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Las Garrapatas…

Relato enviado por : narrador el 06/02/2014. Lecturas: 4555

etiquetas relato Las Garrapatas…   Confesiones .
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Resumen

 

Mi esposo Javier, hasta no hace mucho que trabajaba en una gran empresa, de la que después de un sin número de años, felizmente ya se jubiló. Fue cuando a él se le ocurrió comprar la finca en la que actualmente vivimos. Para mí que aun no cumplo los cincuenta, fue un duro cambio, ya que perdí contacto con mis amistades, me sentía triste, aburrida, y creo que hasta ya comenzaba a sentirme deprimida. Pero por otro lado, después del incidente que me sucedió con las garrapatas, todo cambió… 




Relato

 

Javier y yo nos llevamos más de veinte años de diferencia, y sus intereses definitivamente han cambiado con los años. Hasta no hace mucho tiempo, antes de que se jubilase, nada más bastaba que me viera salir de la ducha, o que yo anduviese en pantalones cortos dentro de la casa, para que él de manera casi viciosa se me fuera encima.

Pero ahora ni atención me pone, se la pasa más tiempo concentrado en sus plantas, y animales, que lo que se fija en mí. Eso en parte me afectó tanto, al ver que Javier, en ocasiones hasta me ignoraba, yo de nada lloraba, de manera desconsolada. Pero para evitar eso, salgo a caminar por los terrenos de la finca, en ocasiones llego a una retirada posa, y me la pasaba todo el día mojándome los pies, y tomando cerveza yo sola, recordando el pasado.

Pero un día en lugar de tomar el mismo camino, decidí cortar atravesando un pajonal, pero antes de entrar en el mismo. Don Severo, el único peón de la finca, un viejo un poco mayor que mi esposo, me advirtió que no lo hiciera, ya que todavía él no le había rociado el plaguicida, para matar las garrapatas. Yo la verdad ni caso le hice, y me fui por el mismo medio del pajonal, hasta la posa.        

Apenas llegué a la posa, comencé a sentir una serie de picadas por todo el cuerpo, ya que para colmo ese día andaba en pantalones cortos, y cuando me fijé, me di cuenta que por mis piernas y brazos, caminaban una serie de puntitos oscuros, que  se fijaban a mi piel chupándome la sangre. Yo en mi desespero, hasta me metí con todo y ropa en la posa, fue cuando apareció nuevamente Don Severo, diciéndome. Se lo dije que ese campo estaba lleno de garrapatas, ahora lo mejor es que, lo más rápido que pueda, se las saque todas, porque sino hasta le puede dar fiebre, calentura, y haya que llevarla al hospital.

Yo a medida que lo fui escuchando, seguí arrancándome todos esos puntos negros que veía sobre mi cuerpo. Pero de momento comencé a sentir que ya hasta debajo de la ropa seguían picándome. Fue cuando Don Severo acercándose a la orilla de la posa me entregó un frasco, diciéndome. Eso es jabón, que le puede ayudar a que se saque la mayoría de las garrapatas, pero las que tenga entre las piernas, y el culo si están escondidas, eso no le hace nada.

Yo de inmediato me eché el liquido encima de mi cuerpo, fue cuando también me di cuenta de que la camiseta que yo estaba usando, al mojarse completamente se transparentó toda, dejando ver a Don Severo, mis tetas sin mucha dificultad. Fue cuando él me dijo, lo mejor que puede hacer, es quitarse eso y revisarse bajo las tetas, no sea que tenga alguno de esos animalitos escondidos entre la piel.

Como era tanto el pico que comencé a sentir, de momento bajo mis tetas, no dudé ni un segundo en quitarme la camiseta y el sostén que cargaba puesto. Y en efecto bajo ambas tetas, pude ver una gruesa línea de esos puntos negros, algunos ya habían comenzado a chuparme la sangre, pero al pasarles el agua con ese jabón cayeron de inmediato al agua.

Pero no bien ya había comenzado a sentir el alivio bajo mis tetas, cuando entre mis nalgas, y mis muslos, comencé a sentir esas insufribles picadas. Yo no había reparado, en que Don Severo se encontraba casi a mi lado, al momento de quitarme la camiseta, él plácidamente me estaba observando, mientras que yo en mi desespero, comencé a sentir como las garrapatas me picaban entre mis nalgas, mis muslos, y hasta dentro de mi coño.

Por lo que no dudé ni un segundo en tirarme sobre la orilla de la posa, al mismo tiempo que me quitaba los pantalones cortos, y mis pantaletas blancas, las que se encontraba llena por todos lados de esos oscuros puntitos negros o marrones oscuros. Al igual que con mi camiseta, los llené con el jabón que me dio Don Severo, y como por arte de magia se fueron cayendo todas esas garrapatas al agua. Pero el picor entre mis nalgas, y mi coño se acentuó de momento.

Yo comencé de manera desesperada a rascarme, cuando el viejo peón me dijo. Si usted quiere yo la ayudo, pero eso sí déjese de rascar, y quédese quieta, porque si no las picadas se le pueden infectar. Yo me sentía desesperada, y tirada sobre la orilla de la posa, procuré calmarme a pesar de las constantes picadas, que sentía sobre todo, entre mis nalgas.          

Don Severo se me acercó más, y tras ordenarme que me pusiera boca abajo, cosa que de inmediato hice él comenzó a pasar sus dedos llenos de ese jabón entre mis nalgas, rápidamente la mayoría de los animalejos esos cayeron, pero en varias ocasiones, él tuvo que arrancar algunos con sus propios dedos. Luego en el mismo tono de voz, y haciéndole honor a su nombre, Don Severo secamente me ordenó que me diera la vuelta, y me quedase con mis piernas abiertas.

Bien asustada vi como casi todo mi coño, estaba cundido de garrapatas, algunas ya habían comenzado a chuparme la sangre, pero apenas el viejo peón comenzó a enjabonar mi coño, la gran mayoría de ellas cayeron al agua. Luego él detenidamente, fue arrancando una a una, todas aquellas garrapatas que yo tenía pegadas a mi vulva. Al tiempo que con su otra mano comenzó a frotar más y más de ese jabón por todo mi cuerpo, especialmente entre mi coño y mi culo.

Hasta que llegó el momento en que esas mortificantes picadas, habían cesado del todo, en su lugar comencé a sentir primero un gran alivio, además de ese olvidado placer, de ser acariciada por un hombre, en mis lugares más íntimos. A Don Severo seguramente no le costó mucho trabajo en darse cuenta, de lo excitada que yo me encontraba, yo sin decir palabra, lo vi suplicándole que continuase, por lo que sin dejar de acariciar todo mi coño, con una de sus manos, con la otra se fue abriendo el pantalón sin que yo opusiera la menor resistencia, es más estaba tan y tan agradecida por lo que me había hecho, pero mucho más agradecida por lo que sabía que me iba hacer.

Que de inmediato separé más mis piernas, y cuando sentí su cuerpo sobre el mío, poco me importó que fuera el viejo peón de la finca, quien estuviera a punto de clavar su verga dentro de mi coño. Así que a medida que él me fue penetrando, al sentir sus labios sobre los míos, nos fuimos besando de manera ardiente, sus manos recorrían todo mi desnudo cuerpo, y mis caderas yo las restregaba contra su cuerpo, una y otra vez. En esos instantes, no pude menos que compararlo con mi esposo que ya ni me tocaba.

Desde que nos mudamos a la finca, ese fue el mejor día que tuve, Severo me enterró dentro de mi caliente y agradecido coño una, y otras vez su erecto, y duro miembro. Mucho tiempo había pasado sin que yo disfrutase de un arrebatador clímax, como los múltiples orgasmos, que tuve el placer de disfrutar gracias a Severo. Una vez que terminamos, nos seguimos besando por un buen rato, y hasta llegamos al acuerdo de seguir viéndonos en ese lugar, el próximo día.

Después de revisar toda mi ropa, finalmente nada más me puse el pantalón corto y la camiseta, y me encaminé para casa. Al llegar, sin vergüenza alguna me desvestí frente a Javier, quien al parecer por su manera de actuar, definitivamente no le llamé la atención. Es más después de desnudarme, envuelta en una pequeña toalla, le conté lo de las garrapatas, no todo, por supuesto. Solo le dije que yo misma en la posa me las había quitado, y hasta le pedí que me revisara, a ver si quedaba alguna.

Cuando mi marido se acercó a mí, le mostré todo mi coño, y hasta mi culo, y él solo se limito a dar un corto vistazo diciéndome, no, no veo ninguna garrapata. Y dándose la vuelta salió del dormitorio. Yo tuve hasta ganas de decirle que desde luego que no veía ninguna ya que el viejo Severo me había ayudado a quitarme todas, pero me aguanté. Además recientemente descubrí, que el pobre de Javier, se está quedando sordo. Ya que los otros días, Severo y yo nos encontramos, en el tras patio de la casa, que es un gran pajonal, donde tuvimos un fogoso encuentro. Y aunque vimos a pocos pasos de nosotros a mi marido, él pobre gracias a Dios no nos escucho, y eso que por un buen rato me dediqué a chupar la verga de Severo, y para no olvidarlo hasta nos tomamos unas cuantas fotos.

 

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Comentarios enviados para este relato
delia_pastrana (8 de February de 2014 a las 05:46) dice: Exelente relato amiga, siempre encontramos a alguien para cubrir nuestros deseos.

felipepan (8 de February de 2014 a las 05:13) dice: che bueno el relato. mira lo que hacen algunos bichitos,

dicarlo17 (2 de April de 2014 a las 00:56) dice: Super que rico ser una garrapata y comerte todas esas tetas y coñito. sigue publicando y enviando mas foticos

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:32) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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