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Marlene 05

Relato enviado por : ivloguer el 12/05/2013. Lecturas: 12548

etiquetas relato Marlene 05   Jovenes .
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Resumen
Despidiéndome de las nenas en el hospicio, me atraía terriblemente el traserito de la nueva y debía llevar la conversación para aquel lado.



Relato
Marlene 05

Despidiéndome de las nenas en el hospicio, me atraía terriblemente el traserito de la nueva y debía llevar la conversación para aquel lado.
Le mencioné que a mi nena no le quedaba bien la bombachita, que evidentemente no tenia la colita tan voluminosa y la prenda le quedaba flojita. Las risitas nerviosas de la nueva me dieron a entender que no era la primera vez que le decían eso y tras algunas bromas relató:

"Desde el año anterior su padrino comenzó a ser más amable con ella, le traía golosinas y regalitos casi a diario y la abrazaba muy fuerte. Estos juegos le encantaban y se colgaba del cuello masculino mientras daban vueltas hasta llegar al mareo mientras unas viriles manos la sostenían por la colita.
Parece que el hombre estaba fascinado con aquel trasero gordito cuando le dijo que en el colegio sería la envidia de las compañeritas que no tenían un potito tan atractivo, mientras le decía esto le sobaba las piernas hasta llegar arriba y abarcar las nalguitas con la manaza adulta.
El problema sería cuando creciese y su cola se pondría normal, a menos que se haga masajitos con crema masculina.
Como no deseaba perder sus atractivos atributos le pareció perfecto que el hombre la hiciese inclinar en una silla y levantase la pollerita. Parece que el espectáculo de una bombachita apretando aquellas carnecitas no era tan malo, el pobre aceleraba su ritmo respiratorio mientras los dedos no le alcanzaban para recorrer ese trasero deseado.
Poniéndose una gomita en su enhiesto aparato lo pasaba por la ranura posterior hasta que decidió que seria mejor sentir piel contra piel, bajándole un poco la infantil prendita íntima no se pudo contener y lanzó chorros de leche mientras pasaba el mástil por la canaleta posterior de la nena."

Finalizado el relato de la pequeña me pareció que era poco sustancioso pero al menos daba pié para seguir con el tema. Le contamos a medias con mi nena que eso era muy natural, que inclusive se la metía un poco dentro del culito para depositarle mi savia en el intestino y lograr efectos más curativos.
Mientras le contaba esto no podía dejar las manos quietas y entre tanto sobarle el traserito terminé bajándole la dichosa bombachita.
Mi muertita relataba que la sensación era muy placentera, y de paso curaba mi hinchazón frontal, todo esto en un tono de secretitos al oído mientras se abrazaban y sus piernitas jugaban a sentir cosas. Al estar ambas de lado me dejaba el traserito apuntando hacia mi reciente inflamación y mientras le preguntaba si las sensaciones con su padrino eran similares al sentir un trozo de carne paseando por su colita contestaba que ahora era mejor, más raro al estar abrazándose con otra nena y hablando cochinaditas.
Me parecía una pena expulsar mis estrellitas sobre ese hermoso trasero y decidí atacar directamente el ojito marrón, hasta parecía más dilatado que el de mi nena y estaba por preguntarle si se ya la metieron antes por el culito, pero preferí probar en directo sus reacciones y apreté el baboso monstruo contra aquel anito delicioso. Pensaba que de abrirse solo un poquito alcanzaba para correrme dentro de ella pero su esfínter cedía amablemente alojando toda la cabeza de mi miembro.
A la chiquilla le molestaba un poco tomando en cuenta su expresión mientras era besada por la otra nena, pero luego de algunas estocadas le dejé el intestino lubricado y brillante de estrellitas.
No se la quería sacar repentinamente del culito, además la sensación aun era muy buena, el garrote se ablandaba lentamente dentro de ella y nos quedamos quietitos y jadeando hasta que se salió solita.

Decidí despedirme y visitar a la funeraria Wittkop para conseguir otras ropas, luego de caminar un par de calles me hallo frente a la terminal de buses hacia la zona de Peñafiel y mientras pensaba que no tenia dinero para pagar el pasaje recordé que ya no necesitaba eso para viajar. Me pude recostar en el asiento trasero para 4 personas, estaba desocupado y llegamos en un santiamén.
Parece que estaban los sobrinitos de vacaciones en la casa usando la dichosa pileta. Peñafiel en una reposera mirando a los nenes jugar en el agua con la cara extraña, otra vez los dichosos cigarritos mágicos que fumaba.
Con la vista yo buscaba a Marga pero en eso salió la nenita del agua para pedirle gaseosa al tío, éste se reía estrepitosamente ante la extrañeza de la criatura.
Tomando una toalla le secaba un poco la cabecita mientras comentaba que debería usar mallita pues al meterse al agua con la bombachita, la tela se le pegaba a la piel marcando mucho su tajito.

Mientras le explicaba a la criatura, pasaba lentamente el dedo por encima de la bombachita mojada, allí donde se marcaba ese hachazo en medio de un bultito bastante tentador. La chiquita no entendía nada y por suerte apareció Marga con una sonrisa maliciosa susurrando en el oído del padre que no debería estar manoseando a su propia sobrinita, además la pobre no sentiría placer con las caricias en la conchita en cambio ella ya era mayor y podría aprovechar un dedito travieso. Parece que el padre ya estaba bastante desinhibido cuando su hija seguía susurrando que estaba envuelta en una toalla pq recién se había bañado y no llevaba nada debajo.
Alzando un poco la improvisada pollera se sentó sobre la falda y pasando la manita hacia atrás liberó al monstruo paterno para volver a sentarse lentamente. Parece que el mástil recién sacado de prisión le hacía sentir cosas lindas mientras se lo iba metiendo solita, con los ojos cerrados respiraba algo agitada mientras bajaba la cola para ensartarse bien aquella carne familiar.

Por suerte la sobrinita no veía estas maniobras filiales mientras volvía a la pileta, sacándose la bombachita húmeda que se le había enterrado en la colita.
Como la toalla tapaba la acción solamente adivinable por el suave movimiento de la nena montando a su padre, no sabría decir si se la estaba metiendo por delante o por el culito pero el hombre explotó tomándola a Margarita por la cintura para enterrarle profundamente el miembro mientras eyaculaba dentro de ella.
Mientras Peñafiel se lamentaba por tener que asistir a una reunión, su hija le contaba que los sobrinitos hacían cochinaditas aveces y que le mostraría ahora cuando las criaturas dormirían una siesta.

Peñafiel se mostraba entusiasmado por un nuevo proyecto de viajes en el tiempo que el ejército estaba probando en secreto y él era uno de los pocos civiles confiables para construir la infraestructura, además pagaban muy bien.
Estas palabras no parecían deslumbrar mucho a su hijita que se la pasaba haciendo cosquillas a los nenes y retándolos a que le muestren al tío sus jueguitos secretos.
Parece que conocía por adelantado esas travesuras, ya que abriendo un cajoncito les alcanzó un lápiz redondeado y lisito, Peñafiel no entendía pq los haría dibujar ahora cuando deberían dormirse pero sus dudas se disiparon cuando la chiquita se puso a cuatro patitas y el hermanito le comenzó a meter el lápiz en el culito. Esta visión despertó nuevamente sus instintos paternos y decidió copiar la situación pero con su lápiz de carne, como su hija estaba arrodillada para ver de cerquita los juegos infantiles dándole la grupa a su padre, éste no pudo más que levantar la toalla por detrás descubriendo aquel trasero hermoso.
Parece que recién había recibido tratamiento vaginal pq se la metió por allí y se notaba resbaladizo como recién lubricado, luego de algunos meneos dentro de la puchita dispuso el glande en el agujerito marrón y con la sola lubricación anterior logró meter toda la cabeza.
Margarita estaba en la nubes mientras tironeaba el flácido penecito del nene que a su vez sodomizaba a la hermanita con un lápiz. Ese anito familiar parecía tener cierto entrenamiento anterior, ya que la cariñosa barra paterna se fue introduciendo a mayor profundidad hasta que casi se la metía completamente por el culito. Por la reciente eyaculación en el jardín se tardaba bastante bombeando dentro del traserito de su hija hasta que largó todo el enema en el intestino de la nena.

Estas amorosas experiencias filiales me llenaron de ternura deseando volver a ver a mi propia hija, no la podría tocar ni ella verme pero el sólo estar cerca de ella me reconfortaba el alma. Aún era horario de clases por lo que me encaminé al colegio, feliz de que ahora entraba al establecimiento sin que nadie me preguntase nada y hasta entraba al baño de nenas del mismo modo.
Allí estaba sentadita mi ángel divino, con esa carita que tanto he besado y a su lado la rubiecita rompe corazones. Se estaba tocando la puchita disimuladamente y quise interpolar nuestros cuerpos para ver si lograba percibir sus sensaciones, cuando un alboroto en el fondo de la clase me hizo incorporar del asiento y dirigirme allí.
Era una flacucha sacudiéndose, parece que sufría epilepsia y estaba en medio de un episodio, cuando ponía los ojos en blanco parecía tener cuatro brazos, un poco de su cuerpo etérico se salía del físico y como jugando la tomé de las manitas extrayéndola totalmente del cuerpo.
La flacucha se desparramó en el suelo como una bolsa de patatas inanimada mientras mi nueva amiguita incorpórea se aferraba a mis manos sin comprender nada, me preguntó si era el médico mientras yo me ponía de rodillas para observarla mejor.
Me llevé un gran susto al sentir un hormigueo en la pierna al arrodillarme dentro de la pierna física de ella, mirando hacia abajo comprobé que movía esa pierna a voluntad como si fuese mía y traspolando ideas llegué a la conclusión que podría usar todo el cuerpo físico como si me perteneciese.
Tomando a la nena por la carita con ambas manos le pedí que me perdonase mientras la besaba en la boquita, su rostro azorado indicaba que jamás había sido besada de esa manera y miraba hacia los compañeritos que no hacían nada para ayudarla, la ignoraban como si fuese invisible mientras le explicaba que necesitaba un cuerpo para poder visitar a una persona que amaba mucho, sin decirle que era su compañerita Alicia saltaba de alegría en mi interior pensando que podría hablarle a mi tesorito.
De modo inconsciente levanté su pollerita para verificar el color de sus calzoncitos, no se para qué si de todo modos robaría su cuerpo físico pero no pude resistir tocarle la puchita mientras me despedía metiéndome dentro del cuerpo inerte.

Tuve que encogerme bastante para hacer coincidir los pies y la cabeza simultáneamente, además de la sensación de mareo y debilidad que me azotaban. Creo que valió la pena, entre varias nenas trataban de reanimarme mientras me tomaban de las manos y me acariciaban la cabeza, me estaba sintiendo realmente bien hasta mirar hacia abajo y descubrir unas piernitas flacuchas que salían de una pollerita colegial.
Lo mejor de todo era que una de las manitas que me acariciaban eran de mi cielito divino, tuve que fingir mucha inestabilidad para seguir aferrándome a esos deditos que antaño sabía cubrir de besos.

Apenas incorporado me dirigí al baño, inconscientemente entré al de varones pero dado que sentía ciertas urgencias fisiológicas me metí en un bañito trancando la puerta. También inconscientemente manoteé el monstruo para aliviar la vejiga, HORROR, no tenía mi monstruo ni monstruito, solamente un mísero tajito. Tuve que sentarme en el inodoro lamentando haber escogido un cuerpo femenino.
Al salir del bañito estaba el maldito profesor de idiomas que me recriminaba haber ingresado al baño de varones, pero su rostro se dulcificó cuando me tranquilizaba diciendo que los episodios epilépticos desorientan.
Lo que no me tranquilizaba eran sus manazas pasando por mi espalda hasta tocarme el trasero, acercándome al lavabo ubiqué la mano para enviarle un chorro de agua que lo sacó de sus perversos pensamientos.

El tiempo restante de la clase pasó de modo anodino, eso en cuanto a la maestra que se desgañitaba para enseñar no se qué pavada, mis ojos solamente existían para admirar la espalda de mi hijita un par de bancos delante.
En el recreo pensaba abordarla pero se dirigieron en grupo al baño, recordé la manía compulsiva de las mujeres para ir al baño en patota y también me encaminé detrás del grupito que me ignoraba.

Las nenitas no utilizaban los servicios, no entiendo para qué diablos irían al baño entonces, solamente presumían delante del gran espejo arreglándose el cabello o el uniforme. Creo que tenía la boca abierta mirando embobado a mi hijita cuando siento que me toman del brazo arrastrándome dentro de un bañito. No podía creer la fragilidad de mi cuerpito actual que era manejado como un trapo.
Ya dentro también quedé mudo/a al reconocer a la chica que me había forzado hasta aquí: era María, la nena algo mayorcita amiga de Alicia y que hacia "cositas" con mi mujer (mi ex realmente)
Alborozada decía que resultaba evidente mi gusto por las mujeres, esa mirada lujuriosa que tenía mirando a Alicia delataba mis inclinaciones. Estaba por decirle que lógicamente me agradaban las mujeres, pero ahora estaba en un cuerpo de nena y no sería muy fácil hallar un rol adecuado.

Bajando la cabeza le dije en tono de confesión que siempre me ha gustado mucho Alicia pero nunca me había animado a decirlo, como me acariciaba la cabeza pensé que debería ser recíproco pasando a acariciarla a ella también. Me dijo que era un pícara y me plantó un beso en la boca que no era nada desagradable, definitivamente debería asumir un papel de lesbiano...
Preguntándome si deseaba un dedito rápido, tuve que pensar velozmente acerca del significado de su oferta pero ella ya estaba con la mano bajo mi pollerita y con una habilidad pasmosa me acariciaba el tajito. SI, mi tajito y no mi querido monstruo, las sensaciones eran bastantes placenteras pero yo deseaba meterla en un agujerito calentito, tenía un cuerpo físico pero no el pedazo de carne tan apreciada.
Por suerte nos salvó el timbre del recreo y apretándole un poco el trasero le dije que se lo mordería de disponer más tiempo.

A la salida del colegio me devanaba los sesos tratando de adivinar cual sería mi madre esperando a la salida. Un hombre fornido vino a mi encuentro alzándome como si fuese una pluma y con palabras paternales me preguntaba acerca del episodio epiléptico. No me quedó alternativa al asumir que sería mi padre, de paso me llamó Susanita por lo que mi nombre ahora era Susana... son las cosas de la vida (y la muerte).
Entramos a un automóvil y rumbo a casa, mientras cavilaba si no tendría hermanos mayores que hicieran cosas asquerosas con mi enclenque cuerpito. Cuando llegamos dejé que me alzase en brazos para no demostrar que todo aquello me era desconocido, fingiendo estar aun mareado (o debería decir mareadA ahora) me llevó a una habitación llena de ositos de peluche, decidí que esa sería ahora MI habitación.
Muy naturalmente me sacó el buzo del colegio y estaba por quitarme la pollerita cuando le recriminé que yo podría hacerlo por mi cuenta, dijo que bajaría a preparar la comida mientras me cambiaba de ropas. También naturalmente me pasó la mano allí abajo preguntando si no me había hecho pis al descomponerme en el colegio, creo que era una actitud puramente paternal porque solamente me rozó el tajito con el dedo.

Mientras recorría mi nueva habitación y revisaba cada cajoncito cavilando que al menos podría hablar con mi Alicia, tocar sus manitas y tal vez confesarle cuanto la amaba.

(continuará)

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:31) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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