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Las travesuras de mi sobrina Verónica.

Relato enviado por : narrador el 20/03/2012. Lecturas: 16812

etiquetas relato Las travesuras de mi sobrina Verónica.   Confesiones .
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Resumen


El siguiente relato en gran parte me lo hizo, una de mis sobrinas. Pero de la que yo menos esperaba se viera envuelta, en una situación tan escabrosa como la que me narró. Por la que yo procuré brindarle apoyo, un apoyo que a los dos, se nos fue de las manos. Hasta que descubrí que no todo lo que ella me dijo era del todo cierto.



Relato
Pero vamos a los hechos, yo me encontraba en mi bufete, ya listo para marcharme, cuando mi secretaria María Luisa me hizo saber que mi sobrina Verónica recién y había llegado. Como no era nada común el que ella me visitase, me apresuré a recibirla, e indicándole a mi secretaria que se podía retirar, que yo me encargaría de cerrar. Vero, como le decimos de cariño en la familia, apenas entró me dejó bastante sorprendido, por su manera de vestir, en esos momentos usaba, un vestido negro enterizo, bastante escotado y ajustado a su cuerpo, cuya falda apenas y le llegaba a la parte superior de sus muslos.

Cuando se quedó a solas conmigo, de inmediato rompió en llanto. Lo que me puso algo nervioso, jamás la había visto vestir ni actuar de esa manera, por lo que para que se relajase un poco la tomé entre mis brazos, para darle consuelo y apoyo. Pero bastante preocupado y lleno de curiosidad por saber que había afectado a Vero de esa manera. A penas mi sobrina se calmó un poco, y tomó asiento en el sofá que tengo dentro de mi oficina. Le pregunté que le sucedía, ella tomó algo de aire y dejando de llorar me dijo, sin más ni más. Tío le he sido infiel a mi esposo.

Al escucharla como me quedé más sorprendido todavía, ya que como les dije, de la menos que esperaba una conducta como esa, era de ella. Pero lo que después me dijo, me dejó más sorprendido y confundido todavía. Tío lo peor de todo, es que me ha gustado. Al escucharla decir esas palabras, me levanté de su lado, y me dirigí a bargueño que tengo en mi oficina, serví generosamente dos copas de brandy y regresé al lado de Vero, entregándole una de las copas para que se relajase un poco de los nervios, ya que me di cuenta que se encontraba bastante afectada, por la situación que la trajo donde mi.

Tras tomar unos cuantos sorbos del brandy, le pregunté por Domingo su esposo. A lo que Vero me respondió, que recién lo había dejado en el aeropuerto, ya que tuvo que salir de viaje para ir a las oficinas de la empresa, para la cual trabaja en Nueva York. Por unos momentos me quedé observando el bello cuerpo de mi sobrina, pero de inmediato tras darme otro trago le pregunté ¿Qué había sucedido? y ¿Sí su esposo estaba al tanto de lo que ella me había dicho? Vero tras tomar otro trago de brandy, me respondió lo siguiente. Tío mejor le cuento todo lo que sucedió, ya que a ciencia cierta no le puedo decir, sí mi esposo esta enterado o no.

Me levanté de su lado y tras pedirle su copa, me dirigí nuevamente al bargueño, y tanto a ella como a mí, volví a servirnos otras copas de brandy. A medida que me dirigía nuevamente a su lado, observé con detenimiento el bello cuerpo de mi sobrina. Sus senos casi estaban por salirse del ajustado escote, y su corto vestido negro, apenas y cubría la parte superior de sus muslos, dejándome ver sin mucho esfuerzo, el color rojo de sus pequeñas pantis.

Tragando en seco, nuevamente me senté a su lado, y pasándole mi brazo por sobre sus hombros, le dije. Bueno Vero soy todo oídos, procura ser lo más descriptiva posible, ya que por los momentos nada más me dedicaré a escucharte, no te interrumpiré para nada, hasta que tú me digas. Vero secándose las lagrimas me dio un fuerte abraso, sentí sus erguidos senos presionados contra mi pecho, de inmediato me dio un tierno beso entre mi mejilla y mis labios.

Realmente tuve que hacer un fuerte esfuerzo, para no tomarla entre mis brazos y seguir besándola. De inmediato me dijo. Tío por eso es que decidí pedirle consejo, usted es tan bueno y comprensivo. Tras esas palabras, Vero comenzó a narrarme con lujo de detalles todo lo sucedido.

Tío, con lo de la Serie del Caribe, mi esposo y sus amigotes les dio por quedarse viendo el juego todas las noches. Siempre en una casa distinta, pero la noche del último juego entre Venezuela y Santo Domingo se reunieron en casa, aunque el equipo de Puerto Rico había quedado en tercer lugar. Como los amigotes de mi esposo, no eran de mi agrado, decidí dejar todo arreglado, para que no me molestasen. Luego darme un refrescante baño, me quedé únicamente con la toalla puesta alrededor de mi cuerpo, como no pensaba salir de nuestro dormitorio, me quede encerrada leyendo, mientras que mi esposo y sus amigos, veían el juego de pelota.

Debí quedarme dormida por espacio de unas cuantas horas. Pero no sé por qué razón en particular, me desperté. Al ver el reloj, me di cuenta de que ya eran cerca de las dos de madrugada, y Domingo no se encontraba en la cama. De momento escuche voces, que provenía de la sala, se trataba de mi esposo y sus amigos, que no contentos con ver el juego se pusieron a comentar entrada por entrada, mientras continuaban bebiendo. Yo me levanté de la cama, me enjuagué la boca, me quite la toalla y me puse una bata china, de seda roja, además me puse los primeros zapatos que encontré unos negros de taco alto, ya que mis sandalias las había dejado en el baño.

Mi intención era llamar discretamente a parte a Domingo y decirle que despidiera a sus amigotes, que ya era hora de dormir. Pero una cosa era la que yo pensaba hacer, y otra la que hizo él. Ya que apenas me vio, que lo llamaba tras la pared del pasillo que conduce a nuestra habitación, para que sus amigotes no me vieran, en lugar de hacerme caso, y acercarse discretamente, me tomó de la mano y jalándome en contra de mi voluntad, me llevó al centro de la sala, con la idea de presentarme a todos sus amigotes.

Yo estaba que me moría de la vergüenza, ya que aunque tenía mi bata roja puesta y bien cerrada, me sentía medio desnuda ante todos esos hombres. Uno de los amigos de Domingo sin perder tiempo me ofreció un trago, que acepté más que todo por la insistencia de mi esposo, tomé asiento al lado de Domingo, y al otro lado mío tomó asiento Jorge, el que me trajo el trago.

Domingo insistió en presentarme a todos sus amigos, aunque a la mayoría los conocía de vista. Yo podía sentir, como sus miradas prácticamente me quitaban lo poco que tenía puesto encima. Domingo siguió hablando del juego de pelota, con otros de sus amigos, mientras que el tal Jorge comenzó a atacarme descaradamente. No lo podía creer, con mi esposo al lado mío, y Jorge diciéndome lo bella que estaba, que si él fuera mi marido sacaría a todos a patadas para llevarme a la cama.

Era como si Domingo no existiera. Yo no decía nada, una por no hacer un espectáculo, y la otra es que alguna de las cosas que me decía, la verdad es que aparte de que me agradaron, deseaba seguir escuchándolas. Apenas me terminé de tomar mi trago, Jorge de inmediato me buscó otro, y seguimos conversando, mientras que Domingo seguía bebiendo pero ya ha pico de botella y hablando tonterías con los demás.

A medida que Jorge me decía alguna que otra cosa algo subida de color, fue deslizando su mano por debajo de mi bata. La verdad es que no me di cuenta hasta que sentí sus dedos sobre la parte superior de mi pierna. En ese instante, me paralicé. No lo podía creer, que ese tipo hiciera eso prácticamente frente a mi marido y al resto de los presentes, aunque los demás tampoco parecían darse cuenta de lo sucedido entre Jorge y yo.

Yo discretamente me moví de manera tal que pude zafarme de sus dedos, pero en ese instante Domingo, se levantó para ir al bañó. Momento que aproveche para comenzar a despedir a la mayoría de los presentes. Pero al regresar a la sala se encontraba Jorge, acompañado de Darío y Pedro, pero Domingo no había regresado del baño. Por lo que me dirigía a buscarlo, y lo encontré tirado en el piso.

Me asusté tanto al verlo así, llegué a pensar que se había dado algún golpe o que había tenido un ataque, sin precaución alguna me agaché a su lado, y por un momento me centré en Domingo, fue que me di cuenta de que tan solo dormía, la gran borrachera que había agarrado. Al levantar la mirada me encuentro con tres pares de ojos que observaban lascivamente.

En ese momento fue que me percaté, que mi pequeña bata roja, se encontraba del todo abierta y los dejaba verme prácticamente toda desnuda. Para serle sincera Tío, por unos instantes disfruté de esas miradas, pero de inmediato actué como si nada, y cerré mi bata mientras me levantaba. Jorge y los otros dos también actuaron como si nada hubiera pasado, me ayudaron a levantar a Domingo y llevarlo a la cama.

Darío y Pedro se retiraron a la sala mientras que Jorge me ayudó a medio desvestir a mi esposo. Tras lo cual regresamos a la sala. Yo pensaba despedirlos, pero antes de hacerlo Jorge me entregó otro trago, y me pidió que charlásemos un rato, que deseaba decirme algo importante, sé que no debí aceptar y pedirle que se retirase, pero la verdad es que me dio bastante curiosidad por saber qué era eso tan importante que me quería decir Jorge. Mientras tanto Darío y Pedro se fueron al patio a seguir hablando. Acepté, y lo primero que me dijo, al tiempo que tomaba mi mano, fue que en el momento en que me agaché, me veía más hermosa y seductora que con esa bata roja y los zapatos negros, no me hacía falta más nada para hacer que todos ellos cayeran rendidos a mis pies.

Yo no sabía ni que decirle, pero mientras me continuaba agarrando la mano, siguió hablando, preguntándome ¿cómo me sentía? al saber que me estaban viendo desnuda. En otras circunstancias, lo hubiera mandado al infierno, pienso yo. Pero en ese momento los dos estábamos solos en la sala, Domingo durmiendo y roncando como un cerdo en nuestra habitación. Además los tragos que ya me había tomado, de seguro comenzaron hacer sentir su efecto. Por lo que sin pensarlo mucho le dije, en medio de una coqueta risita, que me había gustado. Creo que no había terminado de decirlo, cuando su boca se unió a la mía.

Mi primera reacción fue la de tratar de separarme, cosa que él no me dejó hacer. Pero casi instantáneamente sentí el deseo intenso de seguir besándolo. Pero al escuchar que Darío y Pedro se acercaban me separé de Jorge, él comprendió mi manera de actuar, y seguimos charlando como si nada hubiera pasado, luego me sirvió otro trago, y ha nuestra conversación se incorporaron los otros dos.

De momento mientras yo me tomaba el trago, que abundantemente Jorge me había servido. Sin tan siquiera, tener en cuenta de que yo me encontraba junto a ellos, les preguntó a sus otros dos amigos, ¿qué les había parecido mi cuerpo, cuando me vieron agachada en el piso al lado de Domingo? Yo creo que me puse roja como un tomate, al escucharle decir eso, de la impresión que me llevé, al escucharlo me terminé todo el trago de un solo golpe. Pedro fue el primero en responder, de igual manera, como si yo no estuviera presente, diciendo. La verdad es que Verónica esta divina, y en la posición en que estaba me dejó loco y sin idea.

Ya mirándome directa continuó diciendo. Sí yo fuera tu marido, en estos momentos te estaría haciéndote feliz. El escucharlo decir esas palabras, esa sensación de bienestar, que sentí cuando Jorge me comentó algo similar, me invadió nuevamente. Ya no me sentía abochornada, es más hasta pienso que hasta mi manera de mirarlos de manera asustada, pasó a ser coquetamente seductora, me sentía en las nubes.

Apenas Pedro terminó de hablar, Darío lo siguió, diciendo. Verónica tiene un cuerpo divino, habría que estar enfermo para no darse cuenta de que es una bella mujer, a pesar de la bata roja, cuando se agachó y nos mostró todos sus encantos, que no daría yo por volverte a ver así sin nada de ropa encima, y tenerte entre mis brazos, besando todo tu cuerpo.

El es cuchar esas palabras y ver la manera en que me lo decía frente a los otros dos, me hicieron sentir la mujer más dichosa del mundo, por unos instantes. Nuevamente Jorge tomó la palabra y dijo, yo estoy completamente de acuerdo con ellos dos y tú lo sabes, dirigiéndose a mí, pero dinos ahora Vero como te sientes con lo que hemos dicho. Por unos momentos, la confusión en mi mente era tal, que no atinaba a encontrar las palabras para decir lo que sentía.

Pero les dije eso, que me sentía sumamente confundida, pero halagada. Y antes de que continuasen con las preguntas, les dije, confundida por que como son amigos de Domingo, me da miedo que él se entere, y halagada por qué no pensé que les impresionase tanto, el verme ligeramente desnuda.

En ese instante, nuevamente Jorge me volvió a servir otro abundante trago, y tomó asiento junto a mí, mientras colocaba una de sus calientes manos sobre mi rodilla. No sé por qué razón, no le dije que la quitase, pero como que deseaba que me siguieran diciendo cosas agradables, que fui yo la que les pregunté ¿y sí yo les preguntase, que piensan de mi, que me dirían entre los tres?

Darío fue el primero en responder, te diría que pienso que por lo que tú más quisieras en el mundo, te quitases la bata, y nos dejases admirar tu bello y escultural cuerpo. La manera en que me lo dijo, casi me sonó a una súplica, por lo que en ese momento pensé que lo más natural era que me deshiciera de mi bata roja.

Jorge me ayudó a quitármela apenas se dio cuenta de mis intenciones de deshacerme de ella. Quedando únicamente con mis zapatos de taco alto puestos. Fue nuevamente Jorge quien tomó la palabra, al tiempo que sus manos comenzaban acariciar mi cuerpo casi desnudo.

Vero los muchachos y yo estamos deseosos de acostarnos contigo, deseamos hacerte sentir el mayor placer que los tres te podamos proporcionar. En ese momento Darío se movió de la silla de donde estaba y tomo asiento al lado mío, al tiempo que sus manos las colocó sobre mis hombros y comenzó a darme una especie de relajante masaje, en la base de mi nuca, lo que me excita bárbaramente, y dejándome completamente a su merced.

Mientras que Pedro sin perder tiempo casi se arrodilló frente a mí colocando sus calientes manos sobre mis rodillas, las comenzó acariciar en dirección a mi entrepierna, mientras que Jorge continuaba diciéndome. Acariciarte, hacerte nuestra, besarte. Tras decir eso, su boca se volvió a posar sobre la mía, mientras que sus manos acariciaban mis senos.

No creo que en algún momento yo haya hecho algo por detenerlos, me sentía en el colmo de la felicidad. Es más desde mi noche de bodas y durante toda mi luna de miel, me preguntaba como sería hacerlos con varios hombres, mientras mantenía relaciones con Domingo.

Pero nunca paso de ser una calenturienta fantasía, hasta esa noche. En que ellos tres lo hicieron posible. Por unos momentos vi el rostro de Pedro, como me miraba mi desnudo coño, era la cosa más excitante que hubiera sentido hasta esos momentos. Pedro separó tiernamente mis piernas, y con sus labios y lengua comenzó a pasarlos sobre mi clítoris y colocó su rostro contra mi coño.

No es que Domingo nunca lo hubiera hecho, pero en ese momento, era diferente, como que mucho más excitante, no sé si sería porque estaba siéndole infiel a mi marido, y no con un solo hombre sino que con tres de sus amigos, y a la vez. O sería por el calor de sus cuerpos, la manera en que Jorge introducía su lengua dentro de mi boca, lo tomada que estaba. En fin no sé. Pero lo que sí sé es que en esos instantes lo disfrutaba enormemente.

Apenas Jorge dejó de besarme, casi les rogué que me hicieran suya. En un dos por tres se han quitado toda la ropa y sobre el mismo sofá de la sala, terminamos por mantener una larga y apasionada relación sexual con los tres casi a la vez. Lo primero que propuse fue que deseaba tener relaciones anales, y así se lo dije, ya que desde que me case con Domingo, él no le encontraba sentido el tener relaciones anales, para evitar los embarazos.

Al decirles eso me acordé de Domingo, por unos instantes como que me asaltó un fuerte sentimiento de culpa y arrepentimiento, pero de la misma manera que aparecieron, desaparecieron. Darío fue el primero en acomodarse, sobre el sofá. Donde yo con lo caliente y excitada que me encontraba, tras darle una corta mamada, coloqué mis nalgas sobre su verga, y volví a sentir ese dolorcito tan sabroso del que disfrutaba tanto cuando era soltera y Domingo y otros en diferentes ocasiones me penetraban analmente.

Una vez que ya Darío me tenía completamente enculada, y comenzaba a meter y sacar su miembro de entre mis nalgas, disfruté de un sabroso orgasmo como cuando era soltera y salía con Domingo. Por su parte, Jorge se despachó con la cuchara grande, y tras estar pasándome sus dedos por dentro y fuera de mi coño, me penetró divinamente.

Yo estaba disfrutando con mis ojos cerrados, de la manera en que Jorge me introducía su verga, cuando escuché la voz de Pedro llamándome. Al abrir los ojos vi su verga casi sobre mi boca, y como acto reflejo, sin pensarlo siquiera, comencé a mamársela. No sé por cuánto tiempo estuvimos haciéndolo así. Pero si se que por primera vez en mi vida, he sabido lo que es disfrutar de un orgasmo múltiple.

Durante el resto de la madrugada, ellos tres intercambiaron lugares, de cuando en cuando yo iba al baño y me aseaba para volver a meterme entre ellos tres. En cierto momento, cuando le estaba mamando la verga a Darío y jugaba con los testículos de Pedro, mientras Jorge me continuaba penetrando, apareció Domingo en el medio de la sala.

A mi casi se me sale el corazón por la boca, del susto que me llevé, pero al verlo caminar sin dirección, y su mirada perdida, como que nos miraba y no nos veía. Entendí que se encontraba tan borracho que no alcanzaba a darse cuenta de lo que sucedía frente a sus ojos.

Domingo dio un par de tras pies, y se dejó caer en uno de los sillones, donde después de verme como yo disfrutaba entre sus tres amigos, se quedó dormido. Ninguno de los tres se molesto siquiera en disimular, siguieron gozando de mi cuerpo y haciéndome gozar del de ellos. En cierto momento tanto ellos como yo le decíamos a Domingo que viera como me daban por el culo, o que bien yo mamaba la verga de alguno de ellos, el medio abría los ojos, esbozaba una tonta sonrisa, y se volvía a quedar durmiendo la borrachera.

Después de eso, ya casi estaba amaneciendo se retiraron, antes de que se fueran quede con Jorge en volverlos a ver, pero en su apartamento. Pero ya una vez que estuve sobria, me ha dado una vergüenza tan y tan grande que no se si pueda hacerlo. Además me arrepiento de haberle sido infiel a mi esposo y con sus mejores amigos, pero al mismo tiempo tengo unas ganas locas de volver hacerlo.

Domingo se levanto después del medio día, con un gran dolor de cabeza, yo por mi parte me quede dormida en la bañera, pero él ni cuenta se dio de ello, no me comentó nada, ni yo le dije nada tampoco. Por eso es que le digo Tío, que no se si mi marido se dio cuenta o no de lo sucedido. Estoy tan confundida que he pensado en contarle todo lo que sucedió, y pedirle que me perdone.

Tras escuchar a mi sobrina, la verdad es que me encontraba la mar de excitado por lo que ella tan amablemente me había contado. Le volví a servir otra copa de brandy, y nuevamente me senté a su lado, y le dije. La verdad Vero, es que no puedo culpar a los amigos de tu esposo, tu irradias una belleza tal, que cualquier hombre en su sano juicio, sería el ser más feliz del mundo si te tiene entre sus brazos, en esos momentos en los ojos de mi sobrina vi un alegre brillo en sus ojos.

De aquellos ojos melancólicos y llorosos que segundos antes me observaban, se tornaron en unos ojos vivaces coquetos y seductores. La tomé de la mano y le dije, una de las cosas que debes pensar es ¿qué bien le vas hacer a tu marido si le cuentas lo que ha pasado?

Vero de inmediato me respondió, ninguno. En efecto le dije yo, el no entendería, que una mujer hermosa como tú, que irradias felicidad. Hiciera lo que hiciste, en ese instante me levante y la tome de las manos haciendo que ella también se levantase del sofá, mírate bien, tienes un cuerpo escultural, su rostro se enrojeció un poco, una piel suave, al tiempo que se lo decía mis manos acariciaban suavemente la piel de sus brazos hasta que las coloque sobre sus blancos hombros. Y como ella misma me había dicho lo sensible que era cuando le tocan la nuca, mis manos se posaron en ella. Y acercando mi cuerpo al de ella, le dije y unos carnosos labios que desearía besarlos ahora mismo.

Tras lo cual acerqué mi boca a la de ella, por unos segundos, me ofreció una ligera resistencia, pienso que lo hizo, por aquello de que no fuera a yo decir que no hizo nada por evitarlo y sin más comenzamos a besarnos. Me di cuenta de que a mi sobrina le encanta que le digan cosas, y mientras más excitante mejor. Así que a medida que nos abrazábamos yo le seguía hablando, suavemente deslice la cremallera de su pequeño vestido.

Ya a los pocos minutos la tenía frente a mí, completamente desnuda manándome la verga. La tomé entre mis brazos y la acosté sobre el sofá, y mientras le daba una buena mamada a su depilado coño, me fui quitando todo la ropa. Sus gemidos de placer eran únicos, cada vez que mi lengua y labios se ponía en contacto con su colorado he inflamado clítoris.

Tras un buen rato de estar lamiendo y chupando su delicioso coño, la tomé por los tobillos, separé sus largas y bien formadas piernas, y dirigía mi caliente verga directo a su caliente vulva. A medida que la penetraba, Vero continuaba gimiendo de placer, sus caderas se movían de un lado al otro, mientras que nos besamos un sin número de veces.

En cierto momento me dijo, Tío dame por el culito que me gusta. Cosa que de inmediato realicé, y la verdad que mi sobrina tiene un culito tan sabroso o más que su propio coño. Cambiamos de posición en varias ocasiones, hacía tiempo que no mantenía relaciones con una mujer que disfrutase de tantos orgasmos y tan seguidos.

Cuando finalmente acabé ella ya no gemía sino que gritaba de placer, después de un buen rato mientras los dos recobrábamos el aire, me dijo. Tío yo se que va pensar mal de mí, pero es que no puedo evitarlo. Yo por mi parte le dije, todo lo contrario Vero, si pensara mal de ti también lo tendría que pensar mal de mí mismo, y te aseguro que nunca hago eso. Ve disfruta la vida, visita a tus tres amigos, y procura por lo que más quieras en el mundo, que tu marido no se entere de nada, además ya sabes cuándo te sientas algo sola o confundida, siéntele en la completa libertad de visitarme.

Es más si prefieres en lugar de vernos aquí nos vemos en mi apartamento. Todo eso pasó y volví a ver a Vero en par de ocasiones más, siempre me contaba sus travesuras con el trío de amigos de su esposo. Hasta que la pasada semana, falleció el últimos de mis tíos, por lo que toda la familia fue a su velorio y posterior funeral, encontré un sin fin de parientes a los cuales no veía desde hacía algún tiempo.

Como fue el caso de Domingo, el esposo de Vero, al verlos a ellos dos juntos, los salude con el cariño de siempre. Ya después de estar un rato charlando con otros parientes, en el café me encontré con Domingo a solas. Por casualidades de la vida, me regalaron unas cuantas entradas, para el mundial de béisbol que en parte se realizaría en Puerto Rico. Como francamente no soy fanático de ese juego, se me ocurrió regalarle las entradas a un verdadero fanático como Domingo, Por lo que cuando le pregunté si le interesaría ir a ver los juegos, me sorprendió al escuchar de su boca que no le gustaba el béisbol.

Aun algo confuso le pregunté si no había disfrutado de la serie del Caribe, a lo que me respondió que no, que toda esa semana la pasó con Vero y su madre, en un pequeño hotel de las montañas. Después de escuchar a Domingo, quedé bastante confundido, ahora espero el momento apropiado, para preguntarle a Vero, el ¿Por qué de esos cuentos?

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Si te ha gustado Las travesuras de mi sobrina Verónica. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Las travesuras de mi sobrina Verónica.. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
camadedu (30 de June de 2012 a las 21:48) dice: geniallllllllllll,vero es genialllllllllllllllll

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:20) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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