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La pintora…

Relato enviado por : Narrador el 13/04/2012. Lecturas: 12210

etiquetas relato La pintora…   Maduras .
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Resumen
Aunque no acostumbro hablar de mis cosas con personas desconocidas, debido a la misma naturaleza de todo lo que me ha sucedido, como se que no puedo ni debo decírselo, ni a mi familia, ni a mis amistades, o alguna persona conocida, y desde luego que mucho menos a mi esposo, siento la imperiosa necesidad de hablar, sobre lo que me ha llevado a comportarme como una cualquiera


Relato
Tengo algo más de cincuenta y tantos años, soy casada, madre, abuela, y un sinfín de cosas más. Aparte de que desde que me retiré, decidí dedicarme a las artes plásticas, en particular a la pintura, ya que al poco tiempo de comenzar, me di cuenta de que esa en el fondo de mi alma era mi verdadera vocación, o por lo menos eso pensaba yo hasta hace poco.

Me encanta pintar retratos de las personas a las que conozco, por lo que me di cuenta de que aunque técnicamente puedo hacerle un retrato a cualquiera, y modestia aparte me quedan bastante bien. Pero si conozco a la persona a la que estoy pintando en el lienzo, me queda excelente, es como que capto su personalidad, su alma, sus sentimientos, en fin todo su verdadero ser.

Por esa misma razón, es que rara vez accedo a pintar a personas que no conozco. Pero como mayormente he sido autodidacta, con la intención de mejorar mi técnica, me inscribí en un curso avanzado de pintura que dan en la Universidad. Les confieso que eso de estar en un salón, con un sin número de personas mucho más jóvenes que yo, al principio me incomodó algo. Pero raídamente me adapté, y comencé a sacarle mucho provecho al curso. Lo único que no terminaba de gustarme, era el que en ocasiones, por falta de modelos, los mismos estudiantes voluntariamente posaban desnudos o desnudas para que el resto del grupo pudiera pintarlos.

Yo por mi edad, me dije a mi misma desde un principio que jamás llegaría hacer tal cosa, que primero le pagaba yo a una chica o un chico para que le pintásemos. Poco a poco, a medida que el curso fue avanzando, vi como todos los estudiantes iban ofreciéndose a modelar, desde una chica extremadamente gorda, a la que por lo visto no le dio ninguna vergüenza, el quedarse completamente desnuda ante todos, así como el mismo profesor, que es un hombre de unos sesenta años, que es un gran artista, pero flaco como un silbido, calvo como una bola de billar, y muchísimo más arrugado que una ciruela pasa. Además su gran bigote blanco, me hacían recordar, en una especie de cepillo para limpiar ventanas.

Cuando a las pocas semanas, de que habíamos pintado al Profe, él se me acercó y me comentó que tanto el grupo como él necesitaban una modelo especial, para ver cuántos de mis compañeros de curso, podían captar alguien que casualmente como yo fuera una persona madura, pero hermosa, alguien que reflejase la paz del conocimiento, y la sabiduría de la experiencia, que además no era necesario que me desnudase del todo, podía hacerlo con mi ropa intima puesta. Al escuchar sus palabras, francamente se me hacía imposible el negarme a posar para el Profe y mis compañeros de curso. Pero le dije que lo consultaría con mi esposo, al que después de que le hable sobre el tema, le pareció algo bien tonto y hasta gracioso, que alguien se interesase en pintarme así, por lo que sin mayor problema, me dijo que él no tenía inconveniente en que yo si quería posar desnuda en mi curso de pintura, lo hiciera. No sé, pero me sentí como que si mi marido no me valorase. Y quizás más fue por eso que le comunique al Profe que aceptaba posar completamente desnuda.

Realmente resultó ser algo muchísimo más sencillo, que lo que yo inicialmente había pensado. Al principio muerta de vergüenza, me costó algo de trabajo quitarme la bata que me puse en el baño, donde me quité toda la ropa. Pero apenas me fui quitando la bata, y tomé asiento en la butaca que estaba usando para sentarme, vi la mirada de interés de todos ellos en mi cuerpo, me fui sintiendo muchísimo más tranquila. Al grado que en lugar de volverme a ponerme la bata en los momentos de descanso, me dediqué a caminar completamente desnuda, entre mis compañeros, para ver cómo ellos iban pintándome.

Al terminar la sesión, varios de mis compañeros y compañeras, se me acercaron para pedirme que volviera a posar para todos ellos. Lo que muy gustosa acepté hacer durante las próximas clases, al tiempo que por consejo del Profe yo hiciera un autorretrato, a fin de aprovechar el tiempo, y no me quedase modelando únicamente, por el resto del curso.

Ese segundo día en el que volví a posar completamente desnuda para todos, al terminar esa clase, yo me quedé dándole algunos toques al autorretrato, mientras el Profe, se dedicaba a recoger alguno que otro pincel o tuvo de acrílico que se habían quedado en los atriles.

Después mientras aun yo no había terminado de retocar la pintura, se me acercó, y comenzó a observarla detenidamente, al tiempo que como quien no quiere la cosa, o de manera distraída, colocó su mano derecha sobre mi hombro izquierdo, al tiempo que con su mano Izquierda comenzó a señalarme aquellas partes de la pintura, que desde su punto de vista, yo había capturado la esencia de mi propio ser. Hasta que señalándome los ojos me comentó, que aunque era una hermosa mirada, en el fondo comunicaba algo de tristeza, como de abandono, algo de menos precio.

Yo quedé impactada por sus palabras, era justo lo que sentía por el comentario de mi esposo. Mientras me hablaba, sentí como su mano derecha se fue deslizando lentamente sobre mi nuca, y en cierto momento su mano Izquierda dejó de usarla para señalar el cuadro y la colocó sobre mi rodilla izquierda, sin dejar de hablarme y de ver la pintura, continuó diciéndome lo bella y hermosa que me estaba quedando, según él prácticamente era como alguien observase mi reflejo en un espejo.

Como ya saben me encontraba completamente desnuda, y a medida que el Profe continuó alabando mi pintura, su mano izquierda comenzó a deslizarse, desde mi rodilla hasta la cara interna de mi muslo izquierdo. Mientras que su mano derecha aun continuaba acariciándome suavemente mi nuca, su rostro se fue acercando al mío, y cuando sentí su abultado bigote blanco, contra mi rostro, no tuve la menor voluntad de rechazarlo. Por un largo e indefinido momento nos estuvimos besando acaloradamente, sus manos recorrieron sin vergüenza alguna la mayoría de los rincones más ocultos de mi cuerpo, acariciándome divinamente, como hacía muchísimo tiempo mi marido no lo hacía.

En el mismo sillón donde yo me encontraba sentada, el Profe continuó besándome y acariciando todo mi cuerpo, lentamente su rostro fue bajando hasta mis ligeramente caídos senos, los cuales beso y acaricio como nunca antes los habían acariciado y besado. Luego sentí como su grueso bigote blanco, se fue deslizando sobre mi estriado vientre, y sus manos suavemente se fueron colocando sobre mis rodillas, las que separaron sin oposición alguna de mi parte. Yo desde que comenzamos a besarnos, cerré mis ojos, pero al sentí su rostro frente a mi vulva, instintivamente los abrí, me impresionó en gran parte ver su brillante calva, frente a mi coño.

Casi de inmediato comencé a sentir sus labios, lengua, y dientes y bigotes, lamiendo mi clítoris, besándolo, chupándolo como vuelvo y digo, nunca antes lo había hecho. Yo gritaba pero de placer, a medida que mi profesor de arte, continuaba mamando mi coño. Fue tanta la excitación que me provocó a medida que sin cesar continuaba haciéndome ese tipo de delicias, que para mí misma sorpresa, disfruté de múltiples y seguidos orgasmos como nunca antes los había disfrutado. Quizás por la misma excitación hasta pienso que aluciné, y vi su brillante calva como si fuera un gigantesco glande, que en cualquier momento llenaría todo mi coño.

El Profe por un muy largo rato, estuvo haciéndome eso, al mismo tiempo que una de sus manos exploraban mi vulva, introduciéndola prácticamente por completo dentro de mí. Yo estaba disfrutando del colmo del placer, sin ningún tipo de inhibición, le pedía que me lo metiera. En cosa de segundos, él se desnudó por completo ante mis ojos, y aunque es un viejo mucho mayor que yo, flaco como un palillo, y con arrugas dentro de sus arrugas, al tenerlo de pie ante mí con su miembro bien erecto, no dudé en devolverle el favor, así que cosa que jamás ni nunca le había hecho a mi esposo, se la comencé hacer a mi Profe. Decididamente llevé mi boca a su miembro, y sin demora alguna me dediqué a mamar, intensamente, como si en ello me fuera la propia vida. De no haber sido porque él mismo me detuvo, yo hubiera continuado hasta las últimas consecuencias.

Pero tras separar mi cara de su miembro, me tomó por las manos y los pies de la butaca en que yo estaba sentada, los dos nos recostamos, mientras nos volvíamos a besar intensamente. Sentí como su miembro centímetro a centímetro me iba penetrando divinamente, yo no dejaba de prácticamente gritar por el placer que él me estaba haciendo sentir, me sentía deseada por él, lo que me excitaba muchísimo más de lo que puedo recordar, que mi marido alguna vez lo hubiera llegado hacer.

A medida que mi Profe, metía y sacaba su verga de mi caliente coño, yo movía mis caderas intensamente. Sin importarme que yo le estuviera siendo infiel a mí esposo, la verdad es que ni pensaba en mi marido, solo deseaba que eso no terminase nunca. Yo seguí disfrutando de múltiples orgasmos, hasta el mismo momento en que él alcanzó el clímax. Y aun así, permanecimos abrazados sobre el piso por un largo rato.

Al levantarnos, sin soltarnos de las manos fuimos al baño, yo me asee y vestí frente a él, y le dije que había sido una experiencia extraordinaria. Él por su parte prácticamente repitió mis palabras, ambos sabíamos que solo había sido algo que no habíamos planificado, y aunque en realidad me encontraba muy molesta con mi marido, lo que hice con el Profe, no fue por vengarme ni nada de eso, simple y llanamente fue algo que se dio entre nosotros dos en ese instante.

Nunca antes le había sido infiel a mi esposo, pero no por eso iba a contárselo, ya que conociéndolo como lo conozco, sé que me diría de puta para abajo, sino es que antes me pega un tiro. Por lo que decidí no decirle nada a él.

Continué en el curso de pintura, y aunque el Profe y yo no volvimos hacer más nada, le tengo un aprecio que ni él mismo se lo puede imaginar, de paso el autorretrato que hice se lo regalé a él. Yo al terminar el curso, continué pintando retratos. A familiares, y alguna que otra amistad, pero un día se me acercó una de mis hijas y me presentó a su novio, un chico seco, sin nada que me explicase que había visto mi hija en él.

Poco a poco lo fui conociendo, y aunque a mi esposo le agradaba de sobre manera, a mi no terminaba por caerme bien. Fue a mi hija la que se le ocurrió, que como ella se iba a ir de viaje por un intercambio estudiantil, me pidió que le pintase un retrato de su novio, para cuando ella regresara, regalárselo a la madre de él. La verdad es que la idea no me gusto para nada, pero ya saben, que cosas no hace una por las hijas.

Después de que mi hija se fue de viaje por un par de meses, me puse de acuerdo con su novio, para que pasara por casa para pintarle un retrato. Mi esposo es un adicto al trabajo, se levanta bien temprano, y por lo general por no decir que siempre llega bien tarde en la noche, y no hace otra cosa que trabajar en la fábrica de la que somos dueños, y eso me consta ya que en par de ocasiones por aquello de prevenir, le he puesto un detective a investigarlo, y los resultados han sido siempre los mismos, además no importa la hora, me le puedo presentar a la fabrica, sin anunciarle mi visita y lo encuentro trabajando solo, incluso hasta los fines de semana.

Así que cuando el novio de mi hija pasó por casa, de inmediato comenzamos a trabajar, y lo cierto es que no estaba inspirada. Si lo estaba pintando, pero sin encontrar esa chispa que busco poner en el lienzo, cuando hago el retrato de alguien. Ya estaba terminando el retrato, resignada a que se quedase así, técnicamente muy bien, pero sin más nada. Cuando se me ocurrió decirle en broma que se quitase la ropa para hacerle un torso desnudo, pero para mi hija.

Por lo visto su novio no entendió o comprendió, y como si le hubiera pedido que se desnudase por completo, así lo hizo. Yo en parte tuve que disimular mi sorpresa, pero me pareció muy graciosa la situación. Fue cuando me detuve a observar todo el cuerpo, del que supuestamente en algún momento llegaría a ser mi futuro yerno. Realmente él tiene un cuerpo atlético, pero sin llegar a ser un monstruo levantador de pesas. Pero lo que indudablemente captó toda mi atención fue su miembro, nada del otro mundo, pero algo tiene que no podía quitarle mis ojos de encima, y hasta él se dio cuenta de ello. La situación era bien incomoda para los dos. Pero no por eso no iba a dejar de hacer ese segundo cuadro, y a medida que fui dando los primeros trazos sobre el lienzo. Raídamente noté que algo había cambiado, en cuanto a la manera en que yo lo estaba viendo.

Aunque la pose que le pedí tomar era una sencilla sin mucho esfuerzo para mantenerla, en varias ocasiones me le acerqué para supuestamente corregir algo. Fue en el último de esos momentos en que me le acerqué, que sin pestañar siquiera me le quedé viendo a los ojos, y fue cuando finalmente pude ver esa llama que hay dentro de él. Mi mano se encontraba presionando ligeramente su abdomen, cuando sin yo misma saber como la fui deslizando hasta agarrar su recogido miembro. En fracciones de segundos, sentí como su verga se fue poniendo dura y erecta entre mis dedos. De eso a besarnos mutuamente, fue un solo paso. No pensé en mi hija, mi marido, ni en más nadie, solo en él.

Era como si nosotros nos hubiéramos conocido de toda la vida, y en sin fin de ocasiones hubiéramos hecho eso. Nos besamos intensamente, rápidamente él me desnudó sin que yo tuviera la más mínima intención de impedírselo. El calor de su piel, me desquició, y me supongo que él debió sentir otro tanto por mí, ya que cuando voluntariamente me arrodillé frente a él, y agarré su miembro, él no hizo nada para impedirlo. Casi de manera compulsiva me dediqué a mamárselo, por un corto rato. Fue él quien separó mi rostro de su verga, y tomándome de la mano, me condujo a mi propia habitación. Donde los dos completamente desnudos continuamos besándonos, acariciándonos, y actuando como si estuviéramos poseídos.

En cierto momento sentí sus dedos no en mi vulva sino sobre mis nalgas, las que lentamente fue explorando, hasta encontrar mi esfínter. No hizo falta que me dijera nada, supe de inmediato cuáles eran sus intenciones o deseos, quizás me pude haber equivocado, pero después tuve la satisfacción de saber que había acertado plenamente. Aunque en mi vida jamás había llegado a practicar el sexo anal, ya que la única vez que a mi esposo se le ocurrió insinuármelo, lo insulté y lo menos malo que le dije fue depravado sexual. Pero eso fue hace muchos años cuando recién y nos habíamos casado, hasta lo amenacé, no tan solo con divorciarnos, sino con contárselo a todo el mundo, incluso a mí suegra, para que le diera vergüenza.

Pero en los momentos que el novio de mi hija me tenía entre sus brazos, y me estaba besando acaloradamente, cuando sus dedos los comenzó a introducir atravesando mi esfínter, supe que no podía negarme. Así que a medida que nos fuimos besando, yo lentamente le fui dando la espalda, y comencé a sentir como a la vez que una de sus manos se enterraba dentro de mi culo, la otra me la enterraba dentro de mi coño. Provocándome una gran excitación. Por un buen rato entre besos, caricias, y la manera en que me fue introduciendo sus dedos dentro de mi cuerpo, yo estaba más que deseosa, aunque algo temerosa de que él continuase.

En cierto momento, ya me encontraba yo acostada completamente boca abajo sobre mi cama, sus manso las sentía bien adentro de mi coño, como de mí culo, cuando las comenzó a retirar, y a los pocos segundos sentí su lengua sobre mi esfínter, la sensación fue única, algo embriagante, su saliva corría entre mis nalgas, y al poco rato se detuvo y comencé a sentir esa cosa dura y caliente en la entrada de mi culo.

Les diré que si me dolió cuando él comenzó a penetrarme, hasta unas cuantas las lagrimas se me escaparon, por el dolor que sentía, pero quizás por su saliva, o por el tiempo que estuvo introduciendo sus dedos entre mis nalgas, ese dolor aunque intenso fue algo pasajero. A medida que él me enterraba y sacaba su verga de entre mis nalgas, yo comencé a mover mi culo, con gusto. El dolor había dado paso a un placer que desconocía hasta esos momentos, una de sus manos se volvió a enterrar dentro de mi coño, arrancándome gritos de placer, a medida que me sin detenerse él continuaba moviéndose sobre mi cuerpo.

Por un largo rato disfruté de los placeres que él me estaba proporcionando y yo a él simultáneamente, no pensaba en nada ni en nadie, solo deseaba que eso jamás se terminase, sus dedos dentro de mi coño, en repetidas ocasiones me habían hecho disfrutar de varios y potentes orgasmos, al tiempo que su verga sin cesar no dejaba de entrar y salir de entre mis apretadas nalgas.

Por un buen rato continuamos esa danza sobre mi cama, cuando de momento él sacó su miembro de mi culo y tomándome de manera salvaje por mi cabello, llevó su verga a mi boca, la que yo sin importarme donde había estado metida me dediqué a mamar intensamente, hasta que sentí como mi boca se inundaba con todo su semen, el que a su vez prácticamente me obligo a tragar.

Por un buen rato nos quedamos en la cama, sin decirnos nada, hasta que de momento me dijo, casi llorando. Que a pesar de lo que ambos habíamos hecho, él amaba a mi hija. Que no sabía cómo explicar lo que nos había pasado, pero que aunque él no la volviera a ver más nunca, por lo que yo más quisiera no le contase lo que pasó entre nosotros dos. Sus palabras me tocaron el corazón, y no pude menos que decirle que no hablásemos más de lo sucedido, que fue algo que pasó y más nadie se debía enterar.

El chico se vistió, se marchó y yo sin tan siquiera vestirme ni asearme, me dirigí a los dos cuadros, y finalmente pude plasmar ese oculto sentimiento. El cuadro en que lo pinté de torso desnudo, se lo quedó mi hija, y el del retrato se le regaló a su madre. Eventualmente mi hija se caso con dicho joven, lo único que posteriormente, le dije a él con referencia a lo sucedido entre nosotros dos, fue que le diera el mismo trato que me dio a mí en la cama. Yo sigo pintando, me pregunto ¿quizás quieras ser mi modelo en un futuro cercano?….


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Si te ha gustado La pintora… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar La pintora…. Narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
zeya86 (7 de April de 2013 a las 06:43) dice: orale muy buen relato y con lo mucho k me gustan las mujeres maduras... con gusto

genaroincesto (19 de April de 2012 a las 15:45) dice: HOla... me encantaria ser tu modelo.. mi mail es luxor.ramses11@gmail.com

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:08) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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