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Los chicos crecen

Relato enviado por : elpato el 13/10/2004. Lecturas: 16105

etiquetas relato Los chicos crecen .
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Resumen
Mariana era una espléndida mujer de treinta y cinco años, estaba casada con un importante ejecutivo de una conocida empresa, con un hijo de catorce años, y tenía todo lo que una persona puede pedirle a la vida...o casi todo.


Relato
LOS CHICOS CRECEN

Mariana era una espléndida mujer de treinta y cinco años, estaba casada con un importante ejecutivo de una conocida empresa, con un hijo de catorce años, y tenía todo lo que una persona puede pedirle a la vida...o casi todo. Porque detrás del muy buen buen pasar que la joven señora poseía, había algo que hacía que su vida no fuera todo lo perfecta que siempre hubo deseado. Con su juventud, su belleza y su voluptuoso cuerpo en plenitud, desde tiempo atrás no encontraba en su ocupadísimo marido la satisfacción sexual que merecía y necesitaba. Pese a intentar provocarlo una y otra vez, muy ocasionalmente lograba que él le prestara atención, y con mucha suerte conseguía llevarlo a la cama y tener algo de sexo. La mayoría de las veces terminaba quedándose sola, ya que su marido prácticamente era una visita en su casa, y debía recurrir a la masturbación para apagar las calenturas que naturalmente se producían en su cuerpo. Ocasionalmente había tenido oportunidades para tener sexo con otros hombres, pero jamás llegó a hacerlo pues pese a todo no estaba en su mente serle infiel a Gerardo. Como aquella vez que viajando en el tren abarrotado de gente fue apretada por un par de tipos que le metieron mano por todos lados hasta el punto de hacerla tener un violento orgasmo, y a duras penas pudo contenerse y no aceptar la “invitación” de ambos para seguirla “en otro lugar”. No le disgustó lo sucedido, pues al fin y al cabo había conseguido algo de placer, por lo que en varias ocasiones más permitió que otros hombres “abusaran” de ella, aunque nunca llegó al extremo de dejar que la penetraran, a pesar de que lo necesitaba como al agua. El tren era el ámbito ideal para que la toquetearan, pero también se dejó meter mano en otros sitios, como en la verdulería, en la farmacia o en el supermercado. Y cuando volvía a su casa después de que los hombres palparan sus opulentas curvas, se encerraba en el baño y se proporcionaba tremendas masturbadas para sacarse la calentura.
Pero tanta mano en su culo, en sus tetas, en su concha deseosa de sexo, poco a poco fueron derribando los límites de su abstinencia y su fidelidad a Gerardo, hasta que casi sin intentarlo se presentó la ocasión de saciar su hambre de verga.
Un día su hijo Matías le comentó que esa tarde vendrían a su casa algunos compañeros de colegio para estudiar juntos, y le pidió que les preparara algo para comer y beber, cosa que ella hizo feliz de que su “bebé” se preocupara por los estudios. Alrededor de las cuatro de la tarde el grupo de muchachitos llegó a la casa siendo recibidos por matías. Eran cinco chicos de más o menos la misma edad de su hijo, y Mariana les dio la bienvenida con un beso a cada uno.
Se ubicaron en la amplia mesa de la sala donde desplegaron sus materiales de estudio y se dedicaron a preparar todo para el próximo exámen de Física. Mariana los atendió solícitamente sirviendo deliciosos sandwiches y gaseosas frías, ya que hacía bastante calor esa tarde. Mientras ellos estudiaban la bella joven se enfrascó en las tareas de la casa tratando de no molestarlos con su presencia. Estaba pasando el plumero a los muebles de la sala cuando por casualidad dirigió la vista hacia los chicos, y entonces le pareció notar que uno de ellos prestaba poca atención al estudio, y su mirada estaba dirigida hacia donde ella se encontraba. Al verse sorprendido el rubiecito se sonrojó un poco y trató de disimular, pero Mariana se dio cuenta de que el chico la estaba observando mientras limpiaba...y se sintió un tanto molesta. Entonces cayó en la cuenta del por qué de aquellas miradas. Su minifalda algo subida le había estado ofreciendo al mocoso una buena panorámica de sus muslos, y sin duda el pibe había descubierto algo más entretenido que las leyes de la Física. Un cosquilleo extraño le recorrió el cuerpo, y sin quererlo humedeció su sexo. No estaba bien que un mocoso le produjera aquella sensación...pero su líbido hizo despertar sus ratones eróticos y una sonrisa se dibujó en sus labios ¿Y por qué no? Se entusiasmó con la posibilidad y entonces se dijo que tal vez aquel chiquilín pudiera ser quien apagara su gran incendio...sin pensarlo dos veces y haciendo como que no había pasado nada continuó limpiando, pero ahora intencionalmente dejaba que su mini subiera y mostrara su buen par de muslos. Sabía que el pibe tenía los ojos clavados en ella y procurando que su hijo no lo notara se agachó lo suficiente para que su “voyeur” pudiera ver su tanga roja y su tremendo culo. Lo observó de reojo y notó los desorbitados ojos clavados en su cuerpo. Mientras deleitaba al rubiecito en su cerebro se elucubraba la idea de cómo lograr volteárselo sin que Matías se enterara. Durante un buen rato se dedicó a calentar al pendex exhibiendo bastante más de lo normal, y pudo notar que ya no era él sólo, sino que otro de ellos también presenciaba el espectáculo que Mariana ofrecía. Cundo consideró que ya los tenía entusiasmados salió de la sala y fue a darse una ducha refrescante. Cuando salió del baño ya los compañeros de su hijo se aprestaban a retirarse. Los acompañó hasta la puerta y los despidió, y vio en los ojos del rubio que le disgustaba tener que irse de esa casa. Y ella se quedó apenada por no haber podido tener algo más. Aquella noche casi no pudo dormir pensando en la manera de estar con el pibe...
A la mañana siguiente, luego de que Gerardo fuera a su trabajo, volvió a pensar en el pendex y nuevamente su entrepierna se humedeció. Ahora ya estaba obsesionada y quería que aquel chico le proporcionara todo el sexo que su marido le retaceaba. Tenía que cogérselo como fuera, y no dudaba que él no se negaría a satisfacerla en vista de las tórridas miradas que le había echado. Y como por arte de magia se presentó la oportunidad. Su hijo Matías bajó del cuarto a desayunar y le comentó que debía ir a Mercedes con otros compañeros a buscar unos trabajos. Además le recomendó que si otros chicos venían a buscar el trabajo hecho el día anterior por favor se los entregase ya que debían estudiar.
Mariana despidió a su hijo con un beso, y ni bien él salió de la casa la bella chica fue a su cuarto y se vistió como para derretir la Antártida: una supercorta minifalda apenas dos dedos bajo las nalgas, debajo la tanguita más chiquitita que encontró, una blusa con tres botones desabrochados y sin corpiño. No era como para salir a la calle, seguramente, pero ella no tenía la más mínima intención de hacerlo. Por el contrario, esperaba tener que quedarse todo el día dentro...y bien acompañada.
Se puso a leer algo hasta que a eso de las nueve y diez sonó el timbre. Se acomodó la ropa y se dirigió a la puerta, seguramente serían los compañeros de Matías. Y grande fue su sorpresa cuando en el umbral encontró al rubio y al otro que el día anterior la comía con los ojos. Una sonrisa de picardía se dibujaba en la cara de ambos cuando la saludaron:
-Hola, Mariana ¿Cómo estás? Venimos a buscar lo que hicimos ayer...- dijo el rubio, de nombre Axel, y ese “lo que hicimos ayer” a la chica le sonó con doble intención.
-¡Hola, chicos, qué tal!- respondió el saludo –Bueno, pasen, creo que Matías dejó todo en la mesa de la sala...-
Los pibes la siguieron y sus ojos se clavaron en el contoneo de aquel espectacular culo que ya habían visto al descubierto el día anterior. Se miraron y se sonrieron, cómplices.
-¿Quieren tomar algo fresco? Ya está haciendo bastante calor ¿No?- preguntó la joven.
-No estaría mal, Mariana, pero no queremos ser inoportunos, tal ves estás esprando a alguien...-
-¡No, para nada! Solamente a ustedes, como me comentó Matías esta mañana...-
-Entonces, bienvenido el trago...-
Ella se dirigió a la cocina mientras los chicos se sentaban en sendos sillones, sin dejar de deleitarse con el voluptuoso cuerpo de aquella potra.
-¡¿Viste lo que es, loco?!- dijo en voz baja Axel.
-¡Qué terrible yegua! ¡Y cómo se vistió, negro! ¡Para mí que quiere guerra!- repondió Marco.
-Tal vez, tal vez, pero no nos apresuremos, veamos como viene la mano con ella...-
La chica intuyó que la estaban observando y a propósito se inclinó un poco sobre la mesada, lo suficiente para que se asomara bajo la mini parte de su tanga y de sus cachas. Permaneció así unos segundos y luego volvió a la sala con las bebidas, entregándoselas a ellos y sentándose en un sillón. Hablaron durante un rato de cosas triviales, y ella no perdió oportunidad para mostrar sus atributos a los dos pendex, hasta que volvió a ofrecerles un nuevo trago, cosa que aceptaron. Volvió a la cocina, pero esta vez no necesitó regresar a la sala, ambos estaban junto a ella muy sonrientes. Axel se le acercó por detrás y sin darle tiempo a nada le apoyó el paquete en el culo al tiempo que se aferraba a sus opulentos pechos. Sorprendida pero a la vez cachonda ella no opuso resistencia y dejó que el pibe calzara su aparato entre sus redondas nalgas. Sintió la dureza de aquel nada despreciable “muñeco” y comenzó a humedecerse. No dijo una palabra, no hacía falta. Marco se puso delante suyo y resueltamente metió las manos bajo la mini acariciando con firmeza su pulposa conchita que ya destilaba los fluídos vaginales. Cerró los ojos y se dejó llevar por las caricias de Marco que nada lerdo le bajó la tanga hasta las rodillas para luego volver a ocuparse de su vagina. Hundió un dedo en la caliente cueva, luego otro, después un tercero, y Mariana comenzó a jadear al tiempo que las manos de Axel palpaban suavemente los soberbios glúteos y recorrían una y otra vez el profundo canal que formaban. Antes de que pudiera darse cuenta tuvo un orgasmo que la hizo estremecer, tal era la calentura que los dos pendex le estaban proporcionando.
-¡Así, bebés, así!- gemía desesperada -¡Háganme de todo! ¡No paren de acariciarme!-
No sólo no pararon, sino que los manoseos fueron cada vez más intensos, y dejaron paso a dos bocas que recorrieron con avidez cada centímetro de sus alucinantes curvas. Ambos se quitaron los pantalones sin parar de tocarla y en segundos sintió dos apetecibles matracas buscando dónde hacer ruído. Axel parecía el más “experto” ya que le lubricó la colita con sus propios jugos y colocó su pedazo entre las cachas buscando el inexplorado orificio posterior. Mariana se babeaba con sólo sentir la cabeza rozar la entrada, y con ambas manos separó sus nalgas invitando a la penetración. El pibe empujó fuertemente y su verga empezó a entrar con esfuerzo en el soberbio culo de la joven, haciéndola lanzar un chillido que primero fue dolor, luego inercia, finalmente placer. Axel se la metió hasta el fondo y luego comenzó un mete y saca que fue aumentando en ritmo hasta hacerse una bomba dentro del culo de la chica, que llegó al orgasmo con facilidad mientras atraía hacia sí a Marco, que observaba con deleite la culeada de su amigo. Se abrazó a él y dejó que la verga del pibe comenzara a entrar lentamente en su concha hasta acoplarse al ritmo de Axel. Entonces Mariana lanzó un alarido y comenzó a moverse como loca atrás y adelante, recibiendo ambas pijas que la pistoneaban sin cesar.
-¡Eso, guachitos! ¡Háganme de goma! ¡Pártanme como a un queso!- vociferaba con voz ronca. Los dos muchachitos la estuvieron empalando un largo rato haciéndola acabar un par de veces, hasta que casi al unísono también ellos acabaron dentro de la joven señora, para luego caer los tres rendidos sobre el sillón grande, aún con ambas vergas en sus agujeros. Rato más tarde volvieron a cogerla a dúo, esta vez cambiando posiciones. Finalmente se dieron una ducha y ellos se vistieron, no así Mariana que solamente se puso la tanga. Así, casi desnuda, se sentó entre ambos pendejos.
-¡Estuvieron fantásticos, chicos!- exclamó con la satisfacción dibujada en su rostro.
-¡Vos también, Mariana!- respondió Axel –Sabías que esto iba a pasar ¿no?-
-No sabía, chicos, pero lo esperaba como loca. ¡Hacía rasto que no me cogían tan bien!-
-Por eso nos provocaste ayer, mostrándonos el culo ¿verdad?-
-¡Por supuesto! ¡Y les juro que si no estaba Matías, ayer mismo me los cogía a los cinco!-
-¡Ehhhh! ¡No seas exagerada!-
-¿Exagerada? ¿Después de casi un mes de abstinencia? ¡No se imaginan lo que hubiera hecho!-
-¿Serías capaz de voltearte a cinco a la vez?-
-¡Más bien! ¡Cinco, diez, quince!-
-¿Y qué te parece otro días venimos todos y te hacemos la gran fiesta?-
-¡Sería genial, cogerme a cinco hombrecitos como ustedes! ¡Sí, los quiero a todos! Propónganselo a los demás, yo te aviso cuando tenga vía libre-
-De acuerdo, esta misma tarde les contaré a los otros lo que vos querés hacer-
Rato después los chicos se marcharon, dejando a Mariana tan cachonda con lo que vendría que estuvo a punto de pedirles que se quedarna un poco más. Pero ya era hora que volviera su hijo, y los dejó marcharse.
Acordó con Axel que se acostaría con los cinco, y una mañana en que su hijo debió ir a La Plata llamó por teléfono. Por supuesto los pendex no tardaron ni cinco minutos en visitarla, y durante más de tres horas cogieron con Mariana por todos los agujeros disponibles. A partir de entonces suelen repetirse las reuniones de estudio de Matías y sus “compañeritos”, que ahora ya son ocho, y estos aprovechan cualquier ocasión para meter sus manos bajo la ropa de la muy puta de Mariana, que ahora ya no piensa en ser fiel a su marido y se deja coger por cualquier hombre que se le tire el lance o le pegue una manoseada.

ELPATO


 

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Comentarios enviados para este relato
MXTiger700 (25 de October de 2010 a las 02:16) dice: Pato, muchas gracias por este superrelato, muy excitante, favor escríbeme para compartirte otros buenos que tengo.

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:31) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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