

En esta nochevieja pasada de 2008, tanto mi marido como yo, habíamos decidido pasarla solos en casa. Sin visitar a nadie y sin recibir visitas. A ultima hora, un matrimonio amigo nuestro, nos comunico su misma situación, y una vez insistido lo indecible en que nos fuéramos a su casa con ellos, optamos que la mejor solución sería que ellos se trasladarán a nuestra casa, por se más grande y cómoda.

Ese fue nuestro comienzo de la despedida de año y el comienzo de uno nuevo. Javier y Marta llegaron a nuestra casa relativamente pronto, pues hasta las 7 de la tarde no les esperábamos. Eran las 5 cuando se nos presentaron en casa. Como buenos anfitriones, no dijimos nada y decidimos que adelantábamos nuestros planes en dos horas. Nos llevábamos bien y todo era cordialidad y bromas. En el fondo, tal vez nos apetecía estar los cuatro juntos esta nochevieja.

Después de tomar algo y charlar mucho rato de todo un poco, cenamos en el salón. Los cuatro. Con calma y más risas, pero algo desbordados por el exceso de alegría, y algo de alcohol, ante la llegada inminente de un nuevo año.

Cuando terminamos de cenar, casi a las 12 de la noche, nos dispusimos para tomar las uvas y oír las campanadas. Una vez pasado el ritual y brindado con champán, nos relajamos un poco. Ya estábamos en otro año. Acababa de empezar 2009.

Nos sentamos en los sillones del salón y hablamos de eso, de otro año nuevo, de los proyectos que queríamos se nos convirtieran en realidad en este año que acababa de comenzar. Y tomamos más champán y más caviar. Y nos desinhibimos un poco más y hablamos de cosas más privadas….hasta que mi marido tuvo la idea de dejar tanta conversación y dijo que jugáramos a algo. A todos nos pareció bien la idea y yo propuse jugar al SEXYLANDIA. No les pareció mal la idea, aunque mi marido se inclinaba más por el PALEÉ. He de decir que el juego de sexilandia, es un juego como dice la palabra, pícaro, sexual y atrevido. Todos lo conocíamos pero no habíamos jugado nunca a el. Dicho juego apareció en mi casa como aparece todo o casi todo. Unos amigos, un par de años antes, nos lo habían regalado en una reunión de las que hicimos en mi casa, aún no se bien con que motivo, pero si el fundamento era que jugáramos aquella tarde a sexilandia, no dió resultado, pues ganó el Paleé de mi marido. Sea como fuere, en mi casa estaba el SEXYLANDIA y nos dispusimos a jugar después de leer las instrucciones, fáciles, todo hay que decirlo, pues la base del juego era lo sexual y lo pícaro.

Nos dispusimos alrededor de la mesa del salón, de nuestra mesa pequeña, quedando sentados en los sillones. Mi marido se sentó frente a mí y en el centro se sentaron Javier y Marta, ellos ocuparon el sillón más grande. Como era un juego individual, daba igual la colocación y el orden, pues cada uno tenía una meta que conseguir.

Bebimos más champán y más champán. El juego no era todo lo monótono que desearía mi marido, pues pensaba que así nos íbamos a aburrir y echaríamos mano de su famosos PALEÉ, juego que por cierto se le daba de miedo, pues siempre acababa comprando hoteles, casas y calles... Pero no nos aburríamos, al contrario, el juego iba siendo cada vez más pícaro y cuando pasamos del primer color se complicó más y se volvió más sexual.

El juego consistía básicamente en cuatro caminos, se podía jugar por parejas o solos, nosotros lo hicimos solos, pues sólo éramos cuatro. Había cuatro colores o caminos, cada uno de un color. Cada jugador tomaba cuatro fichas de un mismo color, que se correspondiera con el camino elegido por el. Tirábamos un dado y a recorrer el camino hasta llegar a SEXYLANDIA, un paraíso de sexo y dinero, pues el premio consistía en que el primero que llegara se llevaría el dinero acumulado en el fondo y un polvo con ¿su pareja?, eso creíamos. Bueno en realidad, el polvo era con quien le tocara según el juego, pero nosotros no pensábamos en eso. Eso era lo de menos. Jugábamos por el dinero... Según se avanzaba había unas trampas en las que caías. Para salir de ella, tenías que tomar una tarjeta, de un montón puestas a tal efecto, pagar una cantidad de dinero que se depositaba en el centro del tablero y que era para el ganador final, y cumplir con lo que se decía en la tarjeta, de lo contrario la multa a pagar era muy fuerte, y por supuesto, quitarte una prenda. Abandonabas el juego una vez que te quedabas sin dinero por no cumplir los mandatos de las tarjetas. Por supuesto tenía otros datos, pero básicamente, para que entendáis de qué iba esto, ya es suficiente. He de decir, que a nadie le interesaba quedarse sin dinero a las primeras de cambio, pues había muchas trampas y calculamos que el total del dinero que se embolsaría el ganador, aparte del polvo, era de unos 500 o 600 euros.

El juego comenzó bien para mi marido, que no solo se salvo de caer en una trampa y tener que pagar y hacer el mandato de la tarjeta, si no que además le toco una tirada de dos veces seguidas y se distancio de todos en once casillas. Claro, ganaba el primero que llegara al final, se llevaba el dinero y obtenía un premio de un polvo, pero esto último no estaba contemplado. Jugábamos sólo por dinero y por reírnos de los mandatos. Luego fue el turno de Marta. Un tres. Luego el de Javier. Un cinco. Y trampa. Y tarjeta. Se tenía que quitar una prenda. Se deshizo del jersey. Luego el mío. Un cinco. La misma trampa que Javier. Otra prenda. Me quité la camisa y quedé en sujetador. Era lo convenido, una prenda cada vez que caías en las innumerables trampas, si no querías pagar dinero. Luego mi marido. Un dos. Trampa. Se quitó la corbata, y así sucesivamente hasta que tanto Marta como yo nos quedamos en bragas y sujetador y mi marido y Javier en calzoncillos.

Hicimos un alto para abrir la tercera botella de champán y mientras tomábamos una copa de la misma, hablamos que hasta donde íbamos a llegar, ya que a mí no me apetecía desnudarme. Mi marido quedó a la expectativa y tanto Marta como Javier, dijeron que hasta el final. Puesto que al parecer a ninguno les importaba el hecho de quedarse desnudos, seguimos jugando. Craso error. El primero en quedarse desnudo fue Javier, la segunda Marta el tercero mí marido y la cuarta yo. La verdad no me sentía excesivamente incomoda desnuda, puesto que lo estábamos todos, pero si me sentí algo incomoda cuando en la siguiente tirada Javier tuvo que besar los pechos de su mujer. Protesté e hicimos una nueva interrupción. Casi me dijeron de todo. Yo creo que el champán había hecho estragos ya, y sea como fuere, decidimos seguir jugando, pero ahora había más, el que ganara podría follar con su pareja, como estipulaba el juego, pero a la vista de todos. Después de discutir mucho y estando yo segura de que no íbamos a llegar al final, aceptamos. La cuarta botella de champán hizo el resto.

Aquello ya era demasiado para todos. Nos reíamos de los mandatos de las tarjetas y mirábamos con expectación a ver como se cumplían. En una tarjeta salió que Javier me tenía que dar un beso en mis glúteos y yo muy risueña, me levanté para que el lo hiciera. En otra tarjeta salía que Javier debía lamer el coño de su mujer y estos, ni cortos ni perezosos, lo hicieron ante mi estupor y mi sorpresa, pues no se cortaron. Ella se reclinó en el sillón y Javier se recostó encima de ella y allí abrió sus piernas y comenzó a lamer ante la mirada de mi marido y mía. Mi marido se levantó a por agua y observé como se tambaleaba ligeramente. Pensé que ya estaba tocado con el champán. También vi que su pene estaba morcillón, no así el de Javier, que parecía duro. Tan duro parecía que no tardó en arrimarle al coño de Marta y allí mismo, en el sillón, se la metió ante mi estupor, pues el juego quedó abandonado. Creo que se calentó lamiendo a su mujer y no pudo resistir y como estaba un poco pedo, no se cortó de nuestra presencia... Yo fumaba y miraba absorta y mi marido también. A el se le cerraban los ojos. Tenía un pedo monumental. Eso pensaba.

La fiesta de año nuevo no se nos iba a olvidar fácilmente. El juego parecía abandonado ya. El dinero encima del tablero, las fichas donde habían quedado y mi marido frente a mí mirándome fijamente y Javier empujando dentro de Marta en nuestro sillón, mientras la besaba en la boca.

Mientras arremetía con entusiasmo dentro de Marta, Javier me tocó el muslo y me dijo que nosotros también. Solo eso. Un “Vosotros también”. Aquello se refería a que tanto mi marido como yo, nos pusiéramos a su par. Es decir, a follar. Mi marido me levantó del sillón y se acercó al sillón grande y allí me ordeno que le chupara la polla. Y yo lo hice. No se aún como, pero lo hice. Y con empeño e interés. Quería ponérsela gorda. Que no pensaran que no sabía chuparla.

Le observé mientras se la chupaba y el cerraba los ojos, supongo que de placer. También iba consiguiendo que se le pusiera firme. Javier y Marta nos hicieron sitio en el sillón grande y ya nos pusimos más cómodos. Yo seguía chupando a mi marido y el me tocaba los pechos con una mano. Pero yo estaba en pompa. Es decir, de rodillas sobre el sillón y dando la espalda a nuestros amigos. Una lengua se poso ahí justo y deje de hacer lo que estaba haciendo. Giré la cabeza y era Javier. Si, Javier. El marido de mi amiga. Nuestro amigo. En ese momento mi marido me acercó otra vez la cabeza hasta su polla y noté como las dos manos de Javier se posaban en mis glúteos y arremetía con su lengua, por detrás, en mi raja. La mente me quedó en blanco. Pensé si mi marido era consciente de lo que pasaba. Sentía la lengua de Javier separando mis labios y castigando mi clítoris con sus idas y venidas. Su nariz pegada a mi ano me provocaba algo extraño. Mientras chupaba la polla a mi marido, Javier deslizó una mano por entre mis piernas y acarició mis pechos. Se deleitó con la turgencia de mis pezones. Su aliento en mi ano me proporcionaba placer y nervios. Mi marido permanecía con los ojos cerrados. Yo no decía nada. Tampoco podía con el pene de mi marido en la boca. Javier me lamía bien. Mis pelos se enredaban en sus dientes y eso provocaba que el escupiera de vez en cuando. Me estaba poniendo ciega con la lamida de Javier y eso hacía que arremetiera con más intensidad el pene de mi marido. Estrujaba sus huevos sin sentido hasta provocarle dolor.

Marta se levantó y ordenó a Javier que se sentara en el sillón. El me abandonó e hizo lo que su mujer le dijo. Marta se sentó a horcajadas encima de el y se engulló enteramente aquel nabo duro y caliente. Mi marido también se sentó, al lado de ellos y yo también me puse a horcajadas encima de él. Enseguida empezamos los cuatro a gemir con más intensidad. Les miré mientras me abandonaba en el ritmo que me imponía mi marido por la postura. Seguían follando. Pero entonces fue cuando Marta se levantó de encima de Javier y aquella verga dura y tiesa quedó a mí vista con esos cojones prietos. Se puso delante de mí y me tomó por las manos obligándome a levantarme y así lo hice. Pensé que sería algo nuevo. Y vaya si lo fue. Ocupo mí lugar sin que mi marido ni el suyo protestaran. Se introdujo el pene de mi marido y comenzó a cabalgar sobre él. Veía como sus pechos se enfrentaban al pecho de mi marido. Javier me llamó y como una poseída del diablo me acerque a él. El se levantó del sillón y me dijo que me sentara. Lo hice sin quitar la vista a los otros. Mi marido gozaba. Tenía una cara de sufrimiento extraña. Conocía esa cara. Javier me arrastró, tomándome por las piernas, hasta el borde del sillón. Allí me las separó enteramente. Otra vez su lengua en mi sexo. Cerré los ojos. Gemí. Me mordí los labios. Mi flujo llegaba hasta mi ano. ¿O sería su saliva? Me descubrí pellizcándome los pezones con ambas manos a la vez que arrimaba más y más mi sexo a la boca que me hacía sentir. Luego el aliento de Javier me abandonó. Se arrodillo ante mí y su verga se aproximó a mi hendidura. De paseo. Arriba y abajo. Su glande se empapaba con mi flujo. Aplicaba unos golpes en mi clítoris y yo me estremecía. Deseaba que me la incustrara ya. El se tomaba su tiempo. Hundía parte de su capullo como para desear más el momento de la incursión final. Me tomó por el talle y me arrimó más a el dejando mi culo fuera del asiento. Yo estaba apoyada con la espalda en el lugar donde debía estar mi culo y con mi cabeza en el lugar donde debía estar mi espalda. En una ida y venida, su miembro resbaló por entero dentro de mí y comenzó a sondearme con profundidad. Abrí mi boca y deje escapar mis gemidos. Sus movimientos se fueron acelerando y notaba como me golpeaba con sus testículos. Traté de echarlos la mano. No podía. Y Opté por lo fácil. Toqué los de mi marido, que parecían un apéndice del ano de Marta. El me miró y dejó una mano encima de mis pechos sudados. Me sonrió a la vez que ponía nuevamente esa cara extraña. Se corría. Marta aceleró su cabalgada y se dejó llevar al unísono con mi marido. Javier depositó sus labios sobre los míos y nuestras lenguas se juntaron proporcionándome un placer hasta entonces inexistente para mí. Un dedo de su mano me presionó el ano a la vez que ambos sufríamos los estertores de la eyaculación. Yo estaba borracha, lo se. Pero no estaba tanto como para no saber lo que pasaba. El sillón se manchó con el semen de Javier. ¡Qué más daba!

No se de quien fue la idea, pero lo cierto es que acabamos en mi habitación los cuatro. Más champán, más sexo.

Esa noche fui lamida por los tres, lamí a los tres, los dos hombres me follaron e incluso Marta arrimo su coño al mío en un alarde de elasticidad. Restregándonos mutuamente, estuvimos a punto de corrernos nuevamente. Los hombres lo impidieron. Nos tomaron de nuevo sin llegar a corrernos. Nos dieron las campanadas, pero las de las 8 de la mañana, tirados en mi cama follando. Ahora yo lo hacía con mi marido y Marta con el suyo. Como habíamos bebido mucha cantidad de agua, el pedo se nos fue pasando un poco y empezamos a ser conscientes de lo que estábamos haciendo. A ninguno pareció importarnos. Aunque yo notaba una sensación rara al ver a mi marido besando y follando con Marta. La misma sensación que notaba cuando la mano de Javier se posaba en mi raja y sus dedos se mezclaban con mis flujos. Decidí pasar de todo, dejarme llevar por aquella situación y gozar esa nueva experiencia que el destino nos había puesto allí mismo. Y vaya si gocé. No sé si folle más con Javier o con mi marido. Y tampoco me importa. Lo pasé estupendamente y sé que tanto Marta como mi marido también lo pasaron de miedo. Recuerdo poco. Recuerdo imágenes de nuestra orgía sexual encima de mi cama, pero lo que más me pone, es recordar las imágenes de mi marido penetrando a Marta y sacándosela para metérmela a mí y luego otra vez a ella, y luego otra vez a mi, mientras Javier se la meneaba encima de la cama, para al final, ceder a Javier mi coño empapado para que me follara con inusitada pasión y violencia dando paso a una corrida en mi cuerpo que no olvidare jamás. Buen comienzo el del año 2009. Mi marido ya no se acuerda del PALEÉ, su juego preferido es SEXYLANDIA. Y el mío también.


Coronelwinston


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Comentarios enviados para este relato
Saltarín Apasionado (28 de July de 2009 a las 00:07) dice: EXCELENTE RELATO !! ESTE SI QUE TE SALIO ESTUPENDO. SALUDOS.

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:44) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

trenko (18 de May de 2009 a las 12:47) dice: Tu relato me gusta mucho. solo decirte que sigas en esa linea. Si no ves comentarios mios es que me he ido de la pagina. He metido bien la pata con neofilder. Un saludo y ,as votso.

11deabril (14 de May de 2009 a las 02:08) dice: Oh my. Acabo de leer lo escrito. Perdonen las faltas de ortografía. Notebook nuevo.. aún me estoy adaptando a las teclas.

11deabril (14 de May de 2009 a las 02:06) dice: Aunque me gustan mucho tus relatos. Bastantes, para ser muy sinceros, me pregunto por qué no te pones más en el papel de hombre.. (sin ninguna intención de ofender, claro). Cambiar de sexo y transformarse en otra persona demuestra una gran versatilidad en lo referente al campo de la inteligencia emocional y de la literatura, pero ver un poco más de tí como persona sería bastante interezante. Algo que nos acerque más a quien realmente eres, o quieres ser. Solo una recomendación. Aparte de, me gustó mucho. Sigue así. Un besito. Abril.

Lachicaromy (13 de May de 2009 a las 18:38) dice: Que pasa coronel.....mientras muhos de nosotros pasamos la nochevieja de forma tadicional con la familia, .... tios, primos, hermanos, padres, abuelos etc. TU MONTANDOTELO A LO GRANDE. Un relato estupendo, como todos los demás. Un besito.

Neofilder (13 de May de 2009 a las 01:01) dice: Que barbaro, que fin de anio tan ardiente, lastima que mi esposa sea tan mojigata y no pueda darme esos gustos. Que envidia me dan los 4


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