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MALA ELECCION

dulces.placeres Relato enviado por : dulces.placeres el 13/07/2016. Lecturas: 3139

etiquetas relato MALA ELECCION   Trios .
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Resumen
Abraham nos puso a ambas en cuatro patas sobre el mullido sillón, una al lado de la otra, primero vino sobre mí para cogerme bien profundo, tan profundo hasta sentir sus bolas golpear en la puerta de mi raja, gritaba, me masturbaba, le regalaba pequeños orgasmos, lo veía de cómo con su mano izquierda enterraba los dedos en la concha de mi amiga, luego fue su turno, ahora la cogía a ella quien se veía en la misma situación, mientras el enterraba los dedos de su mano derecha en mi concha, yo no podía quedarme callada y preguntaba a ambos si disfrutaban con lo que hacíamos, pero ellos no parecían querer dialogar, Abraham con su habitual aguante nos cogió por largos minutos, al punto que mi concha estaba saciada de carne…


Relato
MALA ELECCION


Esta es solo mi historia, que sonará excitante pero aconsejo no repetir.
Soy una mujer normal, como todas, con una vida sencilla, sin grandes lujos, ama de casa, alejada de los vicios y la mala vida, me gusta ir al cine y a pasear por locales comerciales.
Madre de cuatro hijos, cercana a la cuarta década, con un matrimonio de varios años, que hasta esa noche era más que feliz.

Voy a comenzar por mi ex esposo, un tipo trabajador, de amplia caja torácica, entrecano de bigotes, con brazos de acero, unos bíceps enormes con profundos tatuajes, todo fruto de su trabajo, no es ese típico musculoso de gimnasio que se pasa el día mirándose en el espejo, no señor, su físico es producto de su día a día, tiene una grúa para remolcar vehículos averiados y además suele repararlos. Puede decirse que Abraham es ese macho recio, áspero, de pocos modales, de esos que intimidan con la mirada.
En la cama es un animal, con una resistencia terrible, siempre está dispuesto, siempre tiene ganas, es una montaña de testosterona.
A pesar de todo, de ser ese típico macho autoritario, en la cama era un dulce que sabía muy bien cómo tratar a una dama y hacerla gozar al límite.

La otra persona de las que les hablaré es de Teresa, Teresita, como yo la llamo era mi mejor amiga, la conocía desde la infancia, ella hacía años que trabajaba como secretaria de un abogaducho de cuarta que le pagaba unos míseros pesos y la hacía trabajar más de la cuenta.
Si había algo que resaltaba a simple vista de mi amiga, era el desproporcionado tamaño de sus enormes pechos, algo en lo que Abraham siempre focalizaba su atención y hacía comparaciones odiosas con el tamaño de los míos, él solía bromear con el hecho de que algún día iba a cogérsela, pero eran cosas a las que estaba acostumbrada.
Por su lado Teresita hacía tres años que se había divorciado y mi bocaza de mujer solía contarle cosas que debía callar, sobre la intimidad que llevaba con mi marido, ella siempre escuchaba con atención y sin proponérmelo fui despertando sus más bajos instintos hacia la figura de Abraham.

Tal vez pequé de ingenua, pero las cosas se dieron naturalmente. Teresita estaba un poco necesitada, buscando nuevos amoríos, Abraham estaba al tanto ya que yo le contaba todo lo que sucedía, así que planificamos una cena en nuestro domicilio, Teresita, Abraham, Luis y yo. Luis era un solterón amigo de mi esposo al cual yo conocía y la idea era presentarlos para ver que sucedía.
Los cuatro sabíamos de la situación, no había engaños así que esa noche de verano mi amiga fue la primera en llegar, lucía un vestido holgado, floreado con una solerita cubriendo su espalda, tenía a mi gusto un exagerado escote que hacían saltar sus tetas y más que erótico parecía grotesco, al punto que la vista de mi marido al verla se dirigió como un misil a ese lugar, ella reaccionó inconscientemente encorvándose un poco, como hundiendo sus tetas entre sus hombros visiblemente incomodada por la mirada masculina que la amenazaba.

Pero la cita no fue como esperábamos que fuera, se hacía tarde, el celular de Abraham sonó sobre la mesa, era Luis, su coche se había descompuesto y necesitaba de su ayuda, así que mi esposo de muy malas ganas sacó la grúa del garaje y partió raudamente.
Mi amiga y yo quedamos solas, con las ideas truncas, encendí el televisor buscando cualquier cosa para ver, dando vueltas y de casualidad quedamos viendo una película que recién empezaba al tiempo que empezamos a cenar puesto que la comida se estaba enfriando.
El tema es que esta película tenía un alto contenido erótico, cercano al porno, trataba la historia la historia de dos mujeres que se disputaban el amor de un hombre y este al no decidirse por ninguna optaba por compartir su vida con ambas.

La verdad es que las imágenes y sonidos recibidos nos estaban bombardeando nuestros cerebros y el erotismo corría por nuestra sangre, me noté raramente excitada imaginando un encuentro con mi esposo y mi amiga y leía en los ojos de Teresita que ella también estaba encendida.
Pero nunca supimos como terminó la película ya que casi dos horas después llegó mi marido, molesto, enfadado, transpirado y engrasado, maldiciendo su suerte, la noche se había arruinado por lo que Luis había decidido suspender la cita mandando las excusas del caso.
Abraham pasó por el baño mientras nosotras mirábamos la escena en silencio, sin cerrar la puerta desnudó su tórax dejando la camisa a un lado para refrescarse con agua, para enjuagar su rostro y sacar la grasa de sus brazos, luego volvió con nosotras con su pecho musculoso al desnudo para sentarse al medio de donde estábamos, un amplio y mullido sillón, aun masticando bronca, maldiciendo, molesto.
A decir verdad en estas ocasiones era cuando más atractivo se ponía, sus músculos se marcaban y su masculinidad rebalsaba por sus poros, transpiraba hombre, respiraba hombre…

Los dejé solos unos segundos, me estaba orinando y necesitaba ir hasta el baño, pero me sorprendería el cuadro al salir, si bien fantaseaba con ello, casi nadie pasa de la fantasía a la práctica.
El estaba en el centro del sillón, con sus brazos abiertos sobre el espaldar, a un lado mi amiga acurrucada junto a él, intercambiando profundos besos de lengua, más abajo la pija dura de mi marido emergía por la cremallera del pantalón y ella se la acariciaba totalmente entregada, no sabía como habíamos llegado a este punto, la imagen fue chocante pero no sentí ni enojo, ni celos, ni nada, es más, me sentí excitada por lo que veía…
Solo me arrodillé y me moví en cuatro patas hacia ellos, sigilosamente sin hacer ruido hasta llegar al medio de las piernas de mi esposo para besarle le pija…

Me concentré sobre su verga, como me gustaba chuparle la verga, sentirla dura en mi boca, su virilidad, su dominio, saborear su glande con mi lengua, llenar mis labios con su piel, atorarme con ella en lo profundo de mi garganta, succionarla como una aspiradora, acariciar con mis manos sus testículos, sentirlo gemir por el placer que le daba, llenarme con su sexo, tenerlo en mi paladar, en mis cachetes, llenarlo con mi saliva…
De reojo observaba como ellos se besaban y solo lograba que se mojara mi argolla, y me sintiera enfermizamente caliente, así que fui sobre el otro costado, por el que quedaba libre para robarme el rostro que me pertenecía, ahora yo lo besaba profundamente mientras ella bajaba al lugar que yo había dejado.
El me abrazaba con ternura mientras que con la otra mano apretaba el cráneo de Teresita hacia abajo, me encantaba verlo gozar…
Cambiamos varias veces besos y pija, pija y besos, ambas amigas nos miramos sonrientes…

Teresita se paró junto a nosotros y mientras dejaba caer su vestido preguntó:

- Tu señora esposa me dice que siempre te gustaron mis pechos, quieres probarlos?

La mirada de Abraham se había perdido como un ser que pierde la cordura, las tetas de mi amiga eran exageradamente enormes, y realmente desee que él se las comiera, se abalanzó sobre ella dejándome a un lado, entre sus dos manazas trataba de tomarle un pecho y aún así no podía, se los mordisqueaba, enterraba su cara entre ellos, se lo veía muy caliente y eso me calentaba a mí, sentir a mi amiga gozar y gemir por lo que le hacia mi esposo, una experiencia nueva para mi, ver como el ya apretaba sus glúteos, como refregaban sus cuerpos uno contra el otro, no podía resistirlo, yo también me desnudaba y casi sin darme cuenta estimulaba mi clítoris que parecía explotar.
Me masturbaba con fuerza, apretando mis pezones, metiendo mis dedos en mi húmeda concha, todo por placer…

- Son unos bastardos degenerados!

Protesté al sentir que había quedado al margen, Abraham, notando la situación dejó las tetas de mi amiga y mirándome dulcemente con una sonrisa en los labios murmuró:

- Vení tontita, vení con papá…

Entonces se recostó en el sillón e hizo que me sentara sobre su cara, mi vagina empezó a recibir las caricias de su lengua, por mis labios, por mi clítoris, por mi hueco mojado, sus manos apretaban la carne de mi culo, apenas podía ver parte de su rostro que se perdía bajo mi sexo.
Teresita se sentaba sobre su verga a mis espaldas, tomándome de los hombros me usaba de apoyo para balancearse sobre la verga de mi marido, comiéndosela toda, me encantaba sentirlo disfrutar con dos mujeres, mientras ambas gemíamos alcanzaba a preguntar:

- Te gusta? te gusta cogerte a mi amiga?

Pero el parecía asfixiarse con mi concha, entonces girando la cabeza pregunté
- Y a vos puta? Te gusta cogerte a mi marido?

Pero ella tampoco me respondió, perdida en un mar de placer…

Tomé la iniciativa y la hice poner a mi amiga en posición de sesenta y nueve como mi esposo, de manera que ellos se laman sus sexos recíprocamente, yo fui otra vez entre las piernas de mi esposo y entre ambas compartimos su verga dura, solo su carne separaba el rostro de Teresita con el mío, yo llevaba el mando, se la mamaba un buen rato y luego seguía ella, pero le costaba concentrarse por la lamida de concha que él le pegaba, por lo que yo tomándole la cabeza hacía que se la chupara, y otra vez yo, y otra vez ella, veía en sus ojos el placer, la lujuria, nuestras salivas se mezclaban sobre la verga de Abraham…

Abraham nos puso a ambas en cuatro patas sobre el mullido sillón, una al lado de la otra, primero vino sobre mí para cogerme bien profundo, tan profundo hasta sentir sus bolas golpear en la puerta de mi raja, gritaba, me masturbaba, le regalaba pequeños orgasmos, lo veía de cómo con su mano izquierda enterraba los dedos en la concha de mi amiga, luego fue su turno, ahora la cogía a ella quien se veía en la misma situación, mientras el enterraba los dedos de su mano derecha en mi concha, yo no podía quedarme callada y preguntaba a ambos si disfrutaban con lo que hacíamos, pero ellos no parecían querer dialogar, Abraham con su habitual aguante nos cogió por largos minutos, al punto que mi concha estaba saciada de carne…

Y nos cogió a ambas un buen rato, a una, a la otra, me cogió como nunca me había cogido, hasta secarme la concha, hasta que ya no quisiera más, hasta arrancarme todos los orgasmos que pudiera darle, hasta hacerme transpirar, hasta hacerme tener taquicardia, hasta quitarme la respiración…
Probó todas las posiciones imaginables paseando su miembro imponente como un estandarte de guerra, por su boca, por mi concha, por mi boca, por su concha…

Yo ya estaba fuera de juego, me mantenía dentro del ring pero como una espectadora de lujo, Teresita otra vez en cuatro patas, ahora con las rodillas en el piso y sus cuerpo sobre el asiento del sillón, el a sus espaldeas, incansable, y quien escribe sentada a un lado, tomé las nalgas de mi amiga separándolas a más no poder, su culito se abrió entonces ante nuestros ojos, mi esposo y yo nos miramos, era evidente que a ambos se nos había pasado la misma idea por la cabeza, algo que yo no hacía, pero evidentemente ella sí, haciendo puntería dejó caer saliva en su esfínter, una y otra vez hasta asegurarse que estuviera preparado, luego sacó la verga de su concha y con mi mano lo guié hacia ese fruto prohibido, lejos de sentirse perturbada, mi amiga al sentir al intruso tratando de invadir su trasero, solo se relajó para entregarse por completo, en un abrir y cerrar de ojos la pija de mi esposo se perdía en el culo de Teresita, quien gemía como perra por el placer recibido.

Se la dio por el culo un buen rato, luego la giró sobre el sillón levantando sus piernas, ella misma se trabó con sus brazos para abrirse todo lo que pudiera, fui espectadora de lujo, el metía su pija en el culo, luego en la concha, uno y uno, alternando de un agujero a otro, en cada embate ella gritaba, sus enormes pechos se elevaban majestuosos y se movían como réplicas sísmicas hacia atrás y hacia adelante, así llegó al final, Abraham disparó con furia sobre el cuerpo de mi amiga, los potentes disparos rociaron todo a su paso, desde el pubis, el vientre y hasta los mismos pechos, lo único que hice fue llenarme las manos con el líquido viscoso para acariciar tiernamente las tetas de mi amiga, ella me dejo hacer, hasta secar el semen en la punta de sus pezones.

Sin saberlo, esa noche había sembrado la semilla del mal, nunca repetimos la experiencia pero ellos siguieron viéndose a mis espaldas, fui tan ingenua que nunca lo vi venir, jamás sospeché.
Un año después Abraham se sentaba conmigo para tratar de explicarme algo que jamás entendería, el había decidido abandonarme, me cambiaba por ella, no tiene sentido que narre los problemas que aquí comenzaron sucederme uno tras otro, ahora solo soy una mujer sola y despechada, tirada a su suerte, una mujer a la que le robaron su mejor amiga, una mujer a la que le robaron su marido.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:45) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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