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Lo hago con el poni de mi hija…. ( CON fotos)

Relato enviado por: narrador el 24/5/2015. Lecturas: 52550
Etiquetas:   Zoofilia
Relato completo

Cuando mi esposo Antonio, que tiene unos cuarenta y cinco años más que yo, me dijo que le había comprado un poni a la nena, me asusté y molesté mucho con él. Ya que él parece que no mide consecuencias. Quizás más que su padre, pareciera que es su bisabuelo. Ya que no sabe como decirle que no a mi nena, que apenas tiene cuatro años.
Bueno en realidad Antonio aunque jura que mi hija es suya, la verdad es que para quedar embarazada, necesitamos un donante de esperma anónimo. Y digo anónimo, ya que ni el mismo Antonio está enterado de eso. Pero no es de eso, precisamente de lo que les quiero contar. Después de pasar el mal rato, de enterarme de lo del poni, no me quedó más remedio que aceptarlo, pero bajo mis condiciones. Y una es que en caso de que cada vez que le nena fuera a montar el caballito, su padre, y me refiero a mi esposo, la acompañase.

Como ya mi esposo recientemente pisó los ochenta, y aunque físicamente se mantiene en muy buenas condiciones. Ya en la cama no es lo mismo que antes, en ocasiones pasamos semanas, y hasta meses, sin que pase nada entre nosotros. Y no es por falta de interés mío, precisamente. Yo la verdad es que en medio de todo, no me quejo por eso. Pero hay días, en que la verdad es que quisiera, que Antonio hiciera algo más que dormir en la cama.

Bueno yo me encontraba preparando el cumpleaños de mi nena en nuestra casa de la hacienda, aprovechando que mi esposo y mi hija se encontraban en la ciudad, cuando se me ocurrió darle un vistazo a la caballeriza, para ver si le hacía algunos arreglos, para convertirla en una especie de mansión embrujada, como una sorpresa para mi hija. Bueno la verdad es que después de pensarlo un poco, me di cuenta de que eso sería mucho esfuerzo, y mi nena aun está muy pequeña, como para que se divierta con monstruos, fantasmas, y brujas.

Fue cuando me encontraba a punto de retirarme, que lo vi. Y me refiero al largo, y grueso miembro del poni de mi hija, el condenado caballito yo creo que se estaba masturbando, ya que su cosa subía y bajaba golpeando su cuerpo una y otra vez. Yo la verdad es que me quedé embelesada viendo como eso se movía, con tanto vigor, con tanta fuerza, que de momento me puse a pensar como sería hacerlo con ese poni.

Bueno, al fin y al cabo me encontraba completamente sola en la hacienda, mi esposo y mi hija regresarían casi al caer la noche, así que a medida que comencé a pasar mis manos sobre el lomo y el vientre del pequeño caballito, de momento tomé la decisión de quitarme toda la ropa.

Me sentía sumamente excitada, nada más de pensar que se me hubiera ocurrido hacer esa poca vergüenza. Por unos instante mientras ya completamente desnuda acariciaba y agarraba la verga del Pinto, que ese fue el nombre que le puso mi hija. Cuando me di cuenta de que aunque fuera un pequeño caballo, yo o me ponía en cuatro, de manera algo incomoda, o buscaba algo en que apoyarme, para que mi coño quedase a la altura de su verga.

Pero mientras manoseaba, y acariciaba la parada verga del Pinto, quizás por la misma morbosidad que sentí en esos momentos, me provocó llevármela a la boca, por lo que lavé con un poco de agua la verga del caballito, antes de hacer eso.

Yo sentí que Pinto se puso algo nervioso, por lo menos al principio. Pero una vez que comencé a darme el gusto de ponerme a mamar su verga, metiéndola con cuidado dentro de mi boca, el condenado caballito, como que se quedó tranquilo. Así estuve por un corto rato, ya que mi verdadero interés era sentir esa verga dentro de mi coño.

Agarré un embase de plástico, de alimento concentrado, y tras ponerle una tolla aencima, me las arreglé para colocar mi coño a la altura de su verga, la que fui dirigiendo con mis propias manos dentro de mi coño. Por pura casualidad, y sin que yo lo hubiera previsto, una vez que ya sentía toda su verga dentro de mí, al echarme hacía a tras para sentir más dentro de mi ese sabroso pedazo de carne, me encontré con uno de los maderos que sirven para cerrar la jaula del poni. Y de inmediato me pude apoyar en eso mientras que no dejaba de mover mis caderas, restregándolas con fuerza, contra el cuerpo del pequeño caballo.

Yo la verdad es que en cierto momento ni idea tenía del tiempo que había transcurrido, lo que si sabía era que apenas disfruté de mi primer orgasmo, quizás por el mucho tiempo que no los disfrutaba, de inmediato si sacar el miembro del caballito de mi cuerpo, continuaba moviéndome como una loca desesperada, hasta que nuevamente volví a disfrutar de otro rico orgasmo.

Así estuve una y otra vez, hasta que sentí o mejor dicho me di cuenta de que Pinto estaba eyaculando a borbotones dentro de mi coño. Yo quedé molida, pero muy contenta, por la experiencia. Bueno desde ese día no hay momento, en que, aunque no se lo haya dicho a mi esposo, le esté sumamente agradecida de que le haya comprado ese poni a mi hija…..