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Lo que me sucede es que en ocasiones, lo que quiero es sexo. ( CON fotos)

Relato enviado por: narrador el 22/12/2014. Lecturas: 2887
Etiquetas:   Confesiones
Relato completo
Eso es lo que le dije a mi Psicólogo, él se me quedó viendo, como gallina que ve sal, y en un tono algo afeminado me dijo. Hay nena, lo que te sucede es que eres ninfomaníaca.
Lo cierto es que no volví donde él, ya que por su manera de mirarme, y lo que me dijo sobre mí, me hizo sentir mal. Razón por la que sin ni tan siquiera despedirme agarré mi cartera, y por la misma puerta que entre a su oficina, salí. A medida que iba caminando rumbo a mi oficina, no dejaba de pensar en lo que el tipo ese me había dicho, apenas sin conocerme.

Esa tarde al regresar a mi oficina, apenas pude me dirigí al baño, pero como había otra empleada dentro, debí esperar un momento, el mismo momento en que me dieron unas ganas tremenda de orinar, las que a duras penas, pude controlar, no sin antes dejar que se me escapase un chorrito de orine. Por suerte la gorda de la fotocopia, salió del baño finalmente, momento que aproveché yo para entrar. Me subí mi corta falda, me bajé las pantis, al tiempo que me sentaba en el bidet. Para finalmente dejar escapar gustosamente una gran cantidad de orina.

Lo molesto de todo eso, fue que mis pantaletas se me mojaron con mi orine, por lo que me las quité, y tras asearme adecuadamente, las enjuagué en el lavamanos. Pero así como estaban de mojadas no me las pensaba volver a poner. Mentalmente me dije, bueno ahora, cuando salgas de trabajar, pasas por alguna tienda, y te compras otras. Y no pensé más en ello, regresando a mi escritorio de inmediato. Durante el resto de la tarde, preparé un sinfín de documentos, pero al salir, una de mis compañeras de trabajo, me invitó a tomarnos algo, ya que como era viernes, y bien yo acepté.

Esa noche, si noté que un sinfín de hombres y hasta varias mujeres, se la pasaban observándome. Pero yo la verdad ni por mi mente pasaba a que se podía deber. Por lo que le pregunté a mi amiga, y ella tras darme un rápido vistazo me dijo que no había notado nada. Pero apenas ella regresó del baño, se me acercó a mi rostro, y me preguntó. ¿Nilda, linda no crees que se te ha olvidado algo? yo de manera inocente me puse a pensar, para finalmente decirle que no. Fue cuando mi amiga me dijo al oído, entonces fue que decidiste andar sin pantis el día de hoy.

Lo cierto es que de momento me sentí sumamente avergonzada, pero por un muy corto rato, ya que de inmediato cuando mi amiga me dijo. De haber sabido que te ibas a sentir tan mal, mejor ni te lo hubiera dicho. Al escuchar sus palabras, algo en mí como que hizo clip, y me dije a mi misma, pero bueno pendeja, si lo estabas pasando tan bien, no dejes que eso te dañe el resto de la noche. Así que tras darme un buen trago de lo que estaba bebiendo, procuré seguir actuando como si nada hubiera sucedido.

Por lo que cuando un tipo me sacó a bailar, sin conocerlo, acepté. Y la verdad es que fue cuando verdaderamente comencé a divertirme, de lo lindo. Ya que él a medida que fuimos bailando, digamos que se tomó la libertad de agarrar mis nalgas. Y estando en eso, se me ocurrió decirle, ando sin pantis, así que con cuidado, que no quiero mostrarles mis nalgas a todos. El se sonrió, y fue cuando en un tono, medio travieso me preguntó riendo, y a mi solo te agradaría mostrarme tus lindas nalgas. Quizás fue el momento, o el que yo me había dado unos cuantos tragos, o quién sabe qué. Pero encantada de la vida le respondí que sí. Seguimos bailando por un rato, y al regresar a la mesa, me despedí de mi amiga, y lo acompañe a él hasta su auto, en el que apenas nos montamos, yo en lugar de mantener mis piernas juntas, las dejé completamente abiertas, mostrándole todo mi peludo coño, a ese completo desconocido.

Al poco rato ya nos encontrábamos en un conocido Motel, y no bien detuvo su auto, me pidió que me esperase un momento. Momento en que el rápidamente tras bajarse, rápidamente dio la vuelta, y abriendo la puerta de lado, me dio la mano para ayudarme, pero sin quitar sus ojos de mi coño. Así que una vez que entramos a la habitación del motel, me pidió que me sentase, mientras que él se quedó de pie observándome, sin quitar su vista del área de mi vulva. Por lo que apenas tomé asiento, y bien consciente de su interés por mi coño, con toda mi calma, fui cruzando mis piernas, primero para un lado y luego para el otro, para finalmente dejarlas separadas. Ofreciéndole todo el espectáculo de mi coño al aire.

No sé qué fue lo que le sucedió a él, pero se me acercó, y ya estando a como menos de un metro de mi, se agachó, colocó sus manos sobre mis rodillas, y sin que yo se lo pudiera o quisiera impedir, colocó su rostro sobre mi coño. De inmediato se dedicó a darme una tremenda mamada de coño, como jamás ni nunca antes me la habían dado. Y a medida que él me fue mamando todo mi coño, y yo sentía como me chupaba los bellos de mi vulva, lamía y mordisqueaba sabrosamente mi clítoris. Yo me fui quitando una a una todas las piezas de ropa que aun cargaba puestas hasta que me quedé completamente desnuda.

El placer que él me prodigaba fue tal que en varias ocasiones a medida que sentía como su lengua, labios, y hasta sus dientes, tenían contacto directo con toda mi vulva, con los labios de mi vagina, así como con mi clítoris, disfruté de un sin número de orgasmos. Restregando su rostro con mis dos manos contra mi coño. Luego terminamos en la cama, en la que continuó haciéndome sentir muy feliz. Al penetrarme por mi coño, otro sin número de veces. Cuando salimos del Motel, ya eran casi las once de la noche. Como todo un caballero, me llevó hasta mi casa, y tras darle mi número de teléfono de mi trabajo, nos despedimos con un ardiente beso.

Apenas entré a mi casa, me encontré a mi esposo viendo la tv. Pero cuando me preguntó qué había sucedido, le conté del mal rato que me hozo pasar el psicólogo al que fui en la mañana, lo del pequeño incidente del baño, y hasta que realicé un levante en el bar al que fuimos mi amiga y yo. Todo eso con lujo de detalles. Al terminar de contarle todo, se me quedo viendo de pies a cabeza, dándome la impresión de que no me había creído nada de lo que le había dicho. Yo por mi parte, me fui a dar una buena ducha, me asee bien y apenas salí de la ducha me fui acostar. Yo no sé si mi marido finalmente creyó que yo le estaba jugando una pesada broma o qué, pero desde ese día sigue actuando como si yo le hubiera contado un chiste. Mientras que yo por mi parte descubrí que eso de andar sin pantis, aparte de que me hace sentir sumamente fresca, en un tremendo gancho cuando unna desea conocer a otras personas…..