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La nueva jefa...

Relato enviado por : Narrador el 08/08/2016. Lecturas: 5454

etiquetas relato La nueva jefa...   putas .
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Resumen
Cuando en las oficinas en las que trabajo, tras una protocolar reunión, finalmente apareció Don Ramiro Presidente de la empresa, nos anunció que mi jefe, de quien yo era la secretaria, había sido despedido por innumerables problemas de índole económico, en otras palabras por que lo agarraron robandole a la empresa. Todos incluyéndome a mi, nos quedamos pensando en quien sería el próximo jefe. Pero de inmediato Don Ramiro comenzó a decir tantas cosas positivas de esa nueva persona, pero sin decir su nombre. Que yo hasta pensé que seguramente sería alguien de afuera, y lo más probable es que fuera hasta un familiar suyo.


Relato
Pero cuando después de tomar un profundo respiro, fijando sus ojos en mí persona, dijo. Alicia por favor acérquese. Yo me quedé sin saber que hacer, hasta que finalmente una de mis compañeras me dio un empujoncito. Apenas llegué a su lado, dijo. Se que les sorprenderá pero Alicia tiene la preparación, y la experiencia necesaria, para hacerse cargo de esta oficina. Además fue la única persona que se dio cuenta, de los problemas que la empresa confrontaba. Yo a todas estas en parte ni idea tenía de que el viejo hablaba, ya que nunca delaté a mi jefe, por lo menos no que yo me acordase. Pero tras sonreír, y darle las gracias por su confianza, Don Ramiro me pidió que lo acompañase a mi nueva oficina. Donde ya estando a solas, cuando yo comencé a decirle que de donde había sacado eso de que yo me había dado cuenta de los problemas de la oficina. Tomándome entre sus brazos, me dijo. Es que ya no te acuerdas Alicia la última vez que nos vimos en el hotel, después de que pasamos tan buena noche. Algo que yo no podía negar, ya que era cierto. Esa noche en particular la empresa celebró no se cuantos años de fundada, y Don Ramiro no tan solo bailó conmigo, sino que no tuvo que esforzarse mucho para convencerme de que subiera a su habitación, sabiendo lo que me esperaba. Apenas llegamos, el viejo sin perder tiempo me ha recostado en su cama, me subió la falda del ajustado vestido que yo cargaba puesto, me bajó las bragas, y como un loco desesperado se dedicó por un buen rato a mamar todo mi coño, hasta que me hizo disfrutar de un tremendo y salvaje orgasmo. Luego sin más ni más me ha puesto boca abajo, y en un abrir y cerrar de ojos, que me lo ha enterrado toda su gruesa verga, por mi culo. Por lo que le respondí que si me acordaba. Pero el mirándome a los ojos mientras sus manos acariciaban todo mi cuerpo, en el medio de mi nueva oficina. Me dijo acuérdate que cuando íbamos saliendo pasé por el mostrador de la recepción, y cuando fui a pagar, tú me preguntaste, ¿Qué, por qué no lo apuntaba en la cuenta de la empresa como hacía tu jefe, con todo lo que le cobraban? En ese momento no le di cabeza, y hasta es más lo apunté a la cuenta de la empresa, pero al llegar a la oficina días después, me puse a hacer una revisión de todas las cuentas de tu ex jefe, y me di cuenta de que el muy hijo de la gran puta, aparte del tremendo sueldo que cobraba, también le estábamos pagando un sin fin de cuentas, como si fueran gastos de representación. Como el colegio de sus hijos, los pagos de la casa, la lancha, así como los del auto de su mujer, sin contar las cenas, ropa, y salidas familiares. En fin prácticamente le estábamos pagando el triple de lo que el cobraba. Tras escuchar a Don Ramiro bien sorprendida, ya que ignoraba todo eso, me tomó de la mano, y me llevó hasta la silla ejecutiva, en la que tras él sentarse, nada más le bastó quedarse viendo mi boca, y el grueso bulto que ocultaba su pantalón, para darme cuenta de que era lo que deseaba el viejo. Así que me arrodillé frente a él, le bajé la cremallera, y luego de extraer su miembro, sin demora alguna me lo metí en la boca. Por un buen rato se lo estuve chupa que chupa, lame que lame, hasta que Ramiro se vino dentro de mi boca, como en muchas otras ocasiones, para que yo terminase tragándome toda su leche, también como en muchas otras ocasiones. Después de arreglarme el cabello, y él su pantalón, me dijo. El manejar esta oficina no tiene ciencia, pero cualquier dificultad que se te presente, me llamas, y te diré que hacer. Tras lo cual, salimos como si estuviéramos conversando de los procesos de cobros.
Se podrán imaginar que no faltó el lengua larga, que diría que yo me acostaba con Don Ramiro, pero el detalle es que ninguno se atrevió a decírmelo de frente. Cuando regresé a casa esa noche, y se lo conté a mi marido, que fue el único que me dijo. Que hacía tiempo me debieron haber dado ese puesto, por lo bien preparada que estoy, y lo mucho que me sacrifico por la empresa. Bueno mis revolcadas con Don Ramiro, continuaron sucediendo, ya fuera en su propia oficina, o en algún hotel al que me llevaba, tras salir del trabajo.
Pero a medida que me fui haciendo cargo de la oficina, realmente. Me di cuenta de que la mayoría de los empleados, mis compañeros de trabajo, de la noche a la mañana se habían vuelto muy aduladores. Al punto que en ocasiones hasta me enfermaba escucharlos decir lo inteligente que yo era, lo lista, lo bien preparada, en fin tantas cosas, que antes ni por equivocación me decían. Pero dentro de ese grupo de empleados, hay uno de muy poca jerarquía, que es más bien una especie de chico de mandados, el cual cuando yo era la secretaria del jefe, de manera descarada, me desnudaba con su manera de mirarme. Pero desde que me nombraron Jefa, apenas me ve, se retira, o dirige la vista a otro lado. Pero aparte de eso, es algo más joven que yo, de contextura fuerte, y me comentó una de mis compañeras, que se acostó con él que tipo la hizo disfrutar un mundo. A diferencia de otros tipos en la oficina que se viene en un dos por tres, y luego se levantan y siguen caminando. No se si fue lo que aquella me comentó, o la curiosidad que me dio por su manera de ya no verme, que me provocó, hacer una de las mías. Así que una tarde justo antes de salir, lo llamé a mi despacho, y le dije que necesitaba su ayuda para re decorar mi oficina, ya que necesitaba cambiar algunos muebles de lugar. Por lo que cuando me aseguré de que estábamos solos, comencé con mi plan. Así que tras mover de lugar mi escritorio, y una de las butacas, le dije que se me ayudase a sacar un archivo, pero como se encontraba en un estrecho pasillo, yo me coloqué entre el archivo y él pidiéndole que me ayudase a jalarlo, así que al tiempo que jalábamos el archivo yo comencé a restregar mis nalgas contra su cuerpo. En cosa de un abrir y cerrar de ojos, sentí su erecto miembro, aun por debajo de la tela de su pantalón y de mi falda. Así que colocando mi mano hacia atrás y agarrando su parado miembro, coquetamente le pregunté que era eso. Él se quedó en silencio, mientras yo me daba la vuelta, y arrodillándome frente a él le bajé la cremallera de su pantalón. Extraje su erecto miembro, y lo dirigí directo a mi boca, y tras darle una corta mamada, al mismo tiempo que me quitaba mis bragas, me levanté, y lo conduje hasta el sofá que está en mi oficina. Donde me recosté, y tras separar mis piernas, y medio levantarme la falda del vestido, él dirigió su parado miembro al centro de mis piernas. Sentí su buen pedazo de carne caliente, como se deslizaba divinamente dentro de mi vulva. No es que mi marido no me haga feliz en la cama, o que Don Ramiro no me satisfaga, pero la verdad es que a medida que él continuaba penetrándome, y yo moviendo mis caderas como una loca, disfruté placenteramente de ser follada, como es debido. El resto de la tarde no hubo posición, que no hubiéramos practicado. Cuando salimos del edificio ya había comenzado a oscurecer, y mi esposo me esperaba sonriendo en nuestro auto, mientras que yo le dije al chico, en tono serio. Ya sabes mañana seguimos con la remodelación....

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:30) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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