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MAMA Y MI ENTRENADOR ( y II )

Relato enviado por : Anonymous el 13/06/2007. Lecturas: 18170

etiquetas relato MAMA Y MI ENTRENADOR ( y II ) .
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Resumen
A la calenturienta mamá le esperan delirantes aventuras con vibradores de todas las formas y colores, con un ingenuo motero, con el entrenador de su hijo y, como buena madre y esposa ...


Relato
Por fin me sacaron la escayola, me sentía mucho más feliz y relajado, a pesar de que aún no podía correr y menos jugar a beisbol. No obstante, asistía a los entrenamientos y partidos como espectador pues en el equipo tenía a mis mejores amigos, que luchaban por el campeonato juvenil. Ahora, con la disculpa de llevarme en auto para que no fatigase la pierna, con frecuencia me acompañaba mamá , aunque yo sabía que lo que más le interesaba no eran los resultados deportivos sino ver de cerca a Waldo. Me molestaba sobremanera la forma de mirarlo (literalmente, lo desnudaba con la mirada) y de hablar con él, melosa y sensual, algo que nunca había hecho con mi padre.
Tras un partido se acercó a felicitarlo por el triunfo del equipo y lo invitó a pasarse por la piscina
cuando le apeteciera.

Yo seguía hurgando en los cajones de la habitación de mamá cuando regresaba del colegio y ella no estaba en casa. Ahora buscaba sobre todo alguna carta o nota porque sospechaba que ella y Waldo mantenían algún tipo de correspondencia, aunque bien pensado esto resultaba un poco absurdo en el tiempo de los celulares. No obstante, yo revolvía y revolvía con excitación entre sus cosas por si surgía algo. Eso sí, de vez en cuando me cogía su vibrador y me obsequiaba con una buena gayola. Y así fue como buscando, buscando, encontré un catálogo de un distribuidor de material y objetos sexuales que tenía marcado con lápiz un vibrador con forma de pene negro de considerable tamaño. Estaba claro que mamá se disponia a comprar un nuevo consolador por correo que le recordase la verga de mi entrenador. ¡Qué reputa!, pensé para mis adentros. Tanto me enojé pensando en esta posibilidad que cuando esta vez me masturbé encima de su cama con su vibrador, retuve toda mi leche en mi mano y luego lo unté por todo el aparato. Dejé que la leche se secara y lo volví a guardar en el zapato. Aquella noche, cuando mamá se lo metiera en el coño iba a mezcar mi leche con sus juguitos internos y ...¡ojalá se quedara preñada por su propio hijo!, pensé ingenuamente, ¡se lo merecía por puta!

Pasaron unos días y una tarde de gran calor apareció por casa Waldo, atendiendo a las reiteradas invitaciones de mamá de que se viniera a bañar a nuestra piscina comunitaria. Bajamos los tres y nos acomodamos ellos dos sobre sendas hamacas, las únicas que estaban libres,
y yo en el suelo sobre una toalla. Mamá lucía un biquini nuevo de escándalo y el mulato un ajustado slip negro que permitía entrever la generosidad de su dotación íntima. Hablamos de cosas banales, sobre todo de beisbol y de los exámenes escolares que se aproximaban. Desde mi perspectiva visual, más abajo que ellos, poco podía ver pero mucho imaginar. Mamá tonteaba y reía nerviosa, aunque esta vez no se atrevió a sacarse el sujetador ni a pedir que le extendiesen la crema protectora, que naturalmente me correspondería a mí hacerlo, pero como tenía a mi lado al cubano observaba como su paquete iba creciendo cada vez que mi madre le susurraba al oido. Desde mi ángulo, medio metro por debajo de él, su calzón parecía un volcán a punto de erupcionar. Yo también me recalentaba con todo aquello, así que más de una vez me zambullía en la piscina para que me bajara la temperatura. Así estábamos cuando de repente se acercó un mensajero-motero preguntando por mamá. "¿Es usted la señora Esther Fernández? Pues le traigo un paquetito que me deberá pagar". Mi madre se incorporó de golpe toda nerviosa y le dijo al chico que debía subir al piso para recepcionar el envío, pues allí no tenía ni la documentación ni el dinero.
"Mamá, ¿quieres que vaya yo por ti?", le dije con amabilidad. "No, no, hijito, ya lo hago yo ..." Y allá
se fue para casa seguida del mensajero que, pese al calor del día, no se había sacado el casco de la moto.
Quedamos solos Waldo y yo, e iniciamos una conversación intrascendente. Luego él la fue conduciendo hacia temas más personales, pero antes empezó a alabar mis grandes dotes como deportista, diciéndome que estaba esperando mi total restablecimiento para incorporarme como jugador fijo e indiscutible, pero aún fue más lejos comunicándome que me iba a proponer al presidente del club para la liga profesional y que iba a cobrar un dinerito ... Después de conmover mi vanidad, me preguntó dónde estaba mi padre, si mi mamá se sentía sola, cómo nos divertíamos ... Yo contestaba con evasivas, pues sabía que pretendía conocer cosas de la familia para ligar mejor a mamá, que por cierto empezaba a retrasarse .
- Tu mamá tarda un poco, ¿quieres que vaya a buscarla?
- No, gracias, ya subo yo, le respondí a Waldo.
Me puse la toalla a la cintura, salí del recinto de recreo y monté en el ascensor. Abrí con mi propia llave y me encontré con la casa en silencio. "Debe estar en el wc", pensé. Pero cuando me disponía a aguardarla en la salita oí unos murmullos que salían de su habitación.
- Esta ya está probando su nuevo vibrador - dije para mí -.Y puse el ojo en el agujerito de la puerta.
No estaba probando el nuevo consolador "falo-negro-tres velocidades"; estaba probando una polla auténtica, la del motero-repartidor. El pobre muchacho, que debía tener poco más que mi edad, tenía su pija en la boca de mi madre, que se la chupaba con delección y furia al mismo tiempo. El chico estaba sentado al borde de la cama y aún llevaba puesto el casco en la cabeza, tenía los pantalones del uniforme y los calzones por los tobillos y daba gemidos como un animalito acorralado. Ella, de rodillas, completamente desnuda probaba con la otra maho la eficacia de su nuevo vibrador. Ahora recordé que en el catálogo de venta ponía: "Pruébelo y si no queda satisfecha le devolvemos su dinero", y, naturalmente estaba probando la calidad del producto. El motero estaba que explotaba. Cuando le llegó el orgasmo se cayó para atrás sobre la cama y se convulsionó mientras mi madre le absorbió hasta la última gota de semen.
Salí lanzado para la piscina sin hacer ruido mientras pensaba que la calentura de mi madre era muy pero que muy fuerte , y que me iban a esperar unas jornadas muy interesantes hasta que papá regresara de su viaje y le calmara su furor uterino.

Estaba en el colegio cuando sonó mi celular. Era mi padre para decirme que había conseguido unas minivacaciones y que estaba en el aeropuerto de nuestra ciudad. Me había llamado a mí porque darle una sorpresa a mamá y no quería que ella se enterase de su vuelta anticipada. Me pidió que fuese a recogerlo con un taxi al aeropuerto, y así lo hice. Papá es un hombre magnífico, trabajador y muy cariñoso con todos nosotros, buen mozo y simpático. Nos había echado mucho de menos, se interesó por mi lesión en la pierna, por mis estudios, por el beisbol ... Y naturalmente por mamá, que estaba deseándo abrazarla. Venía cargado de regalos y recuerdos para nosotros dos, como siempre que viajaba a lugares lejanos. Yo de vuelta en el taxi iba algo serio, aunque él no lo notó, porque me venía a la mente lo vivido en las últimas semanas y los descubrimientos sobre las calenturas sexuales de mamá. "Con papá en casa, todo volverá a la normalidad", pensé.

Llegamos a casa, despedimos el taxi y yo ayudé a mi padre a subir su equipaje. A aquellas horas del mediodía mamá estaría haciendo las faenas de casa y seguramente se iba a llevar una grande y agradable sorpresa. Pero grande (no agradable) sorpresa fue la que llevamos mi padre y yo. Cuando entramos en el dormitorio marital, encontramos a Waldo y a mi madre completamente desnudos follando como locos sobre la cama. El negro estaba encima de mi madre y le tenía metida la enorme tranca hasta los intestinos, metiéndosela y sacándosela con una furia atroz; mamá le apretaba el culo con las piernas entrelazadas, pidiendo más y más poronga. Ante aquella escena mi padre creyó estar viendo visiones, palideció y los paquetes que llevaba en la mano le cayeron al suelo. Reaccionó de súbito y en un arrebato cogió al mulato por el cuello con intención de estrangularlo. Aún medio ahogado, el entrenador tuvo un fuerte orgasmo y se corrió dentro de mi madre. Yo veía como al ser retirado a la fuerza por mi padre, mama se convulsionaba y se corría mientras de su coño salía a borbotones buena cantidad del semen del moreno. Este, mucho más fuerte que mi padre, se desembarazó de él de un empujón, y echó a correr como alma que se lleva el diablo, cogiendo apresuradamente la camisa y el pantalón pero dejando atrás el calzón y los zapatos, tanta era la prisa y el miedo que llevaba.

Papá se apoyó en la pared y respiró hondo, el sudor le caía por la cara. Mi madre se escondió debajo de las sábanas avergonzada y de entre la cama asomó el nuevo vibrador con forma de gran pene negro. Muy excitado mi padre añadió:
- Eres más puta que todas las trolas juntas que me he chingado en mil viajes. Pero ahora vas a saber lo que es un cornudo encabronado.
Y se desnudó de golpe, dejando asomar una considerable verga empalmada y unos cojones hinchados por semanas de abstinencia. La sacó de su escondite, la puso a cuatro patas y le metió de golpe la pinga por la concha que aún estaba jugosa de la lefada del cubano. Y así la estuvo machacando un buen tiempo mientras le apretaba sus tetitas con todas sus fuerzas. Fue cuando papá reparó en mí, que asistía atónito pero excitado a tan tórrido episodio.
- ¿Y tú vas a estar ahí quieto como una momia? ¿A qué esperas para chingar a la puta que te parió?
Desmontó de mi madre, vino hacia mí, y de un arrebato me sacó toda la ropa. "Ya veo que tienes una buena polla para tu edad, no es la del negro pero vas a hacer gozar a tu mamá", y diciéndome esto me llevó hasta la cara de ella e hizo que se la metiera en su boca. Lejos de desagradarle, mamá me la cogió, me descapulló con fuerza y se la tragó hasta los huevos. Yo creía enloquecer. Mientras tanto, mi padre le había metido el consolador por la cajeta y al mismo tiempo le estaba dando caña por el culo. Con sus tres agujeros ocupados ella bramama y gozaba como una burra en celo.
- Quiero que te corras en la almeja que te parió - me dijo mi padre. Así que abandoné su boca y me dispuse a penetrarla por el chocho. Sentía su calorcito, las paredes vaginales apretando mi verga, ella se arqueaba para sentir en lo más profundo de su útero el cipote de su hijo. Papá trataba de que ella se corriera una y otra vez, así que le meneaba con furia el clítoris. Fue cuando lanzó un grito tremendo y se corrió mojándome polla y huevos. Yo no pude más y me vacié dentro de ella. Mi padre vertió toda su lechada en su cara y boca para terminar metiéndosela hasta el fondo de la garganta y producirle arcadas.

Durante los días que estuvo mi padre de permiso en casa no se dirigieron la palabra. Incluso él ya no dormía en la cama matrimonial sino conmigo. Más de una vez, cuando él estaba dormido yo me deslizaba hasta la puerta de la habitación de mamá y por el agujerito veía como se masturbaba. Y más de una vez yo en cama con mi padre, al observar su pollón erecto mientras dormía, le hacía un buen pajotel y al día siguiente se levantaba con mejor ánimo.

Pasaron los días y mi padre volvió a la mar. No se despidió de mi madre, pues seguían sin hablarse. Volvió la rutina a la casa, mi madre parecía haber olvidado el trío paterno-materno-filial que habíamos hecho, el entrenador me trataba mejor que nunca: me ponía siempre a jugar, alababa mi destreza ... Yo sospechaba que se veía a escondidas con mi mamá pero de momento yo estaba muy ilusionado con pasar a la liga profesional, así que no profundicé en el tema. Un buen día regresó mi padre de viaje. Lo vi más relajado y contento. Como siempre venía cargado de regalos para mí y para mamá.Sorprendentemente, después de abrazarme efusivamente a mí fue hacia mi madre , la besó en la mejilla y le dio un paquete envuelto con papel de regalo y un lacito rosa. "Esto es para tí, espero que te guste". Mamá le sonrió imaginándose que la crisis matrimonial tocaba a su fin, y abrió toda contenta su regalo. De pronto palideció: era una reproducción a tamano natural del pollón del actor porno Rocco Siffredi. Y mi padre con ironía añadió:
- No todo van a ser pingas negras.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:59) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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