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Las Perversiones del Faraón

PuntoH Relato enviado por : PuntoH el 20/07/2014. Lecturas: 10602

etiquetas relato Las Perversiones del Faraón   Anal .
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Resumen
Pero todo eso no satisfacía por completo al sádico faraón. Ahora el esclavo iba a ser embestido por el culo teniendo que soportar el desgarro seguro que provocaría la penetración del monstruoso miembro del faraón.


Relato
En el antiguo Egipto, Osiris, el príncipe faraón era conocido por su crueldad, prepotencia, arrogancia y además por ser un gobernante que gustaba mucho del sexo, pero no precisamente con mujeres sino que tenía un gusto selecto por los hombres. Osiris pertenecía a una dinastía de hombres hermosos que ostentaban del poder. Tanto el antiguo faraón Nebed, su padre, como el resto de su prole masculina, se caracterizaban por ser poseedores de un físico atractivo y un rostro bello, tanto así que se asemejaba más a la belleza femenina al carecer de facciones duras atribuibles más a los varones.

Osiris era alto y delgado, su cuerpo era armónico con una distribución muscular perfecta, tenía manos grandes y hermosas, su rostro era fino y tenía unos ojos turquesa comparables con el color del Nilo. Pero uno de sus mayores encantos se hallaba en su entre-pierna, ya que en el pueblo era conocido como un secreto a voces la gran dotación del príncipe. Algunos esclavos que habían tenido ocasión de ser sodomizados por él decían que tenía un miembro de tamaño descomunal fácilmente comparable con un hombre de raza negra.

Osiris deseoso de tener sexo con carne esclava fresca, manda a dos de sus guardias reales a buscar a los calabozos a un nuevo esclavo, la condición es que éste debía de gustarle o de lo contrario ambos guardias serían inmediatamente degollados por no satisfacer el deseo de su faraón. Los guardias ya sabían que al príncipe le gustaban los hombres con rasgos bien masculinos, idealmente peludos y musculosos por excelencia. Es así como llegan hasta Abir, un esclavo joven israelí que había sido capturado hace un par de horas y que reunía todas las condiciones físicas que gustaban al príncipe faraón.

Abir, era un joven atractivo, robusto y fornido. Tenía músculos muy desarrollados dado el trabajo de agricultura que desempeñaba en su tierra natal. Una barba pronunciada y una cabellera negra de un largo medio, ojos negros de mirada penetrante. Su vestimenta dejaba al descubierto su torso completamente peludo, brazos y piernas fuertes y sobre todo una actitud de altanería que lo hacían más apetecible a ojos de aquellos que gustan de la rudeza propia de un macho primitivo.

Los guardias le informan que el príncipe ordenaba que se presentara ante él. Abir dado su carácter enérgico se opone a obedecer el mandato y mira desafiante a los guardias dando a entender con su postura que no estaba dispuesto a obedecer las órdenes de quien no era su gobernante. Como estaba atado de manos por los grilletes adheridos a la pared, no se hizo difícil para los guardias reducirlo a golpes para luego llevarlo a la fuerza ante la presencia del faraón.

Al momento de ingresar al templo, Osiris se hallaba sentado en su trono con tres sirvientes a su alrededor. Uno de ellos el de raza negra propiciaba aire con plumas de avestruz, otro moreno le daba de comer frutos secos en la boca, mientras el tercero, un hombre blanco, de musculatura tonificada y completamente desnudo besaba los pies del faraón. Osiris, se percata de la presencia de los guardias con el esclavo solícito y con una mirada seria pero aprobatoria da a entender a sus guardias que el esclavo era de su gusto, no obstante, con un gesto les indica que aún no era el momento de hacer el contacto sexual.

El faraón con un chasquido de dedos se dirige al sirviente negro y al moreno para que se detengan y se unan al tercero que se encargaba de lamer sus pies. Abir retenido de los brazos por ambos guardias observaba con enojo y desprecio como los tres sirvientes pasaban sus lenguas por los pies del faraón. Osiris percatándose de ello, esboza una sonrisa perversa y con dos chasquidos indica a sus sirvientes que comiencen a ascender con la lengua alrededor de sus piernas. El sirviente negro era el más grande de los tres, tenía grandes músculos y no solo eso, bajo su ropaje se evidenciaba una verga que colgaba semi-erecta y seguro que en cuestión de minutos se convertiría en uno de esos enormes miembros tan típico de los hombres negros. Éste al parecer no solo contaba con una gran verga, sino que también tenía una tremenda lengua parecida a la de un animal con la cual lamía lujuriosamente las piernas de su amo. El sirviente moreno también tenía un físico musculoso pero más tonificado, era peludo y además dejaba entrever su excitación y deseo por el miembro de su amo, ya que era el más erecto de los tres y el que más cerca de la entrepierna del faraón llegaba. Mientras que el sirviente blanco, si bien era hermoso y musculoso se notaba un poco más tímido que los otros dos, puesto que solo se atrevía a llegar con su lengua hasta las pantorrillas del faraón.

Osiris al ponerse de pie y teniendo a sus tres sirvientes lamiendo sus extremidades inferiores, miraba fijamente a Abir como queriendo darle a entender que él sería el próximo que estaría a sus pies para satisfacer su deseo carnal. Es así como indica a sus sirvientes que se detengan y solicita a los guardias que acerquen al esclavo para que éste comience por lamer sus pies hasta llegar al lamido inminente de su verga.

Abir opone resistencia y se niega a obedecer la orden del faraón tratando de zafarse de la opresión de los guardias. Pero eso era casi un imposible, porque a pesar de la fuerza física de Abir, la de los guardias era evidentemente superior. Lo llevan ante el faraón, y éste al ver que el esclavo estaba reticente a entregarse fácilmente, ordena a sus sirvientes que lo aborden y lo obliguen a someterse a una vejación sexual para luego él poder dar rienda suelta a sus pervertidas intensiones.

Los guardias le propician un par de golpes para reducirlo y permitirles a los sirvientes que lo prepararan para ser sodomizado posteriormente por el faraón. Es así como Abir agotado comienza poco a poco a desistir de su lucha, evidenciando su cansancio y entregándose involuntariamente a las tocasiones que los sirvientes ya le estaban realizando. El sirviente moreno lo comienza a despojar de su vestimenta, al tiempo que el negro acariciaba sus nalgas introduciendo uno a uno sus gruesos dedos por el agujero de Abir. El sirviente blanco de rodillas comenzaba a sobajear con su lengua el gran bulto de Abir, que sin saber éste como, pero comenzó a reaccionar a la estimulante lengua del sirviente del faraón.

Estando Abir completamente desnudo y siempre retenido de los brazos por los guardias, comienza a ser erotizado por los sirvientes, tanto el blanco como el moreno se encargaban de lamer su verga ya erecta además de sus testículos, al tiempo que el sirviente negro lamía su culo para lubricarlo y luego con los dedos irlo dilatando de manera que el faraón lo pudiese penetrar hasta el fondo.
Abir ya no oponía resistencia, pero tampoco daba mayores indicios de estar gozando de la situación, pero ello era más bien por orgullo puesto que cada vez sentía más y más placer que no estaba dispuesto a manifestar es por ello que solo se limitaba a mirar desafiante al faraón.

Por su parte Osiris, disfrutaba de la escena y esperaba la señal de entrega por parte de Abir para luego tenerlo a su completa disposición. Los sirvientes seguían su labor para excitar a Abir, hasta que éste no aguantando más deja escapar un gemido de placer. Esa era la señal, ya estaba entregado y dispuesto a disfrutar del sexo con su realeza. Osiris con una expresión de arrogancia se corre el taparrabo de su traje y exhibe ante Abir la verga más grande que el israelí había visto nunca. Era un miembro del grosor de una botella y de un largo que parecía de caballo, tenía una cabezona enorme y unos huevos grandes al parecer rellenos de semen ya que su volumen era algo sobresaliente.

Osiris indica a los sirvientes que se detengan y a los guardias que acerquen al esclavo hacia él. Es así como Abir se halla de rodillas ante el miembro gigante del faraón. Osiris le ordena que comience primero por lamer sus pies y Abir obedece tal y como lo habían hecho anteriormente los sirvientes, sin embargo, aún quedaba en él algo de ese orgullo de macho que estaba siendo ultrajado. Lame los pies, pero en su momento se detiene para escupirlos también. Esto provoca la ira del faraón y ordena a los guardias que lo inmovilicen y abran la boca del esclavo por ambos extremos de manera que no pueda morder.

Osiris toma su miembro y lo dirige hacia la boca abierta de Abir, acto seguido comienza a lanzar un chorro de orina que desembocaba directamente en la boca del esclavo. Abir solo cierra los ojos y comienza a hacer arcadas, era tanta la orina del faraón que era imposible no ahogarse mientras ingresaba a su garganta. Osiris se reía con perversión disfrutando de la humillación a la que sometía a tan altanero esclavo. Le excitaba ver como su orina escurría desde la boca de Abir pasando por su torso y dejando su pelaje en pecho totalmente mojado. Una vez que lanza la última gota de orín, introduce su verga en la boca de Abir y comienza a empujar hasta sentir que su glande tocaba las amígdalas del esclavo.

Abir podía sentir como el miembro del faraón crecía al interior de su boca, tanto así que si no fuera porque los guardias tiraban de ella hubiese sido imposible tragarse esa verga de burro que estaba introducida hasta la mitad de su largo, siendo imposible tragar un centímetro más. Osiris después de embestir con su verga la boca de Abir, expulsa un río de esperma caliente y viscoso en su interior. El esclavo tragaba y tragaba, de lo contrario moriría por ahogo y asfixia. El faraón termina de eyacular y retira su miembro de la boca de Abir, de la cual escurrían chorros de leche que bañaban el cuerpo del esclavo.

Pero todo eso no satisfacía por completo al sádico faraón. Ahora el esclavo iba a ser embestido por el culo teniendo que soportar el desgarro seguro que provocaría la penetración del monstruoso miembro del faraón.

Acto seguido, Osiris ordena a sus guardias que volteen al esclavo y lo doblen boca abajo, y lo dejen de rodillas con el culo en alto para quedar a completa disposición de su verga que ya había recuperado su enorme erección. Cuando Abir ya estaba en posición para la práctica de sodomía, Osiris observa que su hoyo ya se encontraba dilatado por la metida previa de los dedos del sirviente negro, sin embargo, se veía seco. Por ende ordena a los sirvientes que siempre estuvieron ahí presentes observando, que lamieran la leche que estaba distribuida por el cuerpo de Abir, para luego escupirla alrededor e interior del hoyo y así conseguir la lubricación requerida para introducir su gigante miembro.

Abir, aún consciente sabe bien lo que vendría y ya sin resistirse permite que los sirvientes cumplan el mandato del faraón. Comienza la violación por parte de Osiris, y como era de suponer un dolor indescriptible comienza a apoderarse del ano de Abir, éste como está sujeto por los guardias no le queda más que dejarse poseer por ese miembro duro como un fierro y de un grueso de burro. El faraón sin piedad alguna empuja su verga en el culo de Abir hasta conseguir la penetración al son de los gritos de dolor del esclavo. A cada empuje Abir va sintiendo como su culo se desgarra para que la verga del faraón pueda abrirse paso. Osiris embiste el culo de Abir con fuerza como queriendo partirlo en dos, va metiendo y sacando el miembro hasta conseguir su objetivo de penetrarlo por completo haciendo incluso rebotar sus grande huevos en la parte baja del culo de Abir. Transcurrido un rato eterno para Abir, Osiris comienza a derramar su leche caliente que comienza a inundar el culo del esclavo. El faraón hace retiro de su miembro y Abir cae el suelo prácticamente inconsciente. Osiris da la venia a los sirvientes para que se masturben sobre el cuerpo de Abir y terminen por bañarlo de semen. Los tres sirvientes acatan gustosos la orden de su amo y tras una masturbación rápida esparcen un charco de leche que recorre desde la cabeza a los pies el cuerpo exhausto de Abir.

Osiris, indica al sirviente blanco que limpie con su lengua los restos de semen que aún goteaban de su miembro. Una vez que el esclavo deja completamente limpia con su lengua la verga del faraón, éste ordena a los guardias que pongan de pie a Abir, lo mira a los ojos con una expresión maléfica y abre su boca para sentenciar: - “Lleváoslo, quiero que lo degollen”.

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Comentarios enviados para este relato
PuntoH (4 de October de 2014 a las 19:09) dice: placerdisculpable.blogspot.com

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:51) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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